MESA
de DIALOGO por los DERECHOS HUMANOS
Un diálogo para la verdad y la justicia
Intervención de Gonzalo Vial el 31 de agosto de 1999
Yo quisiera referirme fundamentalmente a la metodología de
nuestra actuación en esta Mesa; o sea, a cómo vamos a actuar. Y creo que debemos dar
diversos pasos que tienen que ir en un orden determinado, a mi juicio, para ser exitosos.
El primer paso es determinar la agenda, o sea, acotar los
temas que vamos a discutir, incluyendo todos los que interesen a los participantes y que
por supuesto tengan relevancia en el tema central de los Derechos Humanos, en el tema
general de los Derechos Humanos, pero de modo que quede establecido qué vamos a discutir,
qué temas vamos a discutir y que no vamos a discutir otros, que vamos a discutir todos
esos, de modo que la Mesa tenga un final, no en materia de tiempo sino en materia de
temas.
Y una vez acotada la agenda, a mi juicio, hay un problema
primordial dentro de ella. ¿Cuál es este problema primordial? El problema primordial es
establecer las medidas -para proponerlas- administrativas, judiciales, legislativas, y los
compromisos de acción que toman los diversos participantes en la Mesa, cada uno dentro de
su esfera. ¿Para qué? Para ubicar y entregar a las familias los restos mortales del
mayor número de detenidos desaparecidos que sea posible, que sea verdaderamente posible
con todas estas medidas y con todos estos compromisos. Y respecto de los que no sea
posible, establecer y proporcionar a las familias la fecha, el lugar y las circunstancias
en que murieron.
Ese es, para mí, el tema primordial. ¿Y por qué lo pongo
así? Porque si no resolvemos ese tema, ¿para qué seguimos hablando? De nada, realmente
la Mesa ha fracasado, no por culpa de nadie, con todos los esfuerzos, pero, si no
resolvemos ese problema no tenemos mucho más que hacer aquí.
Ahora, ese problema tiene, diría yo, aditamentos que son
los requisitos que las partes del diálogo, o algunas de las partes del diálogo, puedan
poner, puedan colocar para concurrir a este objetivo y que no tengan estrictamente
relación directa con el objetivo. Por ejemplo, digo yo, y no digo que vaya a suceder, las
Fuerzas Armadas podrían decir -o los representantes de las Fuerzas Armadas- podrían
decir: "mire, nosotros tomamos este compromiso, pero lo tomamos con estas o estas
otras características, que aminoren el impacto de las posibles revelaciones sobre las
instituciones y sobre su futuro. Ese es un requisito".
Y, por otra parte, los abogados de los detenidos
desaparecidos, las familias de los detenidos desaparecidos, podrían decir, como desde
luego lo acabamos de oír en voz de la colega (Pamela Pereira): "nosotros no
aceptamos que ningún acuerdo entorpezca las acciones judiciales alrededor de los
detenidos desaparecidos, en curso o futuras". Y, al revés: "pedimos que los
antecedentes que aquí aparezcan se proporcionen a los Tribunales de Justicia".
Bueno, estos requisitos, que cada una de las partes pueda
poner, son, por supuesto para ellas y para todos, muy importantes, pero yo los discutiría
después. Nadie renuncia a ello, pero los discutiría después. Primero quisiera que nos
pusiéramos de acuerdo en qué es lo máximo que se puede hacer en la justicia, en las
medidas administrativas, en las medidas legislativas, para ubicar los restos de los
detenidos desaparecidos que no han aparecido, y para que aquellos que verdaderamente no se
puedan ubicar, la familia por lo menos sepa la forma en que murieron, la fecha en que
murieron, el lugar en que murieron. Ese es el centro.
Eso lo discutiría primero y después, entonces, pasaría a
discutir las condiciones, en el buen sentido de la palabra, o las aspiraciones de las
partes para concurrir a este procedimiento. 0 sea, si tenemos una agenda, si estamos de
acuerdo en tratar primero que nada cómo esclarecer el destino de los detenidos
desaparecidos, en la forma más verdadera, profunda y detallada posible, cómo restituir a
sus familias el mayor número de restos mortales posibles, y si hemos concordado en las
medidas que la administración, la justicia, y los legisladores pudieran tomar para este
efecto, y en los compromisos que las partes que están aquí pueden tomar a ese efecto, si
estuviéramos de acuerdo en eso, podríamos pasar a discutir lo que no quisiera llamar
condiciones, pero sí los supuestos en que todas las partes están de acuerdo en hacer lo
que han querido hacer, que han dicho que han querido hacer para ese final.
Porque si mezclamos la forma práctica de llegar a saber el
destino de los detenidos desaparecidos y a recuperar el mayor número de restos mortales
posibles y devolverlos a sus familias, si confundimos eso, que es el centro del asunto
para mí, con las condiciones que pongan las partes para concurrir a esto, podemos
empantanarnos y no avanzar.
En cambio, si ya sabemos lo que hay que hacer pata obtener
el máximo de resultado, si estamos de acuerdo en eso, podemos ir viendo qué es lo que
cada parte piensa que además de eso sería indispensable, que además de eso sería
indispensable.
Esa es para mí la metodología que deberíamos seguir y no
pienso que sea nada muy ingenioso, pero me gustaría que acordáramos alguna metodología
para poder avanzar en forma lo más rápida y los más efectiva posible, y no entramparnos
con una etapa antes de agotada la inmediatamente anterior.
Fuera de eso, yo sólo quisiera decir tres cosas.
En primer lugar, que este problema tiene que ser
solucionado. No es posible que el país y la sociedad sobrevivan con esta llaga. Quienes
pudieron esperar que el tiempo iba a, digamos, hacer desaparecer el problema, se
equivocaron, y se equivocaron desde un comienzo porque el muerto entregado a su familia...
No es un problema que desaparezcan, pero es un problema en el cual el transcurso del
tiempo va produciendo efectos.
Yo estoy de acuerdo en que no ha habido en Chile un
conjunto de hechos tan numerosos y tan terribles como los que estamos estudiando, pero ha
habido hechos parecidos. Hace 69 años, en el Seguro Obrero fueron asesinados 60
muchachos, inermes, y nunca nadie fue castigado por eso, pero los padres retiraron sus
cadáveres, enterraron a sus hijos, no hubo ningún desaparecido.
Cuando hay un desaparecido se produce una situación que
está más allá de la civilización occidental, más allá del cristianismo, es una cosa
simplemente de la especie humana, y es que nadie está contento mientras no le devuelven
los restos o está convencido -y eso es lo más grave que tenemos en este momento- de que
no se le ha ocultado nada que se sepa, que la sociedad no ha querido tirarlo por el
desvío. O sea, este problema es central para nuestra convivencia, como decía la colega
hace un momento.
Lo segundo que quiero decir, con toda claridad, es que la
mayor parte de esta Mesa de Diálogo es apoyo. Aquí, los que tienen que acordar las
líneas fundamentales son los abogados de los detenidos desaparecidos y los representantes
de las Fuerzas Armadas, todos los demás podremos sugerir ideas, apoyar, buscar maneras de
salir de los impasses, etc., pero los que tienen que acordar este procedimiento son los
representantes de las Fuerzas Armadas y los abogados de los detenidos desaparecidos. Y
todos nosotros, los demás, somos gente que apoya, que quiere que la cosa resulte, que
puede sugerir caminos, ideas, etc., pero si no se produce ese acuerdo no hay nada en la
Mesa de Diálogo, no hay ningún resultado en la Mesa de Diálogo.
Y lo tercero que quiero decir es que me asusta la esperanza
que ha despertado la Mesa de Diálogo afuera de ella. A los 69 años soy muy escéptico -y
lo era desde chico además-, entonces yo no pensé en verdad que la gente, especialmente
de mi medio político y social (que, por si ustedes no lo saben, es un medio de derecha),
fuera a tener, desde luego, conciencia de que aquí hay una cosa que debe ser solucionada
moralmente, más allá de todo problema político o institucional, jurídico, y la
esperanza de que nosotros, esta Mesa, pueda llegar a encontrar esa solución. Me ha
asombrado hasta qué punto la gente quiere encontrar una solución y hasta qué punto
espera que nosotros la encontremos, no sé si con mucho optimismo, pero esperan y, por
consiguiente, si no nos resulta corremos el peligro de ahondar el problema al defraudar a
los que esperan una solución.