MESA de DIALOGO por los DERECHOS HUMANOS
Un diálogo para la verdad y la justicia
Intervención de José Ignacio Concha Besa* el 14 de septiembre de 1999
* General de Aviación
I.- INTRODUCCION.-
Quiero, en primer término, hacerles llegar un atento
saludo del Sr. Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile, General del Aire Don
Patricio Ríos Ponce, quien me ha encargado transmitirles en forma muy especial sus
mejores deseos de éxito para nuestras reuniones de diálogo.
A través de esta intervención, quiero presentarles a
ustedes, dos órdenes de ideas principales que constituyen un primer esbozo de la
aproximación con que la Fuerza Aérea de Chile, a quien tengo el honor de representar
aquí, aprecia el sentido y la temática que nos convoca a esta mesa.
Inicialmente, deseo compartir con ustedes los sentimientos
que acompañan nuestra presencia, las responsabilidades que percibimos en cuanto a
integrar esta instancia de diálogo y los propósitos que animan a nuestra Institución,
al concurrir a ella.
Posteriormente, expondré una visión preliminar y general
sobre lo que nos sugieren los cinco temas señalados por el Sr. Ministro de Defensa
Nacional al inaugurar esta mesa de diálogo, vale decir, aspectos relacionados con
políticas de verdad, justicia, reparación, perdón y revisión.
A través de los contenidos de estos dos órdenes de ideas,
y de acuerdo con lo que se nos formuló como interrogante para esta etapa, deseo poder
expresar qué es lo que la Fuerza Aérea espera de esta mesa de diálogo para, finalmente,
formular sugerencias en cuanto a aspectos metodológicos que podríamos considerar para su
eventual aplicación.
II.- NUESTRO SENTIR HACIA ESTE DIALOGO.
A.- Respeto y Esperanza.
Anteriormente se habló en esta mesa sobre la correlación
existente entre actitudes y actos, señalando a las primeras como la intención con que se
actúa y a los segundos, como las obras que son consecuencia de estas actitudes. En esta
perspectiva, creemos importante hacer nítidas las intenciones con que llegamos a esta
instancia, porque la comprensión del grupo sobre las actitudes de los participantes, nos
puede facilitar la búsqueda de caminos para la valoración de las obras.
Estas obras, en nuestro caso, serán las que conduzcan a
lograr para nuestros compatriotas la máxima paz social posible, indispensable para un
mayor progreso y desarrollo, tanto personal como colectivo, con plena conciencia de sus
derechos y obligaciones con la Sociedad.
En relación con este fin último, deseo dejar constancia,
fuera de toda duda, del respeto que sentimos los integrantes de la Fuerza Aérea de Chile
por los Derechos del ser humano, entendidos en su esencia, sin ser desvirtuados por
ningún tipo de consideraciones.
Las diversas interpretaciones de que ha sido objeto en
Chile este tema tan intrínsecamente elevado y universal, han resultado con el tiempo ser
emblemas de un desencuentro entre diversos sectores de la sociedad que, si bien no entraba
del todo la vida cotidiana de los ciudadanos, como en otras crisis graves que ha sufrido
el país en su historia, es necesario resolver para posibilitar a nuestra juventud mejores
condiciones para escoger y labrar su futuro.
Es del todo evidente que este desencuentro no pudo haberse
producido en forma espontánea ni repentina. Por el contrario, estamos seguros de que fue
el producto de una sucesión de posturas ideológicas y de hechos, que fueron provocando
paulatinamente la exacerbación de los ánimos, hasta producir un clima social marcado por
la intolerancia, el rencor y la división, a extremos pocas veces vistos entre nosotros.
Sentimos, en nuestro pensar más íntimo, que nuestro país
corre el riesgo de que esta situación disociadora pudiera repetirse a futuro, si no
enfrentamos objetivamente sus causas y nos atenemos solamente a sus consecuencias.
Venimos, por tanto, animados del espíritu de avanzar hacia
la mayor verdad posible, por medio de una acuciosa revisión de nuestra historia reciente
que quede como testimonio fidedigno, del que puedan deducirse experiencias válidas y
objetivas que nos sirvan de catalizador para avanzar hacia la tan necesaria
reconciliación nacional.
Queremos que se entienda, muy claramente, que no
visualizamos esta revisión para justificar nada por parte de ningún sector, lo que
sería de por sí un objetivo muy mezquino.
Por el contrario, pensamos que Chile entero, especialmente
las nuevas generaciones, necesitan esta revisión objetiva, completa, históricamente
transversal y longitudinal, para cerrar honorablemente una etapa traumática de su vida
ciudadana, como es el cuestionamiento existente al respeto de los derechos humanos y a la
situación de los detenidos desaparecidos.
Esta revisión es necesaria también para que la reflexión
y el recuerdo de las circunstancias que la originaron, ayuden a prevenir, en lo posible,
su repetición.
Asumida la existencia de este problema nacional, que es la
razón por la cual estamos aquí como Institución, estoy seguro de que concordamos con
los demás integrantes de esta mesa, en nuestra más firme convicción de que los pasos
que se den para superarlo y las eventuales acciones que se propongan, tienen un marco
inalienable.
Dicho marco lo visualizamos en el estricto respeto a los
principios esenciales de la convivencia democrática y a las normas que rigen el Estado de
Derecho y su institucionalidad, con los cuales tenemos un compromiso intransable.
Cualquier intento de solución fuera de ese marco, ya sea por la fuerza o por presiones de
cualquier sector y procedencia, probaría muy pronto ser inconducente.
Como un primer paso hacia una mejor salud cívica, parece
justo que todas las personas que perdieron seres queridos en estas circunstancias, reciban
el mismo grado de atención y de preocupación al tratarse este problema. El dolor de una
pérdida es el mismo para todos y merece igual respeto.
No obstante, es indudable que aquellas personas que,
además de la desgracia misma, no tienen la certidumbre sobre el destino final de sus
deudos, soportan una carga adicional al dolor mismo. Esta incertidumbre impide que
alcancen finalmente la necesaria resignación frente a la pérdida, originándose
sentimientos más intensos y extremos, que son comprensibles pero que dificultan un mayor
entendimiento.
De allí entonces que el dolor de todos aquellos que se
vieron tan gravemente afectados, a consecuencias del problema social antes mencionado,
pasa a ser un problema de la Sociedad en su conjunto.
B.- Responsabilidad Cívica.-
El Sr. Ministro de Defensa Nacional ha propuesto un camino
o un método que pasa por el estudio de aspectos relacionados con las políticas de
verdad, justicia, perdón, revisión y reparación. Podrán ser más o podrían ser otros
pero, lo que no podemos dejar de reconocer, es que constituyen un punto de partida, que no
debe desahuciarse anticipadamente, por así exigirlo nuestra responsabilidad cívica.
Hemos concurrido a esta instancia bajo una premisa básica:
tenemos que ayudar a disipar este clima de desavenencia social, poniendo en ello nuestro
mejor esfuerzo. Esa es nuestra gran responsabilidad, que se grafica mejor si nos
preguntamos qué ocurriría si no lográramos cumplir esa presunción básica.
Estamos frente a una gran oportunidad histórica para
iniciar un camino en este sentido. No sabemos si será la última que tengamos como
Sociedad, pero es claro que en el tiempo transcurrido desde el retorno al sistema
democrático, no han surgido iniciativas tan decididas, abiertas y de tan alto sentido
cívico como ésta.
Somos un país que ha experimentado un grado de progreso
importante en las últimas décadas, a pesar de lo cual han transcurrido casi diez años y
no hemos sido capaces de poder reencontrarnos como chilenos, hijos todos de la misma
tierra, en circunstancias que otros países sí han sabido hacerlo en mucho menos tiempo,
superando situaciones parecidas y hasta más difíciles.
Sentimos esta mesa como un avance, percibimos de buena fe
que no se va a configurar como un enfrentamiento de bloques, sino como un punto de
encuentro para empezar un proceso tendiente a la recuperación de nuestra unidad nacional.
Es de esperar entonces que logremos rápidamente acuerdos
básicos sobre todo aquello que nos une, para desde esa base, avanzar a la solución de lo
que nos separa. Seguramente será un proceso difícil, pero allí precisamente tendremos
que exigirnos perseverancia y prudencia, para no dejar circunstancias pendientes y lograr
resultados visibles dentro de horizontes razonables de tiempo.
Pensamos que es una responsabilidad cívica con nuestros
compatriotas, el forjarnos un carácter como integrantes de esta instancia, no
desalentarnos con los escollos y llegar, finalmente, a constituir un ejemplo, un estadio
superior de la convivencia ciudadana, que demuestre que podemos ser una Nación
verdaderamente unida, dentro del respeto a su diversidad.
A la luz de estos propósitos, me corresponde el honor de
manifestar la decidida voluntad de nuestra Institución para avanzar en esta senda, siendo
necesario, sin embargo, formular algunas prevenciones en cuanto a nuestra responsabilidad
como integrantes de esta instancia.
La primera de ellas se refiere a que no se formulen
demandas, especialmente de información, que están fuera de las capacidades reales y
actuales de la Institución, siendo además muy difícil su eventual recuperación; toda
vez que, a diferencia de otras profesiones, la carrera militar tiene una duración
límite, después de la cual sus miembros dejan el servicio activo.
En razón de esto, prácticamente todos los uniformados que
ocupaban posiciones de mandos altos o medios a partir de los setenta, hoy se encuentran en
situación de retiro e incluso muchos fallecidos.
Como componentes de nuevas generaciones dentro de la
Institución, no tenemos facultades para llegar a quienes están retirados de nuestras
filas y tratar de facilitar su colaboración, por cuanto esta será siempre únicamente el
producto de su decisión individual y libre, estimándose necesario sí, establecer
condiciones específicas y puntuales destinadas a motivar su voluntad en este sentido.
Otra prevención que nos parece prudente formular, es que
los integrantes de esta mesa de diálogo no demos motivo, individual o colectivamente,
para que la ciudadanía se forje la creencia, que aquí se van a encontrar todas las
respuestas y soluciones o que esta va a ser la única instancia posible.
Sin desconocer el alto significado de estas reuniones, su
naturaleza nos indica que son una opción de tremenda importancia pero que siguen siendo
solo una etapa de un proceso, de un camino, que el país en su conjunto tendrá que
recorrer con tenacidad, con tolerancia, con mucha visión de futuro y amor a Chile, para
revertir los desencuentros que nos alejaron de una sana convivencia como Nación.
Esperamos, finalmente, que se comprenda que la integridad
del fenómeno que nos ocupa, tanto en su origen, evolución y consecuencias, es un
problema de Estado y no de las Fuerzas Armadas y Carabineros, ni de un sector particular
de la Sociedad, como a menudo pareciera entenderse. En efecto, cuando en 1973 una grave
crisis amenazó la institucionalidad del Estado chileno, por circunstancias de todos
conocidas, sus Fuerzas Armadas y Carabineros intervinieron como un instrumento de ese
mismo Estado, para zanjarla.
Haciendo abstracción de los juicios que merezca a cada
cual su intervención, es nuestra convicción que le corresponde entonces al Estado
chileno, la tutela de las diversas acciones que se emprendan, sobre las políticas de
revisión, verdad, justicia, perdón y reparación.
C.- Nuestro Propósito.-
De lo expuesto, confío que pueda deducirse sin equívocos
que percibimos esta mesa de diálogo como un instrumento que puede resultar potencialmente
muy eficaz para restaurar las confianzas dañadas, sobre la base de facilitar el mayor
avance posible en los cinco conceptos que se han fijado.
Consecuente con ello, nuestro propósito es colaborar con
nuestra mayor voluntad en este diálogo, agotando nuestros medios para crear condiciones
que conduzcan a la máxima verdad posible, entendiéndola como un requisito indispensable
a partir del cual podamos avanzar hacia nuevas etapas.
Estimamos que esta búsqueda de caminos, debe ser a través
de un diálogo objetivo, franco, acompañado de sinceridad y que no debe prestarse para
denostar o menoscabar a otras personas o sectores, dentro o fuera de esta sala.
III.- NUESTRA PERCEPCIÓN SOBRE LOS CONCEPTOS
PROPUESTOS.-
Como se señalara previamente, el Sr. Ministro de Defensa
Nacional, en su discurso inaugural, propuso cinco conceptos como un punto de partida para
lograr un grado de coherencia en un problema que ha sido objeto de múltiples y variadas
interpretaciones en nuestro país.
Por la existencia misma de la multiplicidad de enfoques que
hay sobre el tema, hemos creído necesario esbozar brevemente la reflexión general que
nos sugiere cada uno de estos conceptos, como aporte para el debate posterior.
A. -Políticas de Revisión.-
Nos parece ineludible revisar y reconstituir con
profundidad y en plenitud el contexto histórico que nos condujo como pueblo a mirarnos
como enemigos irreconciliables entre nosotros mismos, al punto que ciudadanos chilenos se
desearan recíprocamente la muerte.
Una carga de odio tan grande no puede nacer
espontáneamente, ni obedecer a causas de segundo orden, más aún en un país que ha
hecho de la democracia una condición prevaleciente a través de su historia, valorando
siempre los principios humanistas, sociales, éticos y cristianos de la civilización
occidental.
Uno de los aspectos que es imperativo examinar, es la
ideologización y la consecuente polarización que experimentó la sociedad chilena a
partir de la década de los sesenta, ya que constituye uno de los antecedentes más
centrales para explicar la casi totalidad de los fenómenos políticos, sociales y
económicos que se sucedieron después.
Nos referimos, con especial preocupación, al aspecto
ideológico y al carácter mesiánico de su errada aplicación, por cuanto lo seguimos
viendo presente en manifestaciones de desorden social, de cuyas lamentables consecuencias
nos informamos periódicamente en los medios de comunicación.
¿Estará condenada nuestra juventud a volver a vivir esta
etapa traumática de nuestra Historia nacional?
A este respecto, no debieran ser ajenas a dicha revisión
las características de la confrontación bipolar a nivel mundial y los esfuerzos que
realizaron las potencias en países como el nuestro, por consolidar o aumentar sus esferas
de influencia a través de la imposición de doctrinas de amplia interpretación.
La violencia sobredimensionada y desproporcionada que
surgió como producto de esta carga ideológica, trajo, como es sabido, lamentables
consecuencias para diversos sectores de la Sociedad, no sólo para uno en particular.
En el contexto que se vivió, marcado por dicha violencia,
hubo personal que debió desenvolverse en un conflicto interno, para cuyas
características no estaba instruido, y en el cual se encontró con un adversario
inspirado en ideologías violentistas y entrenado incluso en el extranjero, en técnicas
de guerra no convencional o irregular.
En un escenario de este tipo, el seguimiento de las
acciones para enfrentar a estos grupos facciosos se verá siempre obstaculizado,
dificultándose eventualmente la prevención de que no se sobrepasen los criterios de
proporcionalidad enseñados y conocidos para un conflicto de características regulares.
De esta forma la política, entendida como el libre juego
de ideas sobre la Sociedad, dentro de un marco de mutuo respeto y tolerancia, se
pervirtió al llevarla al terreno de la lucha armada por parte de sectores ideologizados,
lo que en sí constituye una violación a los derechos humanos de todos los ciudadanos.
Esto no justifica los hechos de violencia individuales y sobredimensionados que surgieron
para enfrentarla, pero nos deben llamar a la reflexión como Sociedad, para que nunca más
se nos trate de imponer ideas por la fuerza, sino que convivamos en torno a la fuerza de
las ideas.
B.- Políticas de Verdad.-
Sin restitución o revisión no puede haber verdad o se
llegaría a una de tipo incompleto y lo mismo sucede a la inversa.
Sin embargo, es necesario señalar objetivamente que
tenemos carencias de información por diversas razones, entre las cuales no son menores el
tiempo transcurrido, el recambio generacional, la reserva con que en toda época se ha
manejado información confidencial, etc.
Esperamos que se reconozcan con realismo, y no con
incredulidad anticipada, estas eventuales carencias, porque las estamos señalando con
buena fe.
Con esa misma buena fe, afirmamos que estamos dispuestos a
hacer nuestro máximo esfuerzo y agotar los medios a nuestro alcance para cooperar en
alcanzar la mayor verdad posible, ojalá toda, a pesar de las dificultades que
encontremos.
No lo haremos visualizando posibles negociaciones, porque
el respeto a las personas, la necesidad de aliviar el dolor y la necesidad de paz social,
no se transan como mercaderías ni pueden ser vistas bajo un prisma utilitario.
Queremos cooperar, en suma, porque somos una Institución
permanente de la República y es nuestro deber colaborar para disipar los elementos o
circunstancias que entraban su progreso y el bienestar de nuestros compatriotas.
C.- Políticas de Justicia.-
En este aspecto, es necesario que consideremos la Justicia
en su naturaleza de "virtud", sin traerla al diálogo en su calidad de
"instrumento", lo que no está dentro de los términos ni intención de esta
convocatoria.
Es claro que existen visiones diferentes de la historia
reciente. El proceso de revisión que se planteó inicialmente, permitirá dimensionar los
hechos e indagar en las causas del desencuentro nacional que nos convoca, para dirigir
más tarde la atención a sus efectos.
Solo de esta forma resultará posible esperar que la virtud
de la Justicia determine lo suyo para cada cual, despojando a este problema de los
componentes impropios de venganza, rencor o condicionamientos.
Nos parece importante dejar establecido también, que la
virtud de la Justicia debe representar a todos los componentes del problema, a toda la
Sociedad, no sólo a los Tribunales encargados de ejercerla; por cuanto una sentencia
judicial, que es una verdad jurídica, no puede recoger en todo su contenido el proceso de
ruptura del alma nacional, que es cuestión de la sociedad toda.
Es esta una materia mucho más amplia que el veredicto que
puedan entregar los magistrados de una instancia judicial, ya que compete a todo el cuerpo
social, especialmente en lo relativo a mantener la necesaria armonía ciudadana a fin de
consolidar en paz el indispensable desarrollo nacional.
Debemos estar dispuestos, por otra parte, a encontrarnos
con un punto máximo posible de alcanzar verdad, más allá del cual haya imposibilidad
manifiesta de hacerlo. Tenemos que considerar ese horizonte y las posibles formas en que
la Justicia manifieste su virtud para aquellos que no alcancen una respuesta a su
incertidumbre.
D.- Políticas de Perdón.-
Nos parece más que evidente que el perdón no puede ser
institucionalizado, por cuanto es esencialmente subjetivo y reside en la individualidad y
espiritualidad del ser humano.
Tenemos que pensar en las formas de llegar al perdón,
porque es precisamente el otro extremo del largo calvario que se abre con el odio: el
perdón es la antítesis del odio, es lo único que lo desarma y lo extingue.
Estamos en esta mesa para buscar fórmulas para restañar
las heridas que el odio haya dejado en sectores de nuestra sociedad y tendremos que
hacerlo todos los actores del acontecer nacional, de tal forma, que el perdón se produzca
sin condicionamientos ni plazos.
E.- Políticas de Reparación.-
Hemos dicho anteriormente que el dolor no es reparable,
pero, sin embargo, podemos avanzar en la verdad para llegar a la justicia de la cual se
desprenda la debida reparación.
Si bien es cierto estimamos que esta mesa de diálogo puede
hacer aportes en este sentido, creemos que esta es una función más propia del Estado, el
que deberá hacer uso de todos sus mecanismos para que la reparación alcance, sin
excepción, a quienes se acredite que sufrieron perjuicios por la situación que nos
preocupa.
IV.- ASPECTOS METODOLÓGICOS.-
Es indudable que, como grupo de debate, vamos a necesitar
un cierto orden para darle un sentido y esperar un resultado de nuestro diálogo. Para
este efecto, proponemos una secuencia que podemos discutir con miras a su eventual
aplicación.
Un primer paso, que orienta a todo lo que sigue, es el de
fijar claramente el PROPÓSITO de esta Mesa, ya que pareciera haber distintos matices al
respecto.
Definido este propósito general, podremos establecer
objetivos parciales respecto del mismo, fijando temas que nos ayuden por su especificidad
a que no nos desviemos a otros que nos aparten del propósito definido por el grupo.
En una tercera fase, deberíamos buscar los puntos de
acuerdo sobre estos aspectos parciales, reuniendo y debatiendo toda la información
posible, que nos lleve a poder plantear soluciones para ellos.
En esta fase, cobra especial relevancia la presencia y
aporte en esta mesa de personalidades que representan diversas visiones de la Sociedad,
tales como los representantes del mundo religioso, en cuanto a ética y moral; de la
historia, en cuanto a los contextos; del área humanista, en cuanto a la diversidad; del
área científica, en cuanto a la imaginación y del área universitaria, en cuanto a una
visión integral.
No descartamos la posibilidad de que más adelante se
incorporen representantes de otros sectores, para ampliar la representatividad de la
Sociedad en esta instancia, lo que podrá surgir en todo caso durante nuestros debates
como grupo.
Definidas algunas posibles soluciones, todas las que
podamos imaginar, podríamos a continuación analizarlas, mezclarlas, interrelacionarlas,
de manera que a través del debate podamos llegar a la más conveniente o apropiada. Será
importante en cada caso persistir hasta llegar a acuerdos definidos, no importando cuánto
esfuerzo nos tome.
En la medida que vayamos avanzando desde lo más general
hasta lo más específico y tengamos la suficiente prudencia, habilidad, tolerancia, buena
fe e imaginación para encontrar soluciones, estimamos que estaremos respondiendo con la
máxima responsabilidad cívica a este desafío que nos plantea el futuro de Chile y de
nuestros compatriotas