MESA de DIALOGO por los DERECHOS HUMANOS
Un diálogo para la verdad y la justicia
Intervención de Alex Waghorn* el 7 de septiembre de 1999
* Contraalmirante
INTRODUCCION
El Sr. Ministro de Defensa Nacional nos ha convocado para
enfrentar el desafío fundamental de establecer las bases para un diálogo efectivo y
eficiente en torno al problema de los derechos humanos en Chile. Para tal efecto, el Sr.
Comandante en Jefe de la Armada me ha designado como su representante y en su nombre deseo
expresar un especial saludo a todos los integrantes de esta histórica mesa de diálogo
que hoy sesiona por tercera vez.
LA ARMADA ANTE LA CONVOCATORIA DEL MINISTRO DE
DEFENSA,
Es una realidad que el tema de los derechos humanos en
nuestro país, no se ha resuelto definitiva e integralmente, por el solo transcurrir del
tiempo. También es cierto, que este problema, al seguir pendiente, produce preocupación
y un grave daño e inestabilidad social en diferentes sectores de la comunidad chilena, lo
cual sin duda, tiene incidencia en el normal funcionamiento y desarrollo profesional de
las instituciones de las FFAA. Creemos, asimismo, que este problema altera la normal
relación que nuestras instituciones deben tener con todos los sectores de la civilidad.
En torno a 1a realidad señalada, y animados por un
espíritu y actitud de conciliación, nos hemos planteado la, necesidad de buscar caminos
que permitan avanzar en la recuperación de la convivencia nacional y paz social, que
nuestra Patria demanda y se merece.
Al mismo tiempo, queremos proponer y trazar rumbos que nos
orienten a establecer las bases para el esclarecimiento de la verdad, toda la verdad
histórica, particularmente, la del destino de los detenidos desaparecidos y la ubicación
de sus restos. Esto último, porque tenemos el convencimiento de que la naturaleza
trascendente del ser humano demanda una tranquilidad espiritual respecto a sus seres
queridos, como una forma imprescindible de completar el ciclo de la vida.
Es precisamente por lo señalado, que la convocatoria a
participar en esta mesa de diálogo constituye para la Armada de Chile un paso
trascendente en el caminar de la unidad nacional, el cual asumimos con responsabilidad
histórica, con un profundo compromiso moral, con fe, esperanza y plena disposición de
colaboración en pos del Bien Común.
Acogemos y respaldamos en toda su dimensión, la
conformación de ella y creemos que esta iniciativa constituye la mejor instancia para
enfrentar el tema de los derechos humanos, que en definitiva ha mantenido herida el alma
nacional y ha dificultado el reencuentro de la sociedad chilena, afectando la armonía y
el clima de entendimiento que el país requiere para enfrentar los desafíos del futuro.
Avanzar y contribuir solidaria y efectivamente a
restablecer la paz social en nuestro país representa sin duda, uno de los más
importantes objetivos para la Armada de Chile.
En esta ocasión, nos parece importante destacar el ánimo
constructivo que inspira a todos los integrantes de esta mesa y particularmente a aquellos
que me han antecedido en el planteamiento de sus puntos de vista y enfoques, respecto a
esta instancia de concordia, unidad y compromiso con el futuro de nuestra patria.
LAS
EXPECTATIVAS Y ACTITUDES.
¿Qué espera la Armada de Chile en esta mesa de diálogo?
Vemos en esta mesa de diálogo una excelente y válida
oportunidad para conocernos, comprendernos, creernos y ojalá llegar a establecer una
relación honesta de aprecio y afecto, propia de compatriotas en busca de un bien
superior.
De esa forma, esperamos generar y lograr el ansiado momento
de la confianza mutua, que permita salir del clima de sospechas, suspicacias y
desconfianzas en torno al tema de los derechos humanos y el contexto histórico vivido
convulsionariamente por la sociedad chilena en los últimos treinta años.
Creemos que esta es la oportunidad de la verdad, la
oportunidad de superar las descalificaciones, la oportunidad de aclarar los prejuicios y
de enfrentar nuestras realidades con tolerancia y respeto a nuestras legitimas diferencias
y particulares versiones o visiones. Ello, nos debería llevar al campo de aquellas
cuestiones en las que podamos avanzar, abriendo rutas hacia una sociedad más conciliada,
en la que sus integrantes asuman sus errores y valoricen que es mejor, el entendimiento
que la confrontación.
El país, tiene el legítimo derecho de sentir esperanzas
de una posible solución moral, política y jurídica, basada en una disposición
responsable de todos los actores de la sociedad para asumir la dolorosa situación de los
derechos humanos.
El tema convoca la atención de todo el pueblo chileno, es
de interés nacional y exige la madurez propia, de quienes admiten que el problema tiene
variadas lecturas y perspectivas de análisis. También demanda generosidad de propósito
de todos los sectores afectados, para buscar y encontrar la mayor convergencia posible
entre los distintos planteamientos.
Reconocemos las limitaciones de nuestra tarea y entendemos
que existan en esta mesa ausencias que no han sido posibles de evitar.
Si las expectativas requieren de acuerdos que sean fruto de
la generosidad, el espíritu cristiano y la paz moral, entonces deberíamos crear el
escenario, que a través del diálogo fraterno permitan lograrlos. Ese objetivo ya parece
relevante como para hacer un esfuerzo por alcanzar y establecer medidas y soluciones
razonables al tema que nos convoca.
Para lo anterior, el lenguaje franco y respetuoso es
imprescindible. También debe ser simple y claro, para facilitar la interpretación de
todos. Esta actitud, resulta clave a la hora de asumir las expectativas que despierta esta
mesa de reconciliación.
El Sr. Ministro nos ha convocado a dialogar mirándonos de
frente, con franqueza, en un ambiente de reserva y transparencia que nos permita
avanzar. Nos ha invitado a dar pasos en un proceso sin agendas ni plazas, sin condiciones
ni requisitos, entendiendo que de lo que vamos a tratar contiene dimensiones
sociales, morales y políticas cuyos orígenes surgen del complejo proceso que la sociedad
chilena le correspondió vivir desde la mitad del siglo actual.
Concordamos con quienes piensan que esta instancia de
diálogo nos impone una obligación de clarificación histórica de los contextos y de
reconocimiento de las causas y efectos de los hechos ocurridos en los últimos
treinta años.
Lo anterior, permitirá legar a las generaciones que nos
sucedan, ideas claras acerca de aquellas cuestiones que nunca más deberían repetirse, ni
en el campo político, ni en el de la acción de aquellos que detentan legítimamente el
uso de la fuerza. Asimismo, nos ayudará a clarificar el verdadero significado respecto a
la promoción y respeto de los derechos humanos y a los reales condicionamientos que
imponen a los actores de la sociedad nacional.
EL
CONTEXTO HISTÓRICO
Pensamos que, siendo este proceso de la complejidad
enunciada, nuestro trabajo debería centrarse en un contexto histórico que comprenda toda
la verdad, la de antes del año 1973 y la de después de esa fecha. Este período, para
los efectos de este análisis, comprende los últimos treinta años.
Nos asiste el convencimiento de que para poder avanzar en
el camino del entendimiento, debemos reconocer el contexto histórico que enmarca nuestro
análisis y debemos tener definiciones comunes para los términos relevantes.
Hace algunos días atrás, el Sr. Comandante en Jefe de la
Armada nos recordó la realidad del enfrentamiento social con violencia desproporcionada,
la confrontación clandestina, con excesos, que afectó particularmente a toda la sociedad
chilena en las últimas tres décadas.
Por ello, hemos querido expresar en esta primera
intervención nuestra visión, muy sintetizada y objetiva, del tema de los Derechos
Humanos, antes y después del 11 de Septiembre de 1973. Esa fecha, controvertida por los
efectos que su recuerdo produce en diferentes sectores, es el hito central de nuestro
análisis. Ese día hubo una acción de las Fuerzas Armadas y de Orden, que depuso a un
gobierno marxista que había caído en la ilegalidad a juicio de una mayoría de los
chilenos, incluyendo los otros poderes del Estado.
Con ello, se dio inicio a un gobierno militar de carácter
autoritario, que contaba con un enorme respaldo ciudadano.
En un análisis parcial y poco objetivo, se ha expresado
que ese día se dio inicio a la violación de los derechos humanos. Sabemos que no fue
así.
Se ha planteado que la violación de los derechos humanos
se produce sólo cuando los agentes del Estado ejercen el poder desmedido y compulsivo
sobre otros ciudadanos. La Armada de Chile cree que esta definición es incompleta e
inexacta.
A nuestro entender, además violan los derechos humanos los
sujetos de estructuras paralelas que se enfrentan a los agentes del Estado. También lo
hacen los integrantes de subversivas paramilitares, y quienes fomentan la alteración de
la paz ciudadana, generando una convulsión social.
Desde esa perspectiva y con la amplitud expresada, creemos
que los derechos humanos se violaron en todo el contexto histórico de nuestro análisis.
Antes del 11 de Septiembre, se violaron los Derechos
Humanos porque los agentes del Estado en diversos organismos dieron curso a un accionar
que se caracterizó por atentados a la vida, abusos, arbitrariedades y excesos, hacia la
propiedad privada, hacia la libre determinación, hacia la educación, hacia la
estabilidad laboral y hacia la legalidad, generando odio, rencor y violencia que
convulsionó la paz social. Creemos que esta violación de Derechos Humanos estaba
institucionalizada, porque se cumplía una línea de acción que obedecía a una
concepción política específica, que se caracterizó por la expropiación, el
racionamiento, la amenaza, el terror y la imposición del poder por la vía armada,
violentando con ello los derechos de la gran mayoría de los chilenos.
En el periodo posterior al 11 de Septiembre, los agentes
del Estado tuvieron la obligación de pacificar el país, actuando en una sociedad
convulsionada, violenta, enfrentada en un conflicto armado con facciones terroristas, que
incluían numerosos extranjeros, operando en la clandestinidad. En este conflicto interno,
en defensa de la paz social, en un clima de odio e inseguridad, el exceso condicionó la
conducta de los antagonistas, y allí también se violaron los Derechos Humanos, igual
como se han violado en fechas más recientes, cuando han existido manifestaciones y
violencia pública.
Las violaciones de Derechos humanos durante ese período no
obedecieron a una política institucional ni de Estado. La consigna militar no era, ni ha
sido jamás, la de abusar de los antagonistas, pero para continuar en la línea de la
verdad, creemos posible, que individualmente, personas exacerbadas por la violencia y el
revanchismo que produce el peligro y la pérdida de los camaradas, hayan hecho uso
desproporcionado e indeseado de la fuerza.
Todo este período: antes y después del 11 de Septiembre
fue una etapa dura, violenta, de odios y conflicto, que ojalá nunca más se repita; por
eso, para tratar de sobrellevarlo y dentro de este clima seguir avanzando en nuestro
desarrollo en paz, se promulgó la Ley de Amnistía, que pretendía la pacificación de
los espíritus.
Creemos que un examen del contexto histórico, no puede
prescindir de un juicio sobre el uso de la violencia como método de lucha en la
política; de la relación de enemistad y de odio que la inspiró; de las conductas reales
protagonizadas en desmedro de las mayorías y sus derechos; de la estigmatización
de las personas o sectores; del contexto ideológico en el que todo ello se dio.
La violencia de hoy, que la prensa nos muestra y que los
medios de comunicación exponen, con una crudeza a veces inentendible nos permite pensar
que lamentablemente los procesos pueden ser cíclicos y repetirse, porque parece
ser que la especie humana no siempre atesora sus experiencias históricas, privilegiando
la mayoría de las veces la pasión por sobre la razón y la prudencia.
A través de este análisis será posible la necesaria y
equilibrada asunción de responsabilidades por parte de la sociedad chilena, ante las
causas, las consecuencias y las víctimas de este proceso.
Proponemos que nuestra visión de contexto histórico sea
contrastada con las otras que se expongan en el debate de esta mesa.
LA VERDAD
En relación a la verdad, hemos planteado nuestro interés
en encontrarnos con toda la verdad, en el contexto histórico que nuestra sociedad
enfrentó antes y después de Septiembre de 1973.
Reconocernos, sin embargo, la prioridad que tiene el
esclarecimiento del destino de los detenidos desaparecidos como una contribución
importante a la paz interior de los familiares de las víctimas y naturalmente, a la paz
socia1.
Comprendemos y respetamos el dolor que asiste a los
familiares de las víctimas. Entendemos, también, la justa y profunda aspiración de
reencontrarse con sus restos, para .aquellos que hasta nuestros días no han podido
hacerlo.
Aunque no parezca verosímil para algunos, carecemos de
información adicional a la ya entregada a la Comisión Rettig y a los Tribunales, que
ayude a conocer el destino de los detenidos desaparecidos. Pero creemos que a través de
esta instancia se podrían generar las condiciones para que aquellos que eventualmente
cuenten con alguna información, se sientan motivados a proporcionarla, desde la
perspectiva de la verdad completa, en el contexto histórico que hemos planteado, sin la
amenaza de la coacción o de la venganza.
Aspiramos también a que se comprendan las otras
realidades, especialmente cuando la muerte de uniformados y civiles se originó en
enfrentamientos armados, en emboscadas y en atentados terroristas, en un país dominado
por el odio y la violencia política se comprenda que el dolor no es exclusivo de sólo
una parte de la sociedad, que también afecta a los familiares de las víctimas inocentes,
a los familiares de los militares muertos en enfrentamientos, a los deudos de los civiles
asesinados por actos terroristas, y a los de tantos uniformados, que cayeron cumpliendo su
deber con la sociedad.
Tampoco debemos olvidar el dolor de quienes hoy están
vivos, y que cargan con el recuerdo de traumáticas experiencias, así como el de
aquellos que viven con el estigma de haber luchado con plena convicción por el
bien de la Patria en un contexto de odio y violencia, y que hoy son víctimas de
acusaciones y recriminaciones.
EL PERDON
En torno al perdón, pensamos que debe mantenerse vigente y
sin interpretaciones el concepto del perdón jurídico, el cual junto con el perdón moral
podrán ayudar a que se vayan encontrando caminos y condiciones que faciliten el
esclarecimiento de la verdad en este momento histórico en que la necesidad de paz social
la hace imprescindible. Hoy el perdón cobra mayor importancia para el esclarecimiento de
la verdad, ya que las personas no están obligadas ni moral ni jurídicamente a
autoinculparse.
Aspiramos entonces a que, con el concurso prudente de todos
los presentes, encontremos en el seno, de esta mesa una razonable flexibilidad, que nos
permita conciliar los nobles propósitos que el perdón jurídico planteó a través de la
ley de amnistía y lo que con ella se propone, con la necesidad de alcanzar una verdad que
es trascendental para la paz social.
Creemos que el perdón puede facilitar el alcanzar la
verdad.
Consideramos que el perdón no se manifiesta en forma
institucional. El perdón es un estado de la conciencia que pertenece al ámbito moral.
Constituye una actitud interior personal, que depende básicamente de la generosidad de
quien lo otorga, con o sin conocimiento del ofensor.
LA JUSTICIA
El objetivo lógico y primario de la justicia, no es otro
que compatibilizar con prudencia, el principio ético de ella, con las circunstancias que
configuran la vida real de una sociedad tal como ella es y ha sido. De acuerdo a la
situación que se vivía en ese entonces, el legislador decidió que la solución más
prudente y apropiada era entregar un medio que pacificara los espíritus y permitiera
avanzar hacia un futuro más promisorio, dejando atrás las circunstancias históricas de
prolongado, profundo, generalizado, violento y odioso desentendimiento social, político y
moral de la sociedad chilena. El espíritu del legislador fue hacer compatibles la
justicia con la paz social, y su decisión fue una Ley de Amnistía para un período
preciso, considerado el de mayor enfrentamiento.
LA REPARACIÓN
Coincidimos con el Sr. Ministro en que en situaciones como
las que se vienen describiendo, una vez esclarecida la verdad, se debe encaminar los
esfuerzos para alcanzar la reparación a las familias de las víctimas, a cuyo efecto, es
la autoridad la que puede y debe proveer de lo necesario.
CONCLUSION
Finalmente, asumiendo nuestra responsabilidad ante esta
convocatoria, queremos manifestarles que estamos dispuestos a recorrer el camino abierto
por el Sr. Ministro, porque pensamos que no podemos esperar que la paz social llegue sin
esfuerzos. Ella debe ser construida entre todos con respeto mutuo, en el verdadero
contexto histórico, con la verdad, el perdón y la prudente justicia, acorde a la
legislación vigente, basada en el espíritu del legislador. Para esto, hemos dejado
expuestos nuestros puntos de vista con honestidad y franqueza.
Pensamos que esta mesa de diálogo puede lograr finalmente
que los chilenos tengamos la oportunidad de obtener la mayor aproximación posible a una
historia común con sus virtudes y sus errores y que de ella podremos sacar lecciones que
contribuyan al reencuentro de nuestra Patria. Creemos que debemos hacer esto ahora, ya que
no podemos traspasar a las nuevas generaciones la tarea de resolver una situación que
ellas no engendraron. La Armada de Chile, la Armada de todos los chilenos, así está
dispuesta y así lo intentará.
Rogamos a Dios y a la Virgen del Carmen que nos iluminen y
nos den la fuerza necesaria para llegar a puerto seguro.