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Las víctimas del general
Nació el 30 de noviembre de 1930 en Madrid. El 4 de febrero de 1939 huyó junto a su familia de España tras la derrota republicana. Su padre era militante del PSOE. Pasaron seis meses en la frontera. Vivieron durante la II Guerra Mundial en Toulouse.

En 1955 llegó con sus padres y hermanos a Chile como refugiados políticos. Michelle había nacido en Francia en 1947. El juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón investiga el caso de Michelle, desaparecida desde el 20 de junio de 1975. Estaba embarazada de ocho meses y medio. No se sabe si su hijo nació.

Gregoria Peña Herreros
67 años. Española. Madre de Michelle Peña. Desaparecida.

Tres días antes de su detención, nos encontramos. Siempre pensé que había sido detenida por mi culpa. Despisté a quienes me seguían. Hacía seis meses que no la veía. Estuvimos una hora juntas. Fue cuando me enteré de que le faltaba muy poco para ser madre. ‘¿Cómo se te ocurre quedarte embarazada’, le recriminé. La encontré muy delgada y cansada. Intenté convencerla para que pidiese asilo en la Embajada francesa.

Tuve la sensación de que sería la última vez que la vería [dice con lágrimas]. A las doce de la noche llamaron por teléfono. Una voz me dijo que Michelle había sido detenida. Un abogado particular presentó un recurso de amparo. Visitamos las cárceles.

Durante un año la buscamos. Nos decían: ‘Igual se ha ido con otro hombre o al extranjero. Es una mujer muy joven’. Nunca encontré a nadie que me tratara con dignidad. Buscábamos como un ciego que se topa contra una pared. Un civil que estuvo preso en un centro de detención de la calle de Lourdes llamado la casa de las risas asegura que vio escrito en una pared con sangre: ‘Yo estuve detenida aquí. Michelle’.

No quiero conocer las torturas que sufrió. Quiero saber dónde la enterraron y si mi nieto está vivo o muerto. Si estuviera vivo tendría 21 años. No ha habido una apuesta del Estado por investigar lo ocurrido. Pinochet es el responsable, era el jefe de la orquesta y movía la batuta. A pesar de su crueldad, es un ignorante. ¿Cómo puede acumular tanto odio? Mi hija era incapaz de matar a un ratón.

No quiero venganza, sólo justicia. Desde mi pequeño negocio, situado muy cerca del cuartel general del Ejército, veo pasar una vez a la semana a Pinochet. Es como si siguiera mandando. Había menos miedo en la Francia ocupada por los nazis, donde viví tras la derrota republicana en España, que aquí durante la dictadura militar. Quiero regresar a España, pero primero tengo que encontrar a mi nieto”.