Anexo II (pp. 105-109)
Todo el proceso del comportamiento del imperialismo yanqui en Chile durante el momento
histórico que vive nuestro país en 1971, debe entenderse dentro del desarrollo de la
revolución democrático-burguesa que actualmente vive el país. La revolución
democrático-burguesa se realiza para eliminar en su conjunto todos los restos de
feudalismo en la sociedad y para poner en marcha un desarrollo capitalista
"integral", lo cual, por supuesto, exige una "reacomodació" de las
relaciones de dependencia con el imperialismo estadounidense. Y, en el caso específico
del gobierno de la Unidad Popular, se suma al proceso la presencia del socialimperialismo,
que es utilizado como elemento de presión para obtener mejores condiciones en la
"reacomodación" de las relaciones con el imperialismo estadounidense. Al mismo
tiempo, el socialimperialismo tiene, por lo menos, la capacidad de entrar en competencia
con el imperialismo para obtener el contrl de la dependencia de Chile.
Como la revolución democrático-burguesa se lleva a cabo por un sector de la burguesía,
que maneja el Estado burgués, este sector tiende a conciliar con los enemigos
fundamentales de las amplias masas nacionales: imperialismo estadounidense, oligarcas
agrícolas, capitalistas y finacieros. Como clase, la burguesía es incapaz de llevar
hasta el fin el desarrollo de la revolución democrático-burguesa (es decir, hasta un
capitalismo de Estado total y absoluto). Su conciliación con los enemigos fundamentales
deja a medio camino este proceso histórico. La única clase capaz de llevar hasta el fin
este proceso, es el proletariado, dirigido por su vanguardia marxista-leninista, en
alianza con el campesinado y todas los demás sectores explotados por los enemigos
fundamentales (incluyendo amplios sectores de medianos y pequeños industriales,
comerciantes y agricultores).
Así, solamente la amplia mayoría del pueblo chileno, dirigida por el proletariado,
conduce la lucha por el desarrollo total de la revolución democrático-burguesa. Esto,
por supuesto, hace que el imperialismo, la oligarquía y un sector minoritario de otros
elementos burgueses inicien la contrarrevolución, utilizando el aparato militar y
burocrático del Estado burgués. En este instante, la amplia mayoría del pueblo chileno,
dirigida por el proletariado, debe enfrentarlos para destruir esa contrarrevolución
armada. Los enfrenta con el ejército del pueblo, destruye en lo fundamental (aparato
militar) el Estado burgués, y está en condiciones de iniciar la revolución
democrático-popular, que es el paso histórico siguiente a la revolución
democrático-burguesa. Sólo en ese momento se puede hablar que "se preparan las
condiciones para la construcción del socialismo". No antes.
Así, se ve claro que, en la actual etapa chilena, el papel de las amplias masas del
pueblo chileno, dirigidas por el proletariado en estrecha alianza con los campesinos, es
la de empujar a la burguesía a llevar hasta el fin la revolución democrático-burguesa,
proceso en el cual se verá sobrepasada por la lucha popular, la cual tomará en sus manos
la dirección de esa revolución, ante la incapacidad de la burguesía conciliadora.
En los primeros meses del gobierno del presidente Allende, las conciliaciones de la
burguesía con los enemigos fundamentales han sido bastante evidentes:
Estatización de los bancos chilenos y estadounidenses y de otros países mediante la
compra de sus acciones; reforma agraria comprándoles la tierra a los latifundistas y
dejándoles una reserva de las mejores tierras de gran tamaño; estatizando monopolios
industriales mediante el pago de las acciones; comprando a los explotadores
estadounidenses las instalaciones en el hierro, salitre, cobre y asociándose con
consorcios industriales de Estados Unidos.
Toda esta conciliación tiene un precio, y ese precio lo pagan las amplias masas del
pueblo trabajador chileno. Veamos uncálculo, muy conservador, de cuánto dinero ha
comprometido ya el Estado burgués, para conciliar con los enemigos fundamentales:
Cifras expresan millones de escudos |
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Por la estatización de los bancos: |
400 |
Pago a latifundistas: |
320 |
Estatización industrial: |
600 |
Pago a 3 bancos extranjeros: |
120 |
Hierro, salitre, y consorcios industriales yanquis: |
576 |
Deudas de Anaconda y Kennecott ( US$ 525 millones): |
6.300 |
Total comprometido: |
8.316 |
Esa cifra enorme es casi cuatro veces el presupuesto de la
Corporación de Fomento de la Producción para todo el año 1971. Es dos veces y media
todo lo perdido por Santiago, Valparaíso, Aconcagua y Coquimbo en el terrible terremoto
del 8 de julio de 1971. O sea, los daños de dos y medio terremotos como ése.
Por último, esa cantidad es una vez y un cuarto el monto total de los jornales
pagados en Chile durante 1970.
Tan enorme costo de la conciliación (costo que será mucho mayor todavía, porque estas
cuentas son sólo para estos primeros ocho meses de gobierno), va provocando una mayor
explotación del pueblo. La mayor parte del peso del esfuerzo económico que debe hacer el
sistema para generar esas riquezas, recae sobre los hombros de los obreros y campesinos, y
también sobre los de los demás trabajadores. Así, el aumento de sueldos y salarios que
se hizo a principios de año para generar un mayor poder de compra para
"alimentar" mejor a los poseedores de bienes de producción, comienza a hacerse
sal y agua entre los dedos de los trabajadores. El control de precios tiene que adecuarse
a la conciliación con los enemigos fundamentales, y la inflación continúa a gran
velocidad.
Por otro lado, el proletariado, en estrecha alianza con los campesinos y unido a la
mayoría del pueblo, presiona a la burguesía para que lleve hasta el fin la revolución
democrático-burguesa: exige la nacionalización de la tierra sin pago al latifundista y
sin reserva de tierra agrícola; exige la extensión del capitalismo de Estado sin
conciliar con la burguesía monopolista, sin pagarles; exige tener el control del manejo
de industrias, comercios y explotaciones agrícolas reformadas; exige la estatización
bancaria sin conciliar con los oligarcas financieros. Y, lo que es más importante, exige
la expulsión de los consorcios estadounidenses del país sin pago; exige la
expulsión de los estadounidenses no sólo del cobre, hierro y salitre, sino de todas las
industrias, todas las universidades, todo el comercio, todas las finanzas, y del aparato
militar y burocrático.
La camarilla dirigente de la revolución democrático- burguesa en marcha, por supuesto,
tiende a quedarse a medio camino. Para no perder el control de la situación política,
concilia con el imperialismo y se apoya en algunos aspectos en el socialimperialismo;
concilia con sectores oligárquicos y se apoya fundamentalmente en el Estado burgués (sus
fuerzas armadas y su burguesía burocrática). Se vale de los traidores en el seno de los
trabajadores para tratar de frenar sus luchas y de engañarlos, afirmando que están en el
poder los trabajadores en esta etapa democrático-burguesa. Las contingencias de la unidad
y lucha de esa camarilla con el imperialismo y los sectores oligárquicos le sirve para
tender cortinas de humo en el intento de engañar al pueblo. Pero, por supuesto, la
historia no la detienen los deseos de algunos. El proceso está en marcha.
(Si los compañeros lectores quieren ahondar el estudio de esta situación a la luz de
experiencias de pueblos hermanos, sugiero el estudio de "Dos tácticas en la social
democracia" y "La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla", de
Lenin; y "Sobre algunos problemas importantes de la actual política del
partido", "La situación actual y nuestras tareas", "Sobre la
dictadura democrática popular", y "Desechar las ilusiones, prepararse para la
lucha", de Mao Tse-tung.
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