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(Dr. Róbinson Rojas, 1ro. de mayo, 2003)
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BANCO DE DATOS RROJAS está dedicado a la memoria de Salvador Allende, José Tohá, Victor Jara, Orlando Letelier, Carlos Prats, y miles de otros ciudadanos chilenos y extranjeros asesinados por orden de Pinochet, Merino, Leigh y Mendoza, los cuatro bandidos que atormentaron al pueblo chileno por casi veinte años, en complicidad con las compañías transnacionales de Estados Unidos y terroristas estatales como Henry Kissinger para servir las necesidades económicas y políticas de la clase capitalista internacional.
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Introducción 1.a Parte 2.a Parte 3.a Parte 4.a Parte
Introducción Anexo I Anexo II Nota final
Róbinson Rojas
El Imperialismo Yanqui en Chile
Ediciones ML, Santiago de Chile, 1971     

CUARTA PARTE (pp. 78-101)
EL IMPERIALISMO Y LA UNIDAD POPULAR

"Para hacer la revolución, se necesita un partido revolucionario. Sin un partido revolucionario, sin un partido creado conforme a la teoría marxista-leninista y al estilo revolucionario marxista-leninista, es imposible conducir a la clase obrera y las amplias masas populares a la victoria sobre el imperialismo y sus lacayos."
( ¡Fuerzas revolucionarias del mundo, uníos, luchad contra la agresión imperialista!", Mao Tse-tung, 1948).

Dentro de la nueva estrategia de dominio imperialista, con estancamiento o retiro de los servicios y minería, y penetración en la manufactura, el ejemplo de Chile es bastante claro. Principalmente, en los últimos siete años, que van desde 1964 hasta 1970.
     De acuerdo a tabulaciones basadas en el origen de la casa matriz de las empresas operando en Chile  ( lo cual corrige los datos norteamericanos sobre el tema, ya que elimina el rubro "otros", y evita el efecto del engaño de los consorcios yanquis a sus propias autoridades por medio de las inversiones "triangulares" : por ejemplo, el consorcio Pfizer invierte desde Panamá en Chile, y en los estudios de EE. UU. no figura invirtiendo en nuestro país esa parte de sus capitales),  y considerando las inversiones declaradas menos las amortizaciones, los capitales norteamericanos en Chile en el año 1964, se distribuían así:

Cifras expresan millones de dólares
Mineria: 469,44
Manufacturas: 58,30
Servicios y comercio: 49,75
Agricultura, caza, pesca y silvicultura: 9,04

Esto daba para 1964 una suma de 586,53 millones de dólares de inversión total. Hay que aclarar que, como estas inversiones son producto, además de la traída de capitales de EE. UU., de la reinversión y de recursos obtenidos en Chile, y en muchos casos de revalorizaciones, lo real es que esta cantidad es meramente nominal, y, por eso mismo, abultada. (1).
Pero, en todo caso, para los propósitos de nuestro análisis utilizando elementos de comparación para verificar el "interés sectorial" demostrado por los consorcios imperialistas, son suficientes.
Seis años más tarde, al 31 de diciembre de 1969, las inversiones nominales yanquis, se comportaban así:

Cifras expresan millones de dólares
Mineria: 453,60
Manufacturas: 165,06
Servicios y comercio: 50,20
Agricultura, caza, pesca y silvicultura: 5,90

Esto daba un total de 674, 77 millones de dólares para las inversiones nominales (referirse a la nota 1) de los EE. UU. en Chile a esa fecha.
Lo importante es, entonces, medir las variaciones de porcentajes para cada sector entre 1964 y 1969:

Inversiones directas estadounidenses en Chile, por sectores, en porcentajes del total
Año Minería Manufacturas Servicios y Comercio Agricultura, etc
1964 80,0 10,0 8,5 1,5
1969 67,5 24,4 7,4 0,7

Lo que más destaca en este cuadro es el espectacular crecimiento de la importancia porcentual de las inversiones directas en manufacturas, ya que crecen en 144% .
Por otro lado, la disminución en minería superó el 15% (principalmente por el acuerdo de chilenización con la Kennecott en el mineral El Teniente). Al mismo tiempo, en servicios públicos y comercio la disminución fue de 13%. Esta disminución, para el año 1970, sería mucho más acentuada, ya que la American Foreign Power se retiró de Chilectra vendiéndola en diez veces su valor al gobierno de Frei.
Creo que queda claramente demostrado el creciente interés yanqui por colocarse dentro del proceso de desarrollo manufacturero chileno; interés que creció caudaloso con la administración Frei y mantiene un buen paso, ahora, con la administración Allende.
En todo caso, y antes de describir lo que está ocurriendo en el sector industrial desde el 4 de noviembre de 1970, es bueno detenerse un poco más en la presencia extranjera ( de abrumadora mayoría yanqui ) en los sectores manufactureros nacionales.
Estudios de la Corporación de Fomento de la Producción, basados en los datos suministrados por la Superintendencia de Compañías de Seguro, Bolsas de Comercio y Sociedades Anónimas, daba para el año 1967 porcentajes bastante precisos en cada sector manufacturero, para el capital extranjero, capital privado nacional y capital estatal.
El cuadro que sigue es un resumen de esos datos:

Participación extranjera en la industria chilena, año 1967. En porcentaje para cada sector industrial
Sectores Capital extranjero Capital privado chileno Capital estatal
Tabacos 59,1 40,9 -
Maquinarias y accesorios eléctricos 48,9 47,8 3,3
Caucho 44,2 55,8 -
Industria química 31,1 64,4 4,5
Minerales no metálicos 25,6 74,2 0,2
Calzados y Vestuario 23,3 75,4 1,3
Bebidas 16,8 80,6 2,6
Productos metálicos 16,5 83,5 -
Industrias diversas 15,3 84,7 -
Metálicas básicas 13,3 56,4 30,3
Material de transporte 10,6 88,7 0,7
Alimentos 9,8 61,6 28,6
Textil 8,2 91,8 -
Muebles y accesorios 7,8 92,2 -
Maquinarias no eléctricas 7,1 92,9 -
Derivados del petróleo y del carbón 5,5 94,5 -
Madera 3,3 94,6 2,1
Papel y Celulosa 2,7 96,7 0,6
Cuero 2,0 98,0 -
Imprenta y editoriales 1,7 97,9 0,4

A la fecha de estos datos, trabajaban en estos sectores manufactureros 380.000 obreros y empleados, había un total de 34.973 propietarios, con un total de 36.200 establecimientos industriales.
Sin embargo, no más de 160 de estos establecimientos industriales tenían el monopolio de la producción en TODOS esos sectores. Y de esos 160 establecimientos, 82 tenían participación de los consorcios imperialistas.
De esos monopolios con participación extranjera (noventa por ciento yanqui), había 37 con una participación de más de 50% y 45 industrias con más de 33%.
Según estos mismos estudios, 86% de las empresas extranjeras se ubicaban en los sectores monopólicos.
En suma, el capital norteamericano en la manufactura nacional se vincula estrechamente con las empresas monopólicas, oculta las utilidades por medio del recurso de "créditos externos", tiene una enorme participación en el sistema bancario, y, lo más grave, recurre a los capitales nacionales (33% de ese financiamiento lo proporciona la CORFO solamente) para expandirse y aumentar fraudulen- tamente sus "'inversiones" en Chile.
Un resumen general del cuadro que vimos, da estos resultados: 17% del capital pagado del total de las sociedades anónimas industriales chilenas era extranjero en 1967, a lo que había que sumar el poder adjunto al capital, como son la tecnología avanzada, las inversiones a través de bancos extranjeros operando en Chile y el monopolio del acceso a los repuestos importados de las maquinarias en funcionamiento.
En todo caso, a estas cifras de 1967 habría que agregar para los años siguientes los capitales ingresados para la industria automotriz y la petroquímica, todos yanquis, que sumaban más de 40 millones de dólares.
De todo esto se ve claro que el "corazón" del dominio imperialista en Chile se va desplazando con fuerza (hasta la administración Frei) desde la minería y los servicios, hacia la industria manufacturera. Se iba creando velozmente una nueva forma de colonización, más peligrosa, más sutil, y sobre todo, más fuerte: la dependencia industrial.
¿Ha cambiado ese panorama con la administración Allende?
De los hechos que examinaremos en seguida, podremos sacar una conclusión bastante aproximada a la verdad.

El Caso del Gobierno de la Unidad Popular

El gobierno de Allende asumió sus funciones en medio de una creciente lucha antimperialista del pueblo chileno. Sin embargo, a pesar de su declarada concepción liberadora del poder colonial yanqui, se ha encontrado con una realidad que le da muy poca capacidad de maniobra.
En su mensaje del día 21 de mayo de 1971, el Presidente Allende dijo: "Estudiamos en estos momentos la constitución del complejo nacional del acero que agrupará seis empresas en torno a la CAP. El acuerdo con la industria americana ha mostrado, una vez más, que el Gobierno ofrece un trato equitativo al capital foráneo sin renunciar a los intereses básicos de nuestra nación".
Estas palabras resumen una idea que nunca antes expresara Allende, y que, por supuesto, ningún combatiente antimperialista tendría: la idea de que los intereses nacionales chilenos tienen coincidencia en alguna parte con los intereses de los consorcios imperialistas yanquis.
Al asumir su cargo por medio de elecciones presidenciales burguesas, Allende se encontró ante la disyuntiva de aplicar un programa reformista por medio de un Estado oligárquico y proimperialista. Se enfrentó con el poder económico y político de la oligarquía totalmente intacto y, lo que es peor, con el poder yanqui en Chile, sin un rasguño. Desde sus oficinas del Palacio de La Moneda, el Presidente ha tenido que maniobrar, dentro del juego burgués, para que las fuerzas armadas chilenas (instrumento vital de dominación del sistema capitalista dependiente del imperialismo sobre el proletariado y todo el pueblo chileno) vayan "aceptando" sus medidas económicas, se vayan "incorporando" al juego que, al final, resulta un juego de consolidar el capitalismo dependiente del imperialismo por medio de una forma de capitalismo de Estado.
Ya vimos que la lucha en ascenso de las amplias masas, al mismo tiempo que el desarrollo del capiyalismo en el país y el crecimiento mundial de los consorcios imperialistas va provocando una situació en que las contradicciones entre sectores burgueses y sectores imperialistas se hacen críticas. Se necesita frenar las lucha populares, ampliar los mercados de consumo y reformar las relaciones entre el capitalismo de la colonia y el imperialismo. Se produce entonces el fenómeno de un reformismo burgués que actúa a través de todo el aparato estatal ( para poder enfrentar con éxito las presiones en contrario de sectores oligárquicos e imperialistas ). Esto se sustantiva en el control estatal de algunos sectores oligárquicos ( los de la tierra y de las finanzas y algunas industrias ), y en la conciliación con el imperialismo, permitiéndole que se introduzca, como socio del Estado principalmente, en el corazón industrial nacional.
A cambio de eso, el imperialismo permite que Allende eche de Chile a la Anaconda y Kennecott, pero pagando un "justo precio". Un "justo precio" que se compone, hasta ahora, de los 525 millones de dólares de la "deuda" que los consorcios del cobre tienen con bancos de su propio país y, probablemente, de unos 200 millones más por las instalaciones que hay en las minas chilenas. Un total de 700 millones que, posiblemente, se transformen en 1.000 millones, dependiendo del plazo en que se amortice y los intereses que se paguen.
Todo esto será mucho más que "un premio a la explotación", si tenemos en cuenta lo que vimos antes, en el sentido de que Anaconda y Kennecott no sólo no poseen   un dólar en Chile, sino que, todavía más, se han robado más de 500 millones de dólares en una estafa colosal.
Con mucha sagacidad, sectores dirigentes de la Unidad Popular, han explicado públicamente a los yanquis que, o aceptan estas nuevas reglas del juego, en que consorcios como Anaconda y Kennecott terminan su explotación del pueblo chileno a un plazo fijo, o ellos no podrán frenar y desviar las justas luchas del pueblo chileno, y TODOS los consorcios norteamericanos tendrían que irse de Chile, ya que el proletariado tomaría la dirección de la revolución democrático- burguesa en cus manos y destrozaría el Estado burgués actual para construir el Estado de democracia popular.
En otras palabras (y han sido las de varios discursos presidenciales) sectores dirigentes actualmente en el poder, a se preeentan como el "cauce" que canaliza la lucha popular, para que no destroce el sistema capitalista en su conjunto.
De este modo, a cambio de permitir que el imperialismo consolide su dominio en las principales industrias de Chile, se le permite al gobierno de Allende "comprar" las instalaciones de la Bethelehem Steel en el hierro, pagándole 53 millones de dólares por inversiones que no existen, y por maquinarias que ya en diciembre de 1969 valían solamente 5,9 millones de dólares.
A cambio de permitir que el imperialismo se haga socio del Estado en los centros vitales del desarrollo económico de nuestra patria, éste le permite a Allende que "expulse" del país a la Anglo-Lautaro, pulpo sangriento del salitre, pagándole 8 millones de dólares (más una deuda de casi 5 millones que la Anglo tenía con el EXIMBANK), en circunstancias que a diciembre de 1969, la Anglo Lautaro ya había quebrado fraudulentamente, llevándose todo su capital de Chile, incluso lo prestado por el Estado chileno. Más que eso, a mediados de 1970, la CORFO le prestó 6 millones de dólares para "evitar su quiebra".
El propio Allende, en su conferencia de prensa ante corresponsales de la prensa extranjera el 5 de mayo de 1971, se dejó llevar por su carácter emocional, y dijo:
"Durante muchos años los dueños de los establecimientos salitreros ganaron la plata a montones. Chile nunca supo sus costos de producción, nunca supo sus utilidades. Había funcionarios chilenos que vivían aquí y recibían remuneraciones en dólares. Yo le he dicho al país, por ejemplo, que el directorio de la Compañía, aún estando ya em quiebra, recibía cerca de 700 mil dólares al año. Habia un solo funcionario que ganaba 65 mil dólares al año, sentado aquí en una oficina".
Como en el caso del cobre, en el salitre tambien hubo un gordo premio al saqueo.
En suma, las camarillas dominantes en el gobierno de la Unidad Popular, "nacionaliza" las riquezas básicas del cobre, hierro y salitre, pagándolas a precio de oro a los consorcios yanquis, y continúa, con solidez, en la desnacionalización de las industrias claves del decarrollo nacional. . . a favor de los Estados Unidos.
Es la tragedia de gobernar y no tener el poder. E1 poder sigue en manos del imperialismo en su conjunto, a través de unas fuerzas armadas burguesas (las FFAA chilenas) que piensan así:

- Es "justo" que las riquezas básicas estén en poder del Estado chileno, porque eso fortifica la economía nacional y, de paso, fortifica la capacidad de equipamiento de las FF. AA.
- Es "justo" que a las empresas norteamericanas que las explotaron, se les pague una indemnización "razonable".
- Es "justo" que se haga una reforma agraria que permita el desarrollo capitalista del campo, liquidando parte del poder de los latifundistas.
- Es "justo" que las instituciones de crédito (bancos) nacionales, estén en manos del Estado, para ordenar mejor el crecimiento capitalista de Chile (ellos dicen "democrático"). el cual era impedido por los intereses de algunos oligarcas, los cuales, con su actitud, llegaron a poner en peligro la estabilidad del sistema.
- Es "justo" que los consorcios norteamericanos ("los más adelantados del mundo y los más eficientes"), participen, bajo un "reglamento claro y preciso que resguarde nuestra soberanía nacional", en el desarrollo industrial chileno, porque "sin ese capital y técnicas de los FE. UU., no podreos salir del subdesarrollo".
- Todos estos cambios deben hacerse dentro de "nuestro sisterna constitucional, con respeto a la democracia formal y en solidaridad con el bloque occidental dc naciones".

(Todos estos puntos de vista son un resumen esquemático del pensamiento "reformista" de un sector mayoritario de los altos mandos militares chilenos -principalmente en el Ejército-, expresados principalmente a través de "pensadores" como e1 general Pablo Schaffhausen, miembro del Estado Mayor General).

Lo capacidad de maniobra frente a las presiones imperialistas es muy reducida para el actual gobierno. Su arma principal es la presencia de los revisionistas en la combinación de Gobierno, lo cual supone, para los Estados Unidos, que la otra euperpotencia que le disputa el dominio de la explotación de los pueblos del mundo (Unión Soviética), podría poner firmemente un pie en nuestro país. Solamente en este nivel, el actual Gobierno aparece como un "peligro" para el dominio norteamericano en América Latina. Pero, ocurre que la Unión Soviética respeta su acuerdo de partición del mundo con los Estados Unidos, y reduce su papel en América Latina (zona norteamericana) al de un simple competidor comercial al mismo nivel de Japón, Alemania Federal o Francia. Es decir, asume en nuestro continente el mismo papel que Estados ITnidos en Europa Oriental (zona socialimperialista): la de un simple competidor comercial de segunda clase.
Así, los elementos con los cuales el Gobierno de Allende podría amenazar el dominio imperialista en Chile en la industria, se reducen a nada más que seguir las reglas del juego acordadas en conjunto con otros gobiernos burgueses del continente, como es el caso de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile (Pacto Andino).
Allende fue muy honesto al decir, en su primer mensaje al Congreso Nacional, que "sabemos que cambiar al sistema capitalista respetando la legalidad, institucionalidad y libertades políticas, exige adecuar nuestra acción en lo económico, político y social a ciertos limites. Estos son perfectamente conocidos por todos los chilenos".
Al mismo tiempo, los sectores dominantes en la actual administración no pueden recurrir a la única arma que les permitiría una lucha victoriosa contra el imperialismo yanqui: la movilización combativa de las amplias masas populares, encabezadas por el proletariado y dirigidas por la vanguardia política de ese proletariado, su partido marxista-leninista. Y no puede recurrir a esa arma, porque al hacerlo, la lucha popular superaría el esquema reformista de la Unidad Popular, y el poder pasaría, después de una lucha armada contra los lacayos del imperialismo y de la oligarquía -y probablemente contra los propios imperialista-, de manos de los políticos burgueses o servidores de la burguesía a manos del proletariado.
Así, en este callejón sin salida para los reformistas, no les queda otra alternativa que conciliar con el imperialismo y ceder ante sus intereses estratégicos, a largo plazo, como son los de consolidar el dominio colonial a través de su presencia en el desarrollo industrial.

Algunos Casos Importantes

El día 16 de abril de 1970. en la ciudad de San José de Costa Rica. el canciller chileno Clodomiro Almeyda tuvo una entrevista privada con William Rogers, Secretario de Estado yanqui. Lo que se conversó allí no fue público, pero, en Santiago, la oficina de prensa de La Moneda dio una versión oficial en la cual se señalaba que "durante la conversación, el canciller Almeyda aclaró varios puntos de la política interna- cional de Chile, eliminando ciertos prejuicios que aparecían en los puntos de vista planteados por William Rogers"
¿Cuáles prejuicios eran esos? La oficina de prensa del Gobierno lo aclaró con precisión, de inmediato:
"El ministro Almeyda también le informó al Secretario de Estado norteamericano que no era efectivo que Chile estuviera en contra de las inversiones extranjeras. Sólo las riquezas fundamenta1es debían estar en manos del Estado, pero cabían otras categorías, otras áreas económicas, en las cuales las inversiorles extranjeras eran perfectumente posibles. Entre ellas le señaló el convenio existente con la RCA Víctor".
Creemos que esta declaración es absolutamente precisa. Tan precisa, que hasta da un ejemplo concreto: la asociación del Estado chileno, expropiando a los capitalistas privados nacionales, con un consorcio mundial yanqui.

El Convenio con la RCA Víctor

El día 25 de marzo de 1971, en la tarde, en las oficinas de la vicepresidencia de la Corporación de Fomento de la Producción, se firmó el convenio para una nueva sociedad mixta, entre Kurt Dreckmann, vicepresidente de la CORFO, y mister Raymond R. Jackson, vicepresidente de subsidiarias latinoamericanas y director de la RCA International Limited, y John M. Katkins, en representación de la RCA Corporation.
Se trataba de un convenio por el cual la CORFO se hace cargo de 51% de las acciones (pagándolas por supuesto) de la empresa. y la RCA International del 49% restante. Para llegar a estos porcentajes, se compraron los títulos de los pequeños accionistas privados chilenos de la ex RCA Víctor, y se compró una pequeña parte de la RCA Corporation. La nueva empresa adoptó el nombre de Industria de Radio y Televisión S.A.
La empresa mixta "contará con la asistencia técnica y financiera de esa importante empresa internacional" (la RCA Corporation), según las alegres palabras de Dreckmann. Pero hay más, se formó esta sociedad para "echar las bases de la industria electrónica nacional". . . y en esas bases están con el 49%, la asistencia técnica y financiera, los consorcios imperialistas!
Y, como si fuera poco, el convenio contempla "un programa de expansión". Por supuesto, expansión para el Estado burgués y su socio yanqui. Una expansión en que habrá dinero chileno para engrosar la bolsa norteamericana. Una alegre sociedad entre la burguesía burocrática nacional y los consorcios imperialistas.
En el comunicado oficial entregado a los periodistas el día 26 de marzo, se leían estas palabras: "una importancia básica de este convenio, destacada por los propios personeros norteamericanos, es la confianza que la RCA International tiene en la nueva estructura de la empresa -en la que participan con nuevos aportes de capital y con asistencia tecnológica-, confianza que permitió que ese importante consorcio internacional materializara en un tiempo muy corto e1 convenio de intención aprobado hacia fines de febrero recién pasado".
Por último, el propio ejecutivo de CORFO, Kurt Dreckmann, hizo la siguiente declaración:
-Este convenio constituye, a mi juicio, no sólo una muestra de confianza para la política económica determinada por el Gobierno, sino que, también, un incuestionable respaldo para los programas de desarrollo industrial que se contemplan en el Programa de Unidad Popular".
Cuando los consorcios imperialistas muestran confianza y expresan un incuestionable respaIdo a un programa de desarrollo industrial de un país latinoamericano es por una razón muy simple: porque sirve a los intereses imperialistas en América Latina.
La Radio Corporation of America, con esta asociación, consiguió estar dentro de un plan gigantesco de televisores "populares", que sobrepasarán una venta asegurada para los próximos dos o tres años, de 200.000 aparatos de TV de 12 pulgadas. Esto significa una venta bruta, por ese solo concepto, de 30.000.000 de dólares. Por otro lado, con respecto a otros consorcios que arman aparatos de TV en Chile, la sola existencia de estos nuevos 200.000 aparatos "populares" significará un aumento sustancial en sus ventas de accesorios electrónicos de repuesto. En suma, un excelente negocio, ya que en 1970, la RCA tuvo ventas en Chile por 9.700.000 dólares, incluyendo aparatos de TV y artículos electrónicos diversos.
El canciller Almeyda eligió un buen argumento ante mister Rogers, al citarle el convenio de la RCA Víctor como ejemplo de buen trato al inversionista yanqui en el corazón de la economía chilena.
Por lo demás, no hay que olvidar que la RCA Victor ha servido para premiar a presidentes de Chile por su "buena conducta" respecto a los yanquis. Ahora, la RCA también ganó su propio premio extra.

El Complejo Sidero-Metalúrgico

El día 14 de abril, Carlos Matus, presidente de la Com- pañía de Aceros del Pacífico (CAP), dio a conocer la formación de un complejo minero-sidero-metalúrgico.
Tenía loa siguientes pasos: aumentar sustancialmente la producción de mineral de hierro, basándose en la adquisición de las minas de hierro en manos de la Bethelehem, por 23 millones de dólares, a 17 años plazo y a un interés anual de 5.75%, es decir, un pago total de casi 35 millones de dólares; auimentar a dos millones y medio de toneladas la producción de acero, para la exportación en tu mayor parte; y asociarse con las principales compañías metalúrgicas de la línea de aceros terminados en frío.
Total de la inversión programada: 300 millones de dólares.
Financiamiento externo de esa inversión: créditos europeos y japoneses por 180 millones de dolares, a 10 años plazo y con 8% de interés anual.
Para llevar a cabo este gigantesco plan de expansión, el Estado, según Carlos Matus, se había asociado en empresas mixtas. con las siguientes industrias:
SOCOMETAL, que hasta antes de la sociedad mixta era de propiedad de capitalistas privados chilenos, ingleses y Rockefeller. Con la nueva asociación, e1 Estado quedó con 55%, expropiando a los capitalistas privados chilenos y asociándose con los ingleses y los yanquis. Su producción es de coches de ferrocarril, estructurae y calderas.
INCHALAM, que produce alambres, tiene capitales nacionales y belga-norteamericanos. Se está en conversaciones para que el Estado tome la parte de los accionistas privados chilenos y se asocie con los extranjeros.
PRODINSA, productora de cables de acero. Tenía 40% de capitales de la British Ropes (inglesa-norteamericana), y 60% de capitales privados chilenos. Con la "nacionalización", quedó con 60% de capitales en manos del Estado y 40% en manos de los extranjeros.
ARMCO, que produce bolas de molino para la gran minería del cobre. Este caso es típico, y hay que examinarlo con más detalle.

El Caso de la Armco Steel Corp.

El día 24 de marzo, la Compañía de Aceros del Pacífico entregó una declaración para explicar su "asociación" con la Armco Steel Corporation de los EE. UU.. Por medio del acuerdo, la CAP compraba a la ARMCO 51% de sus accionea en ARMO CHILE S. A. I. y quedaba como socio mayoritario en esa filial de los yanquis. Con este acuerdo, los socios eran éstos:
Compañía de Aceros del Pacífico, 35.7%.
Armco Steel Corporation, 34,3%.
Compañía Electrometalúrgica, 30.0%.

Hay que explicar que en la Cía. Electrometalúrgica hay participación de capitales yanquis del grupo Rockefeller.
Pero, lo más importante del acuerdo. eran estos puntos:

a) La CAP paga a Armco por la compra de sus acciones, y Armco presta esa cantidad a CAP a cinco años plazo más intereses;
b) Armco y CAP participarán en un estudio para la instalación en Chile de una planta de recubrimiento de planchas prefabricadas por CAP, y formarán una nueva sociedad mixta para ese objeto;
e) Si fuera necesario ampliar las instalaciones de Armco Chile S. A. I., Armco Steel podrá hacer más inversiones en Chile, y
d) Se acuerda un contrato de asistencia técnica con Armco Steel Corp., a fin dc producir barras de molienda de minerales con tratamiento térmico, que tienen especial aplicación en la gran minería del cobre.

Con razón, míster John C. Griffin, míster Virgil Hunter, and míster M. L. Johnston, altos ejecutivos de Armco Steel Corp., que viajaron especialmente desde Estados Unidos a Santiago para firmar los acuerdos, declararon felices que "Armco veía con sumo agrado entrar en esta nuera asociación con CAP, particularmente tomando en cuenta la larga y amistosa relación que siempre ha existido entre ambas compañías". Y, por su cuenta, míster Griffin fue más locuaz y dijo que "Armco esperaba que la participación de CAP en Armco Chile S. A. I. conduciría a una expansión de las actividades de Armco Chile tanto en el mercado local como en el internacional".
No parece estar de más decir, en este instante, que ARMCO STEEL, en los EE. UU., es uno de los consorcios controlados por el grupo Rockefeller.
O sea, ya tenemos en dos proyectos de expansión claves para el desarrollo industrial chileno -la electrónica y la siderurgia- 1a presencia yanqui con capitales y asesoría técnica, y el desplazamiento por el Estado de algunos capitalistas privados chilenos, grandes y pequeños. En otras palabras, está funcionando una especie de nacionalización al reves: se nacionaliza a un grupo de propietarios chilenos y se norteamericaniza el área mixta contemplada en el programa de la Unidad Popular.
El día 27 de Abril hubo otro anuncio de "nacionalización", el cual reafirma las leyes generales que enunciamos más arriba sobre este proceso: se reunieron los accionistas chilenos de General INSA, para discutir las condiciones de venta de sus accioncs al Estado. El Estado desea quedarse con 51% de las acciones de INSA, que actualmente es una filial de la General Tire and Rubber, de los EE. UU., con 37% de las acciones. Pues bien, en la "nacionalización", a la General Tire and Rubber no se la toca en lo fundamental: se le paga al contado, se le deja sólida participación, y queda a cargo de la tecnología. Los expropiados, una vez más, son accionistas chilenos, y una parte mínima de los accionistas extranjeros.

Algunoc Casos de Integración

En la última semana de abril el presidente Allende recibió como obsequio un conjunto de embragues Wobron "primero producido en Chile". Hubo gran publicidad para señalar que éste era un paso adelante en la cooperación al margen del imperialismo entre Argentina y Chile.
Según uno de los diarios del Gobierno, "un importante aporte a la política antomotriz diseñada por la CORFO, es la instalación de la industria productora de embragues Wobron Chile, con un capital inicial de 1.500.000 dólares".
Agrega el disrio mencionado (Ultima Hora) que la planta industrial es financiada por capitales argentinos, que la meta es llegar a una producción de 70.000 piezas anuales con vistas al Mercado Andino. Y señala que "es la incorporación a la industria automotriz nacional de una compleja y eficiente tecnología, avalada por importantes firmas europeas".
Si Chicago está en Europa, pues, bueno, la Wobron utiliza tecnología europea.
La casa Wobron en Argentina es, en verdad, una filial técnica de la BORG-WARNER CORPORATION de Chicago, EE. UU., proveedora de la General Motors, Ford Motor y Chrysler Corporation. Por otra parte, la Wobron argentina es también filial técnica de la FICHTEL & SACHS A. G., de Alemania Federal, y de las filiales francesas e inglesas de la BORG. En suma, la casa argentina tiene el papel de abastecer de juegos de embragues a las marcas de automóviles de la General Motors, Ford, Chrysler, Mercedes Benz, Renault,

Citroen, Peugeot, Fiat, Bedford, etc. Por otro lado, los dos principales directores titulares de la Wobron en Argentina, son James E. Redeay, de la BORG, y Sigfrido E. Hayd, de la Fichtel.
Por otra parte, el último día del mes de abril, hubo una importante ceremonia en las oficinas del Servicio Agrícola y Ganadero y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias. Se trató de la ceremonia de la firma de un contrato de abastecimiento de esos organismos fiscales con la Asociación de Industriales del Plástico... y la Dow Química Chilena S. A..
Jorge Booth, gerente general de la Dow Química Chilena S.A., señaló complacido que entre todos los proyectos para sus actividades en Chile en la ampliación del uso del plástico, "el que más había despertado su interés era la aplicación del plástico en la agricultura".
No está de más recordar que la Dow Chemical de EE.UU., por medio de su filial Dow Chemical Chilena, vendió 2.000.000 de dólares el año 1968 en nuestro país; que además participa sustancialmcnte en la petroquímica chilena con otras plantas, y posee en nuestro país una organización de ventas de sus productos que, en 1968, vendió 5.000.000 de dólares en nuestro mercado.
El día 16 de abril, por otra parte, ocurrió un ejemplo típico de lo que significan algunas nacionalizaciones para los yanquis:
Altos ejecutivos de la Compañía Peruana de Teléfonos (recientemente comprada a la ITT yanqui, o sea, "nacionalizada" por los generales peruanos) llegaron a visitar la Cía. Standard Electric S. A. C. (filial chilena de la yanqui, la cual, a su vez, es filial de la ITT). Los visitantes venían "con el objeto de conocer los procesos de fabricación de centrales y equipos telefónicos que esta firma está exportando al Perú".
La Standard Electric, filial chilena, es la única proveedora de este tipo de equipos en el Perú (ha exportado a ese país equipos automáticos por 500.000 dólares). También, es la única proveedora de cables especiales para la Fábrica de

Equipos Telefónicos del Perú; y vende equipos telefónicos a Argentina (ventas por 700.000 dólares). El gerente general de Standard Electric, D. R. Guillén, dijo que "estos son los primeros pasos para sustanciales intercambios comerciales entre Chile y Perú, que más adelante se harán extensivos al resto de los paises del Area Andina".
Así, ustedes ven: el Perú "nacionaliza" la compañia de teléfonos en Lima a la ITT, pero sigue dependiendo de ella, a través de la Standard Electric, para sus equipos y planes de expansión. Y a todo esto, que es negocio de consorcios yanquis, se le llama "integración" latinoamericana.
Esto está ocurriendo desde hace años en la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC). En Brasil, la Olivetti, Mercedes Renz, Pirelli, IBM, Burroughs. Singer, Bosch y otras empresas, yanquis principalmente, abastecen el mercado de la ALALC. La CEPAL asegura que "una gran proporción de las empresas que participan en los acuerdos sectoriales de complementación de la ALALC son internacionales".
Así, el fenómeno que está ocurriendo en Chile no parece nada más que una continuación de una política global impulsada por los consorcios imperialistas y que tratan de aplicarla en la medida que pueden resolver sus contradicciones con sectores de la burguesía en los respectivos países donde actúan.
Para el caso chileno, toda esta política de asociación estatal con los norteamericanos en la industria, al parecer, es una política global bien razonada y con estudios previos serios. Esta presunción se basa en que, el día 16 de abril, el Banco Central acordó un reglamento de créditos que, por supuesto, abarcará a todo el sector bancario estatizado.

El acuerdo decía así:

"Los bancos otorgarán cr6ditos a las empresas extranjeras en las condiciones y plazos que fije el Comité Ejecutivo del Banco Central de Chile, quien visará los programas financieros que deberán presentar dichas empresas por períodos no inferiores a 3 meses."

Hasta aquí, éste es un buen acuerdo que, en teoría, servirá para que las empresas extranjeras no se sirvan arbitrariamente del crédito nacional para aumentar sus utilidades, como ocurrió frecuentemente hasta ahora.
Sin embargo, el acuerdo contenía una trampa, una trampa favorable a los consorcios yanquis principalmente. Y la trampa estaba en la definición que el mismo acuerdo daba para "empresas extranjeras":
"Para los efectos de la aplicación de estas normas se entenderá por empresa extranjera aquella cuyo capital perteneciente a inversionistas nacionales sea inferior a 51 por ciento, o cuando siendo superior, ese porcentaje no se refleje en la dirección técnica, financiera, administrativa y comercial de la empresa."
Pues bien, ocurre que todas las empresas industriales que hemos examinado, en que el Estado se ha asociado con el 51% con los consorcios yanquis, tendrían que ser consideradas como nacionales, según la definición del Banco Central.
Así, el Banco deja las puertas abiertas para que estos consorcios yanquis sigan aprovechándose de crédito nacional para aumentar sus utilidades en el país. (2).
Hemos resumido hasta aquí, con los ejemplos más tipicos, lo que está haciendo el gobierno de la Unidad Popular con respecto al imperialismo.
Está bastante claro que, a pesar de sus medidas de comprarles a los norteamericanos sus instalaciones superamortizadas y superdepreciadas en el salitre, cobre y hierro, lo principal es que el actual gobierno está permitiendo que el imperialismo se haga fuerte en la industria nacional.
Muchos han razonado en el sentido de que la política del gobierno es consecuentemente antimperialista, al impulsar la nacionalización, comprada, de las inversiones yanquis en la minería. Aseguran que el problema de fondo es de tiempo y de un avance, "paso por paso", en contra del imperialismo norteamericano en nuestro país. Pero, en todo este estudio nos ha quedado claro, que este no es un problema de tiempo, sino, y primero que todo, de contenido.
Hemos visto como la política global del imperialismo yanqui consiste en apoderarse de la industria manufacturera y de los mercados internos de nuestros países. Aún el programa de la Alianza para el Progreso tenía un propósito fundamental, engranado en esa política de los consorcios imperialistas: que los países dependientes pusieran en pie la infraestructura (caminos, energía eléctrica, etc.), necesaria para la instalación más segura de los consorcios manufactureros yanquis en la región, y al mismo tiempo, impulsar cambios como la reforma agraria capitalista, para expandir el mercado de consumo. Para lograr todo esto, se han estado retirando de la propiedad en los servicios de utilidad pública -casos recientes de la electricidad en Chile y los teléfonos en Perú-, y han llegado, incluso, a aceptar irse de sectores extractivos, previo pago, sin duda, de jugosas indemnizaciones.
Así, tenemos, a la luz de los hechos que hemos examinado, que el gobierno de la UP. no está combatiendo esta política globa1 imperialisita. Al revés, hasta el momento, se está adaptando a ella.
Si, por un lado, está pagándole un carísimo boleto de ida solamente a consorcios como la Anaconda, Kennecott, Bethelehem y Anglo Lautaro, por el otro lado, no ha formulado ninguna política clara para la expulsión total y definitiva de los consorcios imperialistas de nuestro país. En cambio, ya lo vimos, lo que hace es asociarse con el imperialismo yanqui en el sector más dinámico y prometedor de la economía nacional: la manufactura.
Es evidente que una política así no es consecuentemente antimperialista, y, por mucho que traten de ocultarse sus efectos, no contará con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo que, a pesar de todo, se da cuenta que los consorcios yanquis siguen presentes en nuestro país. Se da cuenta que las misiones militares de los EE. UU., que su influencia cultural, que su presencia en el financiamiento de los gastos del Estado, que los cursos antiguerrilleros en Panamá y que hasta las visitas periódicas a nuestro país de los jerarcas militares yanquis de la Junta Interamericana de Defensa, siguen funcionando en las mismas condiciones de antes.
Por otro lado, queda también claro que este no es un problema de voluntad, de querer o no querer hacer una lucha antimperialista por parte de los círculos gobernantes de la UP. De lo que se trata es que su carácter histórico, su papel de clase, no les permite realizar una lucha antimperialista consecuente, ya que no son la vanguardia del proletariado en el poder, sino un sector de la burguesía.
La única forma de luchar de verdad contra el imperialismo, es levantando una política patriótica que se base en la premisa de la expulsión total, definitiva y cabal del imperialismo yanqui de Chile, expropiando sin pago todos sus pretendidos bienes.
Para ello, se necesita tener una política de movilización combativa de las masas. Una movilización profunda de las masas que tenga como meta el enfrentamiento total con el imperialismo, hasta derrotarlo. Para conseguir esto, hay que unir el máximo de fuerzas posibles que estén dispuestas a luchar contra ese imperialismo y la oligarquía nacional rural y urbana. Una po1ítica de este tipo, por supuesto, contará con la simpatia entusiasta de la inmensa mayoría del pueblo.
En la actualidad, organizar y profundizar una lucha de este tipo, es una tarea histórica ineludible de los revolucionarios chilenos. Por eso, la tarea histórica de su vanguardia proletaria, de su partido marxista-leninista es unir el máximo de fuerzas posibles, para liquidar, a través del combate, la influencia del imperialismo en TODOS los sectores en que se infiltra en Chile. Solamente así se puede ir avanzando en el proceso de liberación de nuestro pueblo. Por supuesto, frente a una política revolucionaria de este tipo, no hay que hacerse ilusiones respecto a una "retirada sensata" del imperialismo. El imperialismo, al revés, por sentir precisamente que su dominio global está en juego, agredirá de hecho a nuestro pueblo, primero a través de sus peones en Chile: los grandes explotadores nacionales y sus sirvientes declarados o encubiertos, y después, con sus propios soldados. Así, queda claro que, al mismo tiempo que hay que unirse con el máximo de fuerzas posibles -incluso con sectores de las FF. AA. que son patrióticos y antimperiaiistas, pero que no tomarán una actitud positiva hasta cuando el combate sea arduo y definido-, es necesario también ir desarrollando la organización armada de obreros, campesinos y demás trabajadores y explotados. Organización armada bajo e1 mando del proletariado, porque, sin un ejército del pueblo, definitivamente, nada podrá conseguir el pueblo en su lucha por la liberación definitiva del imperialismo y sus lacayos nacionales.

NOTAS:
(1) Cuando hablo de inversiones nominales, hablo de esto: por ejemplo, para 1969, según nuestro cuadro, las "inversiones" mineras yanquis totalizaban 453,6 millones de dólares. Su descomposición era la siguiente, en millones de dólares:

Chuquicamata : 275,478
El Salvador : 66,635
E1 Teniente : 76,800
Bethelehem : 5,930
Anglo Lautaro : (quebrada)
Cerro Corp. y otras : 28,757

Pero, como ya lo vimos en la Segunda Parte, ni Chuquicamata, El Salvador ni EI Teniente, tenían inversiones en Chile a 1969, habiéndose llevado por concepto de retiro de capitales MAS de lo invertido. Queda, entonces, en minería, un saldo de 34,68 millones de dólares.
En manufactura, teníamos 165,06 millones de dólares, y en servicios y comercio, habíamos calculado 50,2 millones de dólares; en agricultura, 5.9 millones. Total de inversiones yanquis para 1969: 255,76 millones de dólares.
Pero eso no es todo. Vimos también que gran parte del financiamiento de los consorcios imperialistas se hace con dinero nacional. La cosa es así: 32% de aporte neto de los EE. UU., 29% de reinversiones de utilidades y 39% de fondos chilenos. O sea, que esas inversiones yanquis hay que desglosarlas en:
Inversiones yanquis : 81,93 millones de dólares
Reinversiones de utilidades: 74,27 millones de dólares
Fondos chilenos : 99,56 millones de dólares

En otras palabras, las verdaderas inversiones yanquis en 1969, eran de 81,93 millones de dólares, a las que podrían sumarse las reinversiones de utilidades obtenidas en Chile, lo que totaliza: 156,20 millones. Pero, habría que descontar multas y castigos por utilizar fraudulentamente fondos chilenos y reinversiones como "inversiones frescas", lo cual, de nuevo, bajaría mucho el monto de las verdaderas inversiones yanquis en Chile.
Otro aspecto importante es el de las "inversiones triangulares". Por ejemplo, en 1969, la Fábrica Española de Magnetos, de Madrid, fue autorizada para invertir en Chile 1.130.000 dólares en divisas y 1.660.000 dólares en equipos y maquinarias, para formar una sociedad industrial en Chile (FEMSA), que fabricaría magnetos para la industria automotriz. Esta era, pues, una inversión española. Pero, ocurre que en Madrid, la Fábrica Española de Magnetos pertenece a:

International Finance Co. of Washington
Bankers Trust of New York
National City Bank of New York
Bendix Corporation

Es decir, es una filial norteamericana. El autor de este estudio utilizó el método de rastrear el origen de inversión por inversión, para tabular el monto de las inversiones yanqois en Chile. El de FEMSA es un caso típico.

(2) A esto hay que agregar el increíble trato dado a los bancos norteamericanos para "nacionalizarlos". De acuerdo a cifras oficiales, a los dueños del Bank of América les pagaron 5 millones de dólares por sus "instalaciones" en Chile, además de permitirles que sigan "operando" como banco apoyador de los consorcios yanquis en nuestro país. Si comparamos esta cifra con los 3 millones de dólares que pagaron al Banco de Londres, más grande que el Bank of América en Chile, tenemos una referencia del buen trato financiero dado a los imperialistas.