PRIMERA PARTE (pp. 7-32)
El desarrollo del dominio imperialista en Chile
"...de America fluye hacia los Estados
"Unidos un torrente continuo de dinero:
"unos cuatro mil dolares por minuto,
"cinco millones por día, dos mil millones
"por año, diez mil millones cada cinco
"años. Por cada mil dólares que se nos
"van, nos queda un muerto. !Mil dólares
"por muerto: ese es el precio de lo que
"se llama imperialismo!"
(Segunda Declaración de La Habana)
La historia del dominio imperialista yanqui en Chile, es
la historia de la lucha constante y creciente de un pueblo por liberarse de ese dominio,
por un lado, y la traición descarada de las clases dominantes, que se han encargado de
facilitar el saqueo económico de nuestro pueblo por parte de los yanquis, abriéndoles
las puertas de la educación, de la cultura, de los hábitos, de las costumbres y del
Estado chileno al dominio imperialista.
Desde 1900, la historia del comportamiento de las clases dominantes chilenas, es la
historia del comportamiento del imperialismo yanqui en nuestro país. En ese período se
refleja todo el desarrollo imperialista desde la etapa del "dominio de las
fuentes de materias primas", hasta la etapa actual en que se ven obligados a
renunciar a la propiedad y control de esas fuentes de materias primas, iniciando un
período de "dominio y creación de nuevos y crecientes mercados de consumo",
tomando por asalto el sistema industrial nacional, principalmente valiéndose de la forma
de sociedades mixtas. Así, en este período, apuntan hacia el corazón económico
nacional, tratando, tal vez, de preparar condiciones de dependencia que pudieran permitir
un regreso al dominio de las fuentes de materias primas, por vias indirectas.
Como decía Lenin "el monopolio ha nacido de la política colonial. A los numerosos
"viejos" motivos de la política colonial, el capital financiero ha añadido la
lucha por las fuentes de materias primas, por la exportación de capital, por las
"esferas de influencia", esto es, las esferas de transacciones lucrativas,
concesiones, beneficios
monopolistas, etc., y, finalmente, por el territorio económico en general" (Lenin,
"El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo", edición china en castellano).
Esas mismas características se han desarrollado en Chile. El dominio imperialista
ha sido el impulso fundamental de un desarrollo capitalista en la economia nacional
dependiente, segun características que se podrían resumir en algunos aspectos básicos.
Un esquema de esas particularidades, sería el siguiente:
1. "Creciente influencia del imperialismo yanqui en el aparato estatal".
Esto es así, naturalmente, porque el tipo de relaciones de producción que se
forman son de desarrollo capitalista-dependiente. Por eso, todo el
"ordenamiento" de la sociedad chilena se hace según ese esquema. Así, el
imperialismo influye en el Parlamento, en el poder judicial, en el ejecutivo, en las
fuerzas armadas, y en las legiones de la burguesía burocrática que hace funcionar el
aparato estatal.
Un Estado para una economía desarrollada deformemente según los intereses
de los consorcios imperialistas, y no del pueblo chileno.
2. "Desarrollo capitalista de la sociedad dependiente". Este
desarrollo capitalista se produce desde el momento mismo en que el imperialismo pone
pie en la colonia o el país dependiente. En el caso nuestro, se pueden distinguir dos
aspectos que, para el propósito de su comprension solamente, se pueden considerar como
separados, pero que, en general, se deben considerar como aspectos que se desarrollan de
manera paralela, aun cuando el segundo aspecto va tomando cada vez mayor importancia a
medida que transcurre el desenvolvimiento de la dependencia imperialista. Estos son los
dos aspectos:
a) en la etapa de predominio del dominio imperialista de las fuentes de
materias primas, frente a cada crisis económica del mundo capitalista, la economía
nacional tiene que defenderse, aunque sea de mala manera, creando industrias de productos
simples (las llamadas industrias de sustitución) ante la imposibilidad financiera de
seguir importándolas. Como estas industrias tienen un modo de producción capitalista, se
ven obligadas a desarrollarse sin cesar, creando todo tipo de apoyo por parte del Estado
(barreras aduaneras, incentivos crediticios especiales y financiamiento por parte del
Estado);
b) porque en la etapa siguiente del dominio imperialista (la de crear y
dominar nuevos mercados de consumo para la producción de sus capitales financieros
exportados a la colonia), el imperialismo mismo monta industrias de mediana y alta
técnica en el país dependiente. Su propósito es doble: saquear capital para fortalecer
el financiamiento interno de los consorcios en Estados Unidos, y hacerlos crecer en un
mercado nuevo, frente a la imposibilidad de hacerlo en su mercado interno ya
"saturado". Y esto, por una ley inexorable del desarrollo capitalista: si el
consorcio no se expande, muere.
3. "El desarrollo deformado de una economía dependiente va provocando una
creciente crisis agrícola". En el campo, el sistema oligárquico de
tenencia de la tierra es incapaz de cumplir con la necesidad de "apoyo" de la
agricultura al desarrollo capitalista dependiente del país. La agricultura también tiene
que tomar el camino capitalista de producción. Pero para ello, hay que sacrificar el
sistema oligárquico, antiguo aliado del imperialismo. Aparece la necesidad de la reforma
agraria que impulse el modo de producción capitalista en el campo, el imperialismo se ve
obligado a apoyar esa reforma. Tiene que apoyarla porque es el único modo que el
"mercado nuevo" en que actúan los consorcios yanquis se consolide.
Estas tres particularidades del desarrollo del dominio imperialista en el país,
van dando origen a crecientes contradicciones que ponen en peligro ese mismo dominio:
1. Como en general hay un desarrollo del capitalismo, también se
desarrollan las fuerzas productivas. Aumenta en número y en organización el
proletariado, cuyo destino ultimo es precisamente enterrar al imperialismo y al sistema
capitalista con él. El proletariado, siempre en aumento, toma la vanguardia de la lucha
por la liberación nacional y del dominio oligárquico, en primer lugar, y por último, de
todo el sistema capitalista imperante. Así, a medida que el dominio imperialista crece en
términos de cantidad de capital en Chile, en realidad se debilita, porque se ve obligado
a proletarizar cada vez mayores contingentes, los cuales formarán el ejército del
pueblo que los expulsará definitiva, total y cabalmente de nuestra patria. Un ejército
del pueblo que irá echando a la basura, en seguida, a la gran burguesía
monopolista y financiera y a los latifundistas que sirvieron de peones a la colonización
imperialista de nuestro país.
2 Al mismo tiempo, en el seno de la burguesía, se desarrolla un
sector capitalista nativo que entra en contradicción de competencia con los consorcios
capitalistas yanquis que operan en la economía nacional.
Esta contradicción de competencia lleva a esos sectores burgueses a luchar
por "mejores condiciones de convivencia" con el imperialismo, y se aprovechan de
sus debilidades estructurales para obligarlo a aceptar, por una buena paga, que dejen el
dominio de las fuentes de materias primas nacionales (cobre, hierro, salitre), a cambio de
continuar siendo socios en el sector industrial. Para reforzar sus argumentos, este sector
de la burguesía esgrime ante los imperialistas el "peligro de la insurrección de
los desposeídos". Les dice que si no aceptan sus condiciones, ellos no podrán
"manejar" la insurrección proletaria, y TODO el dominio imperialista estará en
peligro inmediato de ser expulsado, no sólo de Chile, sino de todo el continente. (1)
De este modo, el sector capitalista nativo que está en competencia con el de los
consorcios yanquis, cumple con dos objetivos: primero, consigue mejores condiciones
de trato de los yanquis, y, segundo, trata de protegerse de la revolución proletaria,
frenando sus luchas, engañándolas, a través de los traidores en el seno del
proletariado (como los revisionistas), que se esfuerzan por desviar la lucha de las masas
hacia el cauce reformista burgués. Así ocurre que, por momentos, estos traidores en las
filas del proletariado, consiguen que las grandes masas de explotados apoyen la política
filistea de un sector de la burguesía para consolidar su propio dominio sobre obreros,
campesinos y trabajadores en general, y ayuden a salir al imperialismo de una nueva
crisis, sin poner en peligro su dominio global sobre el país (a través del
financiamiento y de la participación en las industrias nacionales).(2)
3 Por otra parte, este tipo de crecimiento de las fuerzas
productivas, se refleja en toda la estructura del Estado burgués. Y, naturalmente, en el
pilar de ese Estado: las fuerzas armadas burguesas. Así, esas fuerzas armadas toman la
misma actitud que aquel sector de la burguesía que lucha por mejores condiciones de trato
y competencia con los consorcios yanquis, y que levanta y apoya una política reformista
(que herirá ciertos intereses imperialistas y oligárquicos) para tratar de frenar y
desviar las luchas del proletariado por sus propios intereses de clase. Aparecen, así,
esas fuerzas armadas como "nacionalistas y reformistas". Y con esa imagen se
trata de hacer comulgar con ruedas de carreta al proletariado, asegurándole que las
fuerzas armadas burguesas son "el pueblo con uniforme". En esta etapa del
crecimiento capitalista dependiente de Chile, las fuerzas armadas burguesas dejan de
constituir el apoyo principal del dominio de la oligarquía agrícola y financiera ligada
estrechamente al imperialismo "extractivo". Cuando una huelga proletaria amenace
los intereses de la Anaconda, el ejército no irá a defender a los patrones yanquis y
disparar sobre los obreros chilenos. Ahora, sirviendo a los intereses del nuevo sector de
la burguesía capitalista que disputa mercados internos y regionales con los yanquis,
apoyará con sus fusiles al Gobierno chileno que echará de Chile a los yanquis de la
Anaconda, pero se irán con los bolsillos bien provistos de millones de dólares por
concepto de "indemnizacion". Al mismo tiempo, esas fuerzas armadas servirán de
garantía para los consorcios yanquis que se quedan y que llegan a la industria nacional.
Agoniza la etapa de dominio imperialista de las fuentes de materias primas, como aspecto
principal de la dependencia, y se hace fuerte la etapa de creación y dominio de mercados
nuevos para los consorcios imperialistas.
4 Por el efecto asfixiante en la economía nacional de la etapa del
dominio imperialista de las fuentes de materias primas, se crea en el interior del país
una burguesía que es débil, porque su crecimiento está en mucho limitado por la
dependencia. Al mismo tiempo, actúa una oligarquía parasitaria, que dedica una parte
mínima de sus ganancias a la reinversión, y, en cambio, gasta la mayor parte en consumir
para sus apetitos extravagantes y para enviar capitales al exterior. Sin embargo, como lo
decíamos antes, la economía nacional se ve en la necesidad de enfrentar los efectos de
las crisis mundiales del capitalismo creando industrias de sustitución, y, aún más,
impulsar el desarrollo capitalista para resolver, por el momento, sus crisis internas.
Frente a la burguesía débil y oligarquía parasitaria, el Estado se ve obligado a asumir
el papel de "pionero capitalista" (se crea la Corporacion de Fomento de la
Producción), que monta más y más industrias, para que sirvan a sectores oligárquicos,
al imperialismo (el caso de la Compañía de Acero del Pacífico) y fortalezcan la
naciente burguesía capitalista nativa que compite en campos no ocupados por el
imperialismo y, más tarde, en campos ocupados por él. Este proceso va fortaleciendo un
Estado burgués cada vez mayor, con un ejército de burguesía burocrática en su seno.
Cuando, como ahora, llega el momento de crisis entre sectores burgueses que exigen mejor
trato de los consorcios yanquis, y la necesidad de fortalecer el desarrollo capitalista
general es a través del estado burgués, muy fuerte, como se da la batalla por el poder
de ese sector burgués: negociando con el imperialismo, liquidando parte de la oligarquía
financiera, tratando de rebajar a la posición de campesinos ricos a los oligarcas
agrícolas en su conjunto, hiriendo algunos intereses de un sector de la oligarquía
industrial, y trasladando la mayor parte del esfuerzo de apoyo financiero a los
productores medianos y pequeños. Se llega a un capitalismo de Estado con ese Estado en
poder de la burguesía y no del proletariado, y, más todavía, un Estado asociado con los
consorcios imperialistas. Es decir, en relación de dependencia con el imperialismo.
5 El imperialismo, debilitado por la siempre más fuerte lucha de
todos los pueblos del mundo y por sus propias contradicciones internas ( las cuales
examinaremos mas adelante ), no puede detener el empuje "suicida" de sus
consorcios que tienen que dominar y crear nuevos mercados, participando en la
industrialización de los países que dominan, abandona en parte a sus viejos aliados. El
imperialismo deja en la estacada a un grupo de sus ex compañeros de explotación
(sectores de los oligarcas agrícolas, financieros e industriales) con los cuales había
dictado las reglas del juego del saqueo a Chile. Junto con ellos, tiene que abandonar el
apoyo incondicional a los consorcios yanquis del dominio de las fuentes de materias primas
(como la Anaconda y la Kennecott), y se limita a presionar al Estado nacional para que les
pague una buena 'indemnizacion'. Al mismo tiempo, inicia las negociaciones para las nuevas
"condiciones de convivencia" de la alianza sector manufacturero
imperialista-Estado burgués- capitalismo privado nativo. En el curso de esas
negociaciones se ve obligado a aceptar condiciones tácticas aparentemente negativas
(participación en las reglas del juego del Pacto Andino) pero estrategicamente positivas,
porque queda en calidad de "socio" explotando un nuevo y creciente mercado. (Ver
Anexo I)
6 Todo el conjunto de los procesos señalados en los cinco puntos
anteriores, va agudizando las contradicciones, de manera acelerada, entre el pueblo
explotado chileno y el imperialismo, entre el proletariado urbano y campesino con la
burguesía monopolista, entre sectores de la burguesía entre sí, y entre sectores de la
burguesía y el imperialismo. Se produce una proletarización más rápida y una
competencia capitalista más aguda, entrelazada con una competencia entre los capitalistas
nativos y los consorcios imperialistas. Al mismo tiempo, desde el exterior, el
imperialismo yanqui entra en competencia aniquilante con los nuevos "lobos" del
mundo capitalista, Japón y Alemania Occidental, que llegan a tratar de disfrutar del
mercado que se forma en nuestro país.
El Estado va quedando al descubierto como socio real de los consorcios imperialistas y de
los grandes explotadores nacionales. Los traidores en el seno del proletariado se
desenmascaran ante las amplias masas por su actitud de apoyo servil a ese
Estado-explotador. El proletariado crece y se organiza para dar la gran embestida contra
el imperialismo y restos de la oligarquía nativa "integrada" al nuevo proceso,
reuniendo a su lado a todos los que, de una u otra forma, son explotados por esos enemigos
fundamentales del pueblo. (Ver Anexo II)
BREVE HISTORIA DEL SAQUEO IMPERIALISTA
En el comienzo de este capítulo, afirmamos que una de las características principales de
la presencia del imperialismo en Chile ha sido la de "creciente influencia del
imperialismo yanqui en el aparato estatal". Basta echar una mirada a lo que ha
occurrido en los ultimos 50 o 60 años con las remesas de capitales yanquis al exterior
desde Chile, para que esa afirmación se demuestre por sí sola. Y se demuestra, porque el
régimen de contratos, convenios o simples estatutos para el capital imperialista
invertido en Chile, ha sido fijado por los organismos legislativos de ese Estado.
Hemos dividido el estudio en seis períodos, que van desde 1911 hasta 1970.
La elección del año 1911 como partida no es casual. En ese año comenzó la explotación
en gran escala del mineral El Teniente por parte de la Braden Copper Company, subsidiaria
del consorcio yanqui Kennecott. Había sido aprobada por decreto del 29 de abril de 1905,
por el gobierno chileno, con un capital "autorizado" de 2.5 millones de
dólares. Cuatro años más tarde, en 1915, comenzaría su explotación en grande, en
Chuquicamata, la Anaconda Company. Su decreto de legalización era del 3 de abril de 1913,
y su capital "autorizado" era de UN millon de
dólares. En 1931, en menos de 20 años, esos dos consorcios ya se habían llevado de
Chile 400 millones de dólares por concepto de utilidades y amortizaciones, y más de 150
millones de dólares por "gastos en el exterior".
Pero no nos adelantemos con las cifras, y comencemos nuestro recuento de los seis
períodos.
Desde 1911 hasta 1943
No hay que olvidar este período muestra casi toda la gama de los profesionales del
engaño al pueblo en el poder. Están los gobiernos de Ramón Barros Luco y Juan Luis
Sanfuentes Andonaegui, de Arturo Alessandri Palma, del golpe militar de los mandos que
pedían reformas sociales para "calmar a la chusma", de Emiliano Figueroa
Larrain, de Carlos Ibáñez del Campo, de Juan Esteban Montero, de la "Republica
Socialista" de 12 días del militar Grove, de Arturo Alesandri Palma de nuevo, del
radical Pedro Aguirre Cerda con el "Frente Popular" y de Juan Antonio Rios
Morales.
Para entender lo que ocurre en este período, hay que hablar un poco de sus antecedentes
también. A fines del siglo XIX Chile era gobernado por una oligarquía
agraria-minera-comercial, ligada estrechamente a los consorcios imperialistas ingleses y
alemanes. En 1891, cuando el imperialismo inglés quiso apoderarse totalmente de la
principal riqueza natural chilena en explotación, el salitre, en contra de un sector
oligárquico nacionalista encabezado por Balmaceda, la marina hace de líder pro-inglés,
se subleva, arrastra a los mandos oligarcas de las guarniciones militares del norte y
derriba a Balmaceda. Con ello se afirma en esa etapa el dominio de esos sectores
oligarcas.
Pero, a medida que las crisis mundiales y nacionales se van desarrollando, el dominio de
esos sectores, basados en la exportación de salitre, cobre y productos agrarios, vacila.
Chile vive crisis económicas en 1900-1902, en 1906-1907, cuando por primera vez la
naciente clase obrera inicia luchas decididas por sus intereses, que obligan al régimen a
utilizar al ejército como organismo de represión (Iquique). Siguen las crisis
económicas en 1910-1911, y en 1914-1915 y 1919-1921, provocadas por la lucha de la
competencia monopólica de Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, que desembocan en la
primera guerra mundial y su desenlace.
En 1921, los efectos acumulados de estos procesos del mundo capitalista producen un
remezón en Chile: bajan los precios, hay un desequilibrio de la balanza de pagos, se
paralizan las oficinas salitreras, cesantía, reducción de los ingresos fiscales,
restricción del crédito, disminución de las reservas bancarias, bancarrota de
sociedades anónimas.
Por otro lado, desde la primera guerra mundial, las clases dominantes, obligadas por la
realidad económica, dan los primeros pasos de su etapa de industrializació, para
sustituir algunos productos de importación. Junto con esta naciente industrialización,
aparecen las grandes masas proletarias que luchan por sus intereses y hacen tambalear en
sus sillones de explotadores a los oligarcas. Aparece en escena la burguesía industrial
chilena, y los yanquis entran de lleno a saquear en grande el cobre, el hierro, el
salitre, y ponen sus ojos en el comercio y la naciente industria.
Surge un líder "populista", Arturo Alessandri, que promete "reformas"
desde la Presidencia, y no las hace. La lucha de las masas es cada vez más aguda. Frente
a una oligarquía vacilante, una burguesía industrial naciente y todavía insignificante
como rival de los oligarcas, y un imperialismo todaví sin la suficiente fuerza para
intervenir en el extremo sur de su corral de colonias, son las fuerzas armadas las que
enfrentan la situación para salvar el sistema
Frente a una oligarquía obcecada, que se aferra a sus privilegios anteriores, que ya no
corresponden a la realidad social y económica del país ( correlación de fuerza de las
clases ), las fuerzas armadas se ponen de lado de "las reformas sociales" como
aspecto principal, y de la "represión" como aspecto secundario. Es decir,
frente a la lucha de las masas proletarias, optan por impulsar reformas sociales
"para calmarlas" y tratar de "apagar el incendio", a costa de
sacrificar algunos intereses de la oligarquía agrícola-minera-comercial. Por otro lado,
organizan mejor la represión de las masas, para tratar de controlarlas e impedir su
organización.
En los hechos, las fuerzas armadas apoyan así a la naciente burguesía industrial, que
comienza a tener su parte en el poder político, junto a los latifundistas en decadencia
(caída vertical de los precios agrícolas) y de la fuerte oligarquía minera-comercial
que entrega las riquezas naturales al imperialismno yanqui, el cual empieza a apoderarse
de la estructura económica del país.
En el momento crítico, las fuerzas armadas entran en la política activa con el golpe de
Estado de septiembre de 1924, en el cual, en su seno, se enfrentan los sectores
oligárquicos ( almirante Neff ) con los reformistas encabezados por el general
Altamirano. Hasta el 20 de marzo de 1925 los militares se hacen cargo del poder en el
Ejecutivo, para preparar las condiciones, a fin de aprobar las reformas necesarias para
mantener la estabilidad del sistema de dominio de la burguesía y del imperialismo, y
consolidar un Estado burgués. Le entregan el poder en esa fecha al mismo Alessandri, pero
vigilándolo de cerca por medio de algunos de sus miembros (como el coronel Carlos
Ibáñez del Campo), con el propósito que apruebe la nueva Constitución.
Naturalmente, un proceso complicado como éste, de reorganización de la estructura
estatal para que se acomodara a la nueva realidad económica naciente, no podía hacerse
sin altibajos. Y el proceso duró desde 1924 hasta 1932 ( en 1928 entran al servicio
eléctrico los yanquis de la American Foreign Power, y en 1931 el consorcio telefónico
International Telegraph and Telephone ), con la presencia de los militares cada cierto
tiempo, para empujar hacia el reformismo, a fin de "evitar el incendio
proletario".
Durante la dictadura del general Ibáñez, el proceso reformista continúa con la
aprobación del Código del Trabajo ( especie de trampa de barrotes de oro para ligar al
obrero la explotación del capitalista ), y cuando el general deja de ser necesario porque
las masas se sublevan, son los propios militares los que entienden que, para que la lucha
popular por derribar la dictadura no ponga en peligro la estructura burguesa y dependiente
del imperialismo del país, es necesario entragar el poder de nuevo a los civiles. El
general Pedro Vignola ( de guarnición en Antofagasta ) se alza y obtiene apoyo de la
guarnición de Concepción para exigir el regreso al poder civil.
Vuelve Alessandri Palma a la presidencia. Su gobierno marca la agonía de la presencia
física de los oligarcas en el Palacio de la Moneda. En la época del Frente Popular,
expresión política del reformismo burgués necesario para el sistema, las fuerzas
armadas ya tienen en sus mandos una abrumadora mayoría de burguesía de pequeños y
medianos propietarios y profesionales universitarios. No se oponen al reformismo burgués
( habían dado un golpe de estado 14 años antes para impulsarlo ) ni a la consolidación
del Estado como principal agente industrializador. Esto explica porqué, a pesar de las
conspiraciones oligárquicas, las fuerzas armadas permiten que Pedro Aguirre Cerda asuma
el poder ganado en estrechísimas elecciones. Continúa la declinación de la oligarquía
agrícola ( que culminará en 1971 ), crece la burguesía industrial y nace con fuerza la
burguesía burocrática a la sombra del desarrollo del Estado. Estos grupos gobernarán en
colusión con sectores oligárquicos financieros, comerciales e industriales, y bajo el
dominio creciente del imperialismo (facilitado por la Segunda Guerra Mundial).
Ya en esta época, 70% de las exportaciones nacionales eran del cobre, salitre y hierro en
manos estadounidenses.
Y 35% de las inversiones del país era de origen extranjero. Es decir, Chile comienza a
depender del financiamiento estadounidense.
En suma, en el período 1911-1943, pasadas las crisis, con un papel preponderante para
resolverlas a favor de la burguesía y el imperialismo de parte de las fuerzas
armadas, se asienta el nuevo Estado burgués dependiente. Un Estado que comienza a servir
también a nuevos sectores de clases dominantes y al imperialismo yanqui, por intermedio
de una burguesía burocrática que aparenta no tener relaciones con esos explotadores. El
dominio imperialista comienza a traducirse en una penetración cada vez mayor de la
influencia estadounidense en las fuerzas armadas.
De otro modo, podemos decir que este período se caracteriza por la decadencia de la
oligarquía agrícola, fortalecimiento de la gran burguesía monopolista y financiera,
nacimiento de la burguesía capitalista desarrollada, con la creciente industrialización
del país, a la par que surge un nuevo tipo de explotador: la burguesía burocrática
estatal. Todo esto cubierto con el pretendido acceso de la llamada "clase media"
al poder gubernativo, empujada y apoyada por mandos militares. Lo que en verdad ocurrió
es que accedieron al poder servidores y lacayos de los sectores de clase dominantes y del
imperialismo, y no la llamada "clase media", cuya abrumadora mayoría de
pequeños y medianos propietarios, profesionales y empleados siguieron siendo brutalment
explotados por sus pretendidos representantes en el poder.
El punto más alto de esta pretendida "clase media" en el poder se da con los
gobiernos del Partido Radical, con máscara populista y corazón estadounidense.
Y el corazón estadounidense se prueba con cifras:
Desde 1911 hasta 1943 los consorcios yanquis del cobre, salitre, hierro, servicios
públicos, monopolios comerciales y algunas industrias, se llevaron de Chile 1.628,9
millones de dólares. Esta cifra incluye 1.258 millones de dólares por concepto de
utilidades declaradas y amortizaciones, y 370,9 millones de dólares por "gastos en
el exterior", que incluye fuga encubierta de capitales, fuga encubierta de utilidades
y sobrepagos por compra de maquinarias en los propios Estados Unidos.
En otras palabras, durante este período los yanquis se llevaron de Chile 74,18 millones
de dólares por año.
Si consideramos que en ese mismo período los yanquis avaluaron sus
"inversiones" en 491 millones de dólares ( cifra abultada y falsa, como lo
veremos más adelante ), tenemos el siguiente negocio imperialista:
Por cada un dólar supuestamente invertido en nuestro país, los yanquis se
llevaron tres dólares y ochenta y ocho centavos, en el período 1911-1943.
Desde 1944 hasta 1948
Estos cinco años comprenden fracciones de los gobiernos radicales de Juan Antonio Ríos
Morales y de Gabriel González Videla, durante los cuales se echaron las bases de la
fundición de acero de Huachipato, poniendo en pie la Compañía de Aceros del Pacífico,
para apoyar la entrada de los consorcios yanquis en la industria metal-mecánica, la de
mayor ritmo de crecimiento en la economía nacional en los años que vendrían.
Durante este período también se consolidaron los tratos con consorcios de distribución
de derivados del petróleo como la Esso Standard Oil.
En estos cinco años los consorcios yanquis se llevaron de Chile 432 millones de dólares,
por concepto de utilidades, amortizaciones y gastos en el exterior.
Esto hace un promedio anual para el período de 86,8 millones de dólares.
Esto significa que, en el período en consideración, con el Poder Ejecutivo en manos del
Partido Radical, la tasa de saqueo creció a este nivel:
Por cada un dólar supuestamente invertido en el país, se llevaron cuatro
dólares y veinte centavos.
Desde 1949 hasta 1953
Este quinquenio corresponde a la mayor parte del gobierno de Gabriel González Videla, y a
los primeros catorce meses del gobierno del general en retiro Carlos Ibáñez del Campo.
Son los años de vigencia de la Ley de Defensa de la Democracia, destinada principalmente
a reprimir ferozmente la lucha de los obreros y campesinos. A la par con esa represión
contra el pueblo, el negocio para los imperialistas florece.
El total del saqueo yanqui para el período es de 510 millones de dólares.
Esto hace un promedio de 100,4 millones de dólares por año, bastante superior al
promedio anual del período anterior.
Los consorcios yanquis declararon "nuevas" inversiones para le mismo quinquenio,
de 108,5 millones de dólares ( estas nuevas inversiones están compuestas principalmente
de reinversión de utilidades legales a ilegales obtenidas en Chile ).
Así, la tasa de saqueo del período es que por cada un dólar supuestamente
invertido, los yanquis se llevaron cuantro dólares y ochenta centavos.
Desde 1954 hasta 1958
Estos cinco años corresponden completos al período gubernativo de Carlos Ibañez del
Campo, donde hubo ministros de estado, como Rafael Tarud, que tuvieron el descaro de decir
que su política económica era antinorteamericana y en resguardo de los intereses de
Chile.
Durante este período la presión del campesinado logró que se creara el salario mínimo
campesino, y marcó el inicio de una nueva etapa de luchas en el campo.
Pero veamos las cifras del "resguardo nacional" de los ministros demagogos de
Ibáñez del Campo:
Saqueo por concepto de utilidades, amortizaciones y gastos en el exterior: 670,26 millones
de dólares.
Esto constituyó un nuevo record de saqueo anual para los imperialistas. Se eleva a 134,45
millones de dólares por año.
Al mismo tiempo, estos consorcios declararon haber invertido 177 millones de dólares en
los cinco años.
Así, la tasa de saqueo de los cinco años es de tres dólares y ochenta centavos
por cada un dólar supuestamente invertido.
No hay que olvidarse que a estas alturas del saqueo imperialista, es decir en la segunda
mitad de la década de los 50, las llamadas "nuevas inversiones" yanquis no son
más que millones de dólares previamente saqueados al pueblo chileno. De modo que el aporte
estadounidense a la economía nacional, como lo llaman algunos "expertos"
internacionales, no es tal. Es, cuando más, reinversión de utilidades previas, que son
tratadas por las "autoridades chilenas" como inversiones "frescas",
con toda clase de granjerías tributarias y de otros tipos.
Desde 1959 hasta 1963
Cinco años bajo la marca de un representante directo de los oligarcas agricolas,
financieros y monopolistas chilenos, Jorge Alessandri Rodriguez, hijo del otro Alessandri,
el que en los años 20 fue llevado y traido por las fuerzas armadas para que sentara las
bases del nuevo Estado burgués. Son años de gran aumento de las luchas del pueblo por
sus derechos laborales, sociales y políticos. El Estado reprime con violencia al pueblo y
da manga ancha a los imperialistas y, más que eso, trata de ayudar a los estadounidenses
en su nueva estrategia de desplazar sus capitales hacia el sector manufacturero, desde los
servicios, el comercio y la minería.
Pero los oligarcas, agrícolas principalmente, entraban esta tendencia imperialista nueva,
entrando en una especie chantaje entre ladrones del pueblo. Así, satisfacer esta nueva
tendenci de los consorcios yanquis será una tarea que cumplirá más tarde otro
Presidente títere de los yanquis, Eduardo Frei Montralva.
En todo caso, el saqueo estadounidense da un gran salto adelante:
El total extraído en el quinquenio sube a 854,55 millones de dólares.
Esto hace un promedio de 171,31 millones de dólares por año.
Los consorcios imperialistas declaran inversiones "nuevas" por 174 millones de
dólares en los cinco años. Con ello, el negocio del dólar se agiganta: por cada un
dólar supuestamente invertido, los yanquis se llevaron cuatro dólares y noventa
centavos.
Comienza un endeudamiento externo muy fuerte para poder sostener este saqueo. Se llega a
23% de financiamiento externo del total invertido cada año en el país. En otras
palabras, esto significa que cada año Chile debe al exterior (principalmente a Estados
Unidos) 23% de lo que necesita para mover su economía. Es decir, casi una cuarta parte
de nuestra economía no es chilena.
Desde 1964 hasta 1970.
Estos son los siete años más lucrativos para el imperialismo yanqui en nuestro país.
Son los años de la "revolución en libertad" de la Democracia Cristiana y del
más gigantesco fraude publicitario a que haya sido sometido el pueblo chileno, con las
fallidas esperanzas por parte de los sectores dominantes de impedir la organización y
agudización de las luchas populares. Gobierna Eduardo Frei, no solamente títere de los
oligarcas financieros y monopolistas, de la burguesía capitalista desarrollada y de la ya
fuerte burguesía burocrática, sino tambien, y en primer lugar, títere de los consorcios
imperialistas yanquis, que preparan una retirada lenta y lucrativa del dominio de las
fuentes de materias primas y de los servicios. Se inventan las "chilenizaciones"
y las "nacionalizaciones pactadas".
Los imperialistas yanquis, que habían utilizado hasta 1964, principalmente, al Partido
Radical como su herramienta política en el juego "democrático" chileno, dejan
de dar todo su apoyo ahora a los Durán Neumann, González Videla, Picó Cañas, Enriquez
Froedden y otros, y trasladan ese apoyo y "manejo" hacia la Democracia
Cristiana, con los Pérez Zujovic, Zaldívar, Hamilton, Frei Montalva, Ossa Pretot, Rafael
Moreno y otros a la cabeza.
El Presidente de este período abre de para en par las puertas de la industria nacional al
voraz capital yanqui. Compra o hace aprobar contratos de compra a los yanquis, que desean
deshacerse de la Compañía Chilena de Electricidad y de la Compañía de Teléfonos de
Chile. (Paga 186 millones de dólares por Chilectra a la American Foreign Power, por
instalaciones que valen menos de 18 millones de dólares)(3).
Prepara así Frei el camino a los yanquis para que, más tarde, puedan enfrentar con
relativa ventaja el ascenso de la lucha antimperialista del pueblo chileno, que exigirá
la recuperación inmediata del cobre, del hierro, salitre y demás centros económicos
chilenos en manos del imperialismo. Facilita el camino para que los yanquis puedan aplicar
en Chile, cualquiera que fuese el sucesor "legal" de Frei, su estrategia global
para América Latina, cual es apoderarse, en la forma de "sociedades mixtas", de
las industrias nacionales claves y disfrutar de un mercado naciente.
Para poder hacer todo esto, Frei tiene que endeudarse con los organismos financieros
estadounidenses y multinacionales del mundo capitalista. De acuerdo a cifras de la
Corporación de Fomento de la Producción, la deuda de Chile en moneda extranjera subió
entre 1964 y 1969, desde 1.896 millones de dólares hasta 2.819 millones de dólares.
De todos estos préstamos contratados por el gobierno chileno (4), 76% corresponden a los
Estados Unidos, y el resto a gobiernos y bancos europeos ( Alemania Occidental, Francia,
Inglaterra, Suiza, Italia y España ), y a la Unión Soviética ( 57 millones de dólares
) y Checoslovaquia ( 5 millones de dólares ).
Así, los beneficios para los consorcios estadounidenses escalan hasta un grado
increíble:
Monto del botín sacado de Chile por utilidades, amortizaciones y "gastos en el
exterior": 2.455,87 millones de dólares. ¡Más de un tercio, en siete años, de
todo lo saqueado por los yanquis en los últimos cincuenta o sesenta años!
El promedio anual sube a una cantidad sideral: 350,8 millones de dólares.
Si sumamos a esta cantidad anual un promedio de casi 100 millones de dólares pagados por
amortizaciones de préstamos financieros a los propios Estados Unidos, tenemos que en
período de Frei los yanquis se llevaron de nuestra patria mas de un millón doscientos
mil dólares por día
Cincuenta y dos mil dólares por hora.
Cuatro mil trescientos dólares cada cinco minutos.
Es decir, una casa de buena calidad cada cinco minutos.
O, también, el salario mínimo de todo un año de diez obreros, por cada
cinco minutos.
Así, durante estos siete años, por cada un dólar supuestamente invertido por los
yanquis, éstos se llevaron seis dólares y treinta centavos.
Algunas ilustraciones útiles
Este robo estadounidense a la economía del pueblo chileno es de tal magnitud que,
creemos, merece un par de ilustraciones más. Y para que no se nos acuse de exagerados,
recurriremos a las cifras oficiales (como lo hemos estado haciendo en todas las secciones
de este libro) proporcionadas en su época por el Ministerio de Hacienda. Aclaramos que,
en todo caso, estas cifras pecan de restringidas, ya que no se concibe que el lacayo
nativo denuncie al amo-ladrón imperialista.
Según las Exposiciones de la Hacienda Pública hechas por el Ministro "míster"
Zaldívar, los pagos hechos al exterior en 1968, contemplaban los siguientes rubros y
cantidades:
Intereses de capitales: |
72,8 |
Utilidades: |
148,7 |
Amortizaciones: |
20,6 |
Repatriaciones de capitales: |
73,1 |
Royalties: |
16,5 |
Amortizaciones de creditos externos: |
123.3 |
TOTALES |
455,0 |
Cifras en millones de dólares |
|
Estas cifras son para todos los países extranjeros con inversiones en
Chile. De acuerdo a los estudios hechos por la Corporación de Fomento de la Producción,
76% de los créditos externos son de fuente yanqui, y 86% de las salidas de dólares por
concepto de utilidades y otras franquicias de las inversiones extranjeras directas,
también son norteamericanas. Si a esto le agregamos un pequeño olvido en las
"cuentas" de "míster" Zaldívar, ya que no calcula aquí los gastos
en el exterior de las compañías del cobre, que en 1968 sobrepasaron los 80 millones de
dólares, tenemos que en ese año los yanquis sacaron del país 445 millones de dólares,
cifra bastante aproximada a nuestro cálculo personal de 450 millones de promedio, que
diéeramos más arriba.
Para el año 1969, según la correpondiente exposición de "míster" Zaldívar,
tenemos lo siguiente:
Intereses de capitales: |
95,0 |
Utilidades: |
137,6 |
Amortizaciones: |
20,0 |
Repatriaciones de capitales: |
63,0 |
Royalties: |
18,0 |
Amortizaciones de creditos externos: |
158,9 |
TOTALES |
492,5 |
Cifras en millones de dólares |
|
Si hacemos los mismo cálculos que en las cuentas de 1968 de más
arriba, agregándoles los gastos en el exterior para 1969 de la Anaconda y la Kennecott,
que según cifras incompletas sobrepasaron los 105 millones de dólares, tenemos 512
millones de dólares saqueados por los yanquis durante el año 1969. Cifra que supera en
mucho a nuestro cálculo de 450 millones anuales de promedio.
Que estas dos pequeñas demostraciones aritméticas , sirvan para evitar cualquier
acusación por parte de los infaltables lacayos de los yanquis en Chile de que los
cálculos del autor de este estudio serían "políticos" y por lo tanto
"deformados". Los cálculos son correctos porque se basan en informes publicados
por la Corporación de Fomento de la Producción, la Corporación del Cobre, y el Banco
Central de Chile, y en el examen minucioso de muchos de los balances comerciales públicos
de las propias compañias yanquis operando en Chile, y, por supuesto, en documentos
económicos editados por los yanquis.
Un Estado al servicio de Estados Unidos
Si resumimos brevemente todas las cifras que hemos visto desde 1911 hasta 1970 ( examen
que, aunque cansador, es absolutamente necesario para entender la magnitud y la forma del
saqueo ), podemos concluir que los sectores de clase que han dominado progresivamente en
el Estado chileno, han estado siempre al servicio principal de los consorcios
imperialistas de Estados Unidos.
Toda clase de gobiernos, aún de los militares, han herido intereses de sectores de clase
chilenos, pero nunca de los imperialistas. Un rápido vistazo al siguiente cuadro resumen
lo prueba:
Período |
Promedio anual de saqueo |
1911-1943 |
74,18 |
1944-1948 |
86,80 |
1949-1953 |
100,40 |
1954-1958 |
134,45 |
1959-1963 |
171,31 |
1964-1970 |
350,80 |
(Esto corresponde al "beneficio" de las inversiones directas
solamente. Es decir, utilidades, amortizaciones, retiros de capitales, royalties, y resto
de gastos en el exterior. Fuera quedan las amortizaciones e intereses por créditos
externos).
Pero, ¿cuál es la magnitud total del saqueo?
Desde 1911 hasta el 31 de diciembre de 1970, el saqueo yanqui ha ido subiendo de modo
vertiginoso, conformando un total de casi 6.600 millones de dólares
"contabilizados". ( Es necesaria esta explicación , porque la Anaconda y la
Kennecott, además de participar mayoritariamente en la extraccián de Chile de este
dinero contabilizado, han ganado en el exterior, burlando a nuestro pueblo, por
sobreprecios en el cobre, en el mismo período que estudiamos, un total aproximado de
5.033 millones de dólares más ).
Sin embargo, sólo contando el saqueo contabilizado, tenemos que desde 1911 hasta 1970,
los yanquis se han llevado de Chile el equivalente de 1.650.000 casas habitaciones de 3
dormitorios, dos baños, cocina y una sala de estar-comedor, construída de ladrillos. Es
decir, el saqueo yanqui ha significado llevarse de Chile más de tres veces el
déficit habitacional actual de nuestro país, que es de 500.000 casas.
En otras palabras, nuestro pueblo está sin techo a causa del imperialismo yanqui.
Y más todavía: con los 6.600 millones de dólares robados, Chile podría haber instalado
más de ochenta y cinco complejos petroquímicos como el que está en marcha desde
1970 (y en el cual participa el consorcio de Estados Unidos que fabrica produce napalm
para usarlo contra el pueblo vietnamita, Dow Chemical ). Con el monto de este saqueo,
Chile podría haber instalado veintidos complejos sidero-metalúrgicos básicos,
como el que está en proyecto actualmente bajo el gobierno de Allende ( y en el que
participan varios consorcios metalúrgicos y financieros yanquis ).
Por último: con los 6.600 millones de dólares robados por los yanquis todos los
obreros chilenos podrían haber ganado el doble de sus salarios desde el año
1960 adelante.
Ahora bien, si sumamos al saqueo "contabilizado" los 5.033 millones de dólares
estafados por la Anaconda y la Kennecott por los sobreprecios en el exterior, tenemos la
cifra increíble de 11.000 millones de dólares, que sobrepasa el valor de todos los
bienes de capital instalados en Chile, es decir, se han robado más de un Chile
completo
_____________________
Notas:
(1) En la edición del 19 de abril de 1971 de la revista Time (Time magazine), en un
artículo sobre Chile, se leía este párrafo:
"Una actitud prudente.- "No nos pongan obstaculos", dijo Allende a
TIME. "Lo peor sería que fracasáramos no porque seamos incapaces, sino porque se
pongan obstáculos artificiales en nuestro camino. Si eso sucediera, al pueblo
latinoamericano no le quedaría otra alternativa que la violencia. Si eso sucediera -y no
es que yo lo desee-, llegará el día en que ningún norteamericano pueda poner los pies
en Sudamérica sin correr peligro. Esta es la gran responsabilidad política que tienen
los Estados Unidos". Allende enfatizó que su preocupación son los problemas de su
propio país. "Deseo ser un hombre de y para Chile -dijo-. Somos un pequeño país
pero tenemos ideas nacionales y nunca estaremos al servicio de ninguna gran potencia.
Chile no será nunca una base para los Estados Unidos, China o Rusia, y eso debería ser
suficiente para ustedes. Rusia y China son problemas vuestros. No son míos. Mis problemas
son la leche, el pan y el trabajo". La Administración Nixon ha permanecido cautelosa
con respecto a Allende, pero la semana pasada se supo que Washington estaba proyectando un
vuelco que podría presagiar una actitud más condescendiente hacia el régimen de
Allende."
(2) "Lo más peligroso en este sentido son las gentes que no desean comprender que la
lucha contra el imperialismo, si no se halla ligada indisolublemente a la lucha contra el
oportunismo, es una frase vaía y falsa." ( Lenin, "El imperialismo, fase
superior del capitalismo", página 63, edición china en castellano).
(3) La cifra de 186,29 millones de dólares pagados a la American Foreign Power por
Chilectra, según los acuerdos de "chilenización" tienen esta cuenta:
|
En millones de dólares |
Pago por las acciones de Chilectra |
1,6 |
Debentures en la casa matriz |
50,5 |
Pagarés en la casa matriz |
29,1 |
Deudas al Eximbank de la casa matriz |
24,5 |
Intereses de debentures y pagarés |
68,5 |
Bethelehem |
10,0 |
Total a pagar |
184,2 |
A estos 184,2 millones de dólares hay que agregar 2,0 millones de
dólares correspondiente a un préstamo de la CORFO a los yanquis, que no se cobra con la
"chilenización". Total: 186,2 millones, en 25 años plazo.
El caso de la Compañía de Teléfonos de Chile, de la ITT yanqui, es un acuerdo por el
cual la CORFO va comprando cada año, una cantidad de acciomes, según valor de libros,
hasta completar 49% o 51%, optativo, en un plazo de más a o menos 12 años.
El caso de Kennecott es que el Estado chileno compró en 80,0 millones de dólares,
prácticamente al contado, 51% de las acciones de la Kennecott en el mineral El Teniente.
Con esa sola operación, según el balance comercial del consorcio yanqui publicado en
Estados Unidos, la Kennecott ganó más de 27 millones de dólares netos.
El caso de la Anaconda es que Chile se compromete a pagar 197 millones de dólares por 49%
de las acciones, desde 1970 a 1972. Y enseguida, optativo, si quiere el resto de las
acciones ( 51% ) debería pagar, por lo menos, 288 millones de dólares más. Todos los
pagos a 12 aos plazo y 6% de interés anual. Todo esto, más el pago de asesoría
técnica, utilidades para los yanquis mientras durara la sociedad mixta (1972), daba un
total a pagar por Chile de unos 1,040 millones de dólares hasta 1987. Esto solamente por
los minerales de Chuquicamata, Potrerillos y El Salvador. La Anaconda quedaba en posesión
de La Exótica.
(4) La cifra de deuda externa de 2.819 millones de dólares es de "deuda
contratada", es decir, autorizada para utilizar por Chile. A esta fecha, Chile había
utilizado 2.084 millones de ese total contratado. Así, su deduda neta al exterior era
esta última cifra. En 1964, de la cantidad contratada de 1.896 millones de dólares, se
habían utilizado 1.630 millones de dólares. |