"Asumo la responsabilidad política de todo lo obrado",
dijo el ex dictador en mensaje que leyó su esposa. General (r) se mostró
para saludar a adherentes que llegaron hasta el exterior de su casa de
La Dehesa por su cumpleaños 91.
Un saludo desde la galería de su casa de La Dehesa, en el barrio
alto de Santiago, y un mensaje “a los chilenos” leído por su esposa,
Lucía Hiriart, marcaron esta mañana el cumpleaños número 91 del ex
dictador y ex comandante en jefe de Ejército, Augusto Pinochet.
Cerca del mediodía, y mientras un centenar de personas convocadas
por militares en retiro ex compañeros de armas entonaban cánticos en
su homenaje, se abrieron las puertas de la casona para dejar ver a
Pinochet, sentado en una galería exterior, sonriendo y levantando su
mano en señal de saludo a sus partidarios.
La sorpresiva aparición fue acompañada por un mensaje, redactado
por el retirado general, en el que, en voz de Hiriart, indicó que
“hoy, cerca del final de mis días, quiero manifestar que no guardo
rencor a nadie, que amo a mi patria por encima de todo y que asumo la
responsabilidad política de todo lo obrado”.
De inmediato precisa que tiene la “convicción que ello no tuvo
otro norte que engrandecer a Chile y evitar su desintegración”,
manteniendo con ello la recurrente justificación que el pinochetismo y
la derecha han señalado respecto del golpe de Estado de 1973 en que
derrocó a Salvador Allende y asumió el mando hasta 1989.
En una indirecta alusión a los diversos juicios en su contra por
violaciones a los derechos humanos y apropiación de recursos públicos,
apuntó que "todos los vejámenes, persecuciones e injusticias que
me afectan a mí y a mi familia los ofrezco gustosos en aras de la armonía
y la paz que debe reinar entre los chilenos".
En la carta, el ex uniformado agradece a sus ex colaboradores
militares, en particular a los que se encuentran presos o procesados por
casos de violaciones a los derechos humanos durante su régimen.
Ellos, dijo, "sufren la persecución y la venganza de quienes
desencadenaron la confrontación cívica y la violencia que obligó a
las fuerzas armas y de orden a intervenir para superar un conflicto que
parecía insalvable".
"Gracias a su coraje y decisión, Chile pudo transitar entre la
amenaza totalitaria y la plena democracia que nosotros reestablecimos y
de la cual gozan todos nuestros compatriotas", añade.
Pinochet luego insiste en la materia apuntado a que "si al cabo
de 30 años, quienes provocaron el caos y el enfrentamiento se han
renovado y reinsertado en un estado de derecho, no cabe reclamar
castigos para los que evitaron que se extendiera y profundizara".