Por Raúl Antonio Rivera

“Los empresarios no entienden que lo más importante de una empresa es la gente que trabaja ahí, que ése es el mayor capital. Pero acá, ellos valoran muy poco a sus trabajadores, siempre buscan subterfugios para desconocer las cosas que acordaron contigo y no entienden que en el minuto que perjudica a alguien, ésa es una persona que va a trabajar contra ti, no va a cuidar los interese de la empresa”.

Este testimonio de un ejecutivo es uno de los que recoge la investigación realizada por la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile, denominado “Trayectorias laborales: el tránsito entre el trabajo asalariado y el empleo independiente”, donde uno de los principales temas que se aborda es el nivel de satisfacción de las personas con el cargo que desempeñan.

Una de las materias que revela la investigación es la negativa opinión que los trabajadores tiene de los empresarios, “donde lo más recurrente es observar la poca preocupación que tienen hacia el bienestar de sus empleados y el alto interés por sus beneficios económicos... los tratan simplemente como un activo fundamental para el buen funcionamiento de la compañía”, afirma el documento.

No hay contrato sicológico

Para Eduardo Acuña, uno de los académicos a cargo de la publicación, las conclusiones dan cuenta de las vicisitudes por las que pasan los trabajadores y la obsolescencia de la ética en el mercado laboral. “Observamos que en Chile se ha roto el contrato sicológico que tradicionalmente amparaba las relaciones de empleo entre empresarios y asalariados. Es un sistema que se ha vuelto asfixiante y hay que cumplir a como dé lugar. Se debe trabajar en el límite de reventarse, y si alguien se revienta es un testimonio de que no sirve”.

Según el profesor, la investigación revela que en todos los segmentos del mercado laboral (ejecutivos, jefaturas, profesionales y empleados) las personas han perdido los referentes para planificar sus vidas, debido a la incertidumbre laboral. “El termino de la cultura de dependencia en las empresas es sumamente desestabilizador. Se debe hacer frente al temor que provoca la posibilidad de perder el puesto o la inestabilidad que causa no saber si se va a poder conseguir otro empleo y si va a tener una calidad mínima para tener una vida razonablemente llevadera”, precisó.

De acuerdo a la investigación, muchos individuos adultos y jóvenes que no han estado expuestos con intensidad a la influencia de la cultura de la dependencia, escogen el camino del autoempleo y de las acciones emprendedoras “para nutrir sus identidades”.

Sin embargo, también se observa que muchas personas, luego de un periodo de autonomía, sienten añoranza de la protección y seguridad de los vínculos formales.

Por esta razón, se sugiere que cualquier condición de empleo genera efectos nocivos para el bienestar individual: “Cuando el trabajo es escaso o no se tiene, se sufren los rigores económicos y sicológicos. Y cuando el trabajo es excesivo e intenso, también se resiente la salud mental”, concluye.

Para Ernesto Pérez, co-investigador del estudio, muchas de las personas que eran asalariadas y que actualmente trabajan como independientes se vieron forzadas a realizar este cambio, pues al ser despedidas no les fue posible encontrar otro empleo.

“Para ellos, los empleos independientes no sólo significan la única alternativa laboral posible, sino que una forma de la reparación de la dignidad y autoestima personal”.

Para el director del Trabajo, Marcelo Albornoz, este estudio demuestra que muchas veces los efectos de la flexibilidad son nocivos, “por lo que es necesario avanzar en un esquema para mejorar el cumplimiento de las normas laborales”. No obstante, señaló la necesidad de profundizar esta investigación”, ya que por su metodología cualitativa captura la realidad de un determinado grupo de personas, por lo que impide generalizar las conclusiones”.