De La Nación - 26 junio 2005
Mariano Ruiz-Esquide, senador DC, habla del modelo económico
Hay condiciones para que el modelo cambie
Disgregación, violencia, diferencias distributivas abismales que son una bofetada a
la decencia. Es el diagnóstico del país que da este doctor, en medio de tanto
discurso exitista y feliz. Cifras en mano, dice que el oficialismo debe dejar de sentirse
presionado por las grandes fortunas, que se llevan las platas para las Islas Caimán
y que nunca votarán por la Bachelet.
Por Mirko Makari
Son las 11 de la mañana en el edificio del ex Congreso, y tres
senadores del oficialismo dan una conferencia de prensa para mostrar, según ellos, el
doble estándar moral de la derecha en materias éticas, a propósito de la comisión
investigadora MOP-Gescam que acababa de formarse en la Cámara de Diputados, pese a que la
Concertación tiene mayoría en esa corporación.
Mariano Ruiz-Esquide, tribuno por la VIII Región, médico de
profesión, viejo tercio de la falange, aporta su estampa de señor de otro tiempo en esta
reyerta que anuncia una campaña presidencial bastante agitada. En una sala lateral del
añoso edificio, nos sentamos a conversar con esa pausa que la política no ofrece todos
los días.
-La Concertación está un tanto desordenada, ¿no le parece?
-Me parece pésimo, pero hay que ponerlo en su justo medio: esta fue
una falla de cuatro o cinco diputados, no es falla de la Concertación.
-Es una indisciplina que no se ve en la UDI.
-Ha pasado también. Lo que pasa es que usted tiene razón, pasa menos.
Pero mire el despelote de Piñera con Cardemil. Desorden es cuando cada uno hace lo que
quiere y aquí fueron cuatro cristianos, que además van a ser sancionados por los
partidos, no son candidatos y se acabó la historia. Pero no acepto la tesis sostenida por
Puccio de que la Concertación le falló al Presidente, son el 3% de 60 gallos. No se
pueden hacer aseveraciones tan generalizadas, ni menos decir que es un agravio al
Presidente.
-¿Y usted cree que su partido debe llevar de candidato a Lorenzini
luego de lo que ocurrió?
-El caso de Lorenzini se lo voy a decir en dos frases bastante brutas:
Lorenzini confundió su personal enojo con los deberes de la Concertación, pero no le
carguemos la mano a él después que no lo saludan en una mesa, después que le sacan la
mugre, que él retira sus dichos, y que igual el ministro Etcheberry lo manda a
tribunales.
-¿Le parece que el Gobierno con Lorenzini cosechó lo que sembró?
-Creo que sí. ¿Sabe lo que pasa? Yo pensé que después que Lorenzini
se desdice, Etcheberry iba a retirar su demanda. Eso es lo que correspondía.
-¿Cuántos años en la DC, senador?
-Ingresé el año 58. Por lo tanto, ya tenemos 47 años de militancia.
-¿De cuándo que conocía a Jorge Lavandero?
-Del año 1965.
-¿Y es amigo de él desde esa época?
-He sido amigo de él, básicamente como amigo político. Hemos
trabajado en conjunto en muchos temas, como la lucha contra la dictadura, el cambio del
modelo económico, lo del cobre: ésa ha sido mi mayor afinidad con él.
-Desde que se hacen públicas las denuncias contra Lavandero, usted es
de los que lo llamaba periódicamente para solidarizar con él humanamente. ¿Creía en su
inocencia?
-Siempre creí en su inocencia. Siempre entendimos que era un hombre
que tenía gran feeling con las mujeres, era reconocidamente un play boy, lo que era
motivo de comentarios, de risas, de envidia, como quiera ponerlo; pero nunca sospeché una
cosa como ésta. Si lo hubieran acusado de demasiado entusiasta en sus amores, no
habríamos dicho nada porque era cierto; pero en materia de niños, jamás lo pensamos.
-La justicia lo encontró culpable. ¿Qué cree usted en su fuero
íntimo hoy día?
-Mire, cuando él acepta haber sido responsable de esos actos, cuando
la justicia lo encuentra culpable, yo no puedo seguir sosteniendo que él es inocente.
-¿Le parece seria la investigación de la fiscalía? ¿Qué impresión
le da el fiscal?
-Voy a distinguir. Esta es la primera vez que este nuevo modelo de
justicia se expone a una cosa tan dura como es un juicio de gran repercusión, sobre una
materia muy sensible, con un hombre con poder. En esas condiciones creo que el proceso
judicial ha salido bien parado. Creo que se ha hecho un buen trabajo. No doy opinión
sobre el fiscal, porque no me gusta hacerlo de personas.
-Entonces, ¿cree que el nuevo sistema ha funcionado?
-Sí, ha funcionado. Mi preocupación radica en que algunos elementos
han sido cuestionados por los propios abogados. Esta acusación de que se llega a un
acuerdo, pero al mismo tiempo el imputado dice tuve que reconocerlo, pero soy
inocente... No se puede manchar el buen funcionamiento del sistema con estas sombras
que empiezan a quedar en la gente.
-Estas sombras son que Lavandero admite judicialmente los hechos, se
declara culpable y luego dice que mintió por una estrategia judicial. ¿No le parece que
es una burla para la opinión pública?
-Lo que pasa es que el sistema lo permite. Cuando se ven todas estas
declaraciones poco felices, entonces, claro, es un punto que hay que revisar para ver si
está funcionando formalmente el proceso o habrá que precisarlo.
-Adolfo Zaldívar, presidente de su partido, se ha mostrado partidario
de establecer correcciones al modelo económico. ¿Usted cree que es real o simplemente es
una estrategia para diferenciarse de Piñera?
-Creo que es real. No puedo pensar siquiera que sea una postura.
-Pero a Zaldívar siempre se lo ha vinculado a intereses de grandes
corporaciones, como en el caso de la Ley de Pesca.
-Estoy de acuerdo con eso, pero aun con esa relación yo no puedo
pensar que el presidente está planteando una cosa tan dura, tan clara, sólo por una
postura política. Sería un agravio. Segundo, esto lo planteó Zaldívar hace dos o tres
años, antes de que apareciera Piñera. Por lo tanto, no hay una razón electoral.
Tercero, esa ha sido la línea de siempre de la DC. Con José Ruiz de Giorgio, con Jorge
Lavandero y otras personas, hace nueve años que venimos diciendo que el modelo económico
es exitoso en Chile, pero no es el cambio de la sociedad ni lo que deseamos para Chile.
-¿Por qué?
-El modelo económico ha favorecido al crecimiento del país, pero no
al desarrollo de todas las personas. El crecimiento actual, en base a un modelo
mercantilista liberal, no aumenta la equidad en Chile. Este modelo económico trae de por
sí, según lo declara el propio Banco Mundial en documentos de hace diez años, y por la
propia Organización Mundial de la Salud, que cuando los países crecen exponencialmente
se producen dos hechos: una disgregación social importante y un aumento de la violencia
entre las personas. Eso a propósito de la discusión sobre la delincuencia infantil,
donde generalmente se les echa la culpa a los niños, sin entender que son hijos del
dinero o del no dinero, de una violencia institucional del sistema. Cuando en la DC uno
hablaba de estos temas se nos trataba de obsoletos, o que estábamos analizando de una
manera inadecuada y antimoderna los procesos políticos.
-Pero uno de los políticos que más garantías da al empresariado por
su adscripción al modelo es Alejandro Foxley, el hombre del partido en la campaña de la
Bachelet. ¿No es una señal clara de cómo se zanja el asunto?
-No necesariamente. ¿Usted cree que la presencia de Foxley ahí
significa que estamos llevando a la campaña de Bachelet un elemento morigerador de los
cambios que hay que hacer? ¿Es ésa la pregunta?
-Sí, ésa es la pregunta.
-Mire, yo creo que Foxley en el último tiempo ha cambiado mucho. El
realismo político hace decir a muchos de nuestros camaradas: Mire, esto es lo que
existe, no podemos volar contra el viento, no hay manera porque nos vamos a suicidar a
cabezazos porque este modelo no se cambia, y además está funcionando bien. Debemos
asumir como verdad la disgregación, la tendencia al individualismo brutal de la sociedad,
y al mismo tiempo la acumulación de riqueza. El país ha crecido, tal vez los más pobres
han crecido más que el sector medio, pero el sector alto ha crecido exponencialmente, y
tenemos un problema de delincuencia y agresividad social. Existe esto y, por lo tanto, la
culpa es del Gobierno; hay una ceguera para entender lo que hay detrás esta tremenda
disociación de los ingresos, que hace que nadie esté conforme con lo que gana.
-¿Qué ha hecho mal la Concertación para que el problema de la
distribución del ingreso se mantenga en el tiempo?
-No paso por decir la culpa la tiene sólo la Concertación, por tres
razones: la primera, porque este es un fenómeno mundial; segundo, porque nuestra tarea
era recoger un país que estaba con enorme deuda social, y tercero, porque hay que
reconocer que usted no puede hacer una revolución distributiva cuando tiene tal grado de
subdesarrollo como tuvimos al año 90, donde llegamos con 1.500 dólares per
cápita, con el 80% de la gente sin alcantarilla. No lo hemos hecho mal. Lo que sí es una
etapa que tenemos que corregir claramente, y eso es ahora, cuando el país tiene 5.000
dólares per cápita. Con lo que se ha hecho se han generado condiciones para que el
modelo se cambie.
-Tal vez algunos decían no lo podemos hacer porque no hay
condiciones, pero en el camino han pasado derechamente a aplaudir el modelo. Si no
viven como piensan, terminan pensando como viven.
-Y ése ha sido mi debate, porque llegamos a un momento en que esta
distribución del ingreso es escandalosa. Hoy día hay personas que tienen un patrimonio
arriba de 700 mil millones de pesos. Si usted coloca el patrimonio de estas personas a un
interés bajo en el banco, el interés más bajo de la plaza, esas personas ganan en un
día lo que significan 580 años de trabajo para el que gana 120 mil pesos mensuales. Con
esa misma ganancia mensual, esas personas tremendamente ricas podrían pagarle el sueldo
mínimo a siete millones de chilenos. Eso es una concentración escandalosa, es una
bofetada a la decencia de una sociedad.
-¿Usted cree que la candidata de la Concertación es lo
suficientemente clara en estos temas?
-Tengo la sensación de que todavía no estamos hablando en esta
materia de lo que tiene que hacerse para adelante.
-¿No cree usted que hay algún temor de dar alguna mala señal al
empresariado de parte de los asesores de Bachelet?
-Si eso es lo que quieren hacer, estoy en desacuerdo. Es verdad que
demasiados asesores de las candidaturas o de las campañas de la Concertación están
excesivamente ligados a una visión que ellos llaman moderna y yo llamo injusta. No puede
hacerse un cuarto Gobierno de la Concertación sin cambiar ciertas cosas del modelo
económico, específicamente de la concentración del dinero, y creer que aquí no va a
haber una irascibilidad social importante.
-¿Le parece que aún hay temor o miedo de lo que vaya a decir el
empresariado?
-Estamos muy sensibles al chantaje del gran empresariado: Si
usted no me da esto y no me garantiza un ingreso brutal, yo no construyo ni hago empresa;
por lo tanto hay cesantía, y la cesantía tiene que absorberla el Estado. El gran
empresariado tiene ingresos brutales. El sistema bancario tiene 500 mil millones de pesos
al año de utilidad. Las forestales y las pesqueras tienen un rendimiento de 20 ó 30%
anual, con una inflación de 3%, y sacan su plata fuera en vez de construir empresa.
Crearon en dictadura un sistema económico y un sistema político que nos impide hacer
cambios reales en el Senado, crearon la imagen en la gente de que lo bueno no sólo es
trabajar, sino ganar mucho, y si usted no gana mucho, entonces usted es tonto.
-¿Cree que el Gobierno ha sido chantajeado de este modo?
-Sin duda, permanentemente, vea lo que dicen. La discusión en Chile
hoy día, desde el punto de vista de las políticas, la están haciendo no sólo los
políticos, sino también el gran empresariado, sin participación de las fuerzas
sociales, que están minimizadas. Si uno lee la prensa, permanentemente ellos dan las
pautas de cómo deben ser las cosas. Lo peor de todo es que esa conciencia social para
darse cuenta de este fenómeno no existe en la mayoría de los chilenos.
-¿Cómo ve usted este debate que hay en el comando de Bachelet?
Algunos de sus asesores hablan de la necesidad de flexibilizar el trabajo y liberar el
salario mínimo.
-Mire, yo espero que la candidatura exprese la visión de esas personas
que piensan más morigerado, pero que también tienen que matizarlo con las aspiraciones
que tenemos muchos que creemos que la Concertación no es un bolsón de oxígeno del
capitalismo, que no somos tapadera del escándalo social que significan las cifras que he
dado, y que tampoco podemos afincarnos en este apaciguamiento de los empresarios, porque
esos empresarios no van a votar nunca por Bachelet. Debemos ser la expresión más nítida
de la gente que no está satisfecha, la que tiene conflictos, la que tiene que enfrentar
lo feo de un sistema tremendamente duro, donde la flexibilidad del trabajo, a la larga,
lleva la capacidad de hacer con el trabajador lo que sea, en un sistema donde en vez de
construir empresas con los dineros que ganan, con la tranquilidad social que le ha dado la
Concertación, se llevan esas platas para las Islas Caimán. Si la Bachelet no interpreta
también esa parte, creo que estamos profundamente equivocados. LND
|