DESPUÉS
DE HONDURAS:
¿SE
CERRARÁ EL CAMINO AL CAMBIO EN DEMOCRACIA?
Frida
Modak
El
golpe de Estado ocurrido en Honduras plantea una serie de
interrogantes a futuro. Está claro que el objetivo de los
grupos de poder a niveles nacional e internacional procuran
sofocar toda acción, opinión o movilización popular que
consideren una amenaza a sus intereses. En esa perspectiva no
les importa lo que digan las constituciones de los distintos países,
ni lo que se manifiesta en la Carta Internacional de Derechos
Humanos y mucho menos lo que piensan y desean los pueblos.
Las
guerras mundiales, las invasiones, la ocupación de países, los
golpes de Estado y la implantación de dictaduras son un claro
ejemplo y la historia está llena de ellos. No hay país en el
que los sectores mayoritarios no hayan intentado hacer valer sus
derechos, pero no han logrado establecer un sistema que
realmente encarne lo que debería ser una verdadera democracia,
ni Francia que en su Revolución planteó la libertad,igualdad y
fraternidad, ni Estados Unidos que se autoproclama ejemplo
de democracia.
El
golpe de Estado en Honduras nos remite a América Latina y el
Caribe. Los latinoamericanos nos independizamos de España y caímos
en la zona de influencia de Inglaterra primero y de Estados
Unidos después. Los movimientos sociales y las revoluciones
surgidas desde entonces han sido sofocados por la fuerza y a
partir de mediados de los años setenta el subcontinente se llenó
de dictaduras militares. Las sudamericanas en función de la
doctrina de seguridad nacional estadunidense, las
centroamericanas como prolongación de los cuartelazos de
mediados del siglo veinte.
En
el Caribe el colonialismo inglés impuso réplicas de su sistema
de gobierno, hasta la historia que se enseñaba en las escuelas
era la inglesa y la historia de las colonias pasó a ser
”leyenda popular”. Cuando Maurice Bishop encabezó un
movimiento liberador en la pequeña isla de Granada, depuso al
dictador Gairy y se acercó a América Latina que estaba en su
entorno geográfico, fue asesinado y la isla invadida por los
estadunidenses.
La
rearticulación de los sectores mayoritarios demostró la
imposibilidad de mantener indefinidamente a los regímenes
dictatoriales y eso abrió paso a democratizaciones limitadas a
fines de los años ochenta del siglo pasado, porque tuvieron que
ser pactadas con Estados Unidos. En los veinte años
transcurridos muchas cosas han cambiado y se busca una
democracia real en lo político, económico, social y cultural.
Desde
finales del siglo veinte hasta nuestros días se ha desarrollado
una nueva forma de procurar el cambio, ahora modificando
legalmente las instituciones. La propuesta no es nueva, emana
del pensamiento de Salvador Allende que fue el primero en
impulsar una revolución por la vía legal. Esto tampoco es
aceptado por Estados Unidos que, especialmente en
el gobierno bushista, se empeñó en destruir esos movimientos
en el afán de cerrar y cancelar el camino de la legalidad que
lleva a la participación democrática y a eliminar la exclusión
social provocada por el neoliberalismo.
LOS
PROBLEMAS DE OBAMA
El
golpe en Honduras se inscribe en el propósito de impedir los
cambios y el nuevo presidente estadunidense se encuentra en una
difícil coyuntura porque, tal como dijimos hace algunas semanas
en estas páginas, tiene el gobierno pero no el poder. Es más,
la cuota de poder que tiene está siendo abiertamente desafiada
por quienes gobernaron con Bush y los acontecimientos hondureños
así lo indican. El mismo día del golpe señalamos que en él
estaban involucrados individuos como Otto Reich y que el jueves
anterior al golpe se habían producido llamados telefónicos del
departamento de Estado a personal de la embajada estadunidense o
a los golpistas, con un mensaje que se resumia en tres palabras
“nada de golpes”.
Transcurridos
diez días y cuando el presidente Zelaya está a punto de
reunirse con Hillary Clinton hay informaciones más precisas.
Otto Reich a quien Bush convirtió en secretario de Estado
adjunto para América Latina con un subterfugio legal, hizo
presente su participación en los preparativos del golpe a través
de una declaración emitida por Enrique Carmona, quien oficia
como presidente de la fundación Arcadia que maneja Reich y
Carmona es hermano de Pedro Carmona, al que con un golpe de
factura similar quisieron hacer presidente de Venezuela cuando
secuestraron al presidente Chávez.
El
periodista venezolano José Vicente Rangel agregó información
sobre los llamados telefónicos desde Washington a Honduras. Señaló
que en la preparación del golpe participaban elementos
militares de la base de Palmerola, que Estados Unidos tiene en
el país centroamericano. Los llamados fueron a la embajada
estadunidense y al jefe de la base, para disuadirlos de apoyar
el golpe. Eso obligó al embajador Llorens, que daba argumentos
a los gopistas, a pronunciarse en contra cuando éste se produjo.
A
esto se agrega la información publicada en legrandsoir.info,
donde se reseña la maquinaria montada por John Negroponte,
quien organizó la guerra de los “contras” al gobierno
sandinista, que también fue embajador en Guatemala y el máximo
funcionario de la inteligencia estadunidense en el gobierno de
Bush. Sus múltiples andanzas y los crímenes que se cometieron
a su alero le dieron influencia y poder,
entre otros, sobre los militares centroamericanos que pasaron
por la Escuela de las Américas, donde se graduaron de golpistas
y torturadores. Y todo eso, señala el articulo, remite al ex
vicepresidente Dick Cheney.
LA
DISYUNTIVA
Llegamos
así a la anunciada entrevista entre el presidente Zelaya y
Hillary Clinton, que aún no se había realizado al escribir
estas líneas. El presidente Obama ya había declarado que sólo
reconocía a Zelaya como presidente de Honduras y la Organización
de Estados Americanos, OEA, había suspendido de ese organismo a
Honduras de acuerdo a la Carta Democrática Interamericana. A
Zelaya no se le había permitido regresar a su país y en las
manifestaciones de apoyo a su regreso la tropa mató a dos
personas e hirió a otras.
La
opinión pública internacional se manifestó abrumadoramente en
contra del golpe. La excepción fueron los ya conocidos, los que
giran en torno al escritor Mario Vargas Llosa, entre ellos su
hijo, que intentaron responsabilizar de lo ocurrido al
presidente de Venezuela, Hugo Chavez, por ser quien abrió la
senda de los cambios a través de las reformas
constitucionales. La reacción internacional arrinconó a ese
grupito, por ahora, pero también ha determinado que surjan
voces que quieren que el gobierno estadunidense determine cuál
será la salida al conflicto creado por el golpe.
Y
aunque el presidente Obama haya hecho interesantes declaraciones,
los que deben decidir son los hondureños y ellos ya han
demostrado que su decisión es el retorno incondicional del
presidente Zelaya.