De Puro Chile - 23 diciembre 2008
despedida ad-hoc
BESO CON SABOR A ZAPATO
Frida Modak
La última visita de George W. Bush a Irak tuvo un fin inesperado, lo menos que se
imaginaba el todavía presidente estadunidense era que los despidieran a zapatazos
y, menos aún, que eso diera origen a un destape de sentimientos como el que se
produjo. Que él y sus acompañantes no se lo esperaran no es extraño, llevan seis años
manejando e interpretando a su modo los acontecimientos internacionales. Así fue como
invadieron Irak, sin saber donde se estaban metiendo,lo que en definitiva tampoco les
importaba mucho.
Lo que le interesaba a los integrantes de la administración Bush era llegar al
petróleo iraquí, no por casualidad sus figuras principales provienen de las empresas
petroleras. Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 dieron el pretexto y con base en
su versión de esos hechos, sobre los cuales persisten las dudas, decidieron invadir
Irak a pretexto de que ahí había nexos con Osama Ben Laden y Al Qaeda y también
armas químicas. Por lo demás, no consideraban que los iraquíes pudieran ofrecer gran
resistencia en el plano militar y , como lo dijeron, creían que la población los iba a
aplaudir si derrocaban a Saddam Hussein.
Así, pasando por encima de las Naciones Unidas y de los numerosos países que
expresaron su oposición, se fueron sobre Irak. Los derrotaron militarmente, pero no les
fue tan fácil como creían. Tampoco la población los recibió con aplausos, al
contrario, los civiles también los combatieron y nunca los aceptaron. Saddam se les
escapó, tardaron en encontrarlo y luego lo ahorcaron, pero eso no llevó a la paz. La
violencia se ha mantenido durante todos estos años. Organismos de los propios Estados
Unidos señalan que han muerto entre 650 mil y un millón y medio de iraquíes.
La infraestructura vital está destruída, la miseria se ha extendido, el progreso se
detuvo, no hay libertad de ninguna especie. La cacareada reconstrucción no existe, como
se acaba de denunciar en un informe de la Oficina del Inspector General Especial
para la reconstrucción de ese país, todo lo que se había dicho era mentira, ni
siquiera repararon totalmente lo que habían destruido con la invasión y, en esa
nada, gastaron 107 mil millones de dólares. El costo total de la aventura bélica se
estima en 576 mil millones de dólares.
Y Bush fue a despedirse, como si hubiera hecho tanto bien, y a firmar el convenio por
el cual sus soldados dejarán Irak de aquí al 2011, pero el acuerdo se revisará si
la violencia vuelve, como si se hubiera ido. Se deja la puerta abierta para continuar
la represión y no se ha aclarado si también se van a ir los mercenarios contratados
por las llamadas empresas de seguridad, que son tantos o más que los efectivos
militares, un grupo de ellos está siendo juzgado en Estados Unidos por el “homicidio”
cometido contra ciudadanos iraquíes.
MUNTAZER al-ZAIDI
En este marco someramente descrito, el periodista iraquí Montazer al-Zaidi, que se
encontraba en una conferencia de prensa que daban Bush y el Primer Ministro
iraquí, se sacó un zapato y se lo tiró al presidente de Estados Unidos, al tiempo que
le gritaba “este es un regalo de los iraquíes, es el beso de despedida, perro”. Luego
se sacó el otro zapato y al tirárselo gritó ”esto es de las viudas, los huérfanos y
aquellos que fueron asesinados en Irak”. Bush esquivó los zapatos y se creó una gran
conmoción.
Al-Zaidi fue sujetado primero por otro periodista y luego por personal de seguridad
iraquí y estadunidense lo sometieron, tirándolo al suelo y golpeándolo incluso con
sus armas. El martes fue presentado ante un juez que decidió mantenerlo detenido
mientras terminaba la investigación. Existía la posibilidad de aplicarle una
disposición que sanciona hasta con quince años de cárcel al que intente asesinar a
un presidente del país o a uno extranjero. Al mismo tiempo, surgían declaraciones de
“amigos” que guardando el anonimato decían que se trataba de un hecho premeditado y
lo calificaban como comunista y admirador del Ché Guevara, lo que sugería que no se
descartaba armar un caso.
La conmoción creada en la conferencia de prensa se extendió a todo el territorio de
Irak y a los demás países árabes. En cuestión de horas surgieron movilizaciones y
festejos, miles de personas pusieron de manifiesto un fuerte sentimiento
antiestadunidense. El zapato, que al lanzarlo es señal de desprecio hacia quien va
dirigido, se convirtió en un símbolo y en distintos lugares aparecieron colgados como
si fueran banderas.
La prensa de Europa y Estados Unidos señalaba que los países árabes habían
encontrado un héroe y Bush decía que había perdonado al periodista, pero que el caso
estaba en manos de la justicia. Doscientos abogados de distintas nacionalidades se
habían ofrecido para defenderlo gratuitamente. Se ha creado una situación nueva que
Barack Obama debe reconocer y analizar incluso en relación a Afganistán.
LOS PELIGROS
En torno a este episodio se han producido diversas reacciones. Unos sostienen que la
solución debe darse en los marcos de la democracia, pero se olvidan de que en Irak no
la hay. Desde la invasión han gobernado los estadunidenses, tanto a través de sus
interventores como mediante las directivas que le dan al Presidente y al Primer
Ministro que surgieron de una elección en la que no había muchas opciones. Las
divisiones entre chiítas, sunitas y kurdos persisten y, curiosamente, los zapatazos han
sido un punto de coincidencia de duración imprevisible.
La situación es, por lo tanto, incierta. En Afganistán la solución no está en mandar
más tropas como sostiene el presidente electo, porque no le pueden ganar a través de
una guerra convencional a una suerte de guerrilla de carácter religioso que no tiene
túneles, como los vietnamitas, sino montañas, al otro lado de las cuales hay
poblaciones de sus mismas creencias que les dan apoyo.
Todo indica que negociar es la palabra y ahí el nuevo presidente se va a encontrar
con dificultades en su país. Le falta menos de un mes para asumir el cargo y ya el
actual vicepresidente Dick Cheney le está tratando de dejar piedritas en el
camino. Una de las promesas de Obama es cerrar la cárcel que Bush amplió en la base
naval de Guantánamo, donde se ha torturado y se han violado los derechos humanos de
centenares de personas detenidas en Afganistán.
Se invirtieron 120 millones de dólares para hacer instalaciones que dividieran a los
presos según su supuesta peligrosidad y el mantenimiento del recinto cuesta 60
millones de dólares al año. Guantánamo es un símbolo de violación a los derechos
humanos, pero Cheney ya anunció su oposición al cierre de la prisión, justificó las
torturas y sostuvo que debe realizarse un debate sobre el tema. Hay generales que
coinciden con ese planteamiento, entre ellos el director del centro de detención, y
Obama encontrará dificultades para cumplir su promesa y para anticipar el retiro de
las tropas de Irak.
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