¿UN
NEGRO A LA CASA BLANCA?
Frida
Modak
El
título no es nuestro, corresponde a un interesante artículo de
la revista Jeune Afrique, al que nos referiremos más adelante.
Pero la pregunta tiene la virtud de centrar la contienda
electoral estadunidense en vísperas de que se realice una de
sus etapas más importantes, el llamado supermartes en el que 22
estados realizarán elecciones primarias, con lo que éstas ya
habrán superado la mitad de los estados que forman el país del
norte. Hasta ahora la atención ha recaído en lo que sucede
entre los candidatos del Partido Demócrata, donde si bien la
disputa se da entre Barack Obama y Hillary Clinton, el tercero
en discordia, John Edwards, juega un rol importante que no ha
sido destacado.
Las
primarias realizadas hasta el momento de escribir estas líneas
están apuntando a la importancia que tendrán las minorías,
tanto para elegir candidatos como posteriormente al que será el
nuevo presidente. El analista Iván Auger, que ha residido
largos períodos en Estados Unidos, señala que en las últimas
diez elecciones presidenciales de ese país los demócratas sólo
han ganado tres, gracias a que han logrado disminuir la mayoría
republicana entre los blancos y movilizar en mayor proporción a
las minorías.
Dicho
de otra manera
mientras más se acerca la abstención al 50 por ciento del
electorado, lo que se ha hecho habitual, mayores son las
posibilidades republicanas y viceversa. En consecuencia, si se
mantiene el nivel de participación registrado en las primarias
ya efectuadas, se podría pronosticar el triunfo demócrata en
noviembre, siempre y cuando la publicidad de la campaña de
Hillary no enajene a los afroamericanos ni azuce las tensiones
entre éstos y los hispanos.
LOS
KENNEDY
En
el contexto señalado, la decisión del senador Edward Kennedy
de hacer público su apoyo a Obama tiende a frenar la situación
que afloró en Nevada y Carolina del Sur. Allí estaba tácitamente
planteada la confrontación entre blancos y negros: o ganaba
Hillary con mayoria de votos blancos y parte de los negros o, a
la inversa, ganaba Obama con los votos negros y parte de los
blancos, como ocurrió. Hillary pasó parte del tiempo de esa
campaña promoviéndose en otros estados y
dejó que su esposo, el ex presidente Bill Clinton,
continuara la tarea de criticar a su principal rival, como venía
haciéndolo desde que ella perdió en Iowa. Su propósito era
evitar que la responsabilizaran de tener una actitud
racista. Alguna prensa estadunidense señaló que lo que
buscaba era enviarle un mensaje a los blancos.
El
ex mandatario sostuvo que Obama sólo era una cara nueva, que
eso era lo que buscaba la prensa y que los estadunidenses
deben elegir si quieren un presidente o simplemente lo que para
los diarios es una nueva historia. De ahí saltó a calificar de
cuento de hadas la posición de Obama respecto a la guerra
contra Irak y cuando la campaña publicitaria de Hillary
tergiversó una vieja entrevista de prensa de Obama para hacerlo
aparecer apoyando políticas de Ronald Reagan y la campaña del
senador acusó a los Clinton de jugar con las políticas de la
decepcion, el ex presidente las emprendió contra los
periodistas: Les están dando esos comentarios porque saben que
es lo que ustedes quieren cubrir. Es para lo que ustedes viven.
Ellos simplemente hablan con ustedes y ustedes les siguen el
juego. ¡Vergüenza debiera darles! Como se ve, sucede en todas
partes.
Pero
el asunto preocupó al liderazgo del partido Demócrata que teme
que esto genere divisiones en esa colectividad y en el país y
estima que los dos deben procurar ser el candidato o candidata
de todos, afroamericanos y mujeres. Es en este aspecto que el
apoyo de Edward Kennedy y de Caroline, hija de John Kennedy,
tiene un sentido adicional. Más aún cuando
al proclamar a Obama, Kennedy dijo Siento el cambio en el
aire y comparó la integridad, coraje y visión de futuro del
candidato con los de su hermano y sostuvo que los viejos métodos
no valen. Barack Obama tiene también el apoyo del ex candidato
presidencial John Kerry. En esta confrontación entre demócratas,
John Edwards, al que se considera en la izquierda de ese partido,
es un factor de morigeración entre los blancos
anglosajones y las minorías.
BARACK
OBAMA
En
su artículo ¿Un negro
a la Casa Blanca?, Jean-Michel Aubriet traza la biografía de
Barack Obama, de 46 años, senador por Illinois, al que califica
de optimista hasta la ingenuidad, inteligente y
simpático, destacando que lanzó su campaña para las
primarias en Springfield, Illinois, en el mismo lugar en que en
1858, el futuro presidente, Abraham Lincoln, en un discurso histórico,
llamó a América a rechazar la segregación racial. Para él,
dice el autor del artículo, los Estados Unidos no son negros,
ni blancos ni hispanos, ni asiáticos, sino...unidos, lo que se
relaciona con su historia personal.
Su
padre fue un joven keniano que llegó becado a la
universidad de Hawai, en Honolulu, y que según lo que se
sabe era alto, guapo, hablaba con acento británico y también
se llamaba Barack Obama. En la universidad conoció a
Stanley Ann Dunham, blanca, originaria de Kansas y con
antepasados cherokees. Se casaron, el padre se fue después a la
Universidad de Cambridge, dejando a su esposa e hijo en Honolulu
y posteriormente,
con otra esposa, regresó a Kenia, donde fue consejero económico
de Jomo Kenyatta , padre de la independencia de esa nación
africana. Luego pasó al ministerio de Turismo, del que fue
marginado por pertenecer a la etnia minoritaria de los Luos, eso
lo deprimió y finalmente murió en un accidente automovilístico.
Sólo vio a su hijo Barack en una oportunidad después de salir
de Honolulu.
La
madre del hoy candidato, al divorciarse de su primer esposo, se
casó con un indonesio y se fueron a vivir a Jakarta, donde el
niño fue enviado a una escuela pública que admitía a los no
musulmanes, hecho que sus adversarios intentaron utilizar
para decir que había asistido a una madraza. A los 10 años,
para evitar que se convirtiera en un niño de la calle como sus
compañeros, su madre lo envió a Honolulu, con sus abuelos
maternos. En 1980 ingresó a la Universidad de Columbia en Nueva
York y en 1983 se graduó en Ciencias Políticas, convirtiéndose
en consejero financiero de una empresa multinacional a la que
renunció tres años después para hacer trabajo social con los
pobres de Chicago. En 1988, tras visitar Kenia, retomó sus
estudios, esta vez en Harvard, y
dirigió la Harvard Law Review, revista de derecho,
siendo el primer negro en llegar a ese cargo en los tres siglos
de historia del plantel.
Una
vez titulado, con honores, rechazó las ofertas de empleo para
regresar a Chicago en compañía de su esposa, a la que conoció
en la universidad. Allí ingresó a un pequeño estudio de
abogados que defendía a las víctimas de la discriminación. En
1966 entró a la política y fue elegido senador por Illinois.
Entonces lo conoció Vernon Jordan, consejero de Bill Clinton, y
lo introdujo en Washington. Así conoce a John Kerry, cuya
candidatura presidencial apoyó. En noviembre de 2004, Barack
Obama se convirtió en el tercer
negro elegido para el Senado de los Estados Unidos y
culmina su carrera política con su postulación a la
candidatura presidencial demócrata.
De
toda esta historia que narra Aubriet y que hemos resumido se
dice poco, sólo nos han mostrado una foto de su abuela, vestida
a la usanza africana, sentada en la puerta de su
modesta casa de Kenia, y se ha destacado que
su primo es uno de los líderes de oposición en ese país,
sacudido en estos días por la violencia.