COLOMBIA
URGE
UN NUEVO GRUPO DE CONTADORA
Frida
Modak
La
propuesta del presidente Hugo Chávez de darle a las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, estatus de fuerza
beligerante como paso
previo para poder iniciar un diálogo de paz, ha sido rechazada
por el presidente colombiano y por el departamento de Estado
estadunidense. El español Javier Solana opinó a nombre de la
Unión Europea coincidiendo con Uribe y con Washington. El
gobierno francés dijo que primero las FARC deberían dejar en
libertad a los rehenes. A los presidentes latinoamericanos se
les entró la lengua, excepto al brasileño Lula que dijo que la
liberación de Clara Rojas y Consuelo González indicaría que
puede haber otras liberaciones.
No
es de extrañar esta reacción a la única iniciativa viable
presentada en la última década para abrir camino a la paz en
un país donde la violencia se ha enseñoreado desde hace casi
200 años. Hay factores internos y externos. Empecemos por estos
últimos. Cuando en la década de los ochenta surgió el Grupo
de Contadora, formado por México, Panamá, Colombia y
Venezuela, en América Latina campeaban las dictaduras impuestas
en nombre de la seguridad nacional estadunidense. Europa
empezaba a dar muestras de una vigorosa recuperación económica
y buscaba abrirse nuevos caminos después de haber explotado en
forma inmisericorde a
los paises africanos. Miraban hacia América Latina y América
Latina no los rechazó porque se trataba de gobiernos socialdemócratas
inscritos en los liderazgos de personalidades como Willy Brandt
y Olof Palme.
Con
el respaldo explícito de los europeos y el tácito del campo
socialista se logró evitar la guerra generalizada en América Central
y se contribuyó a la caída de las dictaduras en América del
Sur, si bien las
democracias que surgieron no fueron plenas. Al mismo tiempo el
modelo neoliberal se fue imponiendo y creó nuevos nexos entre
Europa Occidental y Estados Unidos, desaparecía el campo
socialista y muchos de los países que lo integraban se sumaron
a la Unión Europea, mientras Rusia sólo ahora empieza a
recuperar su estatus y surgen nuevas potencias económicas en
Asia. Todo esto repercute en América Latina, donde las
democracias conservaron el neoliberalismo y se ataron más aún
a él mediante la firma de centenares de
tratados de libre comercio. En este contexto, en el que
ni siquiera hay definiciones ideológicas sino intereses económicos
de los grupos gobernantes, emerge la situación colombiana,
cuyas características se insiste en tergiversar.
LOS
GOBIERNOS COLOMBIANOS
Las
políticas de los gobiernos colombianos de las últimas décadas
del siglo pasado y las del gobierno actual, no tienen ninguna
coherencia. Veamos. El entonces presidente Andrés Pastrana
inició gestiones de paz a fines de los noventa, en las que uno
de sus objetivos era convencer al gobierno estadunidense de que
las FARC no se dedicaban al narcotráfico como lo sostenia y lo
sigue sosteniendo Washington. Pastrana le dijo a los enviados
estadunidenses que no debía confundirse ni mezclarse a la
guerrilla con el narcotráfico y logró que representantes de
ambas partes se reunieran en Costa Rica en la perspectiva de
crear una comisión internacional que contribuyera al logro de
la paz, al estilo del Grupo de Contadora. Pastrana incluso llevó
al banquero David Rockefeller a entrevistarse con Manuel
Marulanda, jefe de las FARC. De esa visita datan las únicas imágenes
que se tienen de Marulanda, en las que aparece con una toalla
amarilla al hombro. Hoy, frente a la propuesta del Presidente Chávez,
Pastrana ha dicho que Colombia debería romper relaciones con
Venezuela.
Augusto
Ramírez Ocampo fue, como canciller de Colombia, activo miembro
del Grupo de Contadora y, además, encabezó la misión de las
Naciones Unidas en El Salvador. En una ponencia presentada en el
Encuentro Colombo-Español "Paz y Guerra en Conflictos de
Baja intensidad", afirmó sobre la situación en su
país Nadie ganará esta guerra fraticida y planteó: Creo en la
virtud del diálogo y en la cultura de paz. Estoy convencido que
frente a cualquier raciocinio, la paz tiene mucha más
contundencia que la guerra; por lo tanto, me parece necesario
empezar un proceso
en el cual tratemos de humanizar la guerra y donde hagamos una
política de Estado que comprometa a todos los estamentos en su
diseño para tener el tiempo suficiente de desarrollar
plenamente la negociación sin cambiar de políticas según los
hígados del gobierno de turno. Algún problema hepático se
debe haber producido para que un hombre respetado
internacionalmente rechace ahora una propuesta que conduce a
humanizar y terminar la guerra.
URIBE
Y OTROS OBSTÁCULOS
En
la situación actual de Colombia son varios los elementos que
impiden la paz. El primero de todos es la posición del
Presidente Uribe que busca la rendición total y absoluta de las
FARC o su exterminio, se dice en Bogotá. Esta segunda etapa de
la confrontación colombiana dura ya 61 años, pero el
mandatario tiene sus causas propias. Responsabiliza a las FARC
de la muerte de su padre en un intento de secuestro. Otras
versiones señalan que los responsables fueron
los narcotraficantes y se
evoca la amistad familiar entre los Uribe y los Ochoa, un
grupo narco. Eran vecinos y compartían la afición por los
caballos. Wikipedia informa ampliamente sobre este tema y otros
del mismo orden.
En
el medio político y periodístico colombiano se señala también
la gran diferencia en el trato a la guerrilla y lo ocurrido con
los paramilitares, organización, esa sí, de narcotraficantes y
asesinos, a los que el gobierno uribista amnistió y con ello se
intenta poner fin al
escándalo de la parapolítica, que es el involucramiento de políticos,
incluyendo funcionarios del actual gobierno, en las actividades
de los paramilitares. Existe la percepción de que se
deseaba o necesitaba un punto final rápido a ese asunto.
La
presencia estadunidense en territorio colombiano es otro obstáculo
para la paz. Al amparo del Plan Colombia ya se han instalado allí
tres grandes bases militares de Estados Unidos, una en Tres
Esquinas en el
Departamento de Caquetá, otra en Florencia, también en el
Caquetá, la tercera en el Departamento del Meta, en la ciudad
de Villavicencio y Estados Unidos presiona para que se abra una
cuarta que reemplace a la que tiene en Manta, Ecuador, donde no
se les renovará la autorización para ocupar esa localidad y
que vence el próximo año. Estas bases son una amenaza para
toda América Latina.
En
los ochenta la acción de los Grupos de Contadora y de Apoyo a
Contadora le limaron las garras a la administración Reagan,
pero éstas le han crecido a la de Bush. La iniciativa que dio
origen a Contadora partió de México, cuando en el gobierno del
Presidente López Portillo el canciller Jorge Castañeda,
fallecido el 11 de noviembre de 1997, le dio estatus beligerante
a la insurgencia salvadoreña, medida que fue apoyada por
Francia y rechazada por El Salvador. Hoy esa misma iniciativa es
la que ha planteado el Presidente Chávez.