De
Puro Chile - 18 diciembre 2007
COLOMBIA
URIBE
QUIERE GUERRA
Frida
Modak
“Yo
le pido a Dios todos los días que el gobierno de Colombia no
sepa donde está mi hija”, dijo Yolanda Pulecio, ex embajadora
y madre de Ingrid Betancourt, al salir de su entrevista con el
canciller argentino. Luego agregó “Tengo mucho miedo de la
prueba de vida de mi hija, por miedo a que descubrieran a las
personas y supieran dónde se encuentra mi hija y el presidente
mande operaciones militares y que la maten y justifiquen la
guerra diciendo que la guerrilla la mató”.
“Quiero
hacerme eco del llamado de Sarkozy para que colaboremos en la
negociación para lograr la liberación de Betancourt, cuya madre
nos acompaña aquí”, dijo Cristina Fernández en su discurso
de toma de posesión como Presidenta de Argentina. Y agregó
“Comprometemos el esfuerzo de nuestra diplomacia y solicitar a
Dios que ilumine al presidente de la hermana y querida República
de Colombia para poder alumbrar una solución que exige el
derecho humanitario, sin que eso signifique inmiscuirse”.
“Todos
los días avanzamos en eso”, dijo Alvaro Uribe, presidente
colombiano, cuando al salir de su entrevista con
la mandataria argentina le preguntaron sobre la
posibilidad de una ofensiva militar para desarticular a las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. Y puntualizó
”Mi obsesión es liberar a todos los secuestrados y derrotar al
terrorismo secuestrador en Colombia. Nada ganaríamos con liberar
estos secuestrados si eso recrudece la capacidad de los
terroristas de secuestrar”.
Nos
asomamos así a la historia de Colombia, violenta desde
que accedió a la independencia y gobernada hasta hoy por
liberales y conservadores, quienes con su querellas por el poder
político y económico protagonizaron hechos de una barbarie
inconmensurable, como lo relatan sus historiadores. Los
enfrentamientos de sus respectivos grupos armados determinaron
que la población civil se refugiara en las montañas para vivir
en paz, pero hasta allí llegó la violencia y de ese embate
surgieron, como mecanismo de defensa, las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia y otras agrupaciones como el Ejército
de Liberación Nacional, al que se sumó el sacerdote católico
Camilo Torres a mediados de los años sesenta del siglo pasado.
PLAN
COLOMBIA
Hace
ocho años la violencia recrudeció al ponerse en práctica en
1998 el llamado Plan Colombia, cuando el entonces presidente Andrés
Pastrana sostuvo que para terminar con
la violencia, no dijo la de quien, había que
“internacionalizar” el conflicto para solucionarlo y con ese
pretexto le abrió las puertas a Estados Unidos. Desde entonces
el gobierno colombiano ha recibido miles de millones de dólares,
unos hablan de tres a cuatro mil y otros elevan la cifra a siete
mil. Armas y soldados estadunidenses pululan por el país.
Algunos estudios indican que en estos ocho años han muerto en
confrontaciones de carácter militar 19 mil 262 colombianos,
militares y miembros de las llamadas guerrillas, lo que implica
que cada día han muerto siete personas.
Para
justificar esta ofensiva armada se dijo que había que combatir
la fabricación y tráfico de drogas y con ello a los poderosos cárteles
de la droga. Pero paralelamente, la rica oligarquía colombiana
promovía la formación de paramilitares para defenderlos,
supuestamente, de las guerrillas. Hechos posteriores sugieren
algo distinto. Los más de 30 mil paramilitares estaban
involucrados en el narcotráfico y también ejercían coacción
política para lograr el triunfo de determinados candidatos a
cualquier puesto de elección. Si sus jefes acumularon fortunas,
la de quienes los crearon son inimaginables.
Uno
de los escándalos que han sacudido al régimen uribista es,
justamente, el de los vínculos de políticos con los
paramilitares, lo que ha determinado que haya 20 detenidos, entre
ellos familiares del presidente. Aunque se supone que los
paramilitares se disolvieron y fueron amnistiados por Uribe, se
están reagrupando y sus bandas actúan en distintos puntos del
país. Esto, publicado en la prensa colombiana, no se admite y se
centra el problema en las FARC, a las que se acusa de financiarse
con el narcotráfico, aunque los informes del ministerio de
Hacienda de esa nación dicen otra cosa.
El
dinero de la droga le significó a Colombia no pasar por las
crisis que enfrentaron otros países latinoamericanos entre los años
80 y 90, porque esos miles de millones de dólares se reciclaron
en la economía formal. Incluso uno de sus presidentes estableció
que todos los colombianos con familiares en el exterior quedaban
autorizados para recibir remesas y se abrió una ventanilla
oficial con ese objeto. Por esa ventanilla, por la que desfilaron
decenas de miles de personas porque a una buena parte del país
le aparecieron parientes ricos afuera. El episodio es conocido
como “la ventanilla siniestra”.
La
presencia estadunidense no ha variado la situación, Colombia
sigue produciendo droga y el narcotráfico va viento en popa.
Dicen los estudiosos del tema que eso confirma que la DEA, la
agencia estadunidense para el combate a la droga se preocupa más
por garantizar que el dinero de la droga se quede en Estados
Unidos.
EL
URIBISMO
El
mandatario colombiano representa a una fracción del
viejo Partido Liberal, que busca unificarse bajo la
dirección de César Gaviria, ex presidente y ex Secretario
General de la OEA, Uribe es un personaje controvertido. La
revista estdunidense Newsweek señaló que estaba involucrado con
los cárteles de la droga, lo que él negó. Otras informaciones
relacionan a su padre, que fue asesinado, con Pablo Escobar
Gaviria, que fuera jefe del Cartel de Medellín, y el presidente
responsabiliza a las FARC de la muerte de su progenitor en un
plagio. (Corresponsalía del diario mexicano Excelsior,25-1-05).
La
madre de Ingrid Betancourt ha responsabilizado a Uribe del
fracaso de varias gestiones destinadas a liberar a los rehenes de
las FARC. A la mediación que encabezó el Presidente Hugo Chávez
hay que agregar otro de los más sonados de esos fracasos. Este
se produjo cuando el 13 de diciembre de 2004 fue secuestrado en
Venezuela Rodrigo Granda, conocido como el canciller de las FARC,
a quien trasladaron a la zona fronteriza de Cúcuta y al día
siguiente lo presentaron como detenido en Colombia, para
extraditarlo luego a Estados Unidos. Granda estaba en Venezuela
participando en una gestión auspiciada por los gobiernos de
Francia, España y Suiza para liberar a Betancourt y otros, gestión
no autorizada por Uribe.
Ahora
Uribe desautorizó la mediación que
con su visto bueno realizaba el presidente de Venezuela,
con respaldo de Francia, a pretexto de que se había comunicado
con el jefe del
ejercito colombiano. El general Mario Montoya ha sido señalado
por la Agencia Central de Inteligencia, CIA, de Estados Unidos,
de estar vinculado a los paramilitares. La información la publicó
el diario Los Angeles Times en marzo de este año.
Y
con esto se resume la situación, porque el problema colombiano
no tiene salida ni el país se puede democratizar de verdad
porque Estados Unidos está ocupando, Plan Colombia mediante, a
ese país como su
base militar estratégica para el control de América del Sur y
sus recursos petroleros. Colombia limita con Venezuela, Brasil,
Perú y Ecuador, todos ricos en petróleo y gas, y además tiene
la ventaja de limitar con Panamá, que fue parte de su territorio,
lo que permite usar el Canal para el transporte de tropas cuando
se estime necesario.
|