RUMBO
AL BICENTENARIO
INDEPENDIENTES
O RECOLONIZADOS
Frida
Modak
Lo
sucedido al finalizar la Cumbre Iberoamericana
realizada en Chile ha puesto de relieve la verdad del
llamado iberoamericanismo. Esta instancia se creó con
posterioridad a la toma de posesión, en 1987, del
presidente ecuatoriano Rodrigo Borja, ocasión en que
el mandatario invitó a todos los gobiernos
latinoamericanos no regidos por dictaduras militares.
Estuvieron, entre otros, el presidente Fidel Castro,
Carlos Andrés Pérez de Venezuela, Virgilio Barco de
Colombia, por México estuvieron el canciller y el
presidente del PRI, mientras el nicaragüense Daniel
Ortega tuvo que esperar el cambio de gobierno para
ingresar a territorio ecuatoriano porque las
relaciones estaban rotas. Los países con regímenes
dictatoriales estuvieron representados por un amplio
espectro de fuerzas políticas.
La
convivencia y diálogo sin protocolo alguno de todos
estos políticos que una noche se reunieron en la
suite de uno de ellos en el hotel Colón de Quito,
puede considerarse el primer paso de lo que después
sería la Cumbre Iberoamericana. Pero de entonces
hasta ahora ha pasado mucha agua bajo los puentes. En
las dieciséis cumbres anteriores se seguía el mismo
ritual: las cancillerías concertaban una declaración,
los presidentes se reunían, firmaban
el texto acordado y hasta la próxima.
Esta
vez fue distinto porque muchas cosas han cambiado en
América Latina, el neoliberalismo y la globalización
ya fracasaron y por primera vez hay un presidente indígena,
que simboliza la descolonización, en un subcontinente
recolonizado mediante el control extranjero de su
economía, con el consiguiente crecimiento de la
pobreza y la desigualdad.
CONFRONTACIÓN
DESDE EL INICIO
La
discrepancia entre los mandatarios surgió desde el
primer día. El programa oficial señalaba que en la
tarde del viernes 9 de noviembre había una reunión
privada que duraría dos horas, para el intercambio de
opiniones. Duró cuatro horas y media y se debatió
desde el problema uruguayo-argentino por la fronteriza
planta de celulosa a la conducta de las empresas españolas
instaladas en América Latina, que intervienen en la
política interna de los países y, además, resisten
las medidas gubernamentales destinadas a recuperar las
riquezas naturales. La prensa vio a través de
pantallas de televisión sin sonido que la discusión
era agitada.
Los
presidentes Kirchner y Chávez criticaron la conducta
de las empresas españolas, el argentino se refirió a
la petrolera Repsol y Aerolíneas Argentinas, en la
que el Estado quiere tener mayor participación. Chávez
señaló, entre otras, la actitud de Gerardo Díaz
Ferrán, presidente de la organización patronal
hispana, quien formuló declaraciones, en esos mismos
días, sobre la supuesta “inseguridad jurídica”
existente en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Los tres países
han aprobado leyes mediante las cuales recuperan el
control sobre su petróleo, por lo tanto no hay
inseguridad jurídica, hay leyes que no se quieren
acatar.
Fue
entonces cuando el presidente Chávez apuntó que esos
empresarios son los que en su país apoyaron el golpe
de estado en su contra en 2002 y tachó de fascista al
ex presidente José María Aznar, que también apoyó
el golpe, y al que señaló como el encargado de
vender “el discurso de Washington”. Dicen que el
rey le hizo un regaño suave para bajar la tensión,
pero el canciller le expresó después a su par
venezolano la molestia de su país por esas
declaraciones. En la reunión del día siguiente el
presidente del gobierno español José Luis Rodríguez
Zapatero criticó las nacionalizaciones diciendo que
la propiedad de los recursos no garantizaba nada, que
el mercado aporta cosas positivas a la economía y que
se puede erradicar el analfabetismo en América Latina
y darle agua potable a todos. Una especie de respuesta
a lo dicho el día anterior.
Entonces
el presidente Chávez recordó cómo lo cortejaban en
1999 en la Casa Blanca, en Wall Street y el Fondo
Monetario. También se refirió a la propuesta que le
hizo Aznar para que se sumara al club del primer mundo
aprovechando la riqueza petrolera venezolana y a la
respuesta que le dio Aznar cuando él le preguntó qué
opinaba de Haití y otros países y el español le
respondió ”Y Haití, y Centroamérica, y Africa, Chávez,
esos se jodieron”. Ahí reiteró que Aznar era un
facista, pero también habló de privatizaciones, señalando
“Los sectores privados que conocemos en Venezuela no
tienen nada que ver con las necesidades sociales, lo
de ellos tiene que ver con el enriquecimiento fácil y
rápido. Luego está el libre comercio ¿Cuál? Que
alguien me dé un ejemplo de libre comercio. Es una
verdadera falacia, no existe el libre comercio.
Comercio justo quisiéramos. Lo que hay es una
competencia feroz donde los más débiles siempre
salen perdiendo”.
Volvió
a intervenir Rodríguez Zapatero, pidiendo respeto
para Aznar, argumentando que había sido elegido por
los españoles, a lo que Chávez replicó diciéndole
que le pidiera lo mismo a Aznar “que respete a
Venezuela”. Ahí se produjo la interrupción del rey,
quien no se fue de inmediato de la reunión, sino que
lo hizo cuando el presidente Daniel Ortega sostuvo que
España y Estados Unidos tenían una alianza política,
económica y también militar, recordando que España
prestó su territorio a Estados Unidos para que
bombardeara la residencia del presidente libio. Se
refirió luego a las actividades de la empresa Unión
Fenosa, que adquirió la industria eléctrica de su país
y a la que
calificó de mafia. Cuando Ortega dijo que España
también les hizo la guerra cuando antes de las últimas
elecciones reunió en su embajada en Managua a la
derecha nicaragüense para unificarla y tratar de
evitar el triunfo sandinista, en ese momento se fue el
rey, lo demás es parte de la campaña mediática
contra el presidente Chávez.
¿FUE
PLANEADO?
Esta
reconstrucción de hechos se basa en lo publicado por
dos diarios derechistas ,El País de España y El
Mercurio de Chile. El País, en una nota fechada en
Montevideo, Uruguay, firmada por uno de sus
periodistas, dijo el lunes 12 que la delegación española
“ya tenía planteado” pedir la palabra si el
presidente Chávez se volvía a referir a Aznar o al
dirigente empresarial y que así lo hicieron y se llegó
a la insólita interrupción del rey. Cuando inició
su intervención el mandatario nicaragüense, la
información de El País dice que el comentario en la
delegación española fue “Esto hay que pararlo”.
El rey y Zapatero conversaron, consideraron que no podían
irse los dos, porque alguien tenía que contestar y
“El presidente del Gobierno y el Monarca acordaron
entonces que Don Juan Carlos abandonaría la sala y no
volvería mientras prosiguieran las intervenciones”.
Esto
y la enorme campaña mediática desatada contra el
presidente Chávez tiene un motivo, el referéndum
sobre la reforma a la constitución venezolana del próximo
2 de diciembre. Los cambios propuestos reafirman la
recuperación de las riquezas del país y abren la
participación popular en términos inexistentes en
nuestras naciones y, por supuesto, en España. Eso no
le conviene a los empresarios hispanos y tampoco a
Estados Unidos, que ha mentido sobre el contenido de
las reformas, en tanto los empresarios españoles
siguen en su afán de desestabilizar a Venezuela,
Nicaragua, Argentina, Bolivia y Ecuador por sus
medidas en defensa del patrimonio nacional. Las
encuestas en Venezuela señalaban, antes de la
cumbre,que las reformas serían
aprobadas por el 63 por ciento de los votantes,
de ahí todo lo que se ha desatado.