Abusos
LA
OTRA VIOLENCIA CONTRA LOS IRAQUÍES
Frida
Modak
Los
iraquíes han sido objeto de todas las formas de violencia
conocidas desde que Estados Unidos invadió ese país en 2003
con el pretexto, entre otros, de librarlos de una dictadura a la
que acusaba de violar los derechos humanos. A partir de ahí,
los habitantes de Irak empezaron a vivir un calvario, a la
invasión se agregaron la ocupación indefinida de su territorio,
la destrucción de la infraestructura del país, la confrontación
permanente con los invasores y entre los distintos grupos
religiosos y étnicos internos, la tortura y abusos
incalificables, tanto que ellos mismos dicen que eran mejores
los tiempos del derrocado y ejecutado Saddam Hussein.
Aunque
la impunidad es prácticamente total para la llamada coalición
invasora, el ejército estadunidense informó que el soldado
Jesse Spielman había sido sentenciado a 110 años de cárcel,
acusado de participar en la violación y asesinato de una niña
de 14 años y en el asesinato de sus padres y su hermana de
seis años. Hay otros involucrados y condenados por este
hecho ocurrido en marzo de 2006 en la ciudad de Mahmudiya,
ubicada a 30 kilómetros de Bagdad. Si el enunciado de este
crimen ya indica que se trató de una matanza a sangre fría, la
historia de cómo se gestó y efectuó es escalofriante.
Aunque
intentaron culpar a milicias iraquíes, la investigación
realizada demostró que los asesinos y violadores eran el
sargento Paul Cortez, el soldado de primera clase Jesse Spielman
y los soldados James Baker y Steven Green. El soldado Bryan
Howard era parte del grupo pero no participó en el hecho. De
acuerdo a los antecedentes, el instigador de lo sucedido fue
Steven Green, quien antes de que se iniciara el juicio militar
fue expulsado del ejército por sufrir trastornos de
personalidad, por ese motivo está procesado por la justicia
federal y la acusación pedirá la pena de muerte.
ENTRE
NAIPES Y WHISKY
En
su relato, hecho cuando se inició el juicio en Bagdad en agosto
de 2006, el sargento Cortez señala. Mientras estábamos jugando
a los naipes y bebiendo whisky, surgió la idea de ir a una casa
iraquí, violar a una mujer y matar a su familia. Según el
soldado Baker, el whisky estaba mezclado con una bebida energética.
Los agentes del ejército estadunidense que investigaron el caso
dijeron que Baker les informó que después de encerrar a un
matrimonio y a su hija de seis años en un cuarto de su casa, se
quedaron en la sala con su otra hija, de 14 años, a la que
Baker le sujetó las manos para que Cortez la violara, luego
Cortez la sujetó para que Baker hiciera lo mismo. Entonces se
escucharon disparos y el soldado Green salió del cuarto en que
habían dejado a los familiares de la niña y la violó,
mientras Cortez la sujetaba. Como Abeer Kassem Hamza al-Janabi
no se callaba, Green tomó un fusil AK-47 y le disparó. Barker
la roció con kerosene de una lámpara y le prendieron fuego.
Los
jueces militares ya han condenado a cuatro de estos criminales.
Al sargento Cortez y al soldado Baker les dieron prisión
perpetua y a Bryan Howard, que no más estuvo mirando, le
tocaron dos años y tres meses de cárcel por obstrucción a la
justicia porque, como era de esperar, se intentó tergiversar lo
ocurrido y por ello el sargento Anthony Yribe fue acusado de
elaborar un informe falso. A Spielman lo condenaron a 110 años
de cárcel y, aunque sean muchos, esa condena le da la
posibilidad de obtener a futuro la libertad condicional.
Las
características de estos crímenes y la reacción del gobierno
iraquí cuando se supo la verdad de lo sucedido obligaron
a Estados Unidos a juzgar y condenar a los responsables,
pero esto no es más que la excepción que confirma la regla que
deja en la impunidad a muchos otros. Los torturadores de la cárcel
de Abu Graib recibieron condenas ridículas y los mercenarios,
eufemísticamente llamados contratistas, torturan y violan a los
detenidos sin ser llamados a cuentas.
SOLDADOS
POR LA TORTURA
Lo
reseñado hasta aquí y las informaciones que a diario se
reciben desde Irak muestran que allí hay una práctica sistemática
de la tortura y el abuso de todo tipo. Si eso ya es grave, lo es
más aún considerando lo que piensan los soldados. Un informe
del Pentágono, dado a conocer por el diario The Washington Post
en el mes de mayo pasado, indica que más de un tercio de los
soldados estadunidenses que se encuentran en Irak piensan que se
debe permitir la tortura si de esa manera se obtiene información
importante. Cuatro de cada diez se declararon a favor del abuso
para salvar la vida de un soldado.
Dos
tercios de los infantes de marina y la mitad de los efectivos
del ejército dijeron que no informarían de maltratos a civiles
por alguno de sus compañeros y tampoco lo harían sobre
destrucción innecesaria de la propiedad de civiles. El informe
indica que Menos de la mitad de los soldados e infantes de
Marina cree que a los no combatientes se les debería tratar con
dignidad y respeto. El 10 por ciento de los mil 767 soldados
encuestados admitió haber maltratado a civiles iraquíes, a
patadas incluso, y haber dañado sus
posesiones innecesariamente. El informe es claro en señalar
que las tropas no están de acuerdo con las llamadas reglas del
soldado, que prohíben la tortura a prisioneros enemigos y señalan
que a los civiles se les debe dar un trato humano.
Mientras
una generala intentó darle una interpretación positiva a estos
graves hallazgos, el estudio trata de explicarlos y
justificarlos argumentando que los soldados tienen largas
jornadas de combate todos los días de la semana durante meses.
Recomienda que se les den descansos cortos en sus turnos de
combate y estima que Irak es más tensionante que Vietnam,
porque ahí había áreas de retaguardia y en Irak el frente está
en cualquier lugar. Más allá de lo que diga el informe, el
problema real está en la instrucción que reciben los soldados,
que es la misma contenida en los manuales de la antigua
Escuela de las Américas, que hoy funciona en Estados Unidos con
otro nombre pero utilizando los viejos textos, como se ha
denunciado en el país del norte.
En
ellos se dice que las mujeres que participan en acciones armadas
en realidad están buscando hombres, lo que sugiere y justifica
las violaciones. Si se dice que los indígenas son animales en
dos patas, la definición es aplicable a todos aquellos cuyo físico,
costumbres y creencias sean distintas a las de los
estadunidenses. Por lo tanto, el informe sólo admite lo que el
Pentágono y el gobierno del norte no podían ignorar, pero
necesitaban medir.