LA
TELEVISION SOCIAL SÍ ES POSIBLE
Por
Frida Modak
En
el vasto debate que se ha suscitado a nivel
internacional acerca de la propiedad del espectro
radioeléctrico y la función de los medios, hay un
punto que se soslaya o bien se descalifica a priori y es
el carácter social de los mismos. No se profundiza en
ese concepto, se lo desconoce y con ello se combate, por
ejemplo, a las radios comunitarias a las que los
concesionarios de la radiodifusión comercial ven como
competencia, aunque sus objetivos y alcances son
distintos.
En
la televisión, ese es un tema sobre el cual a nadie se
le ocurre hablar siquiera. Hay países en que hay radio
pública, como en Estados Unidos, que a veces abren un
hueco a las opiniones distintas. En otras partes los
medios radioeléctricos
son declarados de utilidad pública, pero se cae
en dos extremos: o limitan la información a lo
gubernamental o bien ponen tantos candados para cuidar
los intereses de cada sector político, que al final el
resultado es una información que no contribuye a
informar.
En
estos días se han escrito artículos en los que hasta
se presenta como amenaza el que se diga que los
periodistas deben informar
verazmente, lo que es así porque el lector, el
radioescucha o el televidente tienen derecho a recibir
una información veraz. Este es un principio que se
encuentra en los códigos de ética de los Colegios de
Periodistas, organización profesional en aquellos países
en que esa profesión tiene por ley nivel universitario,
así como en las instancias internacionales que reúnen
a los Colegios, sindicatos, uniones y otros organismos
que aúnan a los periodistas, como la Federación
Latinoamericana de Periodistas
Felap, o la Organización Internacional de
Periodistas, OIP.
En
los medios escritos, la propiedad es privada, pero si
una persona o familia o grupo de personas o empresas
posee prácticamente la totalidad de los periódicos que
a nivel nacional se publican en un país, o cuando por
un periódico se ofrecen 5 mil millones de dólares,
cantidad que el imperio periodístico Murdoch ofreció
por The Wall Street Journal y los propietarios optaron
por no vender, es que también ahí hay algo que
analizar. Pero regresemos a lo que sucede en el espacio
radioeléctrico.
CANAL
PIONERO
Así
como el tema de la televisión social no ha sido objeto
de debate en profundidad, no conozco experiencias que
hayan intentado llevar ese concepto a la práctica,
excepto lo sucedido entre 1970 y 1973 en Canal 9 de la
Universidad de Chile. La legislación chilena en ese
tiempo entregaba los canales televisivos a las
univeridades, las que no podían comercializar sus
espacios, la ley de televisión otorgaba el
financiamiento para su operación. A esos dos canales se
agregó Television Nacional, TVN, estatal, que se regía
por los mismos principios. Uno de los defensores de la
no comercialización de los espacios, para evitar que
sus contenidos fueran decididos o influenciados por los
intereses de las grandes empresas, fue el abogado
Ricargo Lagos, ahora ex presidente de la república.
En
1964 los medios, en particular las radios, habían
jugado un papel crucial en la elección del demócrata
cristiano Eduardo Frei Montalva como presidente, quien
cerró su campaña al terminar el plazo en que estaba
permitida la propaganda
electoral con una alocución, transmitida por
cadena nacional, de Juana Castro contra su hermano
Fidel. Las emisoras no vendían espacios, o los cobraban
al doble o al triple a la candidatura de Salvador
Allende, mientras la embajada de Estados Unidos colocaba
cientos de spots, que obviamente no decían made in USA.
Esa campaña fue tan polémica que sirvió para que, al
menos, se reformara la ley y se cobrara lo mismo a todos
los candidatos.
Para
la elección presidencial de 1970 la polarización era
mayor, sin embargo la campaña demócrata cristiana no
fue tan sucia porque su candidato, Radomiro Tomic, tenía
una actitud diferente, pero la televisión cambió
aunque las normas legales eran las mismas. El Opus Dei
tomó el control del Canal 13 de la Universidad Católica
y el rector de la Universidad de Chile intentó imponer
en el Canal 9, de ese plantel, a una suerte de
supra-director, un actor militante de su partido, la
democracia cristiana. El objetivo era contrarrestar al
Director del Departamento de Prensa, Augusto Olivares,
el mejor analista político, cercano al entonces senador
Allende. Contra lo que esperaba el Rector, el personal
del canal se opuso y con su sindicato al frente determinó
que ese supra-director no tomaría posesión del cargo.
A
partir de ese momento, las autoridades del Canal fueron
el Director, el abogado Carlos Sancho que ejercía su
cargo desde antes, el presidente del sindicato que era
el cineasta Miguel Littin, y el Director Artístico, el
compositor Sergio Ortega, autor de la mayoría de los
temas del conjunto Quilapayún, incluido El Pueblo Unido
Jamás será Vencido, que se sigue cantando en todas
partes, y del himno Venceremos, que los trabajadores de
las distintas latitudes entonan en sus conflictos, como
sucedió recientemente en Oaxaca. El noticiero, que había
adaptado un formato de la televisión francesa, incluía
comentarios y fuimos contratados antes del conflicto
seis comentaristas, periodistas e intelectuales, entre
ellos Antonio Skármeta en lo cultural. Producida la
confrontación con el Rector, la universidad siguió
pagando los sueldos, porque era lo legal, pero los
recursos se redujeron.
Littin
planteó la situación en cámaras y se produjo la
reacción más impresionante que he visto. Las
organizaciones populares asumieron una responsabilidad
inédita. Sindicatos, juntas de vecinos y centros de
madres, realizaban sus propias actividades para
contribuir al financiamiento. Los cantantes y grupos más
populares en Chile y en el extranjero, como Quilapayún,
Intillimani, Angel e Isabel Parra, daban recitales
especiales y gratuitos para contribuir a completar la
programación. Los mejores actores montaban obras de
teatro que no requirieran escenografía costosa. Los
comentaristas del noticiero nos convertimos además en
conductores y creadores de programas especiales. En fin,
fue una experiencia extraordinaria, que determinó que
el día de la elección contáramos con un gran número
de periodistas voluntarios, como voluntarios
fueron también los que pusieron sus automóviles
a disposición nuestra
para que pudiéramos desplazarnos, mientras las
integrantes de los centros de madres se hicieron cargo
de la cafetería, llegaron con sus compras hechas y
atendieron a decenas de personas durante todo el día y
hasta las 3 de la madrugada, cuando cerró la transmisión
Huelga
decir que fue Canal 9 el que se convirtió en el centro
político del país en esos comicios, pero el Rector
inició un juicio que se prolongó hasta el 8 de
septiembre de 1973, tres días antes del golpe militar,
en que el Canal debió ser entregado por disposición de
la Corte Suprema. La dictadura de Pinochet licitó la señal
9, que como Megavisión pasó a ser el primer canal
privado, y luego dictó una ley que a la universidad le
permitió vender lo que había sido Canal 9 y lo hizo al
grupo venezolano Cisneros, en la señal 11, que lo
bautizó como Chilevisión, y después se lo vendió al
empresario Sebastián Piñera, que rivalizó con la
presidenta Bachelet el 2006. Pero el canal 9 original
fue pionero en demostrar que sí se puede hacer televisión
social.