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Dos
giras, dos caminos
Raúl Zibechi
ALAI AMLATINA, 10/08/2007, Montevideo.- Durante la
primera semana de
agosto América Latina fue testigo de dos importantes
giras de
presidentes con propóstios diametralmente opuestos,
protagonizados por
Luiz Inacio Lula da Silva y Hugo Chávez.
Muchos observadores y analistas prefieren eludir el
hecho de que dos de
las principales figuras del continente emprendieron
sendas giras que
ponen en evidencia las dificultades de la integración
regional. Lula
visitó cinco países: México, Honduras, Nicaragua,
Panamá y Jamaica, con
el objetivo de promover los agrocombustibles. Chávez
visitó en las
mismas fechas Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia,
para firmar
acuerdos que impulsan la integración.
La de Lula podría llamarse la “segunda gira del
etanol”. La primera,
recordemos, la realizó George W. Bush a principios de
marzo de este año,
cuando llegó a acuerdos de largo plazo con Lula para
promover los
agrocombustibles. Ahora el presidente de Brasil viajó
para contribuir a
que empresarios de su país instalen plantas de etanol
de caña de azúcar
en los países centroamericanos. En México, primera
etapa de su viaje,
Lula impulsó un acuerdo entre la estatal Pemex y la
trasnacional
Petrobras para la exploración y explotación de petróleo
en aguas del
Golfo de México. El acuerdo es interesante para
Petrobras ya que la
empresa es líder mundial en extracción de crudo en
aguas profundas,
tecnología que la empresa mexicana no posee.
La izquierda mexicana reaccionó duro. Andrés Manuel
López Obrador, víctima de un fraude electoral en las elecciones de
2006 que benefició al actual presidente Felipe Calderón, advirtió que
se puede usar a
Petrobras como “punta de lanza” para privatizar
Pemex, un objetivo
largamente acariciado por las multinacionales. “Lo
respeto mucho, pero
el movimiento que represento, una oposición real,
verdadera, no acepta
que se entregue la riqueza petrolera mexicana a
extranjeros, bajo
ninguna modalidad”, dijo López Obrador sobre las
gestiones de Lula,
según La Jornada del 6 de agosto. El líder mexicano
dijo que Petrobras
buscará petróleo en el Caribe y a cambio se quedaría
con una parte de
los hidrocarburos encontrados, lo que no implica ningún
riesgo porque se
sabe dónde están los yacimientos. Detrás de
Petrobas, argumenta,
llegarían las demás multinacionales.
Sobre los agrocombustibles, Lula dijo que cuenta con
el apoyo de México
“en la campaña para establecer un mercado mundial
de combustibles más
limpios, baratos y renovables. Tenemos la oportunidad
de democratizar el
acceso a nuevas fuentes de energía multiplicando la
generación de
empleos y diversificando la matriz energética”. Es
evidente que el
presidente de Brasil no se dio por enterado de los
argumentos esgrimidos
estos últimos meses por Fidel Castro, entre muchos
otros, contra esas
energías. En Nicaragua, Lula ofreció a Daniel Ortega
apoyo para que ese
país se convierta en pionero de los agrocombustibles
en la región. “Es
completamente inadmisible y un crimen producir etanol
derivado del
cultivo de maíz”, le respondió el nicaragüense.
En Jamaica, Lula inauguró una planta de deshidratación
de etanol
propiedad de inversores jamaicanos y brasileños, y en
Honduras y Panamá
firmó acuerdos para el desarrollo de los combustibles
a partir de caña
de azúcar. El diario Folha de Sao Paulo, el 5 de
agosto, recordó los
motivos de fondo de Brasil para expandir el etanol en
esa región. “El
interés es usar América Central como plataforma de
exportación de etanol
a Estados Unidos; esos países tienen acuerdo de libre
comercio con los
americanos y no tienen límites para la exportación
de etanol”. Brasil
aporta la tecnología y los capitales, los
centroamericanos ponen el
trabajo semiesclavo en los cañaverales, y así la
potencia emergente
consigue abrir un mercado protegido al que tiene
enorme dificultades
para acceder. La forma de pensar de Lula es
trasparente: “Juntos podemos
constituir una potencia económica mundial”, le dijo
al derechista Felipe
Calderón en México.
La gira de Chávez fue muy diferente. En Argentina
firmó un acuerdo con
Néstor Kirchner para la compra de 500 millones de dólares
en bonos
argentinos y se comprometió a comprar una cantidad
similar en unos
meses. Este acuerdo es vital ya que luego del default
de 2001, Argentina
no tiene acceso a créditos internacionales. Además,
firmó un acuerdo
para la construcción de una planta regasificadora de
gas licuado
venezolano en Bahía Blanca, ya que Argentina sufre
una seria crisis
energética. En Uruguay firmó un Tratado de Seguridad
Energética con
Tabaré Vázquez, por el que las estatales Ancap y
Pdvsa trabajarán para
duplicar la capacidad de producción de la refinería
uruguaya y se crea
una empresa mixta para extraer crudo de la Faja del
Orinoco, considerada
la primera reserva mundial. Con ello Uruguay se
asegura energía a largo
plazo.
Esta vez Vázquez y Kirchner coincidieron. “¿Qué
otro gobierno del mundo
ha hecho otro ofrecimiento de tal magnitud y grandeza?”,
dijo el
uruguayo. “Los argentinos deberíamos, y debemos,
estarle reconocidos,
porque siempre que lo hemos necesitado ha estado”,
dijo un ministro muy
cercano a Kirchner.
Ya en Ecuador, Chávez suscribió una inversión de
5.000 millones de
dólares con Rafael Correa para la construcción de
una refinería en la
provincia de Manabí, para procesar 300 mil barriles
de crudo diario, en
la que será la mayor refinería sobre la cosa del Pacífico.
En Bolivia,
Chávez y Evo Morales llegaron aun acuerdo destinado a
la creación de la
empresa petrolera binacional Petroandina (entre YPFB y
Pdvsa), que
tendrá como primer proyecto invertir 600 millones de
dólares en la
exploración en Bolivia. Con el nacimiento de
YPFB-Petroandina, Bolivia
recuperó su derecho para explorar y explotar sus
hidrocarburos.
Las dificultades para que Venezuela ingrese al
Mercosur estuvieron
presentes en la gira. Hasta ahora los parlamentos de
Argentina y Uruguay
ratificaron la adhesión del país de Chávez al
bloque. Paraguay y Brasil
lo vienen demorando. Se sabe que el parlamento de
Brasilia no quiere
aprobar el ingreso, ya que tiene una mayoría de
centro-derecha, aunque
el gobierno puede hacer valer sus alianzas. En Buenos
Aires, Chávez dijo
en una reunión restringida, recogida por Página 12,
el 8 de agosto, que
los roces de Venezuela y Brasil no se deben a “una
disputa de
liderazgos” sino a “una confrontación de modelos
energéticos”. Unos
trabajan por la integración sobre la base de
compartir petróleo y gas, y
asegurarse así la autonomía energética; mientras
otros pugnan por una
integración en base a los agrocombustibles,
impulsando la misma política
que el imperio.
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