De Ciencia al Día ©
Septiembre 1998, Vol. 1, No. 2.
Una nueva
concepción de
Determinismo
Jorge Palacios C.
RESUMEN: En este ensayo se
analiza el concepto de Determinismo. Según el autor, este
concepto se encuentra en proceso de redefinición: el pensamiento dialéctico
clásico es rígido y propone que, de conocerse todas las leyes que
rigen un fenómeno y las condiciones iniciales, es posible predecir el
estado de un sistema en su totalidad y en cualquier momento. Actualmente
comenzaría a surgir en las ciencias, en cambio, un determinismo
dialéctico sugerido en importante medida por la propia investigación
científica experimental y abierto a la novedad, al azar y a facetas
imprevisibles en la evolución del universo. ABSTRACT: In this essay the
author analyses the concept of Determinism. According to him, this
concept is in the process of being redefined: classic dialectic thought is
rigid and proposes that, if all initial conditions and laws governing a
phenomenon are known, it is possible to predict completely and at any time
the state of a system. A new form of dialectic determinism would be
currently emerging in great part inspired by experimental science itself,
which is open to novelty, and the randomness and unpredictability of
the evolution of the universe.
Al parecer, una visión renovada de las teorías y de las experiencias científicas ha comenzado
en los últimos decenios a abrirse paso, vigorosamente, en oposición a la
interpretación clásica, aún corregida por la Teoría de la
Relatividad y por la Mecánica Cuántica. En física, por ejemplo, si bien todavía sigue
vigente la interpretación "oficial", e incluso en muchos aspectos predominando, toda
una corriente de epistemólogos y científicos impugnan aspectos esenciales de dicha interpretación.
Entre ellos, Ilya Prigogine, Isabelle Stengers, Edgar Morin, Henri Atlan, Paul
Feyerabend e, incluso el Karl Popper de "The Open Universe".
Si debiéramos calificar el contenido de la flamante corriente de pensamiento que emerge, -
simplificando como es inevitable al colocar etiquetas - me atrevería a decir, que
ella representa una "dialectización" en la conceptualización de los fenómenos
naturales. No se trata, sin embargo, de una reedición, inspirada en
las ciencias, de aquella filosofía materialista - fecundada por la dialéctica hegeliana
- que postulara el marxismo. Este, en sus esfuerzos por conferir a su concepción materialista un
sólido respaldo en los postulados científicos que le fueran contemporáneos, se
dejó atrapar por la concepción dogmática imperante en aquella época entre los
hombres de ciencia, que postulaban la existencia de un determinismo rígido y
mecanicista. Es así, como el marxismo sacrificó aspectos esenciales de
la inspiración dialéctica heredada de Hegel por un materialismo puramente mecanicista. El
pensamiento dialéctico que comienza a surgir actualmente en las ciencias, en cambio, es
expresión de un determinismo dialéctico sugerido en importante medida por la
propia investigación científica experimental y abierto a la
novedad, al azar y a facetas imprevisibles en la evolución del universo.
El reino de
la identidad
Para comprender las dificultades que el ser humano ha tenido para acceder a la realidad en
sus aspectos dialécticos y comenzar a aceptarla como tal, es indispensable
comprender la importancia decisiva que ha tenido en el desarrollo de
su pensamiento, así como de la comprensión del mundo en que le tocó vivir, la noción de
identidad. Una identificación consciente de propiedades que son
detectadas y/o atribuidas a la realidad (aunque sea de un modo provisorio) es una función
inherente a todo acto de conocimiento. Más aún, la existencia objetiva
de momentos de identidad por lo menos relativos, o sea, de igualdad consigo mismos de los objetos
y/o de ciertas propiedades que los caracterizan, es indispensable
al conocimiento de nuestro medio. En efecto, en un universo absolutamente cambiante, en que
nada permaneciera idéntico a sí mismo ni por un instante, tanto la existencia de
seres vivos como el conocimiento del mundo que algunos de ellos poseen, serían
del todo imposibles. De allí la importancia básica que adquirió desde los
comienzos de la humanización de nuestra especie, la capacidad de detectar y
reconocer la identidad. No es de extrañarse, por lo mismo, que los
más importantes sistemas metafísicos con los que se inició la filosofía en
occidente, buscaran - ya sea en un plano ideal y especulativo o en la realidad misma - una entidad que
permaneciera siempre igual a sí misma, en la cual pudiera asentarse el conocimiento
de manera sólida y definitiva. Junto con esos primeros sistemas filosóficos
apareció, muy pronto, formulado y sistematizado de manera explícita, un sistema
lógico de inferencia basado en la identidad.
La ciencia experimental no hizo más que proseguir esta misma búsqueda de la identidad
con métodos relativamente distintos. Su labor esencial, en efecto,
ha consistido en descubrir y formular leyes verificables a través de la experiencia.
Es decir, detectar identidades, repeticiones, regularidades en los fenómenos,
quepermitan preveerlos. Al progreso de la ciencia está íntimamente ligado el de
la tecnología. Así pues, resulta que una teoría que ha estado basada, fundamentalmente, en una
lógica de la identidad, se proyecta en un quehacer práctico, tecnológico, de
transformación de la realidad, que es eminentemente dialéctico,
contradicción que tarde o temprano debía resolverse. Tanto más cuanto que la propia
experimentación, que la ciencia utiliza para verificar o refutar sus hipótesis y
teorías, es, asimismo, una interacción tecnológica y dialéctica del investigador con el medio.
Determinismo
mecanicista
El propio éxito de la ciencia en sus aplicaciones prácticas, así como los
remanentes de la influencia sobre ella de los viejos sistemas filosóficos metafísicos, conducen a
sus representantes a sobrevalorar los aspectos de identidad detectados en la
realidad y a postular, sobre esa base, un determinismo rígido y
absoluto de corte mecanicista. La concepción mecanicista de la ciencia, inspirada
básicamente en la física y en la astronomía, se caracteriza por toda una serie de
prejuicios y extrapolaciones infundados. Enumeraremos algunos de ellos:
1) Se generaliza una tendencia reduccionista. Es decir, se piensa que
fenómenos complejos, como por ejemplo, los estudiados por la biología (y aún
por disciplinas como la psicología y la sociología), podrían ser explicados en
tanto procesos químicos; éstos, por su parte, como fenómenos físicos; los cuales,
en última instancia, se reducirían a interacciones entre partículas regidas por las
leyes de la mecánica clásica.
2) Se piensa que será posible explicar todo lo que acontece en el universo por medio de
unas cuantas leyes causales simples e inmutables. No se acepta la
existencia de hechos azarosos o caóticos en la realidad y ellos son considerados
tan sólo como "apariencias", que expresan nuestra ignorancia provisoria ante
procesos demasiado complejos.
3) Las leyes científicas son consideradas como regularidades rigurosas e
inmutables y las inadecuaciones entre ellas y las experiencias destinadas a verifi-
carlas, como una consecuencia de errores humanos y/o imperfecciones de
los instrumentos de medición, fallas, ambas, susceptibles de ser progresivamente
eliminadas.
4) Se excluye la idea del tiempo en tanto expresión de la irreversibilidad
de los procesos, marcada por el surgimiento de fenómenos inéditos, y a veces
imprevisibles en su especificidad. Tanto la dinámica clásica como la relativista,
hacen de la reversibilidad una propiedad esencial de toda evolución dinámica.
Eltiempo es concebido como tributario del espacio: se le mide en función del
espacio recorrido por un móvil o señal luminosa. "La naturaleza que supone la dinámica clásica es
una naturaleza a la vez amnésica, desprovista de historia, y enteramente
determinada por su pasado." (1)
5) Los componentes y fuerzas que integran el universo son concebidos
como simétricos: a la acción corresponde una reacción igual, a la materia igual
cantidad de anti-materia, etc.
Fatalismo
determinista
Las premisas enunciadas más arriba están ligadas a una concepción determinista rígida y
absolutista. El tiempo como proceso irreversible, en el que surge
lo nuevo e imprevisible en su especificidad, - ya sea debido a interacciones
inéditas entre ciertas causas o a una perturbación infinitesimal que determinará cuál
es el rumbo evolutivo que asumirá un proceso entre diversas posibilidades
potenciales que le son inherentes - es considerado como una pura ilusión subjetiva. Se
acepta que hay cambios en el universo, pero ellos se reducirían a la producción de
lo mismo por lo mismo,..." transformando todo lo real en una inmensa tautología."(2).
Alejandro Kojeve, describiendo la concepción clásica del determinismo,
expresa: ..."los representantes de la física clásica no dudaban del hecho de que
todos los acontecimientos de la naturaleza son estricta y completamente
determinados. Ellos no conocen, por cierto, todas las leyes que rigen la naturaleza, pero
admiten que esta leyes existen, y que ellas son, en principio, accesibles al físico.
La idea del determinismo clásico revestía generalmente la forma del principio
llamado "principio de causalidad": en el mundo físico nada es fortuito, todo es
allí previsible; todo fenómeno tiene una causa que le precede necesariamente, de
manera que conociendo la causa se conoce igualmente el efecto; nada se pierde,
nada se crea, la causa es conservada en el efecto." (3)
Por lo que concierne a la previsibilidad de los estados futuros del universo,
en función de la concepción absolutista y rígida del determinismo que hemos
analizado, nada más gráfico que las optimistas declaraciones de Laplace: "Una
inteligencia que, en un instante dado, conociera todas las fuerzas que animan a
la naturaleza, y la situación respectiva de los seres que la componen, y si por
otra parte ella fuera suficientemente vasta como para someter a análisis esos datos,
abarcaría en una misma fórmula, los movimientos de los más grandes cuerpos del
universo y aquellos del átomo más liviano; nada sería incierto para ella, y el
porvenir, como el
pasado, estaría presente ante sus ojos." (4).
Leyes naturales sólo probables
Uno de los primeros indicios de la falsedad de ese modelo de un determinismo rígido y
absolutista, así como de la creencia en la posibilidad de prever el futuro hasta en
sus detalles, surgió en los intentos por verificar
experimentalmente la vigencia de las leyes científicas. Es sabido, que en la física clásica se pensó
que las leyes científicas regían de un modo riguroso los hechos a los que ellas
se referían; que eran aplicables a dichos fenómenos de una vez para siempre; y que
la inadecuación que las leyes presentaban respecto a las experiencias destinadas
a verificarlas, se debía a errores o a fallas en los métodos y/o instrumentos de
medición, anomalías que se irían corrigiendo, progresivamente, en la medida
en que tales métodos e instrumentos se perfeccionaran. Hoy por hoy, en cambio,
se piensa que las leyes científicas nos indican, a lo sumo, la probabilidad de que
los hechos previstos por ellas ocurran dentro de ciertos márgenes establecidos. Y
ésto, no se debería a nuestra ignorancia ni a fallas o errores en los métodos
y/o instrumentos de medición. Al contrario, mientras más precisas han sido las mediciones y más
perfecto se ha tornado el instrumental con que ellas se efectúan (lo que ha permitido
acceder a los micro-procesos que conforman el macro-cosmos), más patente se
ha hecho la validez puramente probabilística de las previsiones legales. Y lo
que es aún más significativo: el carácter tan sólo probable de las regularidades de
los fenómenos codificadas por las leyes de la ciencia, comienza a ser
interpretado actualmente, no como un mero sistema de cálculo estadístico
destinado al estudio de conjuntos de elementos cuyo comportamiento, caso por
caso, sería muy complejo de analizar, sino, incluso, como una propiedad objetiva
inherente a sucesos considerados individualmente. "Para Popper, el valor que
toma la función de probabilidad mide la intensidad o la fuerza de la propensión
que tiene un acontecimiento de producirse; la probabilidad cuantifica pues, en
cierto modo, una potencialidad ligada a tal o tal sistema físico; poco importa que
éste sea simple o complejo, libre o en interacción con otros sistemas." Y más
adelante Popper habla de: ..."la probabilidad para que tal acontecimiento se produzca, como una
propiedad objetiva ligada a dicho acontecimiento, inherente a
la naturaleza de las cosas; asimismo, una distribución de probabilidad aparece
como una propiedad objetiva (potencial, si no efectiva) ligada a tal o tal
sistema físico."(5).
El carácter puramente probabilístico de las regularidades que las
leyes científicas expresan, se debe a que TODO proceso o fenómeno es una mezcla de
aspectos comunes con otros procesos o fenómenos, con aspectos diferentes
y específicos propios a cada uno ellos; una mezcla de relativa independencia en
relación a otros procesos o fenómenos y de dependencia y modificaciones mutuas
derivadas de las interacciones con ellos; una combinación de una relativa estabilidad en ciertos
aspectos de la estructura de cada proceso o fenómeno, con una
inestabilidad en otros aspectos; así como de persistencia, por un cierto tiempo, en
la identidad consigo mismos de los aspectos "esenciales" de dichos procesos o
fenómenos, con la posterior transformación cualitativa de los mismos, debido al
desarrollo de las contradicciones internas o externas que los afectan. En suma,
la validez sólo probabilística de las leyes científicas se debe al carácter
básicamente dialéctico y contradictorio que encierran TODOS los procesos o fenómenos.
El azar y la
ley
Algunos juegos de azar, analizados a través del cálculo de probabilidades
(el mismo que se utiliza actualmente para expresar ciertas leyes científicas), pueden ilustrar muy
bien los vínculos inseparables que unen la identidad y regularidad expresadas por
dichas leyes, con una serie de fenómenos aleatorios que se oponen a esas
propiedades, determinando su carácter sólo probabilístico. Así, por
ejemplo, se sabe que para un gran número de lanzamientos de un dado, el cálculo de
probabilidades permite establecer una regularidad estadística aproximada: cada
cara del dado posee el mismo número de oportunidades de salir. Esta forma de
identidad relativa, de regularidad en el comportamiento del dado, - esta suerte
de ley científica del juego de dados - obedece a causas objetivas. Ella deriva, por
una parte, de la simetría de las seis caras del dado (equidistantes de su centro de) y,
por otra parte, del carácter irregular de los lanzamientos. La regularidad en la
forma del dado (que ofrece a cada una de sus caras el mismo número de posibilidades
de mostrarse), se combina con la irregularidad en la manera de lanzarlo (que en
su dinámica ofrece, también, a todas las caras del dado una expectativa igual
de aparecer), para determinar que, en un gran número de jugadas opere la ley
mencionada. Tenemos pues, un marco de identidad relativa establecido por la forma
simétrica y por la estabilidad estructural del dado, que determinan que una cara
cualquiera del mismo deba aparecer, sin preferencia por ninguna de ellas. Por otra
parte, el factor variable (derivado de los diferentes modos de
lanzar el dado), es el que pone en acción las seis eventualidades posibles del resultado,
permitiendo que opere la ley, que establece la equiprobabilidad de que cada una
de las caras se haga visible en un gran número de lanzamientos.
Para precisar aún más la analogía del ejemplo anterior con la formulación
probabilística de las leyes científicas, hay que señalar que la estructura
simétrica y estable del dado (con las consecuencias determinantes que ella comporta respecto a la
regularidad estadística en el comportamiento de éste y en la ley ya
mencionada), es producto de una cantidad enorme de complejas interacciones y
fluctuaciones de elementos menores, que conforman la estructura de dicho objeto.
Esos micro- procesos no son tomados en cuenta en el cálculo de probabilidades destinado a
establecer la regularidad estadística de la ley de este juego de azar,
pues no afectan de un modo significativo la forma o el comportamiento del dado.
Teóricamente, sin embargo, podría ocurrir que tales fluctuaciones e interacciones,
sea como consecuencia de factores internos inherentes a la estructura del
dado; sea como resultado de la influencia de factores externos, macroscópicos,
lleguen a alterar la estructura simétrica del dado - incluso su carácter de tal -
modificando así la regularidad expresada por la ley. Por otra parte, la decisión
estableciendo que las fluctuaciones de los micro- procesos que conforman la estructura
del dado, no son significativas en lo que concierne a las regularidades de la ley
probabilística que expresa su comportamiento, depende, únicamente, del grado de
exactitud que exijamos en las previsiones que serán efectuadas con dicha ley. Las
leyes de la física clásica, que fueran cambiadas radicalmente por la Teoría de
la Relatividad, permiten también prever una gran cantidad de fenómenos, sólo que
dentro de ciertos límites de precisión.
Por otra parte, en la vigencia de la ley estadística que se refiere al juego de dados, la
irregularidad de los lanzamientos, que ofrece, actuando como factor relativamente
aleatorio, iguales posibilidades de aparición a las seis caras del
dado, no puede tampoco ser de cualquier magnitud en su irregularidad aleatoria, si
esperamos que dicha ley opere en el contexto en que ella fue formulada y
verificada. Dicha irregularidad, debe operar en los marcos de un cierto contexto de
identidad y estabilidad.
Asimismo, si lográramos a través de un sistema controlado de lanzamientos del dado,
eliminar la variabilidad irregular y aleatoria de dichos lanzamientos,
obteniendo de ese modo que aparezca regularmente una y la misma cara del dado;
si logramos así, oponiéndonos a la simetría del dado, eliminar cinco de las seis
posibilidades de sus caras a presentarse, sólo estaremos imponiendo al dado un
nuevo tipo de regularidad más restringida que la anterior: una coacción legal más
rígida que la precedente. No obstante, hay que señalar que esta nueva ley, que
controlando la variabilidad de los lanzamientos, impone al dado la aparición repetitiva de una
sola cara, no eliminaría tampoco completamente los factores aleatorios, azarosos,
casuales, que influirían sobre la nueva ley impidiendo una repetición
absolutamente idéntica del comportamiento del dado. Incluso, si el
dado,sistemáticamente, exhibiera la misma cara prevista, él caería en ángulos diferentes
y/o a distancias variables respecto a los límites de la superficie sobre la cual lo
lanzamos. Y aún, si consiguiéramos controlar e imponer una conducta repetitiva
más rígida a algunas de estas variables, nos enfrentaríamos siempre a otros
aspectos aleatorios, - sea en relación con el medio en el cual se efectúan los
lanzamientos, sea, por último, en relación con la estructura microscópica del dado o de
dicho medio - que impedirían que opere una regularidad absoluta en el comportamiento del
mismo.
Podemos concluir, por consiguiente, que las particularidades aleatorias
(internas o externas a los procesos), que impiden la vigencia absoluta e irrestricta
de cualquiera ley científica, son inseparables de ella; por otra lado, dichas
particularidades, que resultan aleatorias y opuestas a la regularidad expresada por una
ley, son, asimismo, inseparables de ciertas formas de identidad, - de regularidad legal -
inherentes a su nivel de contingencia. Ni ley pues, sin irregularidad;
ni irregularidad total, sin ley. En la actualidad, además, a las leyes científicas no
se las conceptúa como en el pasado, como imperativos trascendentes e inmutables
o decretos divinos, que ejercerían desde el exterior su determinación sobre los
fenómenos, sino como una expresión abstracta de identidades y regularidades
inherentes a los propios fenómenos y a sus interacciones. Ellas son concebidas
pues, como históricas, es decir, con una existencia que depende de aquellos
hechos cuyas regularidades expresan de un modo abstracto. Por lo mismo, no
tiene sentido hablar de leyes de la química en relación con ese plasma a altísimas
temperaturas, que se supone existió en los primeros segundos del Big Bang o de
leyes de la biología antes de que apareciera la vida en el planeta. Como señala
Edgar Morin:
..."el orden de la Naturaleza no está más constituído por leyes anónimas
gobernando de manera superior y exterior a los cuerpos del universo.
El se forma al mismo tiempo que se forman los primeros cuerpos materiales, las
partículas; el se desarrolla al mismo tiempo que se producen las interacciones
nucleares, electromagnéticas, gravitacionales entre los cuerpos."(6).
Ciertos procesos, con las leyes que le son propias (como la vida, por ejemplo), sólo surgen a partir de
un cierto grado de complejidad evolutiva de los procesos naturales.
Muchas propiedades y leyes típicas inherentes a dichos procesos más complejos, si
bien provienen de estados evolutivos anteriores, no pueden ser - en
su especificidad- explicadas ni previstas, simplemente deduciéndolas de las
propiedades, leyes, o fenómenos de esos estados previos de los cuales derivaron. La
concepción histórica de todos los fenómenos y leyes del universo es pues,
incompatible con aquellas antiguas interpretaciones de tipo reduccionista de los
mismos.
La
complejidad de lo real
Junto con eliminar del pensamiento científico la idea de la vigencia universal de un orden
determinista rígido y absolutista, se ha dejado de concebir la constatación de
la existencia de azar y de desorden en el universo como simples expresiones de
nuestra ignorancia de las leyes que rigen tales fenómenos, es decir, de un
determinismo oculto tras una apariencia caótica. Actualmente, se ha asumido la concepción
de la realidad como algo complejo, en que coexisten el orden y el desorden, la
necesidad y el azar, lo previsible y lo nuevo e imprevisible, transformándose,
además, unos en otros. Edgar Morin señala: "Resulta que el
viejo orden eterno-absoluto de las leyes soberanas- universales, como el antiguo
determinismo laplaciano que excluía todo álea, toda incertidumbre, toda
bifurcación, en el pasado como en el futuro, han muerto. Pero no la idea de orden ni la de
determinación. Al contrario, la idea de orden y la idea de determinación se han
enriquecido, flexibilizado, pluralizado... La idea enriquecida de orden no puede
expulsar más la idea de desorden. Ella debe abrir un diálogo orden-desorden-organización. A
diferencia de la explicación clásica, que arrojaba al infierno
extra-científico todo aquello que no dependía únicamente de un paradigma de orden
absoluto, la explicación moderna invoca un paradigma irreductible orden-desorden-interacciones-
organización. De ese modo el mito del determinismo cede
su lugar a la problemática de un orden que se ha hecho ineluctablemente complejo, es decir,
ligado de manera no solamente antagonista, sino complementaria al
desorden, el cual arroja su desafío - fecundo y mortal, como todo desafío - al
conocimiento científico." (7).
En la actualidad, por otra parte, no sólo se ha constatado la coexistencia de orden y
desorden en la realidad, sino a través de experiencias muy concretas, las
transformaciones de fenómenos ordenados en caóticos y vice- versa.
Ilya Prigogine, precisamente, obtuvo el Premio Nóbel por demostrar teórica y
experimentalmente, el paso de una categoría de fenómenos a sus opuestos. Es posible,
por ejemplo, mostrar como el acoplamiento de dos movimientos de un péndulo, -
cada uno de ellos plenamente calculable con el viejo concepto determinista- es
capaz de generar un movimiento caótico del mismo. Prigogine, asimismo, demuestra
experimentalmente: ..."la formación de "estructuras disipativas" en condiciones muy
alejadas del equilibrio, y en que la estructura surge a partir del caos térmico, del
azar molecular." A propósito de tales experiencias, él dice: "Los conceptos de ley
y de "orden" no pueden ya considerarse inamovibles, y hay que investigar el
mecanismo generador de leyes, de orden, a partir del desorden, del caos." (8)
Generalización de
lo particular
La nuevas concepciones dialécticas que se abren paso en las ciencias, valoran como un
factor decisivo en la evolución de muchos procesos, la actualización y
desarrollo - a partir de un estado potencial - de una contingencia, de una singularidad,
la cual, en interacción con un medio favorable, se expande, convirtiéndose
en propiedad común de numerosos fenómenos y, a veces, en ley de un nuevo
proceso. Es el principio enunciado por Darwin en relación con la
evolución de las especies: una particularidad, que se hace presente y se
consolida a través de la herencia genética, dando origen a una nueva especie, sólo que ahora
operando en fenómenos muy diferentes a los biológicos. Maxwell, por ejemplo, hablaba de:
..."la pequeña chispa que incendia una inmensa pradera, la
breve palabra que conduce el mundo a la guerra, el pequeño escrúpulo que impide al
hombre hacer lo que desea, la espora diminuta que pudre todas las papas, el
pequeño gene que hace de nosotros filósofos o idiotas." (9). En el terreno de la
metereología se habla actualmente del llamado "efecto mariposa", es decir, de la
manera cómo la perturbación producida en la atmósfera por el tenue aleteo de una
mariposa, amplificándose progresivamente en su interacción con el medio, es
capaz de producir un tifón en otro punto del planeta. En el plano histórico,
podría mencionarse como ejemplo, el que la transformación de la sociedad feudal, no
ocurrió como consecuencia de las pugnas entre las clases sociales más importantes
que existían en esa sociedad: señores feudales y siervos, ni de los aspectos económicos
específicos del régimen feudal, sino del surgimiento y desarrollo vigoroso
de un nuevo tipo de economía: el capitalismo; y de una nueva clase social: la
burguesía, que llegó a controlar la sociedad.
La influencia que tuvo la concepción de un determinismo absolutista y rígido, -
característico de la concepción metafísico-mecanicista de las ciencias en el siglo XIX -
sobre el materialismo dialéctico, se manifiesta, muy especialmente, en la ausencia
en él de la noción mentada de emergencia y desarrollo de particularidades
significativas, como un ingrediente decisivo en la evolución de la realidad.
Ello determina, en dicha concepción materialista, una visión también mecanicista
de la evolución, incapaz de asimilar el surgimiento de lo nuevo e imprevisible;
así como una creencia utópico-fatalista en un proceso histórico ineluctable,
con etapas perfectamente definidas y, por lo mismo, susceptibles totalmente de
ser previstas y delineadas anticipadamente, visión ingenua que ha sido desmentida
por los hechos.
Irreversibilidad
e imprevisibilidad
El carácter únicamente probabilístico de las regularidades legales con las
que se prevee el futuro; las potencialidades objetivas múltiples y diferentes de
desarrollo que poseen muchos procesos; así como el hecho de que, a veces, el
curso que ellos asuman dependa de una singularidad que adquiere, progresivamente,
importancia en su rumbo, nos exigen concebir la evolución de la realidad
como un proceso histórico irreversible y, en muchos aspectos, imprevisible. Se
empieza pues, a superar aquel ideal de la ..."física clásica..., de un conocimiento
máximo, completo, que reduciría el devenir a una repetición tautológica de
lo mismo"; y con ello,..." el tiempo deja de ser cíclico, y él comienza a poder
abrirse hacia el infinito." (10).
Para la física clásica la reversibilidad de los fenómenos que ella estudiaba
era una propiedad esencial de los mismos. Como señalan Prigogine- Stengers:
"La reversibilidad de la trayectoria dinámica fue, en lo que le concierne,
implícitamente afirmada por todos los fundadores de la dinámica, y entre otros por Galileo
y Huyghens: cada vez que ellos querían explicar la relación de equivalencia entre
causa y efecto, por medio de la cual ellos se proponían fundamentar su descripción matemática
del movimiento, evocaban una operación imaginaria, muy bien ilustrada por
una pelota perfectamente elástica que rebota sobre el suelo; ellos imaginaban la
inversión instantánea de la velocidad del móvil estudiado, y describían su retorno
hacia la posición inicial con restauración simultánea de lo que había producido
el movimiento acelerado entre el instante inicial y el instante de la inversión.
La pelota, por ejemplo, remonta a su altura inicial. La dinámica hace de la
reversibilidad la propiedad de toda evolución dinámica... Lo que una evolución dinámica
ha efectuado, otra evolución, definida por la inversión de las velocidades, puede
deshacerlo y restaurar una situación idéntica a la situación inicial." Y en otro
punto, recuerdan: "Las leyes universales de la dinámica de trayectorias son
conservativas, reversibles y deterministas. Ellas implican que el objeto de la dinámica es
conocible de parte a parte: la definición de un estado del sistema, no importa cual, y
el conocimiento de la ley que rige la evolución, permiten deducir, con la certeza
y la precisión de un razonamiento lógico, la totalidad de su pasado como de su
futuro." (11). Prigogine, refuta ésto en otra de sus obras: "Podemos hoy en día
percibir nuevas perspectivas. Sabemos que vivimos en un mundo pluralista, que
contiene el determinismo, lo aleatorio, lo reversible y lo irreversible. Podemos
identificar fenómenos deterministas como el péndulo o el movimiento de la luna
en torno de la tierra; sabemos que en el caso del péndulo idealizado sin fricción,
ese movimiento es también reversible. Pero por otro lado, existen también
procesos irreversibles como la difusión de dos líquidos o las reacciones químicas; en
fin, es necesario admitir los fenómenos aleatorios. Pero lo que ha
cambiado desde comienzos de siglo, es nuestra apreciación de la
importancia relativa de esas cuatro categorías. Los físicos eran casi
unánimes en la opinión que las leyes fundamentales del universo eran deterministas y
reversibles. Los procesos que salían de esos marcos aparecían como anomalías, debidas
a una aparente complejidad, que era atribuida a nuestra ignorancia o a nuestra
falta de control sobre las variables. Ahora bien, en este fin de siglo, somos más
y más numerosos los que estimamos que las leyes fundamentales son irreversibles
y aleatorias, mientras las leyes deterministas y reversibles, cuya existencia no
objetamos, no se aplican sino a situaciones límite: procesos "ejemplares", en el
sentido en que lo son los relatos simplificados que mostramos a los niños antes de
confrontarlos a los problemas reales." (12).
La irreversibilidad temporal está ligada, esencialmente, a la novedad
evolutiva y ésta a la imprevisibilidad, derivada, no sólo de nuestra ignorancia de las
causas que produjeran ciertos efectos, sino del surgimiento en la realidad de
fenómenos auténticamente inéditos y originales. Ellos derivan de causas ya
existentes (pues no hay efecto sin causa), pero se diferencian de sus causas en la
especificidad de sus atributos. Esos efectos, por lo tanto, no son deducibles de
las propiedades que exhiben sus causas, pues ellos resultan de interacciones nuevas
y originales entre esas causas. En un universo imaginario en el que sólo existiera
hidrógeno y oxígeno en estado puro, el agua con sus propiedades sería inconcebible y no
podríamos preverla sobre la base de los atributos de dichos gases, hasta que se produzca
la combinación específica que la origina. El agua, surge como una realidad
cualitativamente diferente, que no es la simple suma o agregado de las propiedades
de los gases que la generaron.
Por otra parte, la evolución que un sistema emprenderá resulta imprevisible de un modo
cierto y unívoco, debido a que ella depende con frecuencia de un conjunto de
acontecimientos probables, que son otras tantas potencialidades objetivas de la
realidad, entre las cuales se ignora cuál va a actualizarse y a
determinar esa evolución. "Si, a partir de una cierta distancia del equilibrio, no
una sino varias posibilidades se abren al sistema, ¿hacia qué estado evolucionará
éste?", se pregunta Ilya Prigogine. Y responde: "Eso depende de la naturaleza de la
fluctuación que efectivamente vendrá a desestabilizar al sistema inestable y se
amplificará hasta realizar uno de los estados macroscópicos posibles." Y luego
señala respecto al sistema en cuestión: "El recorrerá así el diagrama de las
bifurcaciones emprendiendo un camino que constituye, hablando en propiedad, una
historia: el determinismo de las ecuaciones que permiten calcular la estabilidad
e inestabilidad de los diferentes estados; y el azar de las fluctuaciones que
deciden hacia qué estado el sistema se dirigirá efectivamente, están ahí inseparablemente asociadas." Y
luego: "En efecto, que el sistema esté en este estado singular no es deducible.
Otros estados le eran igualmente accesibles. La única explicación es pues, histórica
o genética: es necesario describir el camino que conforma el pasado del sistema,
enumerar las bifurcaciones atravesadas y la sucesión de fluctuaciones que
decidieran su historia real entre todas las historias posibles." (13).
A modo de
conclusión
La superación, en el nuevo paradigma que parece abrirse paso en las ciencias, de
las antiguas nociones de ley científica, de causa, de razón suficiente, de
reversibilidad, de determinismo, de previsión del futuro, no es expresión de
un retroceso en el terreno científico o de una invasión de éste por una total
irracionalidad. La capacidad científica de previsión que fuera conquistada no cesa de
acrecentarse y aún la física newtoniana, - por la parte de verdad que ella contiene
dentro de ciertos límites de precisión - es utilizada para los cálculos con que
se lanzan los satélites al espacio. Lo que ha entrado en crisis y comienza a ser
dejado de lado, son ciertas extrapolaciones sin fundamento hechas en el pasado y
basadas en conocimientos muy parciales de la realidad. No se gana en precisión ni
tampoco en racionalidad respecto a las previsiones científicas, suponiendo a priori y
en forma errada una vigencia irrestricta a leyes que sólo expresan la probabilidad
de alcanzar el resultado previsto, o cerrando simplemente los ojos frente a
cambios imprevisibles, que tienen lugar tanto en la historia social de la humanidad, como
en la historia natural. Los serios trastornos ecológicos que amenazan la propia
supervivencia de nuestra especie en el planeta, derivados de torpes aplicaciones
tecnológicas de las ciencias, - y que hace unos pocos decenios apenas, comenzamos a percibir
- constituyen una seria advertencia de lo negativo que resulta el perseverar en
posiciones dogmáticas o impregnadas de un optimismo racionalista infundado.
La gran innovación que se ha iniciado con la dialectización de las actuales
teorías científicas es el haber vinculado las ciencias naturales, - que
parecían absolutamente extrañas a la historia y a los problemas humanos - a la noción de
un tiempo irreversible, es decir, de un tiempo similar a aquel en que nos
sentimos inmersos y viviendo cotidianamente. El hombre ya no es más un fenómeno casual
en medio de una naturaleza a la que todo lo humano le es extraño. El nuevo
paradigma implica una refutación de aquella lúgubre y lapidaria idea que
enunciara el famoso biólogo Jacques Monod: "La antigua alianza se ha roto; el hombre
sabe por fin que él está solo en la inmensidad indiferente del Universo, en donde él
emergió por azar."
Bibliografía
(*) Las traducciones del francés han sido hechas por el autor de este
trabajo.
1) Prigogine et Stengers: "La Nouvelle Alliance", Gallimard 1986, pag. 130
2)Henri Atlan: París, "Le débat", NE 14 - Juillet- Aoüt 181, pag. 85
3) A. Kojeve: "L'Idée du Déterminisme", Librairie Générale Française, 1990, pag. 43
4) P.S. Laplace: "Essai philosophique sur les probabilités", Paris, Bachelier 1840, pag. 4
5) Mario Bunge: "Philosophie de la physique", Seuil 1975, pag. 93
6) Edgar Morin: "Science avec conscience", Seuil 1990, pag. 201
7) Edgar Morin: Paris, "Le débat", NE 6 novembre 1980, pag. 111
8) Prigogine: "¿Tan sólo una ilusión?", Barcelona, Tusquet, 1983, pag.159
9) Maxwell JC, "Science and Free Will". En Campbell L y Garnett W. "The Life of James Clark
Maxwell", p. 443,
London, MacMillan, 1882.
10) Prigogine et Stengers: Idem, pag. 351
11) Prigogine et Stengers: Idem., pag. 104- 105- 356
12) Prigogine: "Temps et Devenir", Patiño, Suiza 1988, pag. 152
13) Prigogine et Stengers: Idem. pags. 229- 230-231
Jorge Palacios Calmann,
chileno, nacido en 1926 Valparaíso, es periodista y profesor de Filosofía. Ocupo
el cargo de
director del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile. Autor de libros "Chile: una
tentativa de compromiso histórico" (Paris, 1980), "La nécessité apprivoisée" (editions Patiño, Geneve,
1992) y artículos de divulgación científica (La Epoca).
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