Jorge Palacios C.
El 21 de julio se cumplieron 38 años desde la supuesta
caminata de Neil Armstrong y Edwin “Buzz” Aldrin en la
superficie de la Luna. Todos vimos el video en que avanzaban
dando pequeños saltos a cada paso. La explicación “teórica”
de esos brincos es que se trataba de organismos humanos adaptados
a la gravedad terrestre, que influye en el peso que desplazamos
con cada movimiento. La Luna es más pequeña que la Tierra y su
atracción gravitacional es siete veces menor. Sobre ella somos
menos cargantes.
Hay mucha gente que opina que el susodicho alunizaje
estadounidense fue falso. Una farsa yanqui destinada a
contrarrestar el golpe publicitario soviético al haber lanzado
el primer satélite artificial en torno a nuestro planeta. Los
argumentos son muchos: las sombras de los astronautas debieran
ser iguales, porque sólo el sol los ilumina y no lo son; el
fondo borroso de las imágenes tendría que haber sido totalmente
nítido, porque en la Luna no existe atmósfera y, además, no se
observa cráter alguno en las patas del módulo, pese al
abundante polvo que hay en el satélite terrestre. Para más
remate, un científico llamado John Sarkissian, sin ser
desmentido por la CIA, sostiene que desaparecieron 698 de las 700
cajas con cintas video del alunizaje. ¡Qué casualidad!, ¿no?
Lo anterior sea dicho por lo que toca a los alunizados
Hablemos ahora sobre un aterrizado: Yu “El Grande”. Él fue
el fundador de la dinastía Xia, que existió hace unos cuatro
mil años (2205 al 2597 a.C.). Los escépticos sinólogos
occidentales califican a la dinastía Xia de semi-mítica. Pero a
Yu “El Grande” se le atribuyen importantes obras de
canalización que aminoraron el efecto de las terribles
inundaciones que arrasaban pueblos enteros en China. Además, se
le adjudica una misteriosa danza, que practican los taoístas
hasta nuestros días. Ésta ha intrigado desde hace milenios a
los sinólogos, tanto chinos como extranjeros. Ella no tiene el
menor valor estético y se ha pensado que corresponde a un baile
de alguien con hemiplejia o con callos en los pies. Esto no
concuerda, por cierto, con el prestigio de Yu y con las hazañas
físicas que se le reconocen. La danza es bastante compleja y
existen antiquísimos dibujos de cómo se encadenan en ella los
diferentes pasos. Ko Hong, un famoso taoísta antiguo, nos da una
síntesis de esos pasos: “Se parte siempre con el pie derecho
desplazándose adelante: en un primer tiempo el derecho avanza y
el izquierdo lo sigue sin sobrepasarlo; en un segundo tiempo, el
izquierdo avanza y el derecho lo sigue sin sobrepasar al
izquierdo; en todos los casos una pierna se queda atrás”. Por
su parte, Che-tseu, en su libro “Li Pou-wei”, define
brevemente la esencia de los pasos. “Que con el paso de cada
pie, no sobrepase el uno al otro”. Se ha calificado esta danza
desde tiempos inmemoriales de “brincadora” o “saltarina”,
porque los pasos son seguidos de un impulso hacia arriba y un pie
sigue al otro por el aire, mientras éste avanza.
Ahora pregunto a los lectores: ¿no encuentran una similitud
de la danza de Yu, con la “caminata” de Armstrong y Aldrin en
su supuesto paseo por la Luna? Los astronautas, debido a la menor
gravedad, pueden brincar hasta tres metros en la superficie
lunar. Posan un pie y rebotan en él y lo avanzan, mientras el
otro pie se desplaza en el aire hasta alcanzar al primero, y así
sucesivamente. ¡Pero ésa es, precisamente, la danza de Yu “El
Grande”..!
Yo estoy dispuesto a aceptar que el alunizaje yanqui fue
verdadero, siempre que se acepte también que Yu “El Grande”
llegó a ayudarnos desde un cuerpo celeste más grande que la
tierra. Y más atractivo que ella, habría que agregar, al menos
gravitacionalmente.