De Puro Chile - 25 octubre 2007
LA
GRAN REVOLUCIÓN CULTURAL PROPIETARIA
Jorge Palacios C
Los
dignos y fieles sucesores del Presidente Mao, a quién honran
a diario imprimiendo suimagen
en los billetes y preservando su foto en la ahora segura
plaza Tien An Men, encabezan la Gran Revolución Cultural
Propietaria. Uno de los grandes stajanovistas de esta nueva
epopeya es Xu Rongmao. Él emplea su ardiente espíritu
rebelde, construyendo rascacielos y palacios, para quienes
coleccionan yuanes con la efigie del Presidente. Su fervor
por cumplir la consigna de Mao “servir al pueblo”, lo ha
llevado a superar a su más insigne rival imperialista: Sam
Sell. Éste último, controla en Chicago 32 millones de
metros cuadrados construidos. ¡Un tigre de papel!, dice Xu.
Su empresa alcanzará en el 2010 unos 38 millones de metros
cuadrados. ¡Y no construye cualquier baratija!... Edifica
departamentos de lujo, que se venden en más de 4 millones de
dólares. De paso, como quién no quiere la cosa, levantó el
rascacielos Shimao, el quinto más alto del mundo. Nuestro Xu,
comenzó su colección de yuanes haciendo una pequeña
diablurita. Fue dateado por altos sucesores del Presidente
Mao en el Gobierno, que se venía la Revolución Cultural
Propietaria. Entonces, sin que nadie se quisiera dar cuenta,
simuló construir una fábrica de tejidos para la provincia
de Gansu. ¡Ropita para el pueblo! No bien se eliminaron las
restricciones a la propiedad privada, su fábrica, como por
arte de magia, resultó ser el primer hotel privado de China.
Un tres estrellas, por supuesto.
Pero a Xu Rongmao, aún le falta mucho para ser el
pionero principal de la Revolución Cultural Propietaria. Hay
nueve yuanófilos post-Mao, que le dan cancha, tiro y lado.
En conjunto, guardan en sus chanchitos de ahorro, más de 10
mil millones de euros. El segundo de a bordo, Zhu Mengyi, le
hace collera con una inmobiliaria en Hong Kong. El año
pasado su platita superó los mil 200 millones de euros. Es
decir, unos 840 mil millones de esos pesos plumas, que en
Chile se regalan para socorrer “niños maltratados”. Un
chino con ingreso promedio tendría que trabajar un millón
de años para alcanzar a este sacrificado stajanovista. La
mitad de los 50 chinos más ricos se dedica a la inmobiliaria,
haciendo crecer al país a niveles antes desconocidos. Entre
ellos, un hijo del Supremo Timonel de la Revolución Cultural
Propietaria, Deng Xiaoping, el mismo que lanzó al pueblo
chino la consigna: “¡Enriqueceos!”… No tuvo muchos
seguidores, pero si muy eficaces. Todos ellos están férreamente
unidos o emparentados, con los miembros del Cuartel General
Propietario y ejercen firmemente, desde los años 70, la
Dictadura del Propietariado.
¿Tierras para construir la China del futuro? Les
sobran. Unos 100 millones de campesinos han sido liberados
por ellos en sólo 15 años de las duras y sucias faenas del
campo. Ahora buscan en las ciudades un trabajo digno. Su
ingreso promedio era apenas 463 dólares anuales en el
deprimente mundo rural. En la ciudad, hasta pueden lograr su
sueño de 2 dólares al día.
La Asamblea Nacional, presidida por el Primer Ministro
chino Wen Jiabao, aprobó este año la ley que hacía falta
para consolidar le Gran Revolución Cultural Propietaria. Las
propiedades en manos de quienes edifican el país hacia
arriba, son legítimas, legales y sagradas. El
resto de la tierra, es del Estado. Éste permite
generosamente que los
campesinos la cultiven. A menos, claro está, que la solicite
algún “servidor del pueblo”, que quiera hacer una
carretera, un aeropuerto o su pequeño rascacielos. Basta
para lograrlo un pariente o un buen pituto en el Olimpo de
mandarines. La tierra que requieren para trabajarla en serio,
-con cemento y ladrillos hechos por sacrificados “guardias
rojos” en Shagxi y otros lugares- se expropia por simple
decreto.
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