De La Nación - 9 junio 2008
Edgar Morin: un pensador
planetario
Jorge
Palacios C
Nos
visita en esta semana, Edgar Morin, uno de los más
brillantes y profundos pensadores de los dos últimos
siglos. Recientemente, en mayo, él asistió al Foro
Iberoamericano Sobre Estrategias de Comunicación (FISEC).
Rafael Alberto Pérez, Presidente de dicho organismo, señaló:
“Si a los 300 miembros del Foro, alguien nos
preguntase quién es el intelectual europeo vivo que más
ha influido en nuestra manera de pensar, no creo
arriesgar mucho si digo que la respuesta sería
mayoritariamente Edgar Morin. De hecho es el autor más
citado en los más de 125 trabajos publicados en nuestra
revista académica”.
Edgar
Morin, ha incursionado en los variados campos de la
civilización humana: ciencias naturales y sociales, y
así mismo, en las innovaciones recientes introducidas
por la inteligencia artificial (teoría de sistemas,
teoría de la información, cibernética). Todos sus
estudios y trabajos, lo han llevado a una comprensión
de las interacciones entre los diversos aspectos del
conocimiento y del mundo en que vivimos; y a la
necesidad de encarar la realidad como un proceso
complejo. Ninguna abstracción, corte, separación,
especialidad, aspecto aislado del universo, puede
comprenderse si no es examinado en un contexto más
vasto del que forma parte. Por otro lado, toda realidad
es más que la suma de las partes que identificamos en
ella. Además, esas partes no se relacionan con el todo
o entre sí de un modo externo, como entidades cerradas,
sino como sistemas abiertos. Ellas forman parte de
aquello con lo que se relacionan, sin perder por ello su
identidad relativa. La pretensión de separar las
disciplinas científicas; de aislar y enfrentar en forma
chovinista las naciones; de encarar la enfermedad de un
órgano, sin considerar el organismo al que pertenece y
el medio en que vive, nos conducen a una visión
distorsionada de las cosas y a cometer errores y hasta
crímenes. Por otra parte, en cada conjunto de cosas
interrelacionadas, debemos tomar en cuenta (no sólo el
todo), sino la individualidad, la frontera, que contiene
la existencia específica de las cosas que
integran ese todo. Un país, se enriquece
respetando la individualidad, la originalidad de sus
miembros, a menos que ella atente en forma grave contra
el conjunto de la sociedad; así como, un eco-sistema se
enriquece con la bio-diversidad de las especies que lo
componen.
Pero
la complejidad que plantea Morin, no sólo concierne a
la relación entre las partes y un todo (o conjuntos de
todos de los que “ese todo” forma parte), sino a la
complejidad estructural de cualquier todo, así como de
las partes que lo conforman. El universo es complejo y
contradictorio a todos los niveles y evoluciona, es
decir, tiene
una historia. Las nociones de caos, contradicción, azar,
indeterminación, desorden –señala Morin-
“aparecen, no como residuos a eliminar mediante la
explicación, sino como ingredientes no eliminables de
nuestra percepción/concepción de la realidad…”
Tampoco podemos eliminar lo nuevo, lo original, lo
imprevisible.
Lo
escrito hasta aquí, contiene apenas un ejemplo muy
simplificado de la riqueza que encierra la concepción
del mundo de Edgar Morin. Ella está explicitada en más
de medio centenar de obras claves, traducidas a una
veintena de idiomas diferentes. Su formulación le ha
valido los calificativos de “Maître à Penser” y de
“Pensador Universal”.
Habría
que mencionar también, contribuciones más específicas
del hombre integral que es Morin. Por ejemplo, referirse
al rol que jugó en defensa de la libertad, combatiendo
en la Resistencia durante la ocupación alemana de su país
y su participación en el combate por liberar París; su
promoción de numerosísimas publicaciones, su
participación activa en foros, organizaciones de
diverso tipo, charlas, conducción de investigaciones.
Entre todas sus actividades, hay que destacar su
preocupación por el problema de la educación. Durante
1997-1998, es solicitado por el Gobierno francés, para
que presente un plan de proposiciones para una reforma
educativa en Francia. En 1999, es invitado por la
UNESCO, a entregar sus puntos de vista en un proyecto de
“Educación para un futuro sostenible”. De esta última
iniciativa, surge el ya mundialmente conocido texto de
Edgar Morin, llamado: “Los siete saberes necesarios
para la educación del futuro”. Un planteamiento lúcido
y fundamental, no sobre tecnologías o métodos de enseñanza,
sino sobre los objetivos fundamentales que deben
orientar la educación de todo ser humano. Hay ya una
universidad en México (Multiversidad Mundo Real
“Edgar Morin”), que se inspira en sus ideas.
Edgar
Morin, está actualmente en Chile, país en pleno
proceso y lucha por transformar su sistema educativo. Es
de esperar que las reformas que se planteen, consideren,
no sólo aspectos tecnológicos y económicos, (los
cuales, por cierto, son vitales para forjar la igualdad
de oportunidades en la enseñanza), sino que también, y
muy especialmente, se tomen en cuenta LA METAS DEL SABER, que nuestro ilustre visitante, ha planteado al
sistema educativo de todo el planeta.
|