De
La Nación - 8 agosto 2007
BÁRBARA McCLINTOCK Y LOS GENES
“SALTARINES”
Jorge
Palacios C
James Watson
y Francis Crick obtuvieron
en 1953 un merecido Premio Nóbel. Descubrieron la estructura en
doble hélice del ADN. Pero ellos suscribían la concepción
tradicional, conservadora, de la evolución, como un “mecanismo
lento y progresivo…, fundado en la producción de nuevas
variaciones genéticas (las mutaciones), por cambios
infinitesimales en el interior” de los genes. Es decir, la
evolución a tranco lento, en sentido único. Como lo planteara
Crick: “El ADN fabrica el ARN, y éste las proteínas de cada
organismo, en un flujo de información en
sentido único, en un proceso unidireccional de construcción
mecánica.”
Una transformación infinitesimal en un gene, es sabido,
puede proyectarse en una alteración importante en la estructura
del individuo que contribuirá a formar. Y allí comienza a jugar
la selección natural entre individuos diferentes, planteada por
Darwin. Si la alteración azarosa es favorable al individuo, éste
se adaptará mejor al medio, sobrevivirá y competirá con más
éxito con los demás. Sus descendientes, entonces, herederos del
benéfico cambio,
se multiplicarán en mayor número.
En 1940, Bárbara McClintock, investigadora de genética
en el Cold Spring Harbor (EE.UU.), propuso sobre la base de
estudios de plantas de maíz, una teoría revolucionaria, que
produjo un terremoto en biología, semejante al de la Teoría de
la Relatividad en física. Señaló, que los genes no
“marchaban” como los soldados en fila india, sino que podían
saltar libremente de
un cromosoma a otro en el genoma. Los genes resultaron pues,
“saltarines” como las ranas o los grillos. Su teoría,
impecablemente demostrada, sólo fue aceptada 40 años después,
por la mente anquilosada de sus colegas investigadores.
El descubrimiento de Bárbara, ha abierto paso a una nueva
concepción de los mecanismos genéticos. Actualmente, se habla
de saltos de genes de una especie a otra y de genes que remontan
el genoma al que pertenecen y lo modifican. Hay genes de
bacterias en peces y viceversa. Los retrovirus (entre otros el
del SIDA), se insertan en el genoma de un organismo y se liberan
luego, armados de nuevas propiedades defensivas, para atacar otro
organismo. Hoy por hoy, se concibe una “transferencia
vertical”, que es la que ocurre normalmente de padres a hijos;
y la “transferencia horizontal”, que desborda los límites de
la anterior e incluso de las especies. Los biólogos piensan
actualmente que la transferencia horizontal de genes, constituye
uno de los principales motores de la evolución.
En el terreno
social ocurre lo mismo. La dialéctica estilo tanque o buldózer,
con una marcha inexorable hacia el futuro y con etapas fijas, ha
hecho agua por todos lados. Hay saltos hacia atrás, como el del
socialismo al capitalismo de Estado o al capitalismo salvaje; hay
factores imprevisibles y azarosos, que producen efectos
incalculables en la evolución social, como la informática; hay
catástrofes ecológicas, que podrían terminar hasta con la vida
del hombre en el Planeta. La historia es más “saltarina” de
lo que algunos esperaban.
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