Desde Santiago - 30 agosto 2007
¿Qué ocurre en el país
llamado Chile? (Parte I)
Por: Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)
Fecha publicación: 30/08/2007
La protesta contra la política
neoliberal del gobierno de la socialista Michelle
Bachelet convocada el miércoles por la Central Unitaria
de Trabajadores (CUT) mostró las contradicciones del país
propagandeado como el modelo triunfante de capitalismo
agresivo para el mundo subdesarrollado. En la víspera
de lo que terminó en un paro virtual, muchos personajes
del poder, como el ministro vocero del gobierno Ricardo
Lagos Weber, hijo del ex presidente homónimo, se
declararon “enemigos” del neoliberalismo, aunque
contrarios al llamado de la CUT.
El Partido Socialista, a través de su máximo jefe, el
senador Camilo Escalona, también proclamó su apoyo a
la “Jornada Nacional de Movilización y Acción
Social” convocada por la organización de los
trabajadores. El liderazgo de la CUT no convocó
abiertamente a un “paro nacional”, como insinuaron
algunos medios de comunicación, sino que convocó a
“diversas acciones de movilización y acción sindical”,
tales como “atrasos colectivos al trabajo, a realizar
cuchareos y viandazos, a organizar actos para dar a
conocer nuestras demandas y entonar el Himno Nacional
antes de entrar a los hospitales, colegios,
reparticiones publicas, fabricas, centros industriales y
mineros”, todo esto bajo “la consigna; ¡No al
neoliberalismo! A conquistar un estado social, democrático
y solidario”. Los trabajadores que se “atrasaron”
para manifestar no asistieron a sus trabajos, en gran
parte debido a la feroz represión policial ordenada por
Bachelet y su gobierno.
Así como el principal partido de la coalición
gobernante, el PS, apoyó la protesta contra el gobierno
del que forma parte, lo mismo hizo el Partido por la
Democracia (PPD), pero la representante del ministerio
del Interior en la Región Metropolitana, la intendenta
PPD de Santiago Adriana Delpiano, dirigió la represión
contra los disidentes que manifestaron en la capital,
con un balance de 670 detenidos. “De las tres
querellas presentadas por la Intendencia, se logró
detención preventiva para uno de los imputados y
medidas cautelares para los dos restantes”, proclamó
el jueves ese órgano gubernamental.
El 18 Brumario del neoliberalismo
chilensis
Es increíble cómo altos personeros del modelo chileno
hoy reniegan del capitalismo neoliberal que administran
ellos mismos en este país. José Miguel Insulza, ex
ministro de estado, ex vicepresidente, secretario
general de la OEA y a la vez pre candidato presidencial,
dijo “no es que esté de vuelta el populismo, está de
vuelta el Estado”, en una polémica con el economista
de derecha Felipe Larraín sobre la desigualdad del
ingreso en Chile y la escasez de fondos públicos para
mejorar la salud, la educación y la vivienda. Insulza
dijo que hoy existe incertidumbre ante el futuro luego
que en las últimas décadas se desmantelaran los
modelos de mayor protección social. “Y la respuesta
no está en los años 80 o 90, porque a América Latina
le fue más mal que en las décadas anteriores y el
denostado modelo de la CEPAL produjo más crecimiento
que el modelo neoliberal”, añadió Insulza.
Aunque sólo sea por razones de sobrevivencia, lo cierto
es que las cúpulas políticas hablan hoy abiertamente
de una reforma tributaria para enfrentar la desigualdad,
mientras Bachelet puso en marcha una “comisión” de
48 miembros cuyo trabajo se teme que podría ser un
tributo más al discurso esotérico, ya que sus
distinguidos miembros son los principales responsables
teóricos y prácticos de la desigualdad.
De cualquier manera, pareciera que en el Chile gobernado
por Bachelet se hubiera desatado por fin la temida
“lucha de clases” reprimida por 17 años de
dictadura más otros 17 años de administración civil y
de “izquierda” del modelo económico implantado por
los militares. Las manifestaciones del miércoles
dejaron al desnudo las contradicciones de los nuevos
mayordomos del sistema económico, o sea, la alianza de
partidos “de izquierda” y democratacristianos que
gobiernan la nación que la propaganda mundial del
capitalismo presenta como país modelo. Por ejemplo, no
se consideran expresiones de la “lucha de clase” el
sometimiento pasivo a los bajos salarios de los
trabajadores subcontratados por terceros, sin
prestaciones sociales, de salud o previsionales, ni la
exportación de mano de obra barata incorporada a los
productos primarios de bajo o nulo valor agregado, como
los vegetales y frutas adquiridos a “precio
competitivo” en los mercados externos gracias al
trabajo semi esclavo de las temporeras.
La protesta popular del miércoles fue gatillada por los
bajos salarios, las alzas de los alimentos, la carestía
general de la vida y el sufrimiento derivado del fracaso
del nuevo sistema de transporte urbano llamado
Transantiago, entre otros factores que contrastan con
las fabulosas ganancias de los bancos y de los grandes
grupos económicos, en particular de las grandes tiendas,
cadenas de supermercados y las compañías
extranjeras del cobre.
El gobierno Bachelet combatió esta protesta con un
truco bastante gastado. Primero autorizó las
manifestaciones para demostrar ante el mundo que en
Chile hay democracia y libertad, pero prohíbió lo
inevitable, por ejemplo que la gente caminara por la
calzada de la simbólica Alameda, invocada en las últimas
palabras de Allende (“algún día se abrirán las
grandes alamedas por donde transite el hombre nuevo”).
Otros gobiernos autorizaron desfiles por la mitad de la
calzada.
Para satisfacer el autoritarismo gubernamental, la
manifestación no debería exhibir “desbordes”, con los
participantes manteniéndose rígidos como estatuas en
los lugares públicos autorizados. Cualquier intento de
caminar por la calle violaría el “orden público” y
el “derecho de los otros ciudadanos a desplazarse en
automóviles o autobuses” y por lo tanto, los
Carabineros quedarían habilitados automáticamente para
iniciar la violencia que después se achacaría a los
manifestantes y a la Cut.
Y la policìa de Carabineros
concurrió a las manifestaciones preparada y armada, con
caballería de verdad, carros de gases tóxicos, vehículos
lanza agua y una terrorífica indumentaria de combate
que parece copiada del film La Guerra de las
Galaxias. Carabineros simplemente arremete contra los
manifestantes y de ese modo promueve los “desórdenes
públicos” ahora criminalizados por el artículo 26
del nuevo Código de Procedimiento Penal. Así, el
gobierno y los medios de comunicación presentan al unísono
como “antisociales” a quienes protestan contra el
modelo de sociedad que administran socialistas y
democratacristianos. (Para criminalizar a los
estudiantes se redujo la responsabilidad penal a los 14
años.). La tele no dice que los gases son tóxicos y
paralizantes, sino “disuasivos” (los lacrimógenos
de antaño eran inofensivos). Carabineros no reprime
sino que “disuade”.
Bonapartismo bacheletiano “made in
Chile”
Y la represión se excede. Por ejemplo, el senador
Alejandro Navarro, del mismo partido socialista de
Bachelet, puso un pie en la calzada de la Alameda, en el
sector Plaza Italia de Santiago, y de inmediato le cayó
a golpes el teniente Manuel Rocco, de las Fuerzas
Especiales de Carabineros, armado de un garrote retráctil
estilo Guerra de las Galaxias. Tratándose de un senador
de la República, que tiene fuero parlamentario, el
garrotazo constituye una falta muy grave, pero cuando
“los pacos” golpean a un ciudadano común no pasa
absolutamente nada. El miércoles fueron detenidos 700
ciudadanos (as) comunes, todos presuntos (as) electores
(as) de Bachelet, quienes probablemente fueron
maltratados (as) en los autobuses de la policía, pero
la prensa y el gobierno exhiben como únicas víctimas a
unos 30 carabineros lesionados. Para la prensa, el
gobierno y la tele, la protesta de la Cut se redujo a
una retahila de “disturbios, saqueos y desmanes”…
El malestar social por primera vez se expresó en
saqueos nocturnos de locales comerciales.
El único socialista del gabinete de Bachelet es el
ministro del Trabajo. Las principales carteras
pertenecen al grupo Expansiva, que cultiva el
neoliberalismo más salvaje. Por ejemplo, la actual
ministra de Minería Karen Poniachik Pollak es una
periodista que antes de ser secretaria de Estado
entrevistó en Nueva York a su amigo Andrés
Velasco, hoy ministro de Hacienda: "Estoy
totalmente a favor de la privatización de Codelco"
declaró el futuro ministro para la revista pinochetista
Cosas. O sea, estos dos ministros de Expansiva quisieran privatizar
cuanto antes a la empresa estatal del cobre Codelco, que
controla solamente el 38% de la extracción de ese
mineral. Sin embargo, la Cut desea dialogar con estos
personajes de Expansiva, sea para discutir con el
gobierno cuestiones como el derecho de los sindicatos a
la negociación colectiva, reglamentar la subcontratación
de trabajadores que le facilita la evasión de
responsabilidades sociales y previsionales a los
patrones y otras aspiraciones de la clase obrera
arrebatadas por la dictadura.
Resulta simbólico que el mismo día del “paro”
falleciera el hombre más rico de Chile, Anacleto
Angelini, de 93 años, también uno de los más
adinerados de América Latina. Y en la misma jornada se
reunió por primera vez en el palacio de La Moneda la
comisión que según Bachelet va a resolver la
desigualdad en el país, grupo de "expertos en
pobreza" que estudiará aportes (probablemente esotéricos)
para el bienestar de “todos los chilenos”. Y muchos
diputados (¿PS?) que quizás en la mañana se
expresaron contra el neoliberalismo, por la tarde
aprobaron por un voto la “reforma previsional” que
permite el ingreso de los grandes bancos nacionales y
extranjeros al negocio de las pensiones privatizadas de
los trabajadores, hasta ahora un coto exclusivo de las
llamadas Asociaciones de Fondos de Pensiones (AFP). Y
por la noche, la presidenta cenó con la directiva de la
Sociedad Nacional de Minería, el sector más próspero
del empresariado debido a los altos precios del cobre en
el mercado mundial, cuya explotación es prácticamente
gratuita. El Estado no cora regalías.
Y en este país donde el doble discurso es la doctrina
oficial del Estado y de las cúpulas políticas de todos
los colores, la presidenta Michelle Bachelet se irguió
por encima de las pequeñeces de la lucha de clases y,
como si emulara a Bonaparte, esta vez sin mohines de
tristeza o “pucheros”, sino con una impronta medio
militarizada, anoche dijo: “En democracia y en mi
gobierno, los trabajadores siempre podrán expresar pacíficamente
sus demandas y defender sus derechos. Eso sí, hay un límite
y yo quiero que todos lo entiendan muy bien”… Al
estilo de “la letra con sangre entra”, la Presidenta
marca ese “límite” con la represión de Carabineros,
tal como todo el planeta lo vio por la tele.
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