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A 40 años del triunfo DC, una investigación detalla la alianza entre Washington y el ex Presidente

Investigación especial: El día que Estados Unidos eligió a Frei Montalva

Los archivos secretos de la CIA y la diplomacia de EE.UU., así como testimonios inéditos, permiten por primera vez develar la profunda alianza entre Frei y John F. Kennedy, y la importancia de ese pacto en el camino de la DC al poder. El ex Presidente manejó personalmente su relación con la Casa Blanca, se reunió en secreto con Kennedy, recibió millones de dólares en fondos de campaña y estuvo dispuesto a negociar con Washington el programa de su Revolución en Libertad.

Fecha edición: 05-09-2004  Del diario La Tercera
Loreto Daza
El hombre que caminaba a paso firme hacia la Casa Blanca sabía que aquel día podía ser crucial para su futuro. En unas horas más de aquel 25 de abril de 1963 se reuniría por primera vez y secretamente con el Presidente John F. Kennedy.

Ese político que derrochaba carisma y seguridad con sólo 51 años era Eduardo Frei Montalva, senador y líder indiscutible de la Democracia Cristiana.

Este era su tercer viaje a Washington, pero ni en junio de 1961, ni en abril de 1962, había llegado a la Oficina Oval. El encuentro debía permanecer en estricto secreto: si salía a la luz, sería regalarles a sus adversarios en Chile la oportunidad de acusarlo de vender su alma al imperialismo.

Ese encuentro con Kennedy, hasta ahora jamás revelado, sólo selló una alianza que Frei había comenzado a forjar en 1962, cuando la DC comenzó a recibir una generosa ayuda política y financiera desde Washington con la vista puesta en las elecciones presidenciales de 1964.

Mientras la sociedad chilena mostraba los primeros síntomas de una polarización irreversible, el candidato socialista Salvador Allende denunciaba una "campaña del terror" en su contra. Detrás de ella estaba la CIA, que comenzaba a orquestar una agresiva operación comunicacional para desprestigiar su imagen. Entre 1962 y 1964, la agencia coordinó 15 operaciones encubiertas en Chile, planeadas para beneficiar a Frei y dañar al líder de la izquierda.

Ayer se cumplieron 40 años del histórico triunfo de Eduardo Frei Montalva, y el determinante papel de EEUU en esa elección permanece aún en las sombras.

En 1975 la Comisión Church, que investigó las acciones de la CIA en Chile, dio algunas luces de la intervención norteamericana. "La agencia gastó US$ 2,6 millones en apoyar al candidato de la DC. Más de la mitad de la campaña del candidato fue financiada por EEUU. Además, la CIA entregó apoyo a grupos de estudiantes, mujeres, profesionales y campesinos pro DC", dice el documento. Los historiadores, por su parte, sólo han consignado que Frei fue el aliado principal de EE.UU. y que, además, recibió importantes sumas de dinero.

Sin embargo, son los documentos secretos guardados en el National Archives Records Administration (Nara) de Washington los que revelan hoy la génesis y el desarrollo de la alianza de Frei con EE.UU. Desclasificados entre 1997 y el 2000, esos papeles explican la estrecha e intransferible relación del líder DC con los diplomáticos y agentes de Estados Unidos en Chile y Washington y describen en qué se gastaron US$3 millones (unos US$5,8 millones de hoy) en acciones clandestinas.

A eso se suma el testimonio de Ralph Dungan, el hombre que forjó el estrecho vínculo entre la DC y EE.UU. a lo largo de los años '60. Miembro del Partido Demócrata, a los 42 años llegó a la administración Kennedy para manejar la política hacia América Latina, y desde ese cargo monitoreó y siguió de cerca los contactos de Washington con Frei. Dungan, que tras el triunfo de la DC fue enviado a Chile como embajador, decidió hablar para esta investigación, por primera vez, de la que fue la mayor intervención política de EE.UU. en la historia chilena.

Nunca antes ni después un candidato presidencial contó con un monitoreo tan institucional por parte de EEUU. Ni siquiera en la turbulenta elección de 1970 volvió a repetirse una actuación de esas dimensiones. Para entonces, Washington no apostó por ninguno de los candidatos chilenos. Radomiro Tomic y sus flirteos con la izquierda ya no brindaban confianza a EE.UU., y Jorge Alessandri no era visto como una opción para contener el avance de Allende. El Presidente Richard Nixon, agobiado por la guerra de Vietnam, simplemente ordenó repetir, el '70, la exitosa campaña del terror llevada a cabo seis años antes.

Frei es el hombre

No hubo nada de fortuito en la decisión de la Casa Blanca de apostar por Frei. Las cualidades personales del líder DC pesaron mucho, como describen los documentos secretos. Considerado por EE.UU. como "un hombre de principios", "grandes habilidades" y "carácter fuerte", el político chileno muy pronto fue ungido por Washington como la promesa del continente.

También había poderosas razones estratégicas para respaldarlo. En Cuba, Fidel Castro había impuesto su revolución en 1959, y el '61 el intento por invadir la isla a través de Bahía de Cochinos para derrocarlo fue un fiasco. El '62 la tensión escaló al máximo al descubrirse el intento de la Unión Soviética por instalar allí misiles nucleares y convertir a La Habana en otro satélite. En ese clima, los cables de la embajada de EE.UU. en Chile revelan la preocupación ante la posibilidad de que Salvador Allende ganara las elecciones y se convirtiera en "una seria amenaza para sus intereses nacionales".

Atraído por la propuesta de Frei y su Revolución en Libertad, su programa calzaba con el plan de la Casa Blanca de contener los avances de la izquierda contraponiendo líderes progresistas. Mientras la derecha chilena era calificada por EE.UU. de "oligarca y retrógrada", y el Partido Radical de "un grupo de burócratas", la DC presentaba a ojos de Washington "una doctrina mucho más atractiva que los partidos tradicionales".

El programa de la DC tenía también amplias coincidencias con la Alianza para el Progreso, el proyecto ideado por Kennedy para evitar la penetración de la izquierda en América Latina. El plan consistía en inyectar US$ 20 mil millones para mejorar las condiciones sociales y la desigualdad en la región. "Hay más probabilidades de alcanzar los objetivos económicos de la Alianza bajo una coalición liderada por la DC", advertían los cables.

Los tres viajes secretos

Tres años antes de la elección presidencial, el 12 de junio de 1961, Frei aterrizó en Washington por primera vez. Luego haría otros dos viajes, cuyos contenidos exactos hasta ahora no se conocían. Días antes de esa primera visita , el Departamento de Estado había sido advertido confidencialmente de su llegada. "Un representante de Frei me telefoneó desde Nueva York para decirme que Frei estaría llegando a Washington y me pidió una reunión, a la cual accedí", escribió el asistente personal del secretario de Estado, Adolf A. Berle. "Nos limitaremos a escuchar lo que tiene que decir y diremos unas pocas generalidades", propuso el funcionario en un documento para planificar el encuentro con el líder DC.

Diez meses más tarde, el 3 de abril de 1962, y acompañado por Radomiro Tomic, Frei visitó nuevamente la capital norteamericana y se reunió por primera vez con quien se convertiría en su más ferviente aliado en EE.UU: Ralph Dungan. "Fui a verlo al hotel Mayflower, donde se alojaba. Al encontrarnos en un territorio de nadie, pudimos hablar temas más terrenales, más prácticos", recuerda Dungan hoy.

El 25 de abril de 1963, 13 meses después, Frei volvió por tercera vez en tres años a Washington. "Creo que quería remarcar que él era un buen tipo y que valía la pena apoyarlo", explica Dungan.

Un cable de la sede diplomática norteamericana en Santiago revela una conversación entre el embajador de la época, Charles W. Cole, y Eduardo Frei, justo antes de que éste empendiera su viaje. El líder de la DC le comentó que "esperaba reunirse con el fiscal general, Robert Kennedy, y también conversar con funcionarios del Departamento de Estado". Sin embargo, su tercera visita superó ampliamente sus propias expectativas.

El 25 de abril de 1963, poco después de que Frei ingresara a su oficina en la Casa Blanca, Dungan levantó el citófono y se comunicó con Kennedy. No habían pasado cinco minutos cuando ambos enfilaron hacia la oficina del Presidente, situada a escasos metros. "Sabía lo que venía por delante. Por eso creí importante que Kennedy tuviera un contacto cara a cara con Frei", recuerda Dungan.

La extensa red de apoyo

El amplio apoyo a Frei había comenzado a fluir con fuerza en 1962, cuando las autoridades en Washington crearon el Comité Electoral, compuesto por importantes funcionarios de la administración Kennedy con la orden de vigilar directamente los comicios chilenos de 1964.

Estaba integrado por Dungan (asesor para América Latina), George McBundy (jefe del Consejo de Seguridad Nacional), Thomas Mann (subsecretario de Estado para asuntos Interamericanos) y Desmond Fitzgerald (responsable de las acciones encubiertas de la CIA). Su misión, como señala un documento, consistía en "coordinar las líneas de acción de la elección chilena con las más altas autoridades y con cada una de las agencias involucradas". Se trataba de hombres curtidos en operaciones clandestinas: tanto Mc Bundy como Fitzgerald habían participado en los intentos de derrocar a Fidel a comienzos de los '60. "Nuestra misión era seguir de cerca la campaña presidencial en Chile", recuerda Dungan. Se reunían todas las semanas fuera de la Casa Blanca, para mantener el sigilo, y su principal tarea era, según Dungan, "evitar que un desquiciado tomara iniciativas propias que no estuvieran dentro de las políticas permitidas por Kennedy".

El Comité Electoral se entendía directamente con un equipo de la embajada en Santiago. Este lo integraban el embajador Cole, el jefe de la CIA en Chile, el agregado político y el económico. Debían recolectar información, establecer contactos y proponer a Washington cursos de acción.

Paralelamente, desde EE.UU otros actores también se sumaron. El Grupo Especial -un organismo encargado de aprobar los fondos para las acciones encubiertas de la CIA- mostró su mano generosa con la DC, aprobando entre 1962 y 1964 al menos cuatro envíos de fondos para la campaña (ver próximo capítulo). "A medida que se acercaba la elección me reuní diariamente con el responsable de Chile en la sede de la CIA, Tom Karamessines. Llevó tiempo, dinero y una mano delicada establecer los mecanismos de prensa y radio, además del respaldo financiero", escribió Richard Helmes, el ex director de la CIA, en sus memorias.

El Departamento de Estado, la embajada, la CIA y la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID) comenzaron a operar en todos los frentes. Un documento de julio de 1964 del Departamento de Estado detalla las acciones de corto plazo para la elección presidencial. "En relación a la DC: 1) Trabajar por su campaña, usando todos los recursos apropiados. 2) Aconsejar a sus líderes para mantener una postura que atraiga el voto independiente. 3) Continuar las conversaciones en Washington y Santiago con los asesores económicos de Frei para ayudarlos en la planificación e influir en el curso de la campaña", describe el memorando.

"La embajada debe asistir a la DC en todos los caminos apropiados", instruye un despacho del Departamento de Estado a Santiago fechado el mismo mes que el anterior, a menos de 60 días de los comicios. Con una estrechísima relación personal con Eduardo Frei, el embajador Charles Cole y su mano derecha, el primer consejero Joseph Jova, monitorearon paso a paso su candidatura. En sus manos estuvo otra arista crucial para la campaña: los llamados "proyectos de impacto". Se trataba de programas de desarrollo social que dependían de la oficina de la AID en Chile y eran parte de la Alianza para el Progreso, pero terminaron siendo ocupados con fines proselitistas.

En un documento secreto de febrero de 1963, la embajada informa que "intentará orientar la asistencia de EE.UU. de forma que influya en la elección presidencial de 1964", promoviendo "proyectos de corto plazo" y destinando "mayores recursos" a ellos. "La ayuda debe concentrarse en zonas urbanas", establece un cable de abril del 64. Otro memo, un mes después, es aún más específico: "Se sugiere que en las 19 comunas donde los comunistas controlan la administración municipal, particularmente San Miguel y La Granja, se le dé la más baja o hasta ninguna consideración en la ubicación de los proyectos como policlínicas y colegios".

Un documento de marzo de 1962 revela una conversación de Eduardo Frei y Radomiro Tomic con el norteamericano Teodoro Moscoso, director de la Alianza para el Progreso. El diálogo muestra hasta qué punto el candidato de la DC era consciente de la importancia de estos programas. Frei dice que tiene "algunos proyectos muy interesantes", como "la entrega de ambulancias a ciertos pueblos", "la distribución de camiones recolectores de basura a ciertas comunidades y la posibilidad de financiar viviendas de bajo costo con el auspicio de una cooperativa de trabajadores".

"El aroma de la victoria ya estimula el apetito de la DC", decía un cable de la embajada a Washington en octubre del '63, un año antes de la elección. Optimista, la sede diplomática redobló sus esfuerzos, volviendo su preocupación a temas cada vez más específicos. El 8 de junio del 64, Joseph Jova, el segundo hombre de la embajada, se reunió con Sergio Cisternas, responsable del Movimiento Campesino Independiente (MCI), el aparato del partido para el trabajo en zonas rurales. Según un cable enviado por Jova, la conversación versó sobre "las necesidades urgentes" que tenían los dos mil activistas de Frei en sectores agrícolas. "Transporte y proyectores de películas, y transistores controlados por batería", solicitó Cisternas.

Un mes después, el actual senador Rafael Moreno, por entonces jefe del Departamento Campesino de la campaña de Frei, informó a los diplomáticos estadounidenses que "se está preparando para concentrar sus recursos en un esfuerzo masivo para llevar a los campesinos a votar".

El irreemplazable

Los documentos secretos describen cómo Frei manejó personalmente su relación con la embajada de EE.UU. Los cables desde Chile al Departamento de Estado registran un sinnúmero de encuentros personales y conversaciones telefónicas que, en ciertos períodos, tuvieron una frecuencia de varias veces por semana. Los agentes norteamericanos preferían el contacto con Frei, y sólo en contadas ocasiones sostuvieron reuniones con otros miembros de su comando, como el economista Alvaro Marfán y el empresario Salvador Pubill, de quienes no tenían buena impresión (ver próximo capítulo).

Con el correr del tiempo, la relación entre Frei y el embajador Cole se fue haciendo cada vez más cercana. "El habló con gran franqueza, y como siempre lo encontramos amistoso", dice un reporte enviado a Washington. "Es cada vez más abierto y franco en sus comentarios", afirma otro.

Los temas de estas conversaciones, que no solían durar más de una hora, cubrían diferentes tópicos. En un primer período, Frei se preocupaba principalmente de "explicar la filosofía de su partido" (nota ), y enfatizaba que la DC "es definitivamente anticomunista y simultáneamente orientada más a la izquierda de lo que los observadores notan".

Los cables también describen cómo Frei veía la coyuntura política de Chile. Afirmaba que "la derecha está en quiebra" y se mostraba "desanimado con la incapacidad de Alessandri para tomar decisiones". Sin embargo, estaba preocupado de que una crisis de ese gobierno favoreciera a Allende. Un documento de la embajada comenta un "largo e íntimo almuerzo" con Frei del 1 de marzo de 1962, para discutir un tema crucial: definir si EE.UU. debía seguir apoyando financieramente al debilitado Alessandri. "Como chileno, Frei siente que hay que darle fondos", afirma el cable, que incluye un matiz: "Sólo darle asistencia en orden de asegurar que perdure hasta 1964, para que evite el posible caos y la posibilidad de la victoria de Allende".


El otro gran aliado de Frei

Junto con el apoyo de EE.UU., la DC contó con otro gran aliado para las presidenciales de 1964. Impulsada por los cambios del Concilio Vaticano II, entonces en pleno desarrollo, la Iglesia Católica también presionó por reformas sociales en Latinoamérica. Mientras Washington monitoreaba la campaña desde el Comité Electoral y la CIA ya iniciaba su trabajo clandestino en Chile, un cable del 16 de marzo de 1962 daba aviso al Departamento de Estado: "El Vaticano cree que la Alianza para el Progreso puede hacer mucho por América Latina. Los obispos recibieron instrucciones para tomar un interés activo y cumplir los objetivos".

Según la embajada, aquel mensaje tuvo una buena recepción en Chile, donde "la situación de la Iglesia es mucho mejor... todos, menos tres o cuatro de los obispos, son liberales".

La correspondencia revela también cómo la Iglesia tuvo un rol activo en la política del día a día. Un protagonista en aquel proceso fue el cardenal Silva Henríquez, definido por los estadounidenses como "un astuto observador, con un profundo sentido de la justicia social y gran conocimiento político".

Sus contactos con la embajada comenzaron apenas asumió como cardenal, en marzo de 1962, y según los cables estuvo siempre "optimista de la victoria de Frei" .

Silva Henríquez -a quien el embajador Charles Cole calificaba como "un ferviente seguidor de la DC"- consideraba que uno de los mayores obstáculos a la justicia social era "el propio Alessandri, cuya creciente neurosis, inestabilidad y falta de liderazgo" mantenían al país estancado. Por ello, decía el cardenal, "EE.UU. debía presionar para tener reformas mesuradas, sin abandonar la ayuda a Chile".

En las conversaciones con la embajada, el cardenal ni siquiera intentaba disimular su simpatía por la DC. "Dijo que estaba particularmente contento por el éxito de la DC, porque él y la jerarquía chilena han trabajado duro en redireccionar sus esfuerzos hacia un mayor énfasis en la acción social. Esto ha significado, en efecto, apoyar a los DC".

La historia que esconden los archivos

Hasta hace muy poco la sociedad chilena se abocó con pasión a conocer y comprender aquellos acontecimientos que llevaron al golpe de Estado de septiembre de 1973. Durante todo este período, un manto de silencio cubrió la participación de EEUU en la elección presidencial de 1964.

Incluso la investigación a la que se abocó el Senado norteamericano en 1975, conocida como la Comisión Church, y que pretendió enumerar las acciones encubiertas del gobierno de EE.UU. en Chile, apenas describió el impresionante apoyo que Washington brindó a Eduardo Frei Montalva durante la campaña que lo instaló en La Moneda.

La legislación norteamericana establece que transcurrido cierto tiempo, los documentos de las agencias de gobierno quedan liberados para ser consultados en el Archivo Nacional de Washington (National Archives and Record Administration, Nara).

En este lugar, la periodista Loreto Daza N. tuvo acceso a los documentos que permiten reconstruir paso a paso los temores e intereses de Washington en aquel Chile de apenas ocho millones de habitantes, pero que según EEUU corría serios riesgos de caer bajo la influencia de la Unión Soviética.

La periodista revisó más de 100 cajas que contenían informes relacionados con la política nacional. Tuvo acceso, además, a toda la correspondencia enviada desde la embajada norteamericana hacia Washington entre 1962 y 1970 que describen conversaciones, encuentros y análisis del período preelectoral.

Los informes de la CIA también constituyeron un valioso documento a la hora de develar secretos, corregir verdades y derribar mitos sobre el triunfo que llevó por primera vez a la Democracia Cristiana al poder.

La periodista contó, además, con la colaboración de Ralph Dungan, ex embajador de EEUU en Chile entre los años 64 y 67 y quien previamente había coordinado desde EE.UU. la ayuda política y financiera para Frei. Dungan estuvo dispuesto a recibirla en su hogar en Barbados, y pasó días enteros reconstruyendo los detalles de aquella desconocida historia.

Con la colaboración de María Soledad de la Cerda, jefa de Documentación de Copesa, y el acceso a un puñado de libros sobre el tema, la periodista próximamente publicará un libro sobre esta etapa de la historia chilena. Este artículo es un extracto de aquella investigación.

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(Dr. Róbinson Rojas, 1ro. de mayo, 2003)
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