La disposición de Eduardo Frei a alinear su programa de gobierno a los objetivos de la Casa Blanca

La Revolución en Libertad sobre la mesa

Frei repetía en público que no cambiaría su programa "ni por un millón de votos", pero en privado se mostró dispuesto a discutir aspectos sustantivos de sus planes de gobierno. En 1964 envió a Washington una misión secreta para discutir su proyecto con el Departamento de Estado.

Durante varios encuentros con el embajador de EE.UU., Charles Cole, el político chileno expresó su disposición a recibir sugerencias del Departamento de Estado en Washington. Un cable de la embajada fechado el 12 de marzo de 1964 informa que Frei dijo "estar dispuesto a discutir con las autoridades de EEUU su programa". Cuatro meses más tarde, nuevamente habló del tema. "Dice que sería útil que EE.UU. diera una idea de cómo ve su programa". El mismo memorando agrega: "Las conversaciones han sido muy útiles y él agradece los comentarios y sugerencias, algunas de las cuales han sido incorporadas en el borrador".

Durante varios meses de 1964 el equipo económico de la DC se reunió en Santiago con miembros de la Agencia Internacional para el Desarrollo y los asesores económicos de la embajada, para discutir y afinar detalles.

Treinta días antes de la elección, Frei decidió ir un poco más allá y envió una misión secreta a Washington para discutir punto a punto su plan de gobierno. "El espera que la misión pueda viajar el 7 u 8 de agosto", informa la embajada en julio de 1964. "El propósito del viaje es describir las metas y requerimientos de su gobierno", agrega el documento.

La segunda quincena de agosto, Sergio Ossa, integrante del equipo económico de Frei y más tarde su ministro de Defensa, fue recibido en el Departamento de Estado por William Dentzer, encargado de los asuntos chilenos, para "oír los comentarios de un ensayo llamado Filosofía Política y Plan de Gobierno de la Democracia Cristiana. Los planes no complacieron a los norteamericanos. "Consideré el programa como muy general y poco útil; lo describí como una mazamorra flaca", informó Dentzer el 28 de agosto del 64.

"El beso de la muerte"

Los documentos muestran, también, hasta qué punto le preocupaba a Frei que sus profundos contactos con el gobierno de EE.UU. permanecieran en secreto, y temía que una filtración permitiese a Allende acusarlo de pactar con "el imperialismo" e implicarlo en la campaña del terror. La inquietud se expresó antes de que Sergio Ossa viajase a Washington. "Frei volvió a enfatizar la necesidad de manejar confidencialmente la visita. Siente que se puede dañar mucho su campaña si se hace público que él está discutiendo ayuda económica con EE.UU. antes de ganar las elecciones", dice un cable de la embajada. Un diplomático norteamericano comentó, en un momento, que si la relación de Frei con la Casa Blanca se divulgaba sería como "el beso de la muerte". El propio candidato reconocía "que sus vínculos pueden ser políticamente peligrosos para él".

Consciente de que la revelación de su estrecho vínculo con Washington desperfilaría su discurso como alternativa al capitalismo y la izquierda marxista, Frei solía insistir en la necesidad de actuar con precaución. En un cable plantea que "sería preferible reunirse en la tarde en su casa". En otro pide "extrema cautela", y también garantías de que las conversaciones permanecerán en secreto.

Con todo, dos meses antes de la elección mostró disposición a mantener los canales abiertos. Un documento cita a Frei de este modo: "Las actividades de la embajada han sido llevadas con extrema cautela, así es que no veo por qué los contactos discretos no debieran continuar".

La derecha "egocéntrica, arrogante y egoísta"

Hasta mediados de los '60 la derecha chilena había sido aliada natural de EE.UU. Sin embargo, la llegada de John F. Kennedy a la Casa Blanca en 1961 y los cambios en el escenario político produjeron un dramático vuelco para los conservadores y liberales: el generoso padrino estadounidense dejó de financiarlos (según la Comisión Church, entre 1962 y 1969, EE.UU. no realizó ningún aporte para el sector) y perdieron el carácter de actores relevantes.

A inicios de los '60 Washington evaluaba que la derecha local no tenía la capacidad de detener el ascenso de Allende al poder, y ese era el principal objetivo norteamericano. Para la administración Kennedy, la elite de derecha era "despreciable e incapaz de reconocer sus intereses a largo plazo, pues continúa actuando de una forma que sólo favorece la llegada de un gobierno revolucionario".

Un despacho secreto del 26 de agosto de 1962 cursado desde la embajada al Departamento de Estado destaca por su análisis descarnado: "La elite chilena ha sido siempre egocéntrica, arrogante y egoísta. Es bien educada, suave y encantadora 'con la gente que corresponde', pero su larga historia de explotación de los menos afortunados es lo que les ha dado el mayor ímpetu a los comunistas. La elite es también oligárquica, aristocrática y orientada hacia Europa. Tiene un alto grado de esnobismo y se considera a sí misma superior culturalmente a los estadounidenses. Casi todo lo que valora es antiético en la sociedad democrática estadounidense".

Dos años después, si en la derecha chilena quedaba alguna duda de cuán poco la apreciaba el gobierno norteamericano, la llegada de Ralph Dungan como embajador en Chile terminaría de convencerlos. El propio Dungan recuerda hoy que, al llegar a Santiago en octubre de 1964, no cumplió con ninguno de los ritos que se esperaba de él, negándose a hacerse socio del Club de Golf, a asistir al Club de la Unión y a poner a sus hijos en colegios particulares. "Para mí la derecha ni siquiera estaba en el baile", dice ahora.