El 7 de abril de 1962 el Grupo Especial -responsable de aprobar el uso de fondos
clandestinos de los servicios de inteligencia- recibió un extenso informe de la CIA. La
agencia sugería dos alternativas frente a las cruciales elecciones presidenciales
chilenas de 1964: "Ante la seria amenaza impuesta por el candidato marxista Salvador
Allende", Washington podría "apoyar al Partido Radical o a la Democracia
Cristiana". Pese a que para entonces el líder de la DC, Eduardo Frei Montalva,
recién comenzaba a estrechar sus profundos vínculos con la Casa Blanca y aún faltaban
12 meses para que fuera recibido secretamente por John F. Kennedy en la Oficina Oval, el
programa reformista de la DC era a ojos de Washington la mejor opción para frenar el
avance de la izquierda marxista en Chile.
En abril de 1962, el momento en que el Grupo Especial decidió "llevar a cabo un
programa de asistencia financiera encubierta a la DC en respaldo al candidato Eduardo Frei
Montalva", la intervención de EE.UU. en la política chilena alcanzó un nivel nunca
antes visto, y que no se detendría sino hasta después de septiembre de 1973.
En 1975, cuando el Senado de EE.UU. se abocó a investigar las acciones encubiertas de
la agencia en Chile, la llamada Comisión Church mostró trozos de esa historia al afirmar
que "la CIA gastó US$ 2,6 millones en apoyar al candidato de la DC" y asegurar
que "más de la mitad de la campaña del candidato fue financiada por EE.UU.
Cientos de documentos secretos desclasificados a partir de 1997, conservados
actualmente en el National Archives Records Administration (Nara) de Washington, revelan
la magnitud del apoyo de la CIA y otras agencias a la DC, que no se volvería a repetir en
el futuro.
Entre 1962 y 1964 el Grupo Especial se reunió en seis oportunidades para discutir
propuestas que contemplaban la entrega de fondos secretos a Chile. De aquellos planes, por
lo menos cuatro fueron para apoyar directamente a la DC. Durante esos dos años se
realizaron 15 operaciones encubiertas con el mismo objetivo, e incluyeron campañas de
propaganda anti-comunista, esfuerzos por influir en distintos sectores de la sociedad,
trabajo proselitista en poblaciones marginales y entrenamiento a líderes sindicales.
"EE.UU. gastó más dinero per cápita en elegir a su favorito en Chile que lo que
desembolsaron per capita los candidatos Lyndon Johnson y Barry Goldwater en la elección
presidencial norteamericana de 1964", escribe el autor de Land of Hypocrisy, Kennie
Anderson.
Los fondos de la CIA
El Grupo Especial permitió que la CIA tuviera acceso a considerables sumas de dinero.
Integrado por el director de la CIA, el asistente de seguridad nacional de Kennedy y luego
de Lyndon Johnson y un representante del Pentágono, este equipo no sólo autorizó la
entrega de fondos para financiar la contienda del líder DC. También destinó dineros
para organizar una masiva y persistente campaña para desprestigiar la imagen de Salvador
Allende, trianguló dólares para la campaña de Frei a través de terceros países y
financió el trabajo de los agentes norteamericanos con las bases del partido.
La real magnitud del apoyo surge al comparar los aportes que recibió el Partido
Radical con los que obtuvo la DC. Entre 1962 y 1964, al primero le fueron proporcionados
US$ 30 mil en fondos clandestinos. A la DC, en cambio, le entregaron al menos US$ 3,4
millones.
Un informe secreto enviado el 18 de noviembre de 1974 por el director de la CIA,
William Colby, al secretario de Estado Henry Kissinger, da cuenta de las solicitudes de
dinero para Chile entre el '62 y el '64. Según el documento, entre 1962 y 1970 se
autorizaron al menos nueve partidas de dinero para apoyar a la DC. Sólo en 1962, dos
años antes de las elecciones presidenciales, la agencia exigió fondos en dos
oportunidades. Pese a que según Richard Helms, ex director de la CIA, se trataba de sumas
"considerablemente grandes para la época", las dos partidas fueron aprobadas.
Los montos exactos de estas dos entregas están tachados aún en los informes. No así
su destino. La primera era "para fortalecer a la DC, para levantarla como una
alternativa democrática frente a Allende". La segunda, autorizada pocos meses más
tarde, pretendía "fortalecer al PDC y su líder, Eduardo Frei".
El flujo de fondos clandestinos continuó en 1963. Ese año la CIA volvió a pedir
dinero en dos ocasiones, y el Grupo Especial decidió aprobarlo. Según un documento
secreto, la primera vez fue "para respaldar al partido" y la segunda "para
apoyar las elecciones municipales".
Pese a que el monto concreto de estos envíos no ha sido revelado, una evaluación
interna efectuada por la CIA en la época concluyó que "el apoyo norteamericano
ayudó a neutralizar el discurso de la izquierda".
Sin embargo, el flujo de recursos aumentó violentamente en marzo de 1964, tras una
crucial elección complementaria en Curicó conocida como el "naranjazo". En
anticipación de lo que podría ocurrir en las presidenciales de septiembre de ese año,
el diputado del Frap Oscar Naranjo venció a la unión de conservadores, liberales y
radicales, y sacudió a Washington.
"Aquella sorpresiva victoria del candidato del Frap convirtió a Allende
claramente en favorito para las elecciones de septiembre", advirtió un informe de la
CIA.
Un documento secreto revela que "en abril de 1964 el Grupo Especial aprobó el
primer pago de lo que sería un programa de US$ 3 millones para apoyar a la DC". Los
informes dejan constancia que esa suma fue entregada en dos partes en julio y agosto de
ese año. "Este masivo esfuerzo fue considerado por el gobierno norteamericano como
esencial para prevenir la asunción al poder del gobierno marxista", dice el
documento.
Pese al volumen de este aporte, la ayuda no se detuvo. En mayo de 1964, otros US$ 160
mil fueron entregados para respaldar a organizaciones de campesinos y pobladores.
Campaña del terror
Los fondos de EEUU no sólo fueron una forma de apoyo directo a Frei y la DC. La CIA
también orquestó una masiva campaña publicitaria anticomunista para alertar a la
población de los peligros que podría acarrear la victoria de Salvador Allende. El plan
comenzó en 1963, y se mantuvo durante 10 años. Al concluir, había costado más de US$
10 millones.
El primer objetivo de esta campaña era "desbaratar los esfuerzos de Allende de
aparecer como un respetable e independiente candidato de izquierda". A través de
afiches, mensajes de radio, avisos en la prensa, panfletos, cartas y rayados de paredes,
el electorado chileno fue bombardeado con mensajes pagados por la CIA que reafirmaban a la
ciudadanía los supuestos males de los regímenes comunistas. Dirigida principalmente a
las mujeres, el plan contó por momentos con la cooperación activa de la DC, cuyos
militantes ayudaron a distribuir "cientos de miles de copias de la carta pastoral
anti comunista de Pío XI".
En junio de 1964 el Grupo Especial exigió reforzar la ofensiva sobre Allende. Un
documento ordenó "dar mayor fuerza a la campaña del terror", y a partir de
entonces comenzaron a transmitirse 20 avisos radiales todos los días en Santiago y 44
estaciones en provincia, además de 12 minutos de noticiarios cinco veces al día en tres
canales de televisión de Santiago y 24 señales en provincia. Todo acompañado por
propaganda pagada en otros medios de comunicación.
Cuando la CIA tuvo que evaluar su esfuerzo contra el candidato socialista, sacó
cuentas alegres. Los expertos de la agencia calificaron la campaña del terror como
"la actividad más efectiva realizada por EE.UU. a favor del candidato de la
DC".
Los otros tentáculos de la CIA
La CIA no sólo colaboró directamente con la jerarquía de la DC. También financió
organizaciones de fachada que preparaban a trabajadores y campesinos para que actuaran
como activistas de Eduardo Frei. "En 1964 la DC no necesitó desarrollar un trabajo
con las bases. La CIA le hizo en gran parte esa labor", concluye la Comisión Church
en 1975.
Una de las organizaciones financiadas por la CIA fue la Fundación de Desarrollo
Internacional (IDF). Con oficinas en San Antonio 378, entrenó a líderes rurales,
infiltró el movimiento campesino y destinó recursos a penetrar "en los distritos
más pobres". "Somos capaces de infiltrar a los líderes de todas las
organizaciones, incluso de los partidos políticos. Si actuamos con astucia, no sólo
podremos neutralizar las acciones marxistas, sino también controlar las organizaciones
más importantes del país", informó Edward Cohen, que oficiaba como jefe del IDF en
Chile.
La CIA también tendió sus redes sobre el Movimiento Campesino Independiente (MCI). Si
bien su misión era proyectar la candidatura de Frei en el mundo rural, el trabajo de los
norteamericanos no siempre fue bien evaluado por los hombres de la DC. El 19 de julio de
1964, en la recta final de la campaña, Rafael Moreno se quejó de las actividades de MCI
directamente a la embajada estadounidense. Según un cable de la época, Moreno,
responsable en esa época del trabajo electoral en las zonas agrícolas, actual senador,
argumentó que el "trabajo político y de propaganda en las áreas rurales no es lo
que esperaban. ... insiste en que el nombre y la imagen de Frei no han sidos presentados
con la fuerza necesaria".
En el mundo laboral, "fragmentado, indisciplinado y sin líderes..."
los agentes norteamericanos tenían clara conciencia de la importancia de su trabajo. El
American Institute for Free Labor Development (AIFLD), financiado por el AID y controlado
por la CIA, se dedicó a entrenar potenciales líderes sindicales y combatir a los
comunistas en la CUT. "Dada la falta de bases sólidas, de organización y de
liderazgos... el movimiento obrero chileno democrático es particularmente sensible a
elementos extranjeros, como la intervención de la AIFLD". Un cable de marzo de 1963
sobre viviendas, y cuyo receptor era AIFLD, detalla un sinnúmero de sindicatos de grandes
empresas telefónicas portuarias, mineras, etc., especificando cuáles son controlados por
la izquierda para no entregarles fondos.
Las personas seleccionados por el AIFLD eran entrenadas en técnicas anticomunistas y
en organizar a los sindicatos. Entre 1962 y 1972 más de nueve mil chilenos participaron
en los seminarios organizados por el AIFLD.
El gran pozo de fondos
Pero sin duda fue la agencia norteamericana Agency for International Development (AID),
destinada a realizar proyectos en Chile para romper con el círculo de la pobreza, la que
le permitió a la CIA tener acceso a un considerable pozo de fondos. Si entre 1953 - 1961
Chile recibió 76,4 millones de dólares en asistencia a través de AID, en 1962 esa cifra
alcanzó a 142 millones. Es decir, en un año Chile obtuvo el doble a la suma de lo se
había adjudicado en los ocho años anteriores.
Si bien no se trata de platas encubiertas, de igual forma pasaron a ser clave de una
operación para ayudar a elegir a Frei Montalva. A medida que se acercaba la elección
presidencial, los proyectos de impacto del AID estuvieron cada vez más relacionados con
apoyar a la DC que con los estudios técnicos para derrotar la pobreza.
Un cable de la época firmado por el secretario de Estado, Dean Rusk revela la ligereza
con que se manejaron las platas. "AID no requerirá seguir los procedimientos
regulares...". "La misión ....está autorizada a utilizar hasta US$ 50 mil que
no debían rendir cuentas a Washington". "Estén alertas e imaginativos en el
manejo de las actividades...".
Terceros países
El 27 de marzo de 1962, el Special Group aprobó una nueva fórmula para apoyar a la
campaña de Frei Montalva con fondos secretos. A partir de entonces se autorizó "el
uso de un tercer país para enviar recursos a la DC". Algunos de estos capitales
habrían sido enviados desde Estados Unidos a Uruguay para después ser transferidos a las
cuentas de la campaña DC. Philip Agee, un agente de la CIA en Uruguay a mediados de los
60, describió en sus memorias cómo los fondos eran enviados. "Con la asistencia de
John M Hennessy, el gerente general del First National City Bank en Montevideo, lograron
transferir considerables sumas de dinero a la campaña de Eduardo Frei Montalva".
Pero los dineros secretos también llegaron desde otros destinos. Según Ralph Dungan,
"algunos dineros norteamericanos también fueron transferidos a través de Alemania o
Italia. Se levantaban fundaciones financiadas por la CIA que enviaban platas a la
DC". Según la prestigiosa revista alemana Der Spiegel, los aportes procedentes de la
RFA para la campaña de Frei alcanzaron los US$ 30 millones.
Las casas reales de Bélgica y Holanda igualmente participaron en la entrega de
dineros. El padre Roger Vekemen, jesuita belga pro DC, que vivió y participó activamente
en los cambios sociales de la época, logró a través de sus contactos en el mundo reunir
más fondos para la DC. "Eran dineros de fundaciones vinculadas a las iglesias de
Alemania, Bélgica... pocos conocidos", declaró recientemente respecto a fondos que
llegaron para apoyar a la DC.
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