REVISTA DE LA CEPAL - NUMERO EXTRAORDINARIO
CEPAL CINCUENTA AÑOS
REFLEXIONES SOBRE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
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haciendo referencia al código (LC/G.2037-P), Octubre 1998
VI. Los años ochenta: por un "ajuste con
crecimiento"
1. El contexto histórico
Como se sabe, en los primeros tres años de la década de 1980 los casos de crisis
cambiaria se fueron sucediendo en buena parte de América Latina. Con rarísimas
excepciones, la elevación de las tasas de interés internacionales resultante de la
estrategia estadounidense de enfrentar sus desequilibrios internos e internacionales,
obligaría a las economías a profundos ajustes recesivos, en la medida en que escaseaba
la afluencia de capitales a la región. Reforzando la opción del ajuste recesivo, se
multiplicaban las cláusulas de "condicionalidad" por parte del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y del Banco Mundial en las negociaciones de financiamiento.
Hay una abundante literatura sobre las cifras de la crisis y la historia del ajuste, por
lo que ahorra mayores comentarios. Baste señalar que la tasa de crecimiento media anual
del período 1981-1990 fue de 1.2%, que corresponde a una caída del ingreso per cápita
en la región. El ajuste recesivo llevaría a una voluminosa producción de divisas para
pagar el servicio de la deuda mediante la expansión de las exportaciones a 7% anual, y el
virtual estancamiento de las importaciones. Los choques inflacionarios de la depreciación
cambiaria lanzaron a algunas economías al estado megainflacionario y, junto con la
recesión, produjeron efectos devastadores sobre las finanzas del sector público que
estaba endeudado en dólares, en parte debido a la "socialización" de la deuda
externa del sector privado.
El clima ideológico internacional era de creciente predominio de la ortodoxia liberal. Se
desencadenaba un poderoso ataque contra el Estado, el empresariado y los sindicatos de
América Latina, aduciendo que estaban confabulados con una actitud "rentista"
que impedía el funcionamiento eficiente del mercado y, por ende, la eficiencia y el
desarrollo. La culpa de los males del endeudamiento sería de ese Estado irresponsable y
del modelo de industrialización proteccionista, incapaz de generar importaciones sin
recesión y desvalorizaciones cambiarias, debido a que era ineficiente y cerrado al
progreso técnico.
La historia de esas ideas tiene una conocida trayectoria, que el espacio de este artículo
no permite detallar. Esta desemboca en el recetario neoliberal denominado, por Williamson,
el Consenso de Washington.
El ajuste defendido por el FMI y los acreedores de la deuda después de la crisis mexicana
se acompañaba del argumento de que en un par de años América Latina ya estaría
superando sus dificultades y volviendo a crecer. La actuación del Secretario Ejecutivo
Enrique Iglesias durante el período de sesiones de la Comisión en Lima, en 1984,
simboliza la postura cepalina en ese período. Iglesias contrapuso a ese argumento
proyecciones sombrías y correctas, proyectando para la región una "década
perdida", expresión que posteriormente sería acuñada por la CEPAL para describir
el período.
2. Ajuste expansivo y ensayos para la fase posajuste
Durante el segundo lustro de los años setenta se perfilaba un ambiente de crisis -y
advertencias cepalinas sobre los peligros del endeudamiento excesivo-, pero varios países
seguían creciendo, dejando todavía pendiente para la CEPAL el interés por la temática
desarrollista. Fue el período en que la ortodoxia, que impondría su hegemonía en los
años ochenta, estaba acumulando fuerzas, lo que motivó una actitud de reafirmación y
refinamiento del pensamiento desarrollista y reformista cepalino. Aparecían como
elementos de "resistencia" en una lucha ideológica internacional, cuya
configuración ya se percibía con gran claridad.
La crisis de los años ochenta desplazaría finalmente a un segundo plano la producción
desarrollista, y el esfuerzo de resistencia pasaría al plano que se imponía
históricamente, el de la oposición a la modalidad de ajuste exigida por los bancos
acreedores y el FMI. Como es obvio, en condiciones de crecimiento inviable, el espacio y
el interés por las discusiones de largo plazo eran limitados. Se privilegiaban las
cuestiones inmediatas ligadas a la deuda, el ajuste y la estabilización.
Tal vez el texto más representativo de esa fase sea Políticas de ajuste y
renegociación de la deuda externa en América Latina (CEPAL, 1984) elaborado por
Robert Devlin y Joseph Ramos. El estudio contiene una contribución sobre políticas de
ajuste y otras sobre las políticas de estabilización. Ambas revelan la proximidad entre
la posición cepalina y la crema de la heterodoxia latinoamericana que entonces debatía
estas cuestiones.
En relación con las políticas de ajuste, el texto proponía que se sustituyera el ajuste
recesivo de la balanza de pagos por un ajuste expansivo. La única solución satisfactoria
desde el punto de vista social sería que el desequilibrio externo se resolviera en un
contexto de crecimiento económico, propicio a la dinamización de las inversiones en
sectores de bienes transables, especialmente al crecimiento y diversificación de las
exportaciones.
Para que esa solución fuera factible se requería un acuerdo de renegociación de la
deuda entre deudores y banqueros que aliviara el estrangulamiento externo y diera el
tiempo necesario para que los países pudieran reaccionar positivamente a los cambios de
precios relativos resultantes de la desvalorización cambiaría. Como complemento, sería
relevante para el ajuste una actitud menos proteccionista por parte de los países
centrales. Por último, el ajuste tendría que incluir un uso más flexible y pragmático
de los instrumentos de política económica, de modo que las estructuras productivas
relativamente rígidas de los países latinoamericanos pudieran incluir la necesaria
reasignación de recursos hacia las exportaciones.
Respecto de las políticas de estabilización, el texto se hacía eco de los autores
brasileños y argentinos que precisamente en aquella época conceptualizaban la tesis de
la inflación "inercial" en preparación de las políticas de choque
antiinflacionarias llevadas a cabo poco después. No llega a mencionarse la idea de
"inercia", pero sostiene la necesidad de realizar políticas de ingreso que
permitan enfrentar la rigidez a la baja de los salarios y precios básicos, evitando así
que las políticas monetarias y fiscales contraccionistas fueran prolongadas y socialmente
duras.
Defiende, además, el tratamiento de choque en circunstancias de inflación muy alta y
baja credibilidad, por ser incompatibles con el fundamento del gradualismo, que es la
aspiración a tener tiempo para acomodar favorablemente las expectativas de los agentes.
El énfasis en el ajuste desplazaría la perspectiva histórica a una posición secundaria
en la producción cepalina de los años ochenta, pero no la descartaría. En 1985, por
ejemplo, se publicaba una novedad interesante en materia de "estilos", que
añadía a la tradición cepalina iniciada en los años sesenta una integración
histórica entre la evolución económica y la político-social. En ese texto, escrito en
conjunto por el economista Pedro Sáinz y el sociólogo Enzo Faletto (CEPAL, 1985),
sobresale, en cuanto a la evolución económica, una interpretación de la historia
reciente que hasta entonces no había merecido el suficiente análisis crítico, o sea, la
creciente subordinación del proceso productivo a los intereses del sistema financiero:
"A medida que se extremaban estos cambios financieros el sistema productivo iba
perdiendo parte apreciable de su poder económico y político" (p. 3 l).
A partir de mediados de los años ochenta también comenzarían a aparecer ensayos que
anunciaban la reanudación del debate cepalino sobre el proceso de crecimiento a largo
plazo, que ocurriría en los años noventa, a partir del documento Transformación
productiva con equidad: la tarea prioritaria del desarrollo de América Latina y el Caribe
en los años noventa (CEPAL, 1990). Los más importantes fueron dos textos de Fernando
Fajnzylber, La industrialización trunca de América Latina (1983), e Industrialización
en América Latina: de la "caja negra" al "casillero vacío": comparación
de patrones contemporáneos de industrialización (1990), cuya primera versión se
remontaa 1987.26/
El primero realiza un análisis exhaustivo del proceso de industrialización
latinoamericano, identifica lagunas, fallas y distorsiones, y propone una "nueva
industrialización". Esta se basaría en el concepto de eficiencia entendido como la
obtención de "crecimiento y creatividad', fundada en la creación de un núcleo
endógeno de progreso técnico "que es la condición necesaria para penetrar y
mantenerse en el mercado internacional" (p. 358).
El "casillero vacío" complementó la "industrialización trunca" con
la formulación de las bases conceptuales para la "transformación productiva con
equidad".
Se trata de un estudio comparativo de los patrones de crecimiento en países
latinoamericanos en comparación con las economías desarrolladas y otras economías en
desarrollo. El esquema que estructura la comparación es ingenioso. Fajnzylber toma los
dos objetivos centrales del desarrollo económico-social, o sea, crecimiento y
distribución del ingreso, y muestra sobre la base de su comportamiento entre 1970 y 1984
que los países de América Latina se dividían en tres grupos: los que habían crecido
rápidamente pero tenían un ingreso concentrado, los que tenían un ingreso relativamente
bien distribuido pero crecían poco, y los que se encontraban en el peor de los mundos, o
sea, tenían un ingreso concentrado y no crecían. A diferencia, por ejemplo, de países
como la República de Corea y España, ningún país latinoamericano se encontraba en el
grupo ideal, el de los países que crecen y al mismo tiempo promueven un mínimo de
justicia distributiva. En el cuadro donde se distribuyen los cuatro grupos -que es una
matriz con eje de crecimiento y distribución- se comprueba que en América Latina el
grupo de crecimiento con buena distribución está "vacío", es el
"casillero vacío
Los dos textos -especialmente el segundo- son las piezas principales de la transición de
la producción cepalina a la etapa que se iniciaría en los años noventa. Por un lado,
contienen un buen número de elementos caros a la tradición cepalina prebischiana. Por
otro, introduce la conceptualización que serviría de referencia para la etapa organizada
en tomo a la idea de "transformación productiva con equidad".
Los textos son cepalinos en varias de sus dimensiones esenciales, además de la
perspectiva histórica: el progreso técnico es el foco del análisis, porque es la vía a
través de la cual es posible eliminar la pobreza y la vulnerabilidad externa de la
región, la estructura agraria condiciona la distribución del ingreso que, a su vez,
define el patrón de consumo; éste, a su vez, condiciona la capacidad de ahorrar e
invertir -la mayor equidad corresponde, según afirma el trabajo, a patrones más austeros
y más capaces de dinamizar la economía; y la mayor austeridad puede influir
favorablemente en la relación capital-producto y en la intensidad de utilización de las
divisas-, aunque sobre este particular el autor crea que son necesarias mayores
investigaciones para la verificación empírica de la hipótesis.
La novedad conceptual principal de los textos es el espacio que abren a la
reconsideración de la estrategia de crecimiento. Se reconocen las insuficiencias del
modelo industrializante del pasado, que habría sido poco receptivo al progreso técnico,
y paralizado con frecuencia por las actitudes "rentistas" de las clases
empresariales locales. La nueva estrategia propiciaría la incursión de América Latina
en el "casillero vacío" a través de la "caja negra del progreso
técnico". En los textos cepalinos de los años noventa, inspirados en Fajnzylber, la
estrategia incluiría una política de apertura comercial que no se encuentra en la CEPAL
de antes. El objetivo fundamental era evitar el aislamiento tecnológico en plena era de
globalización productiva y de revolución electrónica y biotecnológica y acelerar el
repechaje tecnológico, a través de una estrategia de expansión con aumento del
coeficiente de exportación. Esta última, se basaría en el agregado continuo de valor
intelectual a las exportaciones, mediante la reelaboración de productos
primarios-cxportadores, y los "nichos de mercado" industriales.
Quedarían pendientes varios asuntos, en especial dos. Primero, faltó detallar los
procesos reales concretos a través de los cuales podrían materializarse las estrategias
de inserción internacional mediante el progreso técnico. Entre otras lagunas, no se
diferenciaban lo suficiente las estrategias entre los países que presentan la capacidad
potencial de expandirse mediante las exportaciones de aquellos cuyo mayor mercado interno
y mayor grado de industrialización indican la conveniencia de continuar persiguiendo
estrategias de crecimiento basadas en las exportaciones. Segundo, la cuestión de la
relación entre progreso técnico, empleo y distribución del ingreso recibió un
tratamiento insuficiente, que contrasta con el inmenso desafío teórico que el subempleo
y el desempleo tecnológico representan para la vinculación inmediata entre avances de la
productividad y mejoras de la equidad.
Sin embargo, los libros tendrían entre sus grandes virtudes la de reavivar el discurso
sobre las cuestiones de largo plazo, abriendo un espacio para que la CEPAL volviera a
tomar posición en el campo del debate sobre la producción técnica y la distribución
del ingreso. Además, abría toda una nueva agenda de discusion, o sea, la de la forma
como se debería redefinir la estrategia de intervención estatal en los nuevos marcos
reguladores que, independientemente de la voluntad de la CEPAL, comenzaban a introducirse
en América Latina. Una vez más, la CEPAL reordenaría su reflexión conforme a los
hechos históricos. El título del mensaje organizador sería "transformación
productiva con equidad" y sugestivamente, el nuevo enfoque se denominaría
"neoestructuralismo".
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