REVISTA DE LA CEPAL - NUMERO EXTRAORDINARIO
CEPAL CINCUENTA AÑOS
REFLEXIONES SOBRE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
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este Número Extraordinario favor contactar publications@eclac.cl
haciendo referencia al código (LC/G.2037-P), Octubre 1998
V. Los años setenta: por un
"estilo" de crecimiento con homogeneidad social y con intensificación de
las exportaciones industriales
1. El contexto histórico
Desde mediados de los años sesenta y hasta el fin del auge económico mundial en
1973-1974 América Latina disfrutó de un crecimiento acelerado (promedio de 6.7% anual),
acompañado de un excelente desempeño exportador (expansión de 7. 1 % anual). A su vez,
gozó de abundante liquidez internacional que le aportó divisas adicionales a los
ingresos de exportación y le permitió, en apoyo del proceso de industrialización,
expandir sus importaciones en 13.5% anual como promedio.
La reacción de América Latina a la recesión mundial que siguió a la "crisis
petrolera" de 1973 fue endeudarse para mantener el crecimiento -acentuando su
endeudamiento inicial- o, en algunos casos, endeudarse para estabilizar la economía. Para
ello se valió del voluminoso reciclaje de los petrodólares disponibles para quien
quisiera recibirlos. Huelga examinar aquí ese proceso, documentado y analizado hasta la
saciedad en innumerables textos. Considerando las circunstancias de la economía mundial,
las tasas de crecimiento de América Latina se mantuvieron relativamente elevadas entre
1974 y 1980 (5. 1 % en promedio).
A pesar de la opción generalizada por el endeudamiento, ése fue un momento en América
Latina en que los países optaron por estrategias bien distintas. Por un lado, Brasil y
México, por ejemplo, imprimían continuidad a la estrategia de industrialización con
diversificación de las exportaciones, mediante la protección y fuerte participación
estatal; por otro, los países del Cono Sur (Argentina, Chile y Uruguay) abandonaban esa
estrategia y abrían completamente su comercio exterior y sus finanzas al libre movimiento
de bienes y servicios.18/
La novedad que trajo la crisis internacional al pensamiento cepalino fue la de atribuir
mayor importancia que antes a los análisis macroeconómicos y dar mayor énfasis al
análisis del endeudamiento y de los requisitos para diversificar las exportaciones. Aun
así, cabe afirmar que, respecto al contenido de las ideas, la década de 1970 forma un
todo relativamente homogénico en la historia de la CEPAL, ya que se mantuvo el interés
central por los análisis de mediano y largo plazo y con ello la discusión sobre
"estilos".
No obstante, en el plano de la producción y difusión de las ideas, la institución
entraba a partir de 1973-1974 en una nueva etapa rodeada por circunstancias históricas
que le restaban parte de su capacidad previa de influir en el pensamiento económico de
América Latina. En parte, esa mengua obedeció a un proceso auspicioso, es decir, al
hecho de que en muchos países se había fortalecido la tecnocracia estatal y habían
surgido excelentes centros académicos. Pero en esencia operaron otros determinantes
históricos de gran relevancia. Coincidieron en el tiempo cambios fundamentales en el
plano de los acontecimientos políticos -irrupción de las dictaduras, sobre todo en el
país sede, Chile, que restringen el poder de convocatoria cepalina de la intelectualidad
regional-, en el plano económico local y mundial 19/ --crisis
y recesión mundial y, relacionado con esto, en el plano de la historia de las ideas
económicas.
A juicio de Enrique Iglesias, Secretario Ejecutivo de la CEPAL, entre 1972 y 1985, la
etapa fue de "sobrevivencia" a esas circunstancias.
Como es obvio, los análisis de largo plazo, que son el área de excelencia de la CEPAL,
se verían postergados cada vez más por las angustias de corto plazo. El Brasil del II
Plan Nacional de Desarrollo y el México del auge petrolero fueron excepciones parciales,
pero sólo durante los años setenta, ya que se transformaron en protagonistas de la
crisis en los años ochenta. El enfoque histórico y de largo plazo sólo resistiría como
eje central del pensamiento de la CEPAL hasta esa crisis y quedaría marginado por casi
una década, hasta su recuperación en los años noventa.
La falta de espacio político y los cambios en la economía coincidieron con un tercer
elemento. Siguiendo la estela de la declinación del keynesianismo, se observaba una
gradual decadencia en todo el mundo de la teoría del desarrollo 20 / y la rápida
aparición de una nueva ortodoxia en cuanto al análisis de las economías en desarrollo.
En ese plano ideológico los efectos de la adopción de esa ortodoxia sin reservas
adoptada por parte de los países del Cono Sur no fueron despreciables.
2. La interpretación de
los "estilos" de crecimiento y la industrialización pro exportadora
La integración entre los elementos
del análisis cepalino acumulados en las décadas anteriores se concretó en los años
setenta mediante la idea de "estilos" o "modalidades" de crecimiento.
El debate en torno a los "estilos" se desarrolló en la CEPAL estimulado por
cuatro influencias básicas. Primero, la recuperación económica de la región durante el
"auge" mundial de 1965-1973 llevó al reconocimiento de que la reforma agraria y
la redistribución del ingreso constituirían la base de un crecimiento socialmente más
homogéneo y justo, pero no del único estilo de crecimiento viable. Segundo, las Naciones
Unidas promovían un intenso debate internacional en torno a esos mismos temas. Tercero,
los intelectuales cepalinos formulaban fuertes críticas metodológicas a la forma como se
desarrollaba este debate. Y cuarto, la crisis internacional de 1973-1974 y la
intensificación posterior del endeudamiento reforzaron el énfasis en la necesidad de
reorientar la "modalidad" o "estilo" de industrialización de manera
de combinar los estímulos del mercado interno con las virtudes de la orientación pro
exportadora de bienes industriales.
En cuanto a las posibilidades de éxito de esa nueva modalidad de industrialización los
trabajos cepalinos mantenían cierto "tono" optimista, alimentado por el hecho
de que algunos países de la región, como Brasil y Colombia, estaban adoptando la
estrategia con éxito. Sin embargo, respecto a la relación entre estilos de crecimiento y
la transformación económico-social la etapa evolucionó hacia una profunda
"perplejidad" entre los intelectuales cepalinos, que no lograban ocultar su
aprensión en cuanto a la factibilidad de reorientar el desarrollo hacia una mayor
homogeneidad social .21/
La honradez intelectual cepalina no permitía abrigar ilusiones: el fin de las
dictaduras sería un paso necesario, pero no suficiente. Dadas las raíces históricas de
las estructuras de propiedad y poder, y sus consecuencias sobre las estructuras de
producción y distribución del ingreso, la lucha político-social que se preveía para la
fase de la recuperación democrática representaba una ardua tarea.
a) Estilos
Uno de los reconocimientos más
categóricos de que las economías latinoamericanas pueden ser dinámicas a pesar de
contener graves injusticias sociales surge en 1971, en el artículo "Más allá del
estancamiento: una discusión sobre el estilo de desarrollo reciente en Brasil", de
Maria da Conceiáo Tavares y José Serra. Fue escrito en la sede de la CEPAL, bajo la
influencia directa de su maestro Aníbal Pinto, quien ayudó a abrirle aceptación a esa
idea en su influyente tesis de la heterogeneidad estructural. Si la industrialización no
había abolido las diferencias, sino que, por el contrario, sólo había cambiado su
formato y ampliado su visibilidad, ¿qué impediría que el crecimiento futuro continuara
reforzando el proceso histórico en curso? Es más, la concentración del ingreso ¿no
estaría siendo funcional al dinamismo?
El trabajo de Conceiáo y Serra se centraba en la experiencia brasileña -lo que explica
que se inicie con una crítica a la interpretación de Furtado basada en el
estancamiento-, pero la conclusión general puede considerarse una de las piezas
inaugurales de la nueva línea analítica cepalina sobre los "estilos".
Según los autores, la concentración del ingreso sería funcional al crecimiento
brasileño y le conferiría dinamismo, porque reajustaba la estructura de la demanda hacia
la estructura productiva existente, ampliando el consumo de las clases medias y altas y
elevando el excedente para financiar la acumulación. Se trataba de un estilo de
crecimiento "maligno" -la expresión es de I. Sachs pronunciada durante una
alocución en la CEPAL en 1968- o "perverso", que es como los autores
apellidaron el pretendido "milagro brasileño" exhibido por la dictadura de
entonces y fundándose en las aceleradas tasas de crecimiento de la época. 22/
Dentro de la línea interpretativa de los "estilos", tal vez la referencia
principal de los años setenta sea el texto de Aníbal Pinto (1976), Notas sobre los
estilos de desarrollo en América Latina. El autor inicia su texto con una definición
de Graciarena: "estilos", son "la modalidad concreta y dinámica adoptada
por un sistema en un ámbito definido y en un momento histórico determinado"
(Graciarena, 1976, p. 102) y en seguida la complementa con la idea de que "desde un
ángulo económico estricto podría entenderse por estilo la manera en que dentro de un
determinado sistema se organizan y asignan los recursos humanos y materiales con el objeto
de resolver los interrogantes sobre qué, para quiénes y cómo producir los bienes y
servicios" (Graciarena, 1976, p. 104).
Sobre esa base, desarrolla toda una argumentación respaldada por estadísticas
latinoamericanas relacionando los tres "interrogantes", especialmente la
interacción entre los dos primeros, el "qué" y "para quién". Según
la visión de Pinto, la dinámica de un estilo debe buscarse en las interacciones entre la
estructura productiva y la distribución del ingreso. El autor lamenta el "círculo
de causalidad negativa" del estilo imperante, en que la concentración del ingreso
alimenta la estructura productiva existente y viceversa. Por último, ejecuta una serie de
ejercicios sobre la redistribución deseable del ingreso y la reorientación de la
estructura productiva.
El clima de los debates en las Naciones Unidas era otra fuente de estímulo para analizar
estilos. La Declaración sobre el Progreso y el Desarrollo en lo Social, aprobada en 1969
por la Asamblea General de las Naciones Unidas, se elaboró de manera de destacar el
desarrollo social como el gran objetivo de la humanidad, y establecer un consenso
filosófico universal sobre las normas sociales del desarrollo. Pese a poseer ese mérito,
tenía el inconveniente de separar el desarrollo económico del progreso social. La
tentativa de remediar la falla apareció luego en un documento de 1970, aprobado también
por la Asamblea General de las Naciones Unidas, sobre la Estrategia intemacional del
desarrollo, en que se propone un "enfoque unificado" del desarrollo económico y
social .23/
Durante muchos años la temática del desarrollo integral ocupó un espacio central en los
diferentes organismos de las Naciones Unidas y fue objeto de centenas de artículos,
documentos, seminarios y congresos.
La activa participación de la CEPAL en esa producción intelectual tuvo dos enfoques. El
primero fue "oficial", como órgano de las Naciones Unidas. Como continuación
de una línea de trabajo que despuntó con vigor a comienzos de los años sesenta, en los
años setenta se multiplicaron los estudios sobre el empleo y la distribución del
ingreso.24/
Además, la CEPAL respondería oficialmente al mandato conferido por la Asamblea General
de evaluar la estrategia de desarrollo integral en las condiciones latinoamericanas. El
documento más importante de ese carácter fue la Evaluación de Quito (CEPAL,
1975b), coordinada por Manuel Balboa y Marshall Wolfe. El trabajo formula una serie de
criterios para el "desarrollo integrado" o "desarrollo humano", entre
los que figuran, muy a gusto de la agenda reformista de los años sesenta, la defensa de
la necesidad de modificar el régimen de propiedad de la tierra y el control y la
utilización soberana de los recursos naturales. Se adopta una postura flexible en cuanto
a las estrategias de cambio, señalándose que es preciso adecuarlas a las distintas
configuraciones estructurales existentes en la región y destacando que el modelo o el
estilo que se adopte debería ser orientado por la planificación estatal y contar con la
participación indispensable de todos los estratos de la población.
El segundo enfoque, analíticamente más profundo, era el que hacían los intelectuales de
la CEPAL cuando no estaban involucrados en la elaboración de textos oficiales. Ya se
mencionaron algunos momentos de gran inspiración por parte de los economistas. Pero la
discusión sobre "estilos" era necesariamente interdisciplinaria y mantenía
abierta la posibilidad de que la contribución de los sociólogos, iniciada en los años
sesenta, tuviera plena continuidad. Por tanto, no es de extrañar que el número inaugural
de la Revista de la CEPAL, del primer semestre de 1976, reúna, además del
artículo de Aníbal Pinto ya citado, dos ensayos cuya lectura es indispensable para
conocer el enfoque que entonces se hacía de los "estilos".
El autor de uno de ellos era el sociólogo Jorge Graciarena (1 976). Tiene como
preocupaciones centrales la delimitación del confuso tratamiento teórico conceptual que
venía recibiendo el tema de los estilos, a partir del "enfoque unificado", y
una definición integral del concepto capaz de indicar metodológicamente una orientación
histórica multidisciplinaria.
Los asuntos en carpeta eran complicados. Se trataba de ir mucho más allá de la mera
identificación de las diferentes dimensiones de cada configuración histórica en los
distintos países -política, económica, social, cultural, etc.- y de establecer
criterios para integrar todas esas dimensiones en un análisis consistente. Como tarea que
apartaba al analista de los mensajes optimistas, había que reconocer analíticamente la
existencia de estructuras de poder y de dominación y sus remotas relaciones con la
viabilidad de estrategias socialmente justas, e incorporar centralmente la noción de
"conflictos" en la generación de los estilos existentes y de aquellos
deseables.
El autor del otro texto era el sociólogo Marshall Wolfe (1976), Director entonces de la
División de Desarrollo Social de la CEPAL. El artículo "Enfoques del desarrollo de
quién y hacia qué" es una refinada delimitación conceptual de las dificultades
históricas de viabilizar estrategias socialmente deseables como las definidas en muchas
declaraciones internacionales de la época.
Recorre los elementos centrales del "consenso internacional sobre el desarrollo
orientado por valores de libertad e igualdad de derechos: acelerado proceso de
acumulación de capital, industrialización, modernización agrícola, incorporación de
todos al consumo moderno, desarrollo de la capacidad empresarial, difusión tecnológica y
científica, educación universal, provisión de servicios y seguridad social,
participación creciente en el comercio mundial y aumento de las corrientes de
financiamiento a los países en desarrollo.
A continuación reseña las características del orden económico mundial y
latinoamericano con el fin de mostrar las gigantescas dificultades de alcanzar esos
objetivos. Por último, sostenía que existen tres criterios corrientes para tratar los
problemas del desarrollo: "utópico normativo", "tecnocrático
racionalista" y "sociopolítico", con el objetivo básico de formular
advertencias metodológicas. Según el autor, los dos primeros "pueden evitar el
callejón sin salida del verbalismo y de la acción ritual sólo si sus sustentadores los
relacionan con criterios sociopolíticos que identifiquen a ciertos agentes y propongan
estrategias concordantes con los valores, intereses y capacidades de esos agentes"
(Wolfe, 1976, p. 162). Según el autor, al considerar el criterio sociopolítico se
concluye que no hay ninguna razón a prioi para suponer la existencia de agentes
políticamente capaces y deseosos de implantar un estilo de desarrollo deseable y
factible.
b) Nueva modalidad de industrialización: combinado el mercado interno y la
exportación
Cabe recordar que la toma de
posición cepalina sobre las distorsiones del proceso de industrialización y sobre la
conveniencia de reorientarlo hacia la diversificación de las exportaciones se originó en
los años sesenta.
En los Estudios Económicos de esa década la CEPAL señala continuamente la
existencia de problemas de eficiencia en materia de asignación de los sistemas
económicos latinoamericanos derivados de errores de conducción de la política comercial
e industrial. Hay críticas a la protección excesiva brindada a proyectos con escalas
inviables y especialización insuficiente, baja productividad, costos elevados y derroche
de capitales.
Simultáneamente con la preocupación por una asignación eficiente, estaba la clásica
aprensión por las restricciones externas al crecimiento, vale decir, con la brecha de
divisas.25/ El
Estudio económico de América Latina, 1971, analizaba las perspectivas para
los años setenta y señalaba dos caminos para encarar el problema de la dependencia o la
vulnerabilidad externa. Uno de ellos era la expansión de las exportaciones industriales y
el otro era una alerta de carácter premonitorio sobre los riesgos de un
"financiamiento -y endeudamiento- precario, costoso e incierto" (p. 8).
En el Estudio económico de 1975 la CEPAL reconoció la crisis de 1973-1974 como el
momento en que la región ingresaba a una nueva etapa de su larga trayectoria de
dificultades en el flanco externo de sus economías. La "internacionalización"
de las economías -léase aumento del coeficiente de importación y aumento del pasivo
externo de las economías-, las dificultades para exportar y para endeudarse en forma
adecuada permitían prever un largo período de barreras al crecimiento por el lado
externo. En todo el segundo lustro de los años setenta el diagnóstico sobre las
tendencias y las proposiciones de política de la CEPAL confluyen en la
proposición de reforzar la industrialización y las exportaciones como mecanismo para
enfrentar las dificultades de la inserción internacional, en continuas advertencias sobre
los riesgos del endeudamiento generalizado en la región y en los riesgos de la apertura
comercial y financiera a todo trance que se daba en. los países del Cono Sur.
Se sostenía que no había antagonismo entre el aprovechamiento del mercado interno y la
apertura exportadora: al contrario, serían procesos complementarios en una buena
estrategia de industrialización. En un ejercicio coordinado por Manuel Balboa se
realizaron proyecciones de mediano y largo plazo que advirtieron sobre la escasa
posibilidad de sustentar el crecimiento económico por el peso de los compromisos de la
deuda y las demás perspectivas del comercio internacional, con lo que la CEPAL (1978) se
contraponía a la euforia ideológica creada artificialmente en los modelos aperturistas a
todo trance del Cono Sur.
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