REVISTA DE LA CEPAL - NUMERO EXTRAORDINARIO
CEPAL CINCUENTA AÑOS
REFLEXIONES SOBRE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Para solicitar un ejemplar de
este Número Extraordinario favor contactar publications@eclac.cl
haciendo referencia al código (LC/G.2037-P), Octubre 1998
III. Inauguración y los
años cincuenta: legitimando y orientando la industrialización
1 . El contexto histórico
En los años que siguieron a la segunda guerra mundial las economías latinoamericanas
estaban en pleno proceso de industrialización y urbanización, promovido por un rápido
crecimiento económico de 5.8% anual entre 1945 y 1954 y por una relajación de la
restricción externa que permitió la expansión de las importaciones en 7.5% anual, en
ese mismo período. Esto abría un espacio al fortalecimiento de la ideología
industrializante, que comenzaba recién a despertar en la región. A su vez, se difundía
la idea de que las exportaciones tradicionales tendían a recuperar terreno con la vuelta
a la normalidad en la posguerra, lo que estimulaba la restauración de la ideología
liberal dominante hasta los años treinta, fundamentada, desde el punto de vista
académico, en la teoría de la división internacional del trabajo basada en las ventajas
comparativas estáticas (ricardianas) o en las ventajas emanadas de la dotación relativa
de factores.
Frente a la ideología liberal, la defensa del desarrollo mediante la industrialización
tenía, en el período inmediato de la posguerra, el inconveniente de encontrarse poco
instrumentalizada desde el punto de vista analítico. Para los defensores de la
industrialización, había una especie de "vacío teórico", y el escepticismo
respecto de la teoría económica existente generaba perplejidad frente a la falta de
teorías que pudieran adaptarse a las realidades económicas y sociales que se procuraba
entender y transformar.
Había, pues, una cierta discordancia entre la historia económica y social y la
construcción de su contrapartida en el plano ideológico y analítico.5/
La teorización cepalina cumpliría ese papel en América Latina. Sería la versión
regional de la nueva disciplina que se instalaba con vigor en el mundo académico
anglosajón siguiendo la estela "ideológica" de la hegemonía heterodoxo
keynesiana, o sea, la versión regional de la teoría del desarrollo. Los años cincuenta
fueron para la CEPAL los del auge de la creatividad y de la capacidad de osar e
influenciar. Prebisch y la osadía intelectual son sinónimos en América Latina.
Apoyándolo, en el seno mismo de la CEPAL o en sus cercanías, estarían nada menos que
Celso Furtado, José Medina Echavarría, Regino Botti, Jorge Ahumada, Juan Noyola
Vásquez, Aníbal Pinto, Osvaldo Sunkel y otros conocidos cultivadores del conocimiento
sobre la realidad latinoamericana 6/
2. La cosecha inaugural y sus extensiones
En 1949 Prebisch redactó para la CEPAL la obra que Hirschman denominaría
"manifiesto latinoamericano". Se trataba de El desarrollo económico de la
América Latina y algunos de sus principales problemas (Prebisch, 1949).
Algunos meses después, todavía en 1949, volvería a presentar las mismas ideas, con
pequeñas modificaciones en la parte conceptual del Estudio Económico de América
Latina, 1949 (CEPAL, 1951a). Y en 1950, Prebisch redactaría los cinco primeros
capítulos del Estudio Económico de América Latina, 1950 (CEPAL, 1951b), que
recibirían el nombre de "Problemas teóricos y prácticos del crecimiento
económico" (Prebisch, 1952). Ese conjunto de documentos contenía ya todos los
elementos que figurarían como la crran referencia ideológica y analítica para los
desarrollistas latinoamericanos.
a) La inserción internacional
Cabe recordar que el análisis
cepalino tiene como uno de sus instrumentos básicos la didáctica del contraste entre el
modo en que el crecimiento, el progreso técnico y el comercio internacional se dan en las
estructuras económicas y sociales de los países "periféricos" y el modo en
que se dan en los países "céntricos".
En el caso del análisis del comercio internacional, el contraste se presta para destacar
las interdependencias entre el comportamiento del "centro" y el de la
"periferia", y los problemas que generan para esta última.
Prebisch ya utilizaba la expresión "países periféricos" mucho antes de
ingresar a la CEPAL (Love, 1980). La categoría le servía hasta entonces para analizar la
vulnerabilidad latinoamericana a la crisis cíclica de los años treinta, que derivaba en
procesos inflacionarios con un fuerte componente exógeno y tendencias a las contracciones
intemas que, políticamente, fomentaban soluciones macroeconómicas poco recomendables.7/
En la CEPAL, el argumento cobró luego peso en los textos inaugurales, porque se
acompañó de la tesis de la tendencia al deterioro de los términos de intercambio, que
se oponía al postulado liberal de las virtudes del libre comercio internacional. Al
contrario de lo que prometía la teoría de las ventajas comparativas, durante el siglo XX
la mayor lentitud del progreso técnico de los productos primarios en relación con los
industriales no estaba promoviendo el encarecimiento de los primeros respecto de estos
últimos.
La tesis tuvo dos versiones, ambas estructuralistas y ambas centradas en la idea de las
ventajas comparativas dinámicas de la producción industrial -o de las desventajas
comparativas dinámicas de la especialización en bienes primarios. En el manifiesto
latinoamericano ésta se vinculaba a los ciclos y a la forma como la estructura
subdesarrollada de producción y empleo impedía que la periferia retuviera los frutos de
su progreso técnico, a diferencia de lo que ocurría en el "centro". En este
último, los sindicatos organizados y una estructura productiva concentrada lograban
impedir la caída nominal de precios de los bienes industriales durante la "baja
cíclica" compensando así con creces las ganancias que la periferia obtenía, en el
auge cíclico, con los bienes primarios.8/
La segunda versión surge en el segundo de los tres textos mencionados y se ve
reforzada en el tercero. Contemplaba la tendencia "potencial" al deterioro
debida al exceso de mano de obra en la agricultura subdesarrollada de la periferia -no
transferible a los países céntricos cerrados a la inmigración- cuyo empleo eventual en
actividades exportadoras llevaría a la expansión de la oferta, lo que deprimiría los
precios intemacionales, resultando en un valor menor a pesar del mayor volumen producido.9/
Con ese argumento defendía la "economicidad" de la industria y justificaba el
recurso al proteccionismo: aunque la eficiencia de la producción industrial fuera menor
en la periferia, era superior a la eficiencia de aplicar los recursos productivos en la
agricultura.
A continuación, sostenía que el proceso de industrialización no atenuaría la
vulnerabilidad externa, porque durante mucho tiempo la periferia latinoamericana se
mantendría como exportadora de productos primarios, de demanda inelástica en los países
céntricos, y como importadora de productos industriales, de alta elasticidad de la
demanda en la periferia. Señalaba que mientras el proceso de industrialización no
concluyera enfrentaría siempre una tendencia al desequilibrio estructural del balance de
pagos, ya que el proceso sustitutivo "aliviaba" la demanda de
importaciones por un lado, pero imponía nuevas exigencias, derivadas tanto de la
nueva estructura productiva que creaba como del crecimiento del ingreso que generaba. Por
esa razón, sólo se alteraba la composición de las importaciones, renovándose
continuamente el problema de la insuficiencia de divisas.
Esa formulación sobre la tendencia al desequilibrio estructural del balance de pagos
figura en el centro de varios planteamientos cepalinos de la época.
Primero, subordina el concepto mismo de industrialización al de "sustitución de
importaciones". El argumento es elaborado a cabalidad en un texto muy posterior por
Maria da Conceiáo Tavares (1964), pero ya aparece en los textos inaugurales. La dinámica
sustitutiva consiste en la forma como la economía reacciona a los estrangulamientos
sucesivos del balance de pagos. Debido a la compresión progresiva de la lista de
importaciones, la industrialización va pasando de sectores de instalación
"fácil", poco exigentes en materia de tecnología, capital y escala, a
segmentos cada vez más sofisticados y exigentes.10/
Obsérvese que es totalmente equivocada la idea, muy difundida por los economistas
liberales, de que lo que proponía la CEPAL era una "autarquía". Al contrario,
había una reiteración recurrente de que el proceso sustitutivo sólo alteraba la
composición de las importaciones. Más aún, el crecimiento económico generaría una
presión inevitable para la expansión de las mismas y los países céntricos sólo
podían ganar con la industrialización de la periferia y con una mayor apertura a la
importación de productos originados en ella. Por lo tanto, se sostenía que había una
amplia "solidaridad intrínseca" entre la industrialización y la expansión del
comercio internacional.11/
Segundo, y también a diferencia de lo que muchas veces se supone, la preocupación por el
desequilibrio externo llevó a que, desde sus orígenes y sobre todo a partir de los años
sesenta, la CEPAL destacara la importancia de estimular las exportaciones.
En ese terreno la CEPAL tuvo un papel intelectual central en dos iniciativas
institucionales de gran envergadura. En el segundo lustro de los años cincuenta
participó en la creación de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC). Y,
en los primeros años del decenio de 1960, el propio Prebisch sería el personaje
protagónico en la creación de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y
Desarrollo (UNCTAD).
La argumentación cepalina a favor de la ALALC contenía la idea de iniciar un proceso de
diversificación de las exportaciones por esfuerzo propio, por la vía teóricamente más
fácil del comercio intrarregional. Y lo que es más importante, conforme se lee en las
secciones introductorias del texto cepalino inaugural sobre el tema (CEPAL, 1959), el
mercado común latinoamericano tendría la virtud de ampliar el tamaño del mercado de los
sectores industriales exigentes en materia de escala, facilitando la profundización del
proceso sustitutivo.
La UNCTAD nacía de ideas debatidas en los años treinta y cuarenta, relacionadas con la
necesidad de atenuar la vulnerabilidad cíclica de los países periféricos aplicando
mecanismos de intervención internacional concertados de común acuerdo con los países
centrales. Al momento de su nacimiento el énfasis en la necesidad de diversificar y
ampliar las exportaciones -incluso las industriales- se estaba extendiendo del ámbito
restringido del mercado regional al otro, más ambicioso, del mercado mundial. El texto
que Prebisch (1964) presentó en la segunda conferencia de la nueva entidad es, tal vez,
el momento en que la idea de la cooperación internacional para reforzar el desarrollo de
la periferia mediante acuerdos de comercio internacional tiene su mayor peso.
Tercero, la idea del estrangulamiento permanente del balance de pagos también es central
en la tesis de la inflación estructural. La tesis fue desarrollada por Juan Noyola
Vásquez (1957) y depurada por Osvaldo Sunkel (1958 y 1959) y Aníbal Pinto (1960). El
desequilibrio estructural de la balanza de pagos aparece en esos textos como la causa
estructural "básica" de la inflación junto con la rigidez de la oferta
agrícola, lo que desencadena un proceso alimentado por "factores de
acumulación" y por "mecanismos de propagación".
Conforme a esa tesis, la moneda se expande casi siempre pasivamente como respuesta de las
autoridades monetarias a las alzas de precios de origen estructural, siendo por tanto
incorrecto considerarla causa de la inflación. Las políticas crediticias y fiscales
restrictivas no sólo fracasan en el tratamiento de la inflación, sino que, al provocar
recesión, contraen las inversiones que permitirían atenuar o eliminar las tendencias
inflacionarias estructurales, que se manifiestan en cuanto se retorna el crecimiento.
Cuarto, en 1954, frente a las dificultades crecientes de balance de pagos determinadas por
el término de la guerra de Corea, reaparece la idea del estrangulamiento externo
vinculada con la discusión sobre la conveniencia de estimular la entrada de capitales
extranjeros privados, es decir, de no restringiese a la búsqueda de capitales
provenientes de recursos públicos. Prebisch defendía este estímulo, pero llamaba la
atención al peligro de expandir los pasivos externos de los países y someterlos
exageradamente al peso de su servicio, por lo que estimaba más prudente ampliar el
financiamiento de los organismos oficiales. El texto sobre La cooperación
internacional en la política de desarrollo latinoamericano (CEPAL, 1954) es la
primera incursión en un tema que tendría larga vida en América Latina.
Con variaciones que se adaptan a los diferentes contextos del comercio mundial y a las
diversas condiciones de financiamiento internacional, el argumento de la vulnerabilidad
externa acompaña a las cinco décadas de la reflexión cepalina. En los años sesenta se
denominaría "dependencia financiera y tecnológica" y en los setenta habria un
enriquecimiento analítico de la "dependencia", mediante el examen del papel de
las empresas transnacionales en las economías periféricas. En los años ochenta la
vulnerabilidad externa equivaldría en la práctica a la "asfixia" financiera
provocada por la deuda externa y, en los años noventa, la vulnerabilidad se trataría
como un problema doble, es decir, especialización productiva y tecnológica con poco
dinamismo en el mercado mundial y excesiva exposición al endeudamiento externo, sobre
todo de corto plazo.
b) Condicioiies estructurales internas
La industrialización espontánea
era saludada en los textos originales como un acontecimiento de gran significado en la
historia de la difusión mundial del progreso técnico. A su vez, el proceso se estimaba
como intrínsecamente problemático dado que se realizaba sobre la base de estructuras
económicas e institucionales subdesarrolladas.
El argumento se fundaba en dos características centrales de esas estructuras. Primero,
que se heredaba una base económica especializada en pocas actividades de exportación,
poco diversificada y con una complementariedad intersectorial e integración vertical
extremadamente reducidas. Había serias limitaciones para compensar esas deficiencias. Las
nuevas exigencias en materia de importaciones no podían satisfacerse dada la escasez de
exportaciones y de financiamiento externo. Y las exigencias en materia de esfuerzo interno
tropezaban con un ahorro insuficiente para aenerar simultáneamente todas las inversiones
que requería la industrialización.
La otra característica era la baja productividad de todos los sectores, excepto el
exportador. Esa "heterogeneidad estructural" -la expresión sólo sería
acuñada en los años sesenta por Aníbal Pinto, pero se aplica a la formulación de los
años cincuenta- comprendía un gran excedente real y potencial de mano de obra, y una
baja productividad media per cápita reducía la posibilidad de elevar las tasas de ahorro
en esas economías, limitando la acumulación de capital y el crecimiento. La situación
se complicaba con la insuficiente capacidad de ahorro del sector público debido a una
estructura fiscal obsoleta y, respecto al ahorro del sector privado, debido a los patrones
de consumo suntuario practicados por las clases ricas, un hábito que tendería a
agravarse como resultado de la acentuación de los "efectos de demostración".
En suma, las economías periféricas se enfrentaban con graves problemas de insuficiencia
de ahorro y de divisas. Desde sus orígenes, ese "modelo de dos brechas"
orientó la reflexión cepalina, aunque la expresión no figurara en los textos
principales, ni tampoco se le diera el tratamiento formal que le darían posteriormente
Chenery y otros. 12/
La continuidad del "nuevo estadio de difusión del progreso técnico" estaría
siempre amenazada por el conjunto de problemas que son característicos de las economías
perif¿ricas. Dados los dos rasgos distintivos de las estructuras productivas de esas
economías, o sea, especialización y heterogeneidad tecnológica, el proceso en curso
provocaría tres tendencias perversas que desempeñarían un papel básico en el contexto
dinámico: el desequilibrio estructural del balance de pagos, la inflación y el
desempleo.
El desequilibrio estructural del balance de pagos emanaba de las exigencias de
importación de economías en vías de industrialización especializadas en unas pocas
actividades exportadoras y con una baja elasticidad de la demanda de sus exportaciones.
Precisamente, por ser poco diversificadas sufrían la presión permanente de expandir las
importaciones más allá de lo permitido por el crecimiento de las exportaciones.
La tendencia a la inflación derivaba tanto del desequilibrio de la balanza de pagos como
de las demás insuficiencias que el proceso de industrialización enfrenta en economías
poco diversificadas (rigidez agrícola, escasez de energía y transporte, etc.).
Por último, el desempleo obedecía tanto a la incapacidad de las actividades exportadoras
para absorber el excedente de mano de obra como a la insuficiente capacidad de absorción
de las actividades modernas destinadas al mercado interno.
Para que estas últimas fueran capaces de absorber a los subempleados, se necesitarían
tasas de formación de capital y de crecimiento que, en las condiciones de la economía
periférico, representaban un desafío extraordinario: la heterogeneidad estructural
limitaba la capacidad de generar excedentes, ya que sólo en una pequeña fracción de la
economía se operaba con una productividad elevada. La especialización limitaba la
capacidad de exportar y determinaba fuertes presiones importadoras; por último, según el
argumento, las técnicas productivas importadas de los países centrales no absorberían
adecuadamente la mano de obra (más tarde el argumento se ampliaría a fin de incorporar
la idea de que la nueva composición de la producción industrial tendía también a la
menor absorción de mano de obra).
En cada una de esas dimensiones, así como en el análisis de la vulnerabilidad externa,
el pensamiento cepalino evolucionaría y se sofisticaría en las décadas siguientes,
admitiendo acomodaciones a las nuevas circunstancias históricas. Sin embargo,
permanecería como eje central del discurso la forma diferente en que el crecimiento y el
progreso técnico se procesan en las estructuras económicas e institucionales de los
países subdesarrollados y la forma diferente en que impactan el comercio internacional y
el empleo.
e) Planificación
Desde los orígenes de la CEPAL los
trabajos se centraban en las políticas (policy oriented). La acción estatal
en apoyo del proceso de desarrollo aparece en el pensamiento cepalino como corolario
natural del diagnóstico de problemas estructurales en materia de producción, empleo y
distribución del ingreso en las condiciones específicas de la periferia subdesarrollada.
En los años cincuenta, el concepto clave utilizado para otorgar coherencia y
sistematicidad a las proposiciones de política fue el de "planificación" o
"programación".13 / En ese entonces, y en cierta medida también en los años
sesenta, el énfasis en la planificación tenía un significado adicional, que era suplir
las inmensas deficiencias técnicas en la mayoría de los gobiernos de la región.
El punto de partida para prestar apoyo técnico a los Gobiernos en materia de
planificación fue la elaboración de orientaciones técnicas de programación,
acompañada en varios países de ensayos de aplicación de dichas técnicas. 14/ En 1953 se
divulgaría un "Estudio preliminar sobre la técnica de programación del desarrollo
económico", que fue revisado en el documento Introducción a la técnica de
programación (CEPAL, 1955). Conforme se explica en la introducción al documento de
1955, la programación consistía en la "etapa lógica" que seguía al
reconocimiento de los problemas del desarrollo, vale decir, de la necesidad de conferir
racionalidad al proceso espontáneo de industrialización en curso.
El autor principal de la parte conceptual de esos documentos sobre programación fue Celso
Furtado. Se iniciaba entonces una tradición que difundirían Jorge Ahumada, Pedro
Vuscovic y otros economistas que a principios de los años sesenta ayudaron a Prebisch a
crear, bajo la égida de la CEPAL, el Instituto Latinoamericano de Planificación
Económica y Social (ILPES) Y que tendrían un papel central en la influyente trayectoria
de esa entidad en la formación de cuadros técnicos gubernamentales en toda América
Latina.15/
Vista desde la perspectiva actual, la orientación contenida en el documento sobre
técnicas de programación parece trivial. Indica, primero, cómo realizar ejercicios de
consistencia macroeonómica a fin de contar con un punto de partida para la programación,
o sea, la definición de las tasas de crecimiento posibles dadas las restricciones
previsibles del ahorro y del balance de pagos; además, da indicaciones sobre la
realización de proyecciones de demanda sectorial basadas en la elasticidad-ingreso -que
sólo en textos posteriores se recomendaría instrumentalizar con la matriz de
insumo-producto; una vez en posesión del mapa del consumo futuro, el programador debería
proceder a seleccionar sectores y proyectos de sustitución de importaciones de acuerdo
con el criterio de "productividad social marginal del capital".
Sin embargo, en el contexto latinoamericano de los años cincuenta, eso nada tenía de
trivial. Faltaban las estadísticas económicas básicas, no se contaba siquiera con
sistemas mínimos de cuentas nacionales y los gobiernos operaban las economías con gran
desconocimiento de sus tendencias básicas. La orientación dada por las técnicas de
programación de la CEPAL hacían tomar conciencia de esas insuficiencias y de la
importancia de otorgar un mínimo de previsibilidad al contexto macroeconómico en que
descansaría el proceso de crecimiento deseado.
A partir de entonces, en el curso de toda su historia, la CEPAL, y el ILPES producirían
un sinnúmero de textos de recomendación de política económica -y un sinnúmero de
misiones de asistencia técnica a los países latinoamericanos- en los más variados
campos de la actividad económica y sobre los más variados temas que componen la
problemática del desarrollo.
Indice del artículo
- Próxima Sección |