REVISTA
DE LA CEPAL - NUMERO EXTRAORDINARIO CEPAL CINCUENTA AÑOS
REFLEXIONES SOBRE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
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haciendo referencia al código (LC/G.2037-P), Octubre 1998
La CEPAL y la teoría de
la industrialización
Valpy FitzGerald, St. Antony's College,
Oxford
1. Introducción 1/
La industrialización mediante sustitución de importaciones ha tenido un papel central en
el desarrollo económico de América Latina en este siglo. No obstante, se ha impugnado
categóricamente la eficiencia de este proceso como base para el crecimiento económico
sustentable, la elevación de los niveles de vida y la modernización social. La crítica
de la industrialización sustitutivo no es sólo un problema de interpretación de un
período particular de la historia económica, sino también un prisma para evaluar la
estrategia económica actual de la región, que se basa en la creciente
integración a los mercados mundiales y una menor intervención del Estado en la
industria, estrategia definida a menudo explícitamente por contraposición a la
estrategia anterior de industrialización sustitutivo (Edwards, 1995).
La sustitución de importaciones ha existido naturalmente desde la Conquista, siempre que
los costos de transporte y el tamaño del mercado la han hecho rentable, pero la génesis
de la industrialización sustitutiva como estrategia se asocia generalmente con una
reacción ante las conmociones externas 2/
que significaron la gran depresión y la segunda guerra mundial (Ground, 1988). Pese a la
larga tradición de interés por la industrialización y los aranceles aduaneros en la
región, y del conocimiento de preocupaciones similares en Europa central entre las
guerras, la teoría económica formal sobre la industrialización sustitutiva sólo
comenzó en América Latina a partir de la Conferencia de La Habana de 1947 (FitzGerald,
1994).
El discurso teórico fue iniciado por la Comisión Económica para América Latina, 3/ de las Naciones Unidas (CEPAL), y
posteriormente generó una fuerte crítica por parte de los teóricos neoclásicos del
comercio; luego se convirtió en una polémica mundial sobre la estrategia de desarrollo
que más convenía para el Tercer Mundo que surgía del proceso de descolonización. 4/ La sustitución de
importaciones y la inversión pública eran el centro de las estrategias de
industrialización aceptadas -aunque con creciente preocupación por la eficiencia de la
estructura productiva resultante- hasta fines del decenio de 1970 (Banco Mundial, 1979).
En América Latina, la teoría de la CEPAL constituyó la base del estructuralismo 5/ y tuvo profunda
influencia no sólo en los círculos académicos sino que entre los responsables de las
políticas económicas de la región. Tanto es así, que durante el proceso secular de
cambio de régimen económico del decenio de 1980 a un "desarrollo hacia
afuera", no sólo se ha atribuido a la sustitución de importaciones la mayor parte
de los problemas económicos, sino que también se ha culpado a los cepalinos de las
políticas de los gobiernos de "desarrollo hacia adentro" que hizo posible esta
estrategia (Edwards, 1995). Sin embargo, parece haber habido pocos intentos de formalizar
la teoría de industrialización de la CEPAL y, con ello, analizar rigurosamente sus
repercusiones más amplias en lo que toca al conocimiento del proceso de compensación del
mercado o del comportamiento institucional. Esto, a su vez, ha impedido un debate
coherente entre los teóricos estructuralistas y ortodoxos. 6/
II. La teoría de la sustitución de
importaciones como modelo de acumulación industrial
1 . Los orígenes del modelo
La teoría estructuralista de la
industrialización mediante sustitución de importaciones es en esencia un modelo de
acumulación --en el sentido más amplio de que se preocupa del crecimiento, la
inversión, el empleo y la distribución en el largo plazo, más que de la eficiencia
estática como tal. Tiene también bases históricas claras. Su raíz explícita está en
una interpretación del desarrollo de la economía de América Latina durante la gran
depresión y la segunda guerra mundial 7/ que vivió la experiencia de
sustitución de importaciones en las dos décadas previas como un proceso espontáneo de
los gobiernos y las empresas para responder al desplome externo (Rodríguez, 1980). Más
que una estrategia consciente dirigida a la industrialización y al manejo macroeconómico
de la demanda, se entendió que este proceso era resultado de la utilización de la
capacidad manufacturera instalada cuando las importaciones competitivas disminuyeron y de
la lucha de los gobiernos por mantener el gasto en circunstancias que caía la
recaudación tributaria originada en el comercio. La teoría de la CEPAL fue así, en sus
comienzos, un intento de comprender la lógica de este proceso autónomo, con el objetivo
de racionalizarlo, y no de diseñar una nueva estrategia de industrialización como tal.
La raíz de este proceso debe encontrarse en la experiencia regional de reintegración a
la economía mundial en el decenio de 1940. El papel de proveedor estratégico para
Estados Unidos durante la segunda guerra mundial, su activa participación en la
fundación de las Naciones Unidas, y la primera política estadounidense de posguerra
dieron la impresión de que América Latina podía unirse a Europa meridional y a los
Dominios británicos en el concierto emergente de las naciones "occidentales",
basando su industrialización permanente en el acceso seguro a los mercados de
exportaciones primarias. La expansión manufacturera se basaría en los mercados intemos,
para seguir rápidamente con exportaciones de productos de uso intensivo de mano de obra
como los textiles. Sin embargo, cuando se bloqueó la creación de la Organización
Mundial de Comercio y se alzaron las barreras proteccionistas de Estados Unidos luego de
la Conferencia de La Habana de 1947, parecía que esta estrategia orientada a las
exportaciones no estaba ya abierta para América Latina (FitzGerald, 1994).
Las tres principales justificaciones para la industrialización sustitutiva se plantearon
en la primera formulación de la CEPAL a fines del decenio de 1940 y durante el de 1950.
Primero, la restricción externa al crecimiento se atribuía a la caída de la relación
de precios del intercambio para los productos primarios y a las barreras de acceso al
mercado para las manufacturas, que necesitaban una fuente interna de crecimiento. Segundo,
se advirtió la necesidad social de aumentar rápidamente el empleo para absorber la
fuerza de trabajo creciente y ofrecer mejores oportunidades a la fuerza de trabajo
subempleada de la agricultura campesina, lo que los sectores primarios de exportación no
podían lograr. Tercero, la industrialización bajo la dirección del Estado fue vista
como la única forma de generar rápidamente progreso tecnológico, porque los beneficios
de un aumento de la productividad en el sector primario de exportación serían percibidos
por los importadores y no por los exportadores. En términos analíticos, este modelo era
la consecuencia lógica de modificar tres supuestos básicos del modelo neoclásico de
comercio típico: que un país enfrenta una demanda infinitamente elástica de sus
exportaciones a un nivel de precios mundiales dado; que hay pleno empleo y movilidad del
capital y del trabajo; y que no hay externalidades significativas provenientes de la
inversión.
Como institución, la CEPAL adoptó lógicamente un punto de vista específicamente
regional, opuesto al de la industrialización de un solo país (Rodríguez, 1980). Esto
significaba que la coordinación regional de la sustitución de importaciones se daba por
hecha, de modo que las limitaciones de escala de producción que imponía el tamaño del
país se superarían con la integración regional. Más aún, implicaba que el conocido
supuesto de país pequeño de los modelos tradicionales de comercio no era
aplicable, no sólo porque la demanda sería de pendiente muy negativa para las
exportaciones primarias de América Latina en su conjunto, sino porque las ganancias de
mercado de un país a expensas de otro no podían considerarse como un aumento del
bienestar desde el punto de vista de la región en su conjunto.
2. El modelo de economía abierta de dos sectores de la industrialización
mediante sustitución de importaciones
El modelo cepalino de industrialización sustitutivo ligado al deterioro de la
relación de precios del intercambio fue diseñado por Prebisch en la forma de dos
sectores con formación de precios endógena (Prebisch, 1959). 8/ Hay dos sectores -el
exportador primario y la industria interna- con libre competencia, movilidad del trabajo y
rendimientos decrecientes. Cualquier expansión de las exportaciones reduce los ingresos
marginales al sector primario debido a los mercados mundiales inelásticos y a las
condiciones de costos unitarios de producción crecientes: como la rentabilidad del
capital es fija, esto afecta principalmente a los salarios de ambos sectores, que se
igualan a través del mercado de trabajo. De esta forma, los ingresos marginales de los
dos sectores se igualan en el equilibrio. La expansión industrial necesita salarios
reales más bajos para combatir los costos crecientes y mantener la competitividad con las
importaciones del mercado mundial. Estos supuestos generan un modelo de equilibrio de
mercado compensatorio para responder a las conmociones externas, 9/ formalmente comparable con el
conocido modelo neociásico (véase por ejemplo, Corden, 1984), pero del que se extraen
conclusiones algo distintas, debido principalmente a la forma de la función de
exportación. El modelo se diferencia del modelo neoclásico de economía abierta en que
hay superávit de trabajo y una curva de demanda de exportaciones de pendiente negativa, y
no la infinitamente elástica para un país pequeño y pleno empleo. En este sentido,
puede decirse que el modelo de Prebisch se anticipa a la literatura neokeynesiana en que
los mercados se compensan, pero con resultados subóptimos.
El efecto de los choques de precios externos en el modelo de Prebisch es asimétrico,
porque los ingresos están medidos en precios industriales, de manera que los exportadores
se ven más afectados por la caída de los precios externos que la industria. En
equilibrio, la producción y el empleo en los dos sectores están definidos, y el tipo de
cambio es endógeno -y corresponde al que equilibra la cuenta externa. El deterioro de la
relación internacional de precios del intercambio producirá automáticamente una
devaluación que estimulará la oferta de exportaciones, luego más sobreoferta, y así,
sucesivamente. Incluso si la demanda de exportaciones aumenta con el crecimiento en el
centro10/ de la economía mundial, el
aumento del ingreso resultante en la periferia genera una mayor demanda de importaciones
(debido al elevado coeficiente de importaciones de la industria) y problemas en el balance
de pagos. La depreciación consiguiente del tipo de cambio traslada nuevamente el trabajo
hacia las exportaciones y la relación de precios del intercambio se deteriora aún más
con el crecimiento de las exportaciones. La producción industrial no transada se expande
con el aumento de los precios internos y los salarios reales caen; pero esto genera
todavía más importaciones (por la diferencia tecnológica entre el centro y la
periferia) y el desequilibrio externo se perpetúa. El supuesto principal para este
círculo vicioso es la elasticidad de la demanda de exportaciones -tanto la elasticidad de
bajos ingresos como la pendiente de la curva de precios- y la dependencia de importaciones
tecnológicas en la industria. La compensación del mercado no conduce a una solución
óptima en este modelo porque no se igualan los productos marginales en los dos sectores.
Aunque la rentabilidad marginal se iguala al costo marginal en ambos sectores, a la manera
convencional, en el sector de exportaciones el ingreso marginal no es igual al precio
(mundial). Una solución óptima -al menos desde el punto de vista de la región-
aprovecharía el poder monopolístico, tendría menos exportaciones (y mayor ingreso de
las exportaciones) y más producción industrial. Prebisch concluye que a menos que haya
colusión entre los exportadores, la primera solución subóptima de este resultado con
mercados de capital y de trabajo competitivos sólo podría obtenerse alterando los
precios relativos internos mediante ajustes apropiados de los aranceles de importación o
los impuestos a la exportación.
3. El crecimiento, la relación de precios del intercambio y la sustitución de
importaciones
En su primera formulación, el modelo estructuralista de industrialización
sustitutivo derivó entonces del secular deterioro de la relación de precios del
intercambio. 11/ La tesis cepalina
original (CEPAL, 1951) se basaba en la asimetría de la formación de los precios: la
periferia, basando sus precios de exportación agrícolas en bajos costos derivados del
exceso de oferta de mano de obra, como se explica más arriba, y el centro, aplicando
sobreprecios monopolísticos a sus exportaciones industriales para beneficio de sus
propias empresas y fuerza de trabajo. Este modelo, esencialmente neoricardiano, se
reemplazó pronto por la versión basada en el diferencial de elasticidades-ingreso
descrito en Prebisch (1962) y Singer (1950). La crítica neoclásica inicial (por ejemplo,
de Viner, véase FitzGerald, 1994) del modelo de la CEPAL estaba casi exclusivamente
dirigida a este segundo argumento de la relación de precios del intercambio: desde el
punto de vista del modelo ortodoxo, los precios del sector primario deberían subir en
relación con los de las manufacturas en el curso del tiempo, debido a la creciente
productividad industrial, por un lado, y a la escasez de recursos naturales, por otro.
Estudios empíricos recientes parecen indicar que la tesis Prebisch-Singer no sólo es
válida para la relación de precios del intercambio de los productos primarios a largo
plazo (Sapsford, Sarkar y Singer, 1992), sino que un fenómeno similar ocurre con las
exportaciones de productos manufacturados de uso intensivo de mano de obra de los países
en desarrollo (Sarkar y Singer, 1991). Por ello, la CEPAL argumentó que la única forma
de acelerar el crecimiento en América Latina era reduciendo el contenido de importaciones
de la oferta, porque para una relación dada de precios del intercambio, las importaciones
del centro son función del nivel de ingresos del mismo y de la relación de precios del
intercambio, en tanto que las importaciones de la periferia dependen del ingreso de la
periferia y de la relación de precios del intercambio. Suponiendo que los coeficientes
del centro son exógenos,12/ es
evidente que sólo se puede acelerar el crecimiento reduciendo los coeficientes en la
ecuación de demanda de importaciones de la periferia --éste es, en esencia, el
significado de la "sustitución de importaciones". En otras palabras, el
argumento para la protección no deriva de consideraciones de eficiencia estática, sino
de crecimiento dinámico.
Dos etapas distintas de la industrialización sustitutiva se distinguieron después
(Furtado, 1970; Fajnzylber, 1983). La etapa inicial fue la sustitución de bienes de
consumo masivo no duraderos e insumos básicos con protección aduanera y abastecimiento
externo permanente de bienes de consumo duradero, insumos complejos y bienes de capital,
sobre la base de un mercado interno cautivo, amplio crédito e inversión y una
tecnología conocida. La etapa "avanzada" suponía la sustitución de bienes de
consumo duraderos, insumos complejos y bienes de capital. Estos se enfrentarían a un
mercado más difícil formado por los exportadores primarios, las ramas de bienes de
consumo existentes y consumidores de elite, que exigirían una fuerte inversión en
tecnología, amplio respaldo del gobierno y capacidad de competencia en calidad con los
proveedores externos.
Más aún, las hipótesis del modelo original de CEPAL se hicieron más realistas al
distinguir entre estas dos etapas de industrialización sustitutivo en términos de los
cambios estructurales en la elasticidad precio e ingreso de las importaciones como
resultado del propio proceso de industrialización (Villarreal, 1988). En la etapa
inicial, las importaciones restringen el crecimiento económico porque la elasticidad
ingreso de la demanda es superior a la unidad en tanto que la baja elasticidad precio hace
necesaria la intervención directa para reducir el coeficiente de importaciones. Una vez
que la industria local produce bienes previamente importados, en la etapa avanzada, la
elasticidad precio de la demanda de importaciones subirá, en tanto que la saturación de
los mercados locales reducirá la elasticidad ingreso. Así, en la etapa avanzada, la
estrategia de industrialización puede basarse en las exportaciones más que en la demanda
interna, y la política de tipo de cambio será más eficaz para frenar las importaciones,
No hay ninguna razón, en todo caso, para que una etapa de industrialización deba seguir
automáticamente de la otra. Esto depende del tamaño del mercado interno, que permita las
economías de escala que requiere la producción de bienes de capital; la capacidad de las
industrias establecidas inicialmente de absorber aranceles en insumos y maquinaria
importados; y el éxito en el cambio a la exportación de manufacturas.
Un elemento central de este modelo fue la posición de que el ahorro no era en sí una
traba al crecimiento. Este no era un concepto keynesiano sobre el nivel de la demanda
efectiva, sino más bien una consecuencia lógica del argumento de la CEPAL de que la
restricción de corto plazo de la expansión de la producción interna era la
disponibilidad de divisas (v.g. bienes de producción importados) y no la capacidad de
producción como tal. Se sentía que la demanda de inversión por sí sola era muy
pequeña para generar pleno empleo, debido a la falta de voluntad de invertir de las
empresas privadas -el ahorro era bajo porque la inversión era escasa, y no al revés. La
restricción externa y la falta de decisión de los inversionistas pueden ser vistas como
keynesianas, en el sentido amplio de preferencia por la liquidez y empuje empresarial,
respectivamente.
El bajo nivel de inversión industrial que registraba América Latina, a pesar del nivel
relativamente alto de rentabilidad que aseguraba la protección, era atribuido a factores
internos (Prebisch, 1962): primero, la renuencia de los recipientes de rentas de
exportación (grandes terratenientes y empresas mineras) a invertir en el sector
manufacturero; segundo, la escala de los proyectos industriales modernos superaba la
capacidad financiera y de gestión de los empresarios locales; tercero, la falta de una
infraestructura económica adecuada (energía, transporte, etc.) y de una fuerza de
trabajo capacitada: y cuarto, la falta de expertizaje tecnológico, que era monopolizado
por las empresas extranjeras. Para la CEPAL, la resolución de estos cuatro problemas
hacía necesaria una inversión pública de gran escala, una importante intervención del
Estado en la producción y una planificación indicativa del conjunto de la economía. Sin
embargo, este papel estrategico del Estado se veía siempre como de apoyo al sector
privado y una sustitución (ojalá temporaria) de la falta de grandes empresarios locales.
Esta visión 13/ no representaba
un apoyo al proceso de socialización de los medios de producción, por lo que no podía
ser tildada de 'populista' en el sentido de haber sido diseñada para perjudicar los
intereses empresariales en beneficio de la clase trabajadora o de productores pequeños, 14/
4. La restricción externa
El modelo de la CEPAL dependía entonces de la existencia de una restricción externa
real sobre el volumen de la producción que opera antes que la restricción de la
capacidad productiva. Se creía que los mercados de exportación estaban limitados por las
barreras proteccionistas a las importaciones al centro para los manufactureros, y la
sobreoferta de materias primas de la periferia. 15/ Por cierto, ésta
era una limitación a los exportadores de la periferia como grupo; pero cada país no
podía ajustar su balance de pagos a la tasa de crecimiento deseada utilizando el tipo de
cambio real.
Si las exportaciones y las importaciones son elásticas al tipo de cambio real, entonces
podría parecer que el equilibrio comercial puede lograrse en cualquier nivel de la
demanda agregada, moviendo el tipo de cambio real al nivel apropiado y, con ello, que el
sector externo no puede considerarse como una restricción al crecimiento. Sin embargo, el
argumento de la CEPAL no depende de sostener que las elasticidades son efectivamente cero,
sino que el nivel requerido de tipo de cambio real, de hecho, no se puede alcanzar -tanto
por el efecto del tipo de cambio nominal en los precios internos y la inflación como por
los límites sociales a la tasa de salario real. Aun con salarios indizados en forma
incompleta, el enfoque estructuralista sostiene que habrá un piso socialmente aceptable
al salario real (Dornbusch, 1980). Está claro que hay una relación directa e inversa
entre el tipo de cambio real y la tasa de salario real. Si hay un límite inferior al
salario real, hay un límite superior al tipo de cambio real. En este caso, porque la
brecha comercial crece junto con la tasa de crecimiento pero disminuye con el tipo de
cambio real, existe una restricción externa sobre la tasa máxima de crecimiento
alcanzable.
Este enfoque forma parte importante de la teoría estructuralista de la inflación, según
la cual una espiral inflacionaria se desencadena por grandes devaluaciones que provocan
alzas equivalentes en los precios y los salarios, lo que a su vez aumenta el déficit
fiscal monetizado debido al impacto en el gasto público y en el servicio de la deuda
externa en dólares (Rodríguez, 1980).16/ Esto se vio como la
justificación de los programas de estabilización heterodoxos que se basaban en controles
directos de salarios y precios como alternativa al ajuste del tipo de cambio, Además, se
necesitaba la acción pública para romper los cuellos de botella de la oferta interna de
bienes salariales -especialmente alimentos- e insumos industriales claves (Thorp, 1971).17/
5. El empleo y la industrialización sustitutiva
Otro aspecto de la distribución del ingreso que es esencial para el modelo de CEPAL
es el del empleo. El crecimiento del empleo industrial (o del 'sector moderno') a una tasa
más elevada que el conjunto de la fuerza de trabajo es el medio principal para eliminar
la pobreza mediante la absorción de mano de obra de los sectores de baja productividad de
la agricultura campesina, los talleres artesanales y los servicios menores. Para esto es
necesario que la producción (y el acervo de capital) crezcan más rápidamente que la
suma del crecimiento de la productividad y el crecimiento demográfico. En otras palabras,
no hay una fácil sustitución de capital por trabajo como en el modelo neoclásico. 18/ La
teoría cepalina de desempleo estructural deriva formalmente de una función de empleo de
tipo Leontiev, donde el empleo depende de la producción y de parámetros de productividad
del trabajo tecnológicamente determinados que definen la densidad del capital, que
aumenta con el progreso técnico.19/
El progreso tecnológico se genera esencialmente en el centro, y luego se transfiere a la
periferia a través de la importación de instalaciones y equipos. Un aumento de la
productividad del capital reducirá entonces la tasa de acumulación necesaria para
disminuir el desempleo. La incorporación de nuevas tecnologías en el acervo de capital
se logra con nuevas inversiones 20/ y por
ello depende de la tasa de acumulación. Esta solución dinámica al problema del empleo
contrasta con la solución estática basada en la adopción de técnicas intensivas en el
uso del trabajo o de una estrategia basada en sectores intensivos en uso de trabajo, como
la agricultura. 21/
Posteriormente, la CEPAL desarrolló su modelo backward de heterogeneidad estructural en
el mercado de trabajo. Se había definido inicialmente por separado un sector tradicional
como complementario del sector moderno (intensivo en capital), basado implícitamente en
una formulación tipo Lewis de trabajo excedentario como mano de obra residual de los
sectores de agricultura campesina o sectores urbanos informales (Prebisch, 1959).
Posteriormente, el modelo se modificó sustantivamente para reflejar la idea de que un
aumento de la producción en el sector moderno desplazaría producción del sector
tradicional, y que este último es más intensivo en el uso de trabajo que el anterior;
con ello, el empleo total podía en realidad caer a pesar del crecimiento (Rodríguez,
1980, pp. 98 y ss.). El análisis de la determinación de los salarios también se alejó
de un concepto inicial de trabajo excedentario en el sector tradicional que determinaba el
precio de oferta del trabajo para el sector moderno (Prebisch, 1962) hacia la negociación
de los salarios nominales determinada por factores institucionales.
En suma, el pleno empleo -y con ello el aumento de los ingresos de los trabajadores
absorbidos del sector tradicional- en la teoría de CEPAL se determina, no sólo por la
tasa de salario, sino por la tasa de acumulación en el sector moderno y la tecnología
incorporada, por un lado, y la dinámica demográfica, por otro. La industrialización
conducida por el Estado, basada en la sustitución de importaciones, fue vista así como
un medio para superar la pobreza estructural en el largo plazo.
La crítica neoclásica al modelo
de sustitución de importaciones
Por conveniencia puede dividirse la crítica de la teoría de la industrialización
sustitutivo en tres líneas de argumentos. 22/ Primero, está la
crítica de la teoria ortodoxa del comercio, que sostiene que la teoría de la CEPAL,
omite los principios básicos de las ventajas comparativas. Segundo, la crítica desde la
perspectiva del desequilibrio sectorial, que argumenta que la protección lleva a
desfavorecer a la agricultura y, con ello, limita las exportaciones (y, por extensión, el
crecimiento del PIB) y genera escaso empleo. Tercero, desde el punto de vista de la
economía institucional, se argumenta que la intervención del Estado y el rentismo que
genera conducen a grandes ineficiencias.
1. Omisión de las ventajas comparativas
La crítica teórica inicial del modelo de la CEPAL era,en efecto, una reafirmación
de los axiomas del modelo neoclásico de Heckscher-Uhlin-Samuelson -que incluye una
frontera común de posibilidades de producción, pleno empleo de la mano de obra y del
capital y la ausencia de poder monopolístico. De hecho, el modelo de la CEPAL cuestionaba
la validez de estos supuestos y derivaba las consecuencias de otros axiomas para el
crecimiento y el empleo. No obstante, todas las críticas apuntaban al argumento genérico
de Prebisch (1962) y Singer (1950) -la llamada 'tesis Prebisch-Singer'- sobre la relación
de precios del intercambio, y no tomaban en cuenta el análisis de la CEPAL sobre las
estructuras económicas internas. La incapacidad de la CEPAL de exponer su propia teoría
en forma rigurosa significó, además, que los críticos podían apoyarse libremente y con
gran efecto en la antigua tradición de la crítica del libre comercio a la protección,
sobre la base del principio de las ventajas comparativas (Balassa, 1980).
Flanders (1964) parece ser el único economista neoclásico que se preocupó del modelo de
Prebisch como se ha descrito, identificando claramente su confianza en el abandono de los
axiomas estándares de país pequeño y pleno empleo. Estableciendo que Prebisch es mucho
menos autárquico que lo que suponen muchos de sus críticos, Flanders destaca que, en el
modelo, el efecto positivo de la protección depende de la acción concertada de
suficientes países de la periferia para ser capaces de ejercer su poder monopolístico
relativo como exportadores. Revela también la aplicación errónea de Prebisch del
teorema de igualación de los precios de los factores: el que los salarios no se igualen
entre centro y periferia no indica necesariamente que no se logre distribuir el progreso
técnico, porque también debe considerarse la rentabilidad del capital.23/ Flanders entonces continúa su
argumentación diciendo que el supuesto de la CEPAL sobre trabajo excedentario, aunque
razonable en sí (y restando valor a un supuesto básico del modelo neoclásico de la
ventaja comparativa), no es un argumento en favor de la industrialización protegida como
tal, sino más bien de la expansión de los sectores no transables --como la
infraestructura de transporte, la educación o la agricultura campesina- para crear más
empleo.
2. Desequilibrios sectoriales
El estudio de la OCDE (Little, Skitovsky y Scott, 1970) representa la crítica
contemporánea más sustancial de la industrialización mediante sustitución de
importaciones, y está dirigida explícitamente a la doctrina de la CEPAL. Se reconoce la
necesidad de fomentar la industria pero se sostiene que la protección es un medio
ineficaz e ineficiente de alcanzar este objetivo. La protección generará algún empleo
industrial en forma directa, pero estimulará también la migración interna y el
desempleo urbano. Se crea una desventaja contra las exportaciones de uso intensivo de
trabajo (como las textiles) debido a la presencia de bienes de capital importados baratos
y una legislación social diseñada para proteger los intereses de los que ya están
empleados en la industria. Además, la agricultura, intensiva en empleo, sufre de falta de
crédito, impuestos excesivos y un tipo de cambio sobrevaluado.
El desequilibrio sectorial surgiría, según el estudio de la OCDE, por el exceso de
importaciones de bienes de capital provocado por distorsiones en los precios de los
factores, y por el aumento de la demanda de bienes intermedios y materias primas a pesar
de la caída de las importaciones de bienes de consumo manufacturados. El énfasis en el
ahorro más que en la generación de divisas desalienta las exportaciones, lo que se
manifiesta en escasez de insumos importados, sobrevaluación del tipo de cambio y altos
niveles de costos internos. Estas críticas sugieren que subvencionar el uso del trabajo,
proporcionar capacitación por cuenta del Estado, canalizar el ahorro hacia la industria a
través de bancos de fomento y promover vigorosamente las exportaciones sería una mucho
mejor estrategia. Es interesante señalar que no sólo se encuentra la mayoría de estas
recomendaciones en los documentos iniciales de la CEPAL, sino que también las
proposiciones de la OCDE admiten -y esto es por demás sugerente- que la
industrialización no se genera espontáneamente por el mercado y requiere la
intervención específica del gobierno.24/
3. El rentismo
Muchos críticos neoclásicos sugerían (y todavía lo hacen) que bajo la
industrialización sustitutiva los gobiernos alientan el exceso de gasto público, los
capitalistas asumen comportamientos rentistas y los trabajadores industriales empujan los
salarios hacia arriba -generando un desequilibrio macroeconómico crónico. Esta línea de
crítica de la industrialización conducida por el Estado en América Latina está
dirigida no sólo al efecto de los aranceles como tales, sino también a toda
intervención del gobierno para promover la industria más allá de la que inducen
naturalmente las fuerzas del mercado. Esta teoría del fracaso del Estado sostiene que el
gobierno es, en la práctica, incapaz de identificar exactamente las externalidades, de
superar problemas de coordinación o de prever una ventaja comparativa futura. Este es, en
parte, un problema de información, pero también de la propia función objetiva del
gobierno, que es expandir su propio gasto y elevar el ingreso de sus miembros o --en el
mejor de los casos- ganar la próxima elección. Esto no conducirá a la adopción de una
política para maximizar el bienestar, distorsión sistémica que fomenta el
comportamiento rentista de las empresas que se benefician de la protección. Este fracaso
del Estado se ve como una característica intrínseca de la industrialización sustitutivo
(Banco Mundial, 1987).
El costo de bienestar de esta protección lo asume el conjunto de los consumidores o los
desempleados, ninguno de los cuales constituye una camarilla política organizada. El
rentismo se convierte en la fuerza determinante de las opciones tecnológicas, lo que a su
vez aumenta el costo de la industrialización y la hace a la postre insostenible. 25/ A nivel macroeconómico, se
argumenta que la inflación crónica y las crisis recurrentes de balance de pagos eran
producto del exceso de demanda interna que derivó directamente de la industrialización
sustitutiva. La presión popular sobre los gobiernos para aumentar el gasto público.
subir los salarios, reducir la flexibilidad del mercado de trabajo y proteger a los
sectores industriales vulnerables -combinada con conflictos distributivos sobre
participaciones en el ingreso- son la raíz de los desequilibrios macroeconómicos en
América Latina (Dombusch y Edwards, 1991).
Como institución de las Naciones Unidas, la CEPAL mostraba una natural circunspección en
estos temas de economía política; pero Prebisch (1962) identificó claramente que los
terratenientes se oponían a la industrialización y que los industriales necesitaban
apoyo del gobierno. Otros autores estructuralistas vieron a las empresas extranjeras como
actores claves en la iniciación y posterior frustración de la industrialización
sustitutiva (Hirschman, 1968). La mayoría de los economistas políticos de la época en
América Latina señalaban la debilidad relativa de la burguesía nacional, producto de su
relación de dependencia con el capital externo (Cardoso y Faletto, 1971). Se argumentaba
también que los altos niveles de utilidad en los sectores no transables como la
construcción y la banca significaban que no habría existido ninguna inversión
industrial sin niveles de rentabilidad similares, que sólo la protección podía
proporcionar. La dependencia externa explica también por qué se concedieron niveles tan
altos e indiscriminados de protección a sistemas industriales conducidos por empresas
internacionales que no podían lógicamente invocar el criterio de industria naciente
(Fajnzylber, 1983).
IV. El modelo de la CEPAL y teorías recientes
sobre tecnología, comercio y estrategia industrial
l. Progreso tecnológico y estrategia industrial
El problema del progreso tecnológico y de la transferencia de tecnologica del centro
a la periferia fue un elemento clave en la teoría de industrialización de la CEPAL, en
general, y en la industrialización sustitutiva, en particular. Metodológicamente, el
modelo de la CEPAL, se entiende mejor como una crítica a la idea de que sólo las
fuerzas del mercado Generarán el desarrollo económico en América Latina 26/ más que como una teoría
económica distinta. Para la CEPAL, la política debía tratar de racionalizar y encaminar
el proceso de industrialización dirigido por el mercado cuando era ,gatillado por choques
externos. Desde sus comienzos, estuvo claro que la promoción de las exportaciones (tanto
de productos primarios como industriales) sería necesaria para el crecimiento económico
sostenido,pero, para que esto tuviera algún efecto, debía acompañarse por una
liberalización de las importaciones por parte de los países industrializados (Prebisch,
1962).
El argumento cepalino no era entonces el clásico de la industria naciente, que se basa en
la teoría estática de la división internacional del trabajo en que en un esquema de
libre comercio, sólo se justifica la protección de los sectores que pueden reducir sus
costos a largo plazo. La tesis de la CEPAL se basa en un concepto dinámico: el desarrollo
del esquema centro/periferia se da a diferentes tasas de crecimiento de la productividad,
y como el trabajo no tiene movilidad internacional, esta condición lleva al deterioro de
la relación de precios del intercambio y a la concentración de los frutos del progreso
en el centro (Pinto, 1965). La protección debe mantenerse hasta que los diferenciales de
productividad y salarios se eliminen, más bien que aceptar en la periferia los niveles
bajos de salanos implícitos en su menor productividad (Prebisch, 1959).
Los problemas evidentes de la industrialización sustitutiva eran en la práctica el eje
del análisis de la CEPAL a principios del decenio de 1960, pero las restricciones
estructurales y el retraso tecnológico (más que las distorsiones de los precios internos
o la intervención del gobierno) eran vistos como el problema fundamental para avanzar de
la primera a la secunda etapa de la industrialización sustitutiva. Más aun, para
industrializadores tardíos, hasta la primera etapa sería problemática: "la
sustitución de importaciones tuvo lugar sólo en países que habían ya completado la
fase inicial de industrialización, es decir, países 27/ que ya
tenían un núcleo importante de industrias de bienes de consumo no duraderos"
(Furtado, 1970, p. 90) porque podían combinar eficientemente la capacidad instalada con
la expansión de la demanda interna. Al avanzar la sustitución de importaciones, los
costos de los insumos subieron -creando mercado para una sustitución adicional de
importaciones-, pero "la industrialización inducida por la sustitución de
importaciones es, en sentido estricto, un fenómeno del decenio de 1930 y el período de
la guerra, esto es, cuando la caída de la capacidad para importar permitió la
utilización extensiva de un núcleo industrial formado anteriormente" (op. cit., p.
92). Los países que emprendieron la sustitución de importaciones en una fase posterior 28/ no lo hicieron en forma
aislada; el proceso estuvo dominado por empresas transnacionales, lo que llevó a altos
coeficientes de importación de modo que "la industrialización mediante sustitución
de importaciones es relativamente ineficiente como factor para promover el cambio
estructural en países donde ha sido adoptada sólo después de los años 50" (op.
cit., p. 113).
En el enfoque de la CEPAL, que se basa en la economía industrial estándar aplicada a
mercados imperfectos, hay una clara segmentación tecnológica por tipos de empresa. Los
inversionistas locales evitan el sector de bienes de capital por ser demasiado competitivo
y riesgoso. No obstante existir barreras tecnológicas y de costos para entrar a estos
sectores, ellas no constituyen una protección natural por la facilidad de entrada de las
empresas transnacionales. Las empresas extranjeras son líderes oligopolísticos en el
centro y la periferia, pero son más eficientes en el primero y ahí tienen mercados más
grandes, por lo que no desarrollan investigación y desarrollo en la periferia
(Fajnzylber, 1983).
La industrialización permanente requeriría una mayor -y no menor-intervención del
gobierno, pero reorientada a promover la investigación local, la capacitación de la
fuerza de trabajo y la penetración de los mercados de exportación, resolviendo los
principales cuellos de botella de la energía y el transporte con acción pública.
2. Nuevas teorías de comercio
Los acontecimientos recientes en la teoría del comercio han ido más allá del
conocido modelo neoclásico para examinar con mayor profundidad las consecuencias del
comercio de manufacturas entre economías industriales, donde el comercio es
mayoritariamente intrasectorial y no intersectorial. La teoría de sustítución de
importaciones había sostenido que a medida que el producto y el comercio se alejan de
actividades basadas en recursos naturales, los supuestos teóricos de que la función de
producción es la misma para todos los países se derrumban -de modo que la eficacia de la
industrialización sustitutiva sólo podía definirse en términos de aumento de la
productividad inducida o de aceleración de las tasas de acumulación de capital y no por
los costos comparativos estáticos (Bruton, 1968).
En las llamadas nuevas teorías del comercio, el cambio tecnológico se considera una
fuerza dinámica fundamental: las dotaciones de capital y capacidad técnica se construyen
como resultado de la acumulación de capital físico y humano, con grandes economías de
escala y externalidades económicas, mientras que la formación de precios se basa en
diferentes formas de poder monopolístico (Grossman y Helpmann, 1991). A primera vista,
hay similitudes intuitivas con la teoría de la CEPAL, no obstante que los modelos
cepalinos originales se basaban en el comercio entre una periferia --exportadora de
productos primarios- y un centro -exportador de manufacturas- y no del comercio
intraindustrial que preocupa a la nueva teoría del comercio. En particular, las
propuestas de la CEPAL en cuanto al efecto de las barreras de entrada y el tamaño de la
empresa en la competencia entre empresas transnacionales y locales reseñada, son claras
precursoras de la formulación teórica más formal de la actualidad.
La creación cumulativa de dotación sectorial, que es la esencia de las nuevas teorías
de comercio, endogeniza la productividad de los factores en un modelo dinámico que
justifica diferentes formas de intervención del gobierno para apoyar la inversión y la
capacitación. En contraste, el modelo neoclásico supone que el crecimiento de la
productividad es igual en todos los sectores (posiblemente cero), o que es aleatorio, o
que al menos es mayor en el sector exportador que en los que compiten con las
importaciones. Los dos primeros supuestos son claramente ilógicos, en tanto que el
tercero es empíricamente contingente -por lo que el modelo teórico carece de validez
general. Más aún, las teorías modernas de la formación de los precios como un margen
monopolístico (u oligopolístico) sobre los costos, basada en la innovación tecnológica
(nuevos productos) y las barreras de entrada, muestran que los mercados no se ajustan
sobre la base de los costos marginales y la productividad de los factores. Esto también
coincide con el modelo de la CEPAL.
En ningún caso queda claro, sin embargo, que las nuevas teorías del comercio vayan a
mostrar que los aranceles son la mejor forma de apoyar la industrialización (Krugman,
1989), a menos que pudiera demostrarse claramente que promueven mayores tasas de
formación de capital o conducen, de alguna forma intrínseca, a una mayor actividad de
investigación y desarrollo o de capacitación de la fuerza de trabajo. Esto podría
ocurrir en la industrialización sustitutiva, pero presumiblemente como resultado de
políticas gubernamentales adicionales, y lo anterior podría ser igualmente aplicado a
una estrategia de promoción de exportaciones. Lo que sí muestran las nuevas teorías del
comercio es que los efectos de bienestar de la liberalización del comercio sobre el
empleo y los salarios son técnicamente indeterminados, y posiblemente negativos.
Más aún, la convergencia de las tasas de crecimiento en el modelo neoclásico de
comercio/crecimiento depende del supuesto crucial de que simultáneamente con el comercio
se produce la difusión internacional del conocimiento. Si se abandona este supuesto y no
hay propagación del conocimiento, el comercio de bienes puede llevar a una divergencia en
las tasas de crecimiento. Aunque el comercio de insumos intermedios o por empresas
transnacionales que facilitan la difusión del conocimiento pueden afectar este resultado,
el efecto final sigue siendo indeterminado (Feenstra, 1996). De nuevo, este planteamiento
teórico moderno parecería congruente con la visión intuitiva del modelo original de la
CEPAL.
Londero y Teitel (1996) observaron que, en muchos países de América Latina, las
manufacturas desarrolladas para el mercado local durante el período de industrialización
sustitutivo fueron posteriormente exportadas con tasas de crecimiento sólidas; atribuyen
este resultado a los efectos externos de la industrialización, incluido el aprendizaje
tecnológico, que compensan el bajo nivel de competencia. Este resultado se infiere del
hecho de que los coeficientes de insumoproducto de las respectivas ramas para
exportaciones de manufacturas indican que los productos son de uso relativamente intensivo
de capital o de mano de obra especializada, y no reflejan una ventaja comparativa natural
de dotación de mano de obra no calificada y recursos naturales. 29/
3. La teoría del crecimiento endógeno
Es esencial para la teoría de industrialización sustitutiva el crecimiento de la
productividad, pero a la CEPAL le fue difícil formalizarlo. En el modelo estructuralista,
implícitamente, la producción se explica por cambios en el acervo de capital, tanto del
sector público como del sector privado, con un efecto positivo del primero sobre el
segundo. Una restricción externa enlaza la acumulación a la capacidad de importar, y
éstas a las exportaciones -las que son función principalmente del volumen del comercio
mundial y de la relación de precios del intercambio-, así como el propio acervo de
capital. Esto contrasta agudamente con el modelo de crecimiento neoclásico estándar
(Dennison, 1967) en que la producción depende solamente de la oferta de capital y de
trabajo, con rendimientos decrecientes a escala que implican un eventual agotamiento del
proceso de crecimiento. Se dice que la productividad total de factores bajo el régimen de
sustitución de importaciones es baja y decreciente: por un lado, la intensidad de uso de
capital es demasiado alta, lo que lleva a un crecimiento menor con una dotación dada de
capital y de trabajo porque la protección aumenta la rentabilidad más allá del punto
óptimo y, por otro, la competencia es menor que en una economía abierta, de modo que las
empresas no necesitan introducir nuevas técnicas para mantener su participación en el
mercado. Sin embargo, estas proposiciones no se ven confirrnadas por comprobaciones
empíricas. 30/
Las teorías modernas del crecimiento endógeno fueron diseñadas para explicar la
persistencia del crecimiento a largo plazo, lo que no debería suceder según el modelo
neoclásico (Barro y Sala-i-Martin, 1995). La actividad de investigación (dentro de las
empresas o en un 'sector de investigación' ajeno a ellas) se centra en productos nuevos,
calidad o costos de elaboración. La actividad investigadora puede contribuir al acervo de
capital de conocimiento público, lo que reduce el costo de investigación futura de todas
las empresas. Se pueden aplicar argumentos similares a las externalidades que surgen de la
capacitación de la fuerza de trabajo o a la provisión de infraestructura común. En este
sentido, el modelo de la CEPAL puede ser visto como una variación del modelo 'AK'
estándar (véase, por ejemplo, Romer, 1986) con rentabilidad creciente a escala, donde la
tecnología se incorpora a la inversión por cambios en la productividad total de los
factores y la constante (A) representa el efecto de los regímenes de política,
las instituciones económicas y factores ambientales por el estilo. Sin embargo, en el
modelo de la CEPAL, la inversión (y con ello K) en lugar de estar determinada por
las tasas de ahorro, dependería de la restricción externa.
Lo que hace endógenas a estas teorías es la medida en que ellas modelan la forma como la
propia estructura del mercado proporciona incentivos para que los agentes económicos
inviertan en investigación (o capacitación o infraestructura) que conduce al
crecimiento, inversión que está resguardada por patentes (u otras formas de renta). El
poder monopólico conferido surge de una barrera de entrada impuesta por los competidores,
31/ lo que a su vez genera la
renta monopolística. En otras palabras, el proceso de crecimiento óptimo no deriva de
mercados de competencia pura, por lo que sólo se puede conseguir con intervención del
gobierno. De esto no se desprende que la protección arancelaria a la industria
manufacturera necesariamente engendrará un proceso de crecimiento endógeno creando
rentas monopolísticas -porque éstas pueden no invertirse en investigación. Aun siendo
razonable sostener que la inversión de capital tiene una rentabilidad constante, o hasta
creciente, esto no significa necesariamente que la inversión pública generará más
externalidades que las que se pierden por su propia ineficiencia interna. No obstante,
estas visiones modernas parecen ser notoriamente congruentes con las visiones anteriores
-aunque no formalizadasde la CEPAL.
V. La industrialización y la
crisis fiscal del Estado latinoamericano
Este trabajo ha pretendido revisar la teoría estructuralista de la sustitución de
importaciones como base para una acumulación industrial conducida por el Estado. Es
evidente que este tipo de concepto fue parte importante del proceso de industrialización
acelerada de los países de desarrollo tardío como Alemania y Japón (Gerschenkron, 1969)
así como para las economías dinámicas del Asia oriental en el pasado más reciente. Sin
embargo, la teoría cepalina no estableció un argumento económico coherente para la
intervención estatal -con su correspondiente doctrina fiscal-, lo que pudo haber
apuntalado a largo plazo un clima favorable para la inversión privada, la expansión de
las exportaciones y la capacitación de la fuerza de trabajo.
El problema central al evaluar la industrialización sustitutiva es la eficiencia
dinámica, no la estática. El resultado de la protección y de la intervención
gubernamental debería entonces medirse por las altas tasas de inversión productiva en la
industria. Si la intervención estatal podía asegurar una rápida acumulación por las
empresas privadas, parecía razonable esperar que a la postre las economías de escala y
el aprendizaje por la práctica las haría capaces de competir internacionalmente. Los
niveles de protección arancelaria y de distorsión de precios hacia 1970 eran similares a
los de Asia oriental en esa misma época (Taylor, 1996), cuando la CEPAL ya había
reconocido las limitaciones de la industrialización sustitutiva y ya hacía algún tiempo
que se estaba virando hacia la promoción de las exportaciones en la región.
El problema estriba en explicar por qué el cambio generalizado hacia las exportaciones
industriales como motor del crecimiento no se concretó sino hasta el desmantelamiento de
la protección de las importaciones a fines de los años 80 (Bulmer-Thomas, 1994). No hay
mucho en el pensamiento de la CEPAL o en la teoría estructuralista que explique esta
demora, lo que probablemente impidió que la industria de América Latina conquistara una
posición competitiva en los mercados mundiales y aumentara la tasa de inversión
productiva a niveles capaces de absorber la fuerza de trabajo y reducir la pobreza en una
base sostenible 32/ Por supuesto
que los gobiernos latinoamericanos no aplicaron un modelo único y uniforme en respuesta a
la doctrina de la CEPAL: períodos de liberalización en un país coincidían con
períodos de nacionalización en otros; los tipos de cambio y los aranceles subían y
bajaban. Más aún, "a mediados del decenio de 1970 comenzaron a dominar factores de
corto plazo... al punto que no viene al caso hablar de estrategia de desarrollo' de
ningún tipo" (Rodríguez, 1980, p. 175).
La teoría microeconómica reconoce ahora que la incertidumbre es el mayor desincentivo
para que las empresas hagan inversiones fijas de largo plazo (Dixit y Pindyck, 1994);
mientras la teoría económica destaca la importancia de un crecimiento estable de la
demanda para explicar la inversión agregada del sector privado, así como la provisión
de capital general en la forma de capacitación e infraestructura (FitzGerald, Jansen y
Vos, 1994). La protección arancelaria y la inversión pública pueden ser vistas como
medios para proporcionarle esta estabilidad al mercado. Para el paso siguiente al
crecimiento industrial orientado por las exportaciones, la confianza empresarial en un
régimen económico y reglas del juego estables son también indispensables. América
Latina ha sufrido una serie de choques externos y frecuentes cambios de política
económica, lo que ha menoscabado sin duda la eficiencia de la estrategia de
industrialización.
En retrospectiva, es evidente que una de las causas fundamentales de la gravedad de esos
choques externos y de los cambios frecuentes de política económica durante el período
de la posguerra fue de naturaleza fiscal. Los déficit persistentes del sector público
generaban presiones inflacionarias y niveles excesivos de deuda, que hacían
extremadamente difícil el manejo macroeconómico y aumentaban inevitablemente la
incertidumbre en los negocios. En esa época, la teoría estructuralista contemporánea
sugería que los desequilibrios fiscales eran en gran medida endógenos, producto de
sistemas tributarios históricamente débiles, de las exigencias de financiar el
desarrollo económico y del costo del servicio de la deuda (CEPAL, 1973). En cambio, la
crítica siguiente atribuye los crecientes déficit fiscales de este período a presiones
populistas de mayor bienestar y a niveles de salarios y empleo poco realistas, combinados
con el deseo de burócratas de aumentar el tamaño del Estado (Edwards, 1995).
La pregunta clave es entonces hasta qué punto esta crisis fiscal era intrínseca al
modelo de industrialización sustitutiva. La cuarta parte del gasto corriente del gobierno
en América Latina durante las décadas de la posguerra se dedicó a producir subsidios y
servicios para la empresa privada; el resto, se dividía casi por partes iguales entre
defensa y seguridad, salud y educación y administración general (CEPAL, 1973). Como el
gasto en salud y educación se orientaba principalmente a los empleados del sector
moderno, y en las fuerzas armadas para garantizar los derechos de propiedad, parece
razonable suponer que una parte significativa del gasto corriente podía igualmente
atribuirse a la promoción de la inversión privada.. La inversión pública en el
período de la industrialización sustitutiva 33/ en vez de las obras de riego y caminos
rurales, prefirió la infraestructura urbana y la industria pesada; parece razonable
concluir que este cambio estuvo relacionado estrechamente con la estrategia de
industrialización conducida por el Estado de la que la sustitución de importaciones
formaba parte (Baer, 1974).34/
La recaudación tributaria también creció a medida que se expandía el Estado en
América Latina, pero mucho menos que el gasto. 35/ Hubo una caída en la proporción
de la tributación correspondiente a la propiedad y al ingreso,por diferentes incentivos a
la inversión establecidos como parte del programa de industrialización. En consecuencia,
la participación de la tributación sobre los bienes salariales aumentó marcadamente en
toda la región. Estimaciones de la CEPAL sugerían que en América Latina en su conjunto
el sistema tributario de mediados del decenio de 1960 tenía alguna progresividad entre
los pobres rurales y urbanos, pero que era fuertemente regresiva para los grupos de
ingresos más altos.36/
El resultado inevitable de estas dos tendencias divergentes fue una expansión sostenida
del déficit fiscal en toda la región, a pesar de los frecuentes intentos de
estabilización macroeconómica. Como en la región los mercados de capitales estaban
limitados, sólo había una alternativa: monetizar el déficit fiscal con las presiones
inflacionarias consiguientes, o endeudar al sector público en el exterior con la
acumulación consiguiente de deuda pública. Las presiones inflacionarias eran enfrentadas
con repetidos intentos de estabilización que tendían a deprimir la inversión privada a
través del efecto de desaceleración. La acumulación de deuda pública llevaba
inexorablemente a la vulnerabilidad a las tasas de interés mundiales, y tuvo efectos
fuertemente negativos en la inversión privada, tanto en términos de mayores déficit
fiscales como de una incertidumbre macroeconómica creciente.
En suma, bien puede ser que el mayor defecto del modelo de industrialización sustitutivo
en América Latina haya sido de naturaleza fiscal, que llevó a bajas tasas de
acumulación de capital -más que una crisis de crecimiento y productividad propiamente
tal. A nivel de la doctrina económica, esta falta de una teoría fiscal positiva fue una
debilidad central del modelo estructuralista de industrialización. La CEPAL tenía una
visión clara de la necesidad de apurar el tranco de la inversión pero no de cómo
financiarlo sin crear inestabilidad macroeconómica.
VI. Conclusiones
La tesis principal de este trabajo ha sido que la teoría estructuralista de
sustitución de importaciones, a pesar de sus fallas, era mucho más compleja y profunda
de lo que sus críticos estaban dispuestos a reconocer. Los cepalinos comprendían que la
sustitución de importaciones comenzaba como respuesta endógena a un choque exógeno,
generando un proceso que podía racionalizarse por la acción pública bajo las
permanentes restricciones al crecimiento de las exportaciones y del financiamiento externo
que se registraron en las décadas de la posguerra. La teoría de la CEPAL puede incluso
ser interpretada como un intento temprano de adaptar la economía ortodoxa a condiciones
de falla sistémica del mercado.
El pensamiento de la CEPAL, sin duda, tuvo una influencia importante en los economistas de
los gobiernos y en los académicos de la región en las décadas de la posguerra. Debido a
que los administradores del Estado eran relativamente autónomos de la presión de
intereses de grupos sectoriales y de instituciones financieras internacionales, estuvieron
abiertos a una doctrina económica que parecía justificar la intervención estatal y que
fortalecería a la nación en el ámbito internacional.37/ Doctrinas económicas similares se
hicieron típicas en la industrialización tardía de Europa y Japón (Gerschenkron,
1969). En cambio, hay poca evidencia de que la teoría de la CEPAL en su conjunto haya
sido abrazada por industrialistas privados, a pesar de su constante justificación de la
protección arancelaria en defensa de intereses particulares (Cardoso, 197l).
Como hemos visto, evaluar la crítica de los economistas ortodoxos presenta un problema
metodológico serio porque no siempre está claro si lo que se critica es una teoría
económica particular, un conjunto específico de recomendaciones de política o la
experiencia histórica de un país determinado. Todas pueden erróneamente fundirse en una
leyenda negra. Sin embargo, como hemos visto, la proposición de que la CEPAL veía a la
industrialización sustitutiva como el mejor modelo de desarrollo económico no es del
todo efectiva -la CEPAL veía la industrialización sustitutiva como un proceso forzado
por el choque externo, el que debía ser racionalizado por la intervención del Estado,
pero que, en esencia, era una solución subóptima. La proposición de que la CEPAL
recomendó la industrialización sustitutiva como política a América Latina es verdadera
hasta cierto punto, aunque estuvo consciente desde el principio de sus limitaciones
prácticas. Sobre todo, la proposición de que los gobiernos adoptaron la
industrialización sustitutiva por influencia de la CEPAL carece de exactitud histórica:
incluso si la doctrina económica en América Latina hubiera estado fuertemente
influenciada por el estructuralismo, su impacto en el proceso mismo de industrialización
fue menos evidente de lo que se piensa porque no se pudo incorporar a una política eficaz
(Ocampo, 1990,p. 169).
(Traducción del inglés)
Notas
1/ Por
razones de espacio, en este trabajo no se presenta la exposición matemática de los
modelos que se discuten: ella podrá encontrarse en FitzGerald (en prensa).
2/ En particular, el derrumbe de los sistemas
de pagos y de comercio, la caída de los precios de las exportaciones y la demanda, y el
cambio de signo de las transferencias de capitales.
3/ En este trabajo, la fuente de la teoría económica de
la CEPAL es Rodríguez (1980), salvo que se indique otra cosa. Para una reseña de la
CEPAL en su actuación, véase FitzGerald (1993
4/ La influencia de otras escuelas de
desarrollo económico sobre el pensamiento de la CEPAL, y viceversa, es un aspecto poco
analizado, pero véase FitzGerald (1994) para una evaluación preliminar
5/ Para una definición del
estructuralismo como teoría general aplicada a países semiindustrializados, véase
FitzGerald y Vos (1989, capítulo l).
6/ A mediados de los años 80 nació en
América Latina una nueva escuela de economistas neoestructuralistas y neokeynesianos de
gran valor técnico, pero desafortunadamente su trabajo está fuera de los alcances de
este artículo.
7/ Tema central en los primeros dos Estudios
de la CEPAL -que han aparecido anualmente desde 1949- de los cuales sólo el segundo
fue escrito por Raúl Prebisch en persona. El enfoque crítico no era tan inusual para los
organismos de Naciones Unidas, como podría parecer hoy: la Liga de las Naciones había
establecido una tradición similar, que fue recogida por las Naciones Unidas en sus Estudios
Económicos de después de la segunda guerra mundial, y en los que participaron
Kalecki, Lewis y Singer.
8/ La propia exposición de Prebisch es
algo oscura y, en partes, inconsistente (especialmente en lo que toca al mercado de
trabajo): el modelo se explica formalmente en FitzGerald (en prensa) en términos del
ajuste del acervo de capital en respuesta a los precios del intercambio.
9/ Curiosamente, este modelo parece no haber
sido publicado nunca en español -al menos no en la bibliografía oficial de la CEPAL-.
Sin embargo, está extensamente analizado en Rodríguez (1980, capítulo 5).
10/ En FitzGerald (1994) se discute sobre los
orígenes y el usos de la CEPAL del concepto de "centro" y
"periferia".
11/ Por razones de espacio, no es posible
discutir aquí en detalle la polémica sobre la relación de precios del intercambio y el
intercambio desigual. En Floto (1989) hay un excelente análisis al respecto.
12/ Aunque susceptibles de acción económica
internacional, a través del mejoramiento del acceso a los mercados de crecimiento
coordinado de las economías del Grupo de los Siete -que fue tema central de los informes
de la CEPAL y luego de los de la UNCTAD, de la cual Prebisch fue Secretario General en
1964.
13/ Así lo veían también las
instituciones financieras internacionales de la época y en los veinte años siguientes
-véase, por ejemplo, Banco Mundial (1979). Una condición para recibir fondos de ayuda de
la Alianza para el Progreso, de los Estados Unidos, después de 1961, era la constitución
de un ministerio de planificación.
14/ A pesar de frecuentes acusaciones
en este sentido de Dombusch y Edwards (1991).
15/ Este fue también un supuesto
ampliamente aceptado por los economistas ortodoxos -véase, por ejemplo, Raj y Sen
(1961), Atkinson (1969).
16/ Nótese, sin embargo, que la
teoría de la inflación de Prebisch siguió siendo básicamente monetarista.
17/ La teoría de la
inflación "inercial" del decenio de 1980 se basaba en las expectativas del
mercado de alza futura de los precios y los salarios, pero cae fuera del período de este
análisis.
18/ Esto se explica en
Rodríguez (1980, pp. 71 y ss.).
19/ De hecho, la densidad de capital ha subido
en América Latina desde 1950 más rápidamente que la productividad del trabajo, lo que
ha llevado a una caída permanente de la relación productocapital.
20/ Véase Scott (1989).
21/
Como lo propone, por ejemplo, Littie (véase la sección siguiente).
22/ No consideraremos
aquí la crítica radical del modelo de los autores marxistas y dependentistas.
Tampoco analizaremos las consecuencias de la aplicación práctica de las políticas de
industrialización sustitutivo -véase Fishlow (1987).
23/ Este es un error muy difundido
- los reformadores del mercado del trabajo sugieren frecuentemente que si no se consideran
otros factores de producción, la relación salarios/productividad deja a América Latina
fuera de competencia
.
24 /Punto que comparte un documento relativamente
reciente del Banco Mundial (1979).
25/ A pesar de que varias décadas de
políticas proteccionistas lograron el objetivo de crear un sector industrial en América
Latina, lo hicieron a un costo elevado. Las exportaciones, por lo general, se
desalentaron, el tipo de cambio se sobrevaluó, la creación de empleo se quedó atrás y
cantidades masivas de recursos fueron sacados de la esfera productiva y dedicados a hacer
campañas para conseguir un trato siempre favorable de los sectores improductivos de la
economía (Edwards, 1995, p. 119.
26/ En otras palabras, lo que hoy
se conoce como "convergencia" en la teoría del crecimiento endógeno.
27/ Quiere decir Argentina,
México, Brasil y Chile.
28/ Como Colombia, Perú y Venezuela
29/ Concluyen que estos resultados
podrían ser interpretados como que los incentivos a la producción manufacturera
son exitosos cuando promueven actividades de uso relativamente intensivo de factores que
el proceso de industrialización tiende a hacer más abundantes.
30/ Todos los estudios empíricos
disponibles muestran que durante el período anterior a 1975, la mayor determinante del
crecimiento de América Latina fue la tasa de acumulación de capital. El ejercicio
más completo de contabilidad del crecimiento de América Latina de la posguerra (Hofman,
1996) muestra que entre 1950 y 1973 la productividad conjunta de los factores creció a
una velocidad razonable; de hecho, todos los países muestran un crecimiento de la
productividad más rápido entre 1950 y 1973 que entre 1980 y 1994, período de la
liberalización. No obstante, una vez que se consideran los cambios en la calidad del
trabajo y del capital, la productividad total de los factores se reduce a niveles bastante
bajos, lo que significa que la acumulación de los factores es realmente la principal
fuente de crecimiento en la región. Más aún, la razón insumo-producto aumenta con el
transcurso del tiempo, lo que refleja el patrón de crecimiento que predijo la teoría de
la CEPAL. La tendencia más fuerte es la de capital por trabajador, que apoya la
hipótesis estructuralista de que (a) la inversión es el motor del crecimiento y que (b)
el desempleo está determinado tecnológicamente. En todo caso, el problema de por qué
las tasas de inversión permanecen relativamente bajas sigue sin explicación a pesar del
enorme esfuerzo para aumentarlas.
31/ Pueden surgir tanto de formas
específicas de propiedad monopolística, como las patentes, como de rentabilidad no
decreciente para ampliar el capital físico, organizacional, financiero, humano,
infraestructura, etc.
32/ La tasa de inversión ha sido
históricamente baja en América Latina en comparación con otras regiones, pero parece
haber subido en el periodo de la industrialización sustitutiva y luego haber vuelto a
bajar después de la liberalización (Hofman, 1992).
33/ La inversión pública cubría entre un
tercio y la mitad de la formación total de capital -con una clara tendencia de esta
proporción a aumentar entre 1950 y 1975: en consecuencia, el nivel promedio de gasto
público en América Latina subió en algo más del 50%, de cerca del 17% del PIB en
1950 a alrededor del 28% en 1975 (FitzGerald, 1978).
34/ Furtado tiene una interpretación algo
más radical: "como la inversión pública pretendía crear economías externas para
la inversión privada, y dado que esta última está en manos de una minoría del 2% de la
población cuyos ahorros representan una porción importante de sus ingresos, se puede
deducir que tanto por la forma de financiamiento de los gastos como por su asignación, la
acción del Estado sirve no sólo a consolidar el patrón existente de riqueza y
distribución del ingreso, sino a promover uno de mayor concentración" (Furtado,
1970, p. 67)
35/ La recaudación tributaria se
incrementó de aproximadamente el 12% del PIB en 1950 al 20% en 1975 (FitzGerald, 1978,
basado en, CEPAL 1973).
36/ Furtado (1970, p. 66) argumenta
persuasivamente que la resistencia a una mayor carga tributaria provenía abrumadoramente
de los grupos de ingresos más altos a pesar de que el gasto público en este período
estaba diseñado para apoyar la inversión privada.
37/ Un ejemplo interesante y significativo es la
adhesión al ajuste estructural de las máximas autoridades del Estado a partir de la
crisis de la deuda. Aquí también hay una doctrina que justifica la fuerte intervención
del Estado (a menudo en oposición a grupos sectoriales privados), aunque en una
dirección distinta al estructuralismo.
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