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On
Exiles and Defeats
No. It was not the bad time in Chena,
nor the sudden grim persecutions
in improvised war councils.
No. The blind gun that hit me on the shoulder
didn't defeat me,
nor investigation's black hood of horror
nor the grey hell of the stadiums
with their roars of terror.
No. Neither was it the iron bars at the window
cutting us in pieces from life,
nor the watch kept on our house
nor the stealthy tread,
nor the slide into the deep maw of hunger.
No. What defeated me was the street that was not mine,
the borrowed language learned in hastily set-up courses.
What defeated me was the lonely, uncertain figure
in longitudes that did not belong to us.
It was Greenwich
longitude zero
close to nothing.
What defeated me was the alien rain,
forgetting words
the groping memory,
friends far away
and the atrocious ocean between us,
wetting the letters I waited for
which did not come.
What defeated me was yearning day after day
at Jerningham Road
agonising under the fog
at Elephant and Castle
sobbing on London Bridge.
And I was defeated step by step
by the harsh calendar;
and between Lunes-Monday and Martes-Tuesday
I had shrivelled into a stranger.
What defeated me was the absence of your tenderness, my
country
María Eugenia Bravo (translated by
Cicely Herbert)
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Pablo Neruda 1904-2004 - Paris - France
Discurso de Allende
dando a conocer en Chile la obtención del Premio Nobel de Literatura
Discurso de Pablo Neruda al
recibir Premio Nobel
The Nobel Lecture,
December 13, 1971(English)
A 3 dias
del Golpe Militar Neruda escribe su testimonio
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José Gómez
López: Cuento
inédito |
Róbinson Rojas: Lluvia.
Doce variaciones y cuatro poemas marginales |
De El Mostrador.-
Carlos Droguett: Matar
a los viejos |
Desde Chile:
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El
Fugitivo
......
A todos, vosotros
los silenciosos seres de la noche
que tomaron mi mano en las tinieblas, a vosotros,
lámparas
de la luz inmortal, líneas de estrella,
pan de las vidas, hermanos secretos,
a todos, a vosotros,
digo: no hay gracias,
nada podrá llenar las copas
de la pureza,
nada puede
contener todo el sol en las banderas
de la primavera invencible,
como vuestras calladas dignidades.
Solamente
pienso
que he sido talvez digno de tanta
sencillez, de flor tan pura,
que tal vez soy vosotros, eso mismo,
esa miga de tierra, harina y canto,
ese amasijo natural que sabe
de dónde sale y dónde pertenece.
No soy una campana de tan lejos,
ni un cristal enterrado tan profundo
que tú no puedas descifrar, soy sólo
pueblo, puerta escondida, pan oscuro,
y cuando me recibes, te recibes
a ti mismo, a ese huésped
tantas veces golpeado
y tantas veces
renacido.
A todo, a todos,
a cuantos no conozco, a cuantos nunca
oyeron este nombre, a los que viven
a lo largo de nuestros largos ríos,
al pie de los volcanes, a la sombra
sulfúrica del cobre, a pescadores y labriegos,
a indios azules en la orilla
de lagos centelleantes como vidrios,
al zapatero que a esta hora interroga
clavando el cuero con antiguas manos,
a ti, al que sin saberlo me ha esperado,
yo pertenezco y reconozco y canto.
Arena americana, solemne
plantación, roja cordillera,
hijos, hermanos desgranados
por las viejas tormentas,
juntemos todo el grano vivo
antes de que vuelva a la tierra,
y que el nuevo maíz que nace
haya escuchado tus palabras
y las repita y se repitan.
Y se canten de día y de noche,
y se muerdan y se devoren,
y se propaguen por la tierra,
y se hagan, de pronto, silencio,
se hundan debajo de las piedras,
encuentren las puertas nocturnas,
y otra vez salgan a nacer,
a repartirse, a conducirse
como el pan, como la esperanza,
como el aire de los navíos.
El maíz te lleva mi canto,
salido desde las raíces
de mi pueblo, para nacer,
para construir, para cantar,
y para ser otra vez semilla
más numerosa en la tormenta.
Aqui están mis manos perdidas. Son invisibles, pero tú
las ves a través de la noche,
a través del viento invisible.
Dame tus manos, yo las veo
sobre las ásperas arenas
de nuestra noche americana,
y escojo la tuya y la tuya,
esa mano y aquella otra mano,
la que se levanta a luchar
y la que vuelve a ser sembrada.
No me siento solo en la noche,
en la oscuridad de la tierra.
Soy pueblo, pueblo innumerable.
Tengo en mi voz la fuerza pura
para atravesar el silencio
y germinar en las tinieblas.
Muerte, martirio, sombra, hielo,
cubren de pronto la semilla.
Y parece enterrado el pueblo.
Pero el maíz vuelve a la tierra.
Atravesaron el silencio
sus implacables manos rojas.
Desde la muerte renacemos
.......
Fragmentos XII y XIII de "El
Fugitivo"
en "Canto General", de Pablo Neruda
escrito durante la persecución
anticomunista en Chile de fines de
los años cuarenta y principios
de los años cincuenta.
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La
arena traicionada
Tal vez, tal vez el olvido sobre la tierra como una
copa
puede desarrollar el crecimiento y alimentar la vida
(puede ser), como el humor sombrío en el bosque.
Tal vez, tal vez el hombre como un herrero acude
a la brasa, a los golpes del hierro sobre el hierro,
sin entrar en las ciegas ciudades del carbón,
sin cerrar la mirada, precipitarse abajo
en hundimientos, aguas, minerales, catástrofes.
Talvez, pero mi plato es otro, mi alimento es distinto:
mis ojos no vinieron para morder olvido:
mis labios se abren sobre todo el tiempo, y todo el tiempo,
no sólo una parte del tiempo ha gastado mis manos.
Por eso te hablaré de estos dolores que quisiera apartar,
te obligaré a vivir una vez más entre sus quemaduras,
no para detenernos como en una estación, al partir,
ni tampoco para golpear con la frente la tierra,
ni para llenarnos el corazón con agua salada,
sino para caminar conociendo, para tocar la rectitud
con decisiones infinitamente cargadas de sentido,
para que la severidad sea una condición de la alegría, para
que así seamos invencibles.
Pablo Neruda, "Canto
General", V |
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