REVISTA DE LA CEPAL - NUMERO EXTRAORDINARIO
CEPAL CINCUENTA AÑOS
REFLEXIONES SOBRE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
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haciendo referencia al código (LC/G.2037-P), Octubre 1998
La búsqueda de la equidad
Héctor Assael, Director, División de Comercio
Internacional,Transporte y Financiamiento CEPAL
Como siempre, mis agradecimientos al maestro Aníbal Pinto Santa Cruz, porque su valioso
ejemplo ayudó a escribir este artículo. Además, mi reconocimiento a Eduardo Gana y
Mikio Kuwayama por su incesante apoyo y comentarios. Sin embargo, son válidos los
descargos habituales
I. Algunas reflexiones en torno a la equidad y las ideas de la CEPAL
Hacia 1990, la CEPAL comenzó un período de renovación de su pensamiento económico
y social, que en la práctica se ha prolongado hasta 1998. El punto de partida de ese
proceso fue la preparación del conocido documento Transformación productiva con
equidad (CEPAL, 1990), cuando ya Gert Rosenthal era Secretario Ejecutivo de la CEPAL
desde hacía dos años (lo fue hasta fines de 1997). Nuestro querido amigo Fernando
Fajnzylber, fallecido prematuramente a fines de 1991, inspiró y dirigió con gran talento
al equipo de varios profesionales que participaron en esa tarea.1/
Los lineamientos principales del proyecto eran y son de naturaleza económica y
productiva; se trata en él de diseñar una estrategia integral de reaceleración del
desarrollo latinoamericano y caribeño. El tema tenía gran relevancia después que la
región venía saliendo de la denominada "década perdida", que se extendió
durante casi todo el decenio de 1980.
La transformación productiva se constituyó en el tema principal del documento citado,
tanto para el diagnóstico como para la formulación de políticas e instrumentos para
lograrla.
En el concepto de una transformación productiva con equidad había cierto grado de
optimismo, ya que las estrategias y tácticas definidas y por aplicar debían llevar
también a avances progresivos en materia de equidad, gracias sobre todo a la generación
de un creciente empleo productivo, mejor remunerado, y a la amplia incorporación y
difusión del progreso tecnológico. Esto serviría no sólo para la disminución de la
pobreza, sino también para el mejoramiento de la distribución de ingreso, en el
entendido de que la pobreza corresponde a niveles de rentas, en tanto que la distribución
se refiere a la estructura de los ingresos.
Además de lo ya señalado sobre la primacía de los aspectos económicos y productivos en
todo el libro, son más bien escasas las oportunidades en que la equidad y los desafíos
sociales son reconocidos y enfrentados de manera completa y preferente. Sólo algunas
veces ocurre otra cosa y verbigracia se afirma lo siguiente, poniendo énfasis en lo
"redistributivo": "El imperativo de la equidad exige que la transformación
productiva esté acompañada por medidas redistributivas. Por intenso que resulte el
esfuerzo de la transformación, seguramente transcurrirá un período prolongado antes de
que pueda superarse la heterogeneidad estructural mediante la incorporación del conjunto
de sectores marginados a las actividades de creciente productividad. De ahí que será
necesario pensar en medidas redistributivas complementarias, entre ellas servicios
técnicos, financieros y de comercialización, así como programas masivos de
capacitación destinados a microempresarios, trabajadores por cuenta propia y campesinos;
reformas de diversos mecanismos de regulación que impiden la formación de microempresas;
adecuación de los servicios sociales a las necesidades de los sectores más pobres;
fomento de la organización para contribuir a la ayuda mutua y a la adecuada
representación de las necesidades de los más desfavorecidos ante el Estado, y
aprovechamiento de la potencialidad redistributiva de la política fiscal, tanto del lado
de los ingresos como en lo referente a la orientación del gasto público." (CEPAL,
1990, p. 15).
En años posteriores, la Secretaría de la CEPAL continuó trabajando en torno al tema de
la transformación productiva con equidad, y en cierta medida amplió el ámbito de las
políticas económicas y productivas, al prestarle mayor atención a las políticas
sociales.2/ Además, en ese documento
se dieron tres elementos complementarios: a) en cuanto a objetivos se agregó la
sustentabilidad ambiental; b) lo prioritario en la formulación de instrumentos
permaneció centrado en lo productivo y tecnológico; y c) había cierta convicción de
que era factible lograr simultáneamente la transformación productiva y la equidad en un
contexto de sustentabilidad ambiental. (CEPAL/OREALC, 1992, p. 26).
En el mismo año 1992, se publicó un documento conjunto CEPAL/OREALC, denominado Educación
y conocimiento: Eje de la transformación productiva con equidad. (CEPAL/OREALC,
1992). Con ese importante aporte, se logró dar gran jerarquía a la educación entre las
políticas económicas y sociales, de naturaleza estructural, necesarias y compatibles con
la transformación productiva con equidad. Puede citarse como ilustración sobre la
materia, lo que sigue: "En estas circunstancias resulta fundamental diseñar y poner
en práctica una estrategia para impulsar la transformación de la educación y de la
capacitación y aumentar el potencial científico-tecnológico de la región, con miras a
la formación de una moderna ciudadanía, vinculada tanto a la democracia y la equidad
como a la competitividad internacional de los países, que haga posible el crecimiento
sostenido apoyado en la incorporación y difusión de progreso técnico. Imaginar que la
ciudadanía pueda tener plena vigencia sin un esfuerzo efectivo en materia de
competitividad resulta, en el decenio de 1990, tan infundado como suponer que la
competitividad -necesariamente de carácter sistémico pueda sostenerse con rezagos
importantes en el ámbito de la ciudadanía." (CEPAL/OREALC, 1992, p. 18).
Después de cinco años, la Secretaría de la CEPAL preparó el informe "La brecha de
la equidad" (CEPAL, 1997a) 3/
en un nuevo contexto, de un mayor crecimiento de la región y de avances significativos en
las reformas económicas en marcha. En esa oportunidad se reiteraron y ampliaron con un
optimismo mesurado varios conceptos ya sugeridos en informes anteriores, Un ejemplo en
esta dirección lo constituye el párrafo final del resumen y conclusiones del documento:
"Para avanzar de modo más eficaz hacia el cumplimiento de los compromisos
contraídos en la Cumbre Social se requiere un enfoque integrado de las políticas
económicas y sociales, que permita el apoyo recíproco y la complementación entre las
medidas de fomento de la competitividad y aquellas que estimulen la cohesión social. Si
bien en el corto plazo pueden presentarse conflictos entre ambas, la política pública
puede aprovechar las numerosas complementariedades que existen entre ellas, y que se
centran en una gestión macroeconómica capaz de estimular un crecimiento elevado y
estable, en el fomento de la competitividad y en políticas públicas que retuercen el
impacto del crecimiento en el empleo. La inversión en recursos humanos, así como el
mayor vínculo entre territorio, tejido empresarial y fomento productivo, constituyen
terrenos privilegiados para avanzar en estas tareas. Del mismo modo, la modernización
agrícola puede ayudar en el combate a la pobreza rural, siempre que existan políticas
públicas de acceso a la tierra y saneamiento de títulos, un esfuerzo por mejorar la
infraestructura productiva y un vínculo más estrecho entre agroindustria y pequeños
productores." (CEPAL, 1997a, p.20).
II. La equidad económica es un objetivo difícil de alcanzar
No es sencillo definir el concepto de equidad, pese a que muchas veces se ha ensayado
con distinta suerte. Sin embargo, para los propósitos del presente trabajo se está
pensando en la igualdad de oportunidades económicas y en los caminos para avanzar hacia
ella.4/ Esa equidad se manifiesta
y mide a través de la distribución del ingreso personal o familiar de los países, con
metodologías generalmente aceptadas de estructuras de ingresos por deciles y de índices
de Gini.5/
En cambio, no estamos preocupados de lo relacionado con las diferentes expresiones de la
pobreza porque con el crecimiento sostenido del ingreso por persona de un país,
necesariamente se reducen progresivamente los niveles de pobreza, a velocidades distintas
según las condiciones propias de cada país. Por lo tanto, en lo que sigue de esta
sección se presentarán algunos argumentos que llevarían a evaluar debidamente las
complejidades y dificultades existentes para avanzar hacia la equidad, incluso en un
contexto de significativos y sostenidos ritmos de crecimiento económico.
El medio teórico. Puede afirmarse directamente que tanto el buen funcionamiento
del capitalismo en cuanto a sistema económico, como el de los mercados de mercancías y
factores, no garantizan que se irá por la ruta de la equidad. Por el contrario, es más
factible encontrar en los escritos económicos argumentos teóricos y conceptuales que
respalden tendencias a la concentración de ingresos y de activos como resultado esperable
de los estilos de desarrollo más liberales. En cambio, los movimientos desconcentradores
de rentas y activos están siempre asociados con la definición y efecto de determinadas
políticas económicas públicas.
Con relación a este punto puede tenerse a la vista el caso de los Estados Unidos, que es
seguramente el mejor exponente del modelo capitalista. A pesar del fuerte desarrollo de la
economía de ese país en los últimos cincuenta años, la distribución del ingreso
propende a una mayor desigualdad, en términos de niveles de renta, de composición
regional e incluso de datos según grupos étnicos.
Algunos datos cuantitativos al nivel mundial. Los trabajos estadísticos y
analíticos de Simón Kuznets presentados a partir de 1955 fueron pioneros en la
determinación de una curva o relación en forma de U invertida entre la desigualdad en la
distribución del ingreso y el nivel del producto per cápita, para un amplio conjunto de
países desarrollados y en desarrollo analizados en forma transversal en momentos
históricos determinados, y no de manera cronológica. Ya en 1963, y con contundentes
antecedentes empíricos, Kuznets afirmaba: "En los procesos de crecimiento, las fases
iniciales se caracterizan por un balance de fuerzas contrapuestas que puede haber ampliado
transitoriamente la desigualdad de la distribución por tamaños del ingreso total, debido
al rápido crecimiento del sector no agrícola y al mayor desnivel imperante en su
interior. Resulta plausible argumentar que la reciente atenuación en los desniveles de
ingreso observada en los países desarrollados ha obedecido a una combinación de
factores: reducción de las desigualdades intersectoriales en el producto por trabajador,
caída de la participación de la propiedad en el ingreso total de los jefes de familias,
y cambios institucionales que reflejan decisiones relativas a la seguridad social y al
pleno empleo". (Kuznets, 1963, p. 67).
Posteriormente, varios autores tendieron a confirmar la denominada "curva de
Kuznets", que relaciona la participación en el ingreso total que le corresponde en
distintos países al 40% más pobre de la población con los niveles de ingreso por
persona, generando la U invertida que ya se comentó. Sobre la materia está disponible el
excelente trabajo de Bacha (1977), con antecedentes bibliográficos.
El caso de América Latina. La CEPAL está publicando anualmente el Panorama
social de América Latina, elaborado conjuntamente por la División de
Estadística y Proyecciones y la División de Desarrollo Social, con la colaboración del
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Cuando en su versión inicial se
estaba escribiendo este artículo (abril de 1998) el último Panorama social en
circulación correspondía al año 1996 (CEPAL, 1997b). Con ese aporte de trascendencia,
fue posible seguir de cerca la evolución que va registrando la distribución del ingreso
en los diferentes países latinoamericanos.
Los cambios observados en la distribución del ingreso en la primera mitad de los años
noventa, para doce países de la región (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,
Costa Rica, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela) se resumen en ese
documento en la siguiente forma: "Altos niveles de desigualdad y rigidez en la
distribución del ingreso son características que persisten en la región en los años
noventa, incluso en los países que han logrado tasas de crecimiento muy elevadas. En este
resultado han incidido la capacidad que tiene el 10% de mayores ingresos para sostener o
acrecentar su participación en el ingreso total y el mantenimiento o deterioro de la
participación del 40% de los hogares más pobres. El balance de los cambios distributivos
entre mediados de la década pasada y la actual muestra un aumento de la desigualdad en la
distribución del ingreso en la mayoría de los países." (CEPAL, 1997b, p. 41).
Los antecedentes estadísticos que se presentan en la publicación de la CEPAL permiten
verificar complementariamente que "Uruguay sigue siendo una excepción notable en la
región, tanto por su bajo nivel de desigualdad como por la persistente tendencia a la
desconcentración del ingreso iniciada desde mediados de la década pasada." (CEPAL,
1997b, p. 42).
Posteriormente junio de 1998), se publicó el Panorama social de América Latina, 1997
(CEPAL, 1998) que, al ratificar las tendencias comentadas, afirma, en síntesis: "La
distribución del ingreso, en la generalidad de los casos, muestra resistencia al
mejoramiento, cuando no retrocesos" (p. 21).
Por otra parte, está ahora disponible una investigación realizada hace poco por la
Unidad de Financiamiento de la CEPAL para un período relativamente prolongado (1979 a
1992), en cinco casos nacionales (Argentina, Brasil, Colombia, Chile y México). Se
desprende del informe que durante el período analizado la concentración del ingreso
aumentó en tres países (Argentina, Brasil y México) y se mantuvo con ciertas
oscilaciones en Chile. La excepción la constituyó Colombia, donde ocurrió un proceso
redistributivo poco profundo, desde el grupo superior hacia los grupos medios altos, y con
efectos no significativos sobre los estratos pobres (Jiménez y Ruedi, 1997).
Distribución y redistribución del ingreso. En la intensidad y persistencia de la
elevada concentración del ingreso en América Latina ha influido una razón de carácter
fundamental. Como lo destacaba Aníbal Pinto en repetidas oportunidades, las limitadas
políticas públicas aplicadas para enfrentar el problema existente han sido esencialmente
de naturaleza redistributiva y no de carácter distributivo (Pinto, 1991).6/
Esta distinción conceptual entiende por "distribución" lo que atañe al
proceso de generación del ingreso y a sus fuentes, mientras que la
"redistribución" se refiere a los flujos de ingresos y a los canales
correspondientes de su circulación. De acuerdo con ello, las políticas y medidas
redistributivas tienen un alcance e impacto limitados, porque dejan sin tocar los
orígenes mismos de los ingresos. Naturalmente, ocurre lo contrario con las políticas e
instrumentos distributivos, cuyo efecto y grado de permanencia son mayores.
Como ejemplos de elementos integrantes de una estrategia distributivo del ingreso pueden
citarse las denominadas reformas económicas estructurales (entre otras, reforma agraria,
reforma de la tenencia de la propiedad, reforma educacional). En la estrategia
redistributiva estarían incluidas gran parte de la política fiscal y tributaria y una
elevada proporción de las denominadas políticas sociales.
Además, con las reformas económicas neoliberales efectuadas en América Latina durante
los últimos quince años, se ha acentuado progresivamente la ausencia de políticas y
medidas deliberadas que lleven a la desconcentración de los ingresos. Esa situación se
ha dado con particular relieve en la alternativa distributiva, ya que crecientemente ha
ido quedando menos espacio político y menor interés económico y social para delinear y
aplicar opciones estratégicas que incluyan un conjunto de reformas estructurales.
III . Un intento de reformulación de algunas políticas económicas y sociales para
la equidad
En América Latina no están teniendo lugar avances de trascendencia y oportunos en
cuanto a equidad económica y distribución del ingreso, salvo escasas y limitadas
excepciones. Asimismo, las políticas públicas seguidas en este frente han sido
restringidas y, en general, no eficaces, de manera que poco se ha influido
interactivamente sobre las tendencias principales que son determinadas por la creación de
empleos productivos y la difusión del progreso técnico.
Esa realidad hace necesaria la redefinición y. la aplicación de políticas y medidas
económicas y sociales que permitan avanzar por el sendero de la equidad. Por razones de
espacio y de mayor claridad de exposición no se examinarán aquí las políticas de
naturaleza redistributiva, que han sido ampliamente consideradas en numerosos textos. En
cambio, parece útil dedicar algunos comentarios preliminares a las políticas públicas
distributivas.
Las reformas de carácter estructural en América Latina: su reivindicación
indispensable.7/ América
Latina está viviendo una etapa histórica en la que todos coinciden en que la tarea de la
modernización y perfeccionamiento de la educación es la gran reforma estructural que
cabe abordar prontamente. No puede negarse la trascendencia de la educación en los
frentes político, social, cultural y económico, pero hay que advertir que al centrar
demasiado la atención en el objetivo educacional se corre el riesgo de no otorgar
suficiente relieve a otras reformas estructurales complementarias que pueden ser
pertinentes para la equidad. Así, es frecuente que se logren consensos políticos en
torno a la educación que no son comunes para otras tareas prioritarias.
La reforma educacional del presente tiene componentes estratificadores y jerárquicos que
hasta cierto punto son nuevas maneras de validar las desigualdades en la distribución del
ingreso. Por ejemplo, se pueden analizar las complejas aplicaciones de los diferentes
niveles educativos que van como en un abanico desde los grados universitarios más
sofisticados hasta las especialidades técnicas de menor calificación. Cuando lo
fundamental consistía en la alfabetización y el acceso a la educación primaria y media
para todos, las reformas educacionales del pasado tendían a ser más democráticas e
igualitarias. Sobre la materia, cabe recordar el papel más equitativo de la educación en
Argentina y Uruguay a principios del siglo XX, y también el "gobernar es
educar" del Presidente Pedro Aguirre Cerda, en Chile, en torno a 1940.
Tampoco puede olvidarse que la reforma educacional es un proyecto más bien de mediano y
largo plazo. Así, los efectos distributivos de los cambios educacionales son lentos y van
sucediendo en las generaciones más jóvenes de manera progresiva, con escaso efecto sobre
los trabajadores que ya llevan varios años en determinadas ocupaciones.
Aunque no se pretende desplegar de nuevo banderas de otras épocas, a nuestro juicio para
avanzar en torno a la equidad latinoamericana es necesario rediseñar y reincorporar en
las políticas públicas algunas reformas estructurales que incidan en la tenencia de la
propiedad y de otros activos de la población. En primer término, si bien no es viable en
el presente una reforma agraria de tipo radical, puede haber otras fórmulas que tiendan a
desconcentrar la tenencia de tierras. Entre ellas están incluidas modalidades de
impuestos progresivos sobre las rentas efectivas o presuntas de las propiedades rurales, e
incentivos especiales a las explotaciones rurales de tamaños más bien medianos.
En el caso de las propiedades inmobiliarias urbanas, las contribuciones de bienes raíces
pueden continuar siendo proporcionales, pero lo trascendente es que los avalúos fiscales
sigan de cerca los valores reales de mercado. De esa forma, se hace efectivamente gravosa
la posesión de propiedades urbanas de mayor tamaño y más lujosas.
Las políticas públicas de competencia y de regulación deberían desalentar las
concentraciones desmedidas de activos reales y financieros, que generalmente se generan al
amparo de prácticas poco competitivas y de procesos no transparentes en cuanto a
privatizaciones de empresas públicas y transferencias de empresas privadas.
Los grupos de menores ingresos deben recibir tratamientos especiales por parte del Estado,
para su progresiva incorporación en la propiedad de activos productivos. Al respecto, es
interesante la experiencia chilena reciente sobre el uso de los fondos acumulados en las
Administradoras de Fondos de Pensiones, y conviene evaluarla debidamente a la luz de lo
que ha venido ocurriendo en los años más recientes.
Finalmente, cabe agregar que, revisando algunos antecedentes sobre estos asuntos,
descubrimos que un destacado amigo ha planteado con sentido didáctico y político un
punto no tratado en estas notas. Así, se puede citar lo siguiente: "Sabemos, por lo
tanto, que es necesario mejorar el acceso al proceso mismo de creación de la riqueza;
ampliar las oportunidades empresariales a quienes tengan talento para ello y que no
parezca que el espíritu emprendedor es una herencia genética; asegurar el crédito para
tanta iniciativa que se ahoga en la falta de capital de trabajo; y establecer las
condiciones al interior de las empresas para obtener los frutos de la colaboración, en
los que se ha basado el éxito de otros países y regiones, ¡Esta es la cancha en la que
se mide el respeto al talento empresarial, en la que se concretan los discursos sobre la
libre iniciativa!" (Lagos, 1997, p.5).
La equidad y las políticas distributivas en el Asia Oriental. Desde 1997,
la crisis asiática ha llevado a revisar con mayor sentido crítico las fortalezas y
debilidades de las experiencias de desarrollo económico y social de varios países del
Asia oriental (particularmente, Corea, Filipinas, Indonesia, Malasia y Tailandia), pero no
puede olvidarse que el milagro de Asia oriental tuvo un gran componente de equidad. En el
ya citado "casillero vacío" de los países latinoamericanos, ocurre justamente
lo contrario en las naciones de Asia oriental, ya que en ellas históricamente se ha
venido conciliando el crecimiento económico con la equidad social.
Sería muy largo y estaría fuera de lugar que en este artículo se intentara presentar y
examinar de manera sistemática las políticas públicas de naturaleza distributivo
seguidas en Asia oriental. Por ese motivo, se recurre al Banco Mundial, una fuente muy
calificada, que preparó un documento fundamental sobre las lecciones del Asia oriental
(Banco Mundial, 1993a).
Destacando lo que se ha denominado "el principio del crecimiento compartido" en
los distintos casos nacionales del Asia oriental, el Banco Mundial ha planteado, como una
síntesis que permite cerrar esta sección, lo siguiente: "A fin de establecer su
legitimidad y ganarse el apoyo de la sociedad en general, los gobernantes de Asia Oriental
establecieron el principio del crecimiento compartido y prometieron, en efecto, que a
medida que la economía se expandiera, todos los grupos resultarían beneficiados. Pero la
participación en el crecimiento planteaba complejos problemas de coordinación. En primer
lugar, las autoridades tenían que convencer a las elites económicas que apoyaran las
políticas favorables al crecimiento. Luego tenían que persuadirlas a que compartieran
los beneficios del crecimiento con la clase media y los pobres. Finalmente, para obtener
la cooperación de estos grupos, tenían que demostrarles que realmente saldrían
beneficiados con el crecimiento futuro".
"Se utilizaron mecanismos muy explícitos para demostrar la decisión de que todos
compartirían la riqueza futura. Corea y Taiwan, China, llevaron a cabo extensos programas
de reforma agraria; Indonesia utilizó las políticas de precios del arroz y los
fertilizantes para aumentar el nivel de los ingresos rurales; Malasia aplicó programas
explícitos de participación en la riqueza en beneficio del grupo étnico malasio frente
a los descendientes de chinos que tenían mejor situación económica; Hong-Kong y
Singapur emprendieron programas de vivienda pública de gran escala; en varios países,
los gobiernos prestaron asistencia a las cooperativas de trabajadores y establecieron
programas de estímulo a las empresas pequeñas y medianas. Cualquiera que fuese su forma,
estos programas demostraron que el gobierno estaba decidido a que todos compartieran los
beneficios del crecimiento." (Banco Mundial, 1993b).
IV. Otras políticas menos tradicionales en demanda de la equidad
El hilo central de las distintas ideas que se han ido perfilando en este artículo es
que en los últimns quince años, al menos, América Latina ha progresado muy poco en
materia de equidad, vista principalmente desde la dimensión económica de la
distribución del ingreso. Al mismo tiempo, se ha sugerido que aminorar la inequidad es
una tarea complicada, sobre todo cuando las políticas y medidas utilizadas tienen un
componente distributivo reducido. De ahí que, complementariamente, cabría rescatar y dar
impulso de nuevo a ciertas reformas estructurales del pasado y a otras más modernas.
A partir de lo anterior, es posible aceptar que otras políticas no provenientes del campo
estrictamente económico y social pueden ayudar en la búsqueda de la equidad. Esta
dimensión no economicista de la equidad está vinculada de cerca con un enfoque más
democrático e integral del desarrollo económico y social.
Un programa preliminar para la opción no economicista en materia de equidad.8/ Para ir cerrando este artículo y
sin tener suficientes conocimientos específicos sobre los diversos temas involucrados, se
sugieren algunos puntos que podrían ser considerados en un proyecto de programa al
respecto, para que luego fuera ampliado y desarrollado por expertos en cada materia.
Aspectos especiales relacionados con la generación de ingresos. En primer lugar,
sería prioritario definir y aplicar políticas y medidas que vayan derechamente a
enfrentar las condiciones desiguales de los diferentes individuos en sus capacidades
económicas y sociales. En esta dirección, sobresalen las acciones correctivas factibles
que se refieran a las mujeres, a la gente joven y a los ancianos. Además, en el caso de
los niños, una igualación mínima necesaria corresponde a la enseñanza preescolar
obligatoria y similar para todos y a la eliminación del analfabetismo.
En segundo término, estarían aquellas restricciones derivadas de los distintos orígenes
territoriales de los ingresos. Así, habría que reconocer y solucionar progresivamente
las inequidades crecientes que resultan de regiones, provincias y municipios más pobres y
postergados, evitando la intensificación y prolongación de los círculos viciosos.
En tercer lugar, se incluirían las diferencias resultantes de la naturaleza sectorial en
la creación de los ingresos. De ahí que se requieran medidas correctivas para ayudar
selectivamente a los estratos productivos más primitivos, 9/ según donde los desequilibrios sean
más intensos (minería, agricultura, pesca, industria manufacturera). En otras palabras,
debería diagnosticarse y encararse la heterogeneidad estructural en los sistemas de
producción.
Las condiciones en torno a la calidad de la vida. Generalmente la inequidad en la
distribución del ingreso también coincide con peores situaciones en cuanto a calidad de
vida en aquellos grupos de la población más postergados. En lo que toca al medio
ambiente, en primer lugar, las orientaciones seguidas para evitar su deterioro e incluso
mejorarlo deberían ampliar su cobertura hacia los deciles de menores ingresos. Por
ejemplo, -tiene justificación alguna que las peores contaminaciones atmosféricas y
territoriales sean soportadas por los más pobres?
Segundo, se advierte que para los grupos de ingresos más bajos son escasas las
oportunidades recreacionales y culturales, así como deficiente la calidad del hábitat
(barrios, áreas verdes) que los acoge. No hay explicaciones válidas para que ello
ocurra, y el avance hacia una mayor equidad debería prever medidas concretas sobre estos
asuntos.
En tercer término, para las personas más postergadas es comparativamente peor el acceso
a los servicios básicos fundamentales, lo que se relaciona directamente con las
políticas de salud, vivienda y previsión, además de la educacional. En esta área
también cabe preguntarse sobre la razón de la sinrazón.
Las aspiraciones ciudadanas. Otro conjunto de características menos tradicionales
en materia de equidad tiene que ver con las aspiraciones de la población relativas a sus
derechos responsabilidades como ciudadanos, que deberían ser independientes de su
posición económica.
En primer lugar, se incluirían los lineamientos e instrumentos que permitieran consolidar
y mejorar la participación democrática de toda la ciudadanía, con absoluta
independencia de su situación en cuanto a rentas. Como ilustración al respecto, podría
establecerse que la inscripción en los registros electorales nacionales debe ser
automática y gratuita, tal como se ha propuesto en Francia recientemente. Segundo, es
indispensable que los sistemas judiciales sean igualitarios y transparentes, de suerte que
los grupos más pobres tengan un mejor acceso a la justicia y una protección efectiva
contra el abuso. Por último, deberían ser prioritarias las políticas y medidas que
lleven a una participación social y popular creciente y más adecuada de los estratos
poblacionales con menores ingresos. En este sentido, conviene rescatar ciertas iniciativas
del pasado que han sido abandonadas en el camino, sin buenos motivos que se conozcan.
En definitiva, si el programa no economicista es definido correctamente y se lleva
adelante con decisión y progresivamente, serían posibles avances sustanciales en la
utopía de la equidad. Así se incorporarían iguales -y ojalá mejores- oportunidades
para los grupos más pobres. De esa manera, se compensarían, al menos en parte, las
injusticias de naturaleza económica y se avanzaría hacia el ideal de la democracia
auténtica.
Bibliografía
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(LC/G.1534/Rev.I-P), Santiago de Chile, CEPAL. Publicación de las Naciones Unidas, N' de
venta: S.89.1I.G.5.
Jiménez, Luis Felipe y Nora Ruedi (1997): "Rasgos estilizados de la distribución
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Pinto, Aníbal (1991): mérica Latina: una visión estructuralista, México, D.F.,
Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Notas:
1/ El venía trabajando desde hacía algún tiempo
en temas conexos. Véase sobre todo Fajnzylber (1990).
2/ Véase, en primer lugar, CEPAL/OREALC, 1992.
La preparación de este documento fue dirigida por Joseph Ramos.
3/ Fue presentado a la Primera Conferencia
Regional de Seguimiento de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (Sáo Paulo, Brasil,
abril de 1997) y lo dirigió Rolando Franco
4/ Existen también otros tipos de equidad,
sobre todo cultural y política, pero en general no se consideran en lo que sigue de este
artículo.
5/ Son múltiples las dimensiones de la
equidad económica (regional, urbano-rural, por sectores y estratos productivos, según
género y otras características de la población, etc.), pero hasta aquí se está
privilegiando lo que corresponde a la distribución del ingreso.
6/ En ese libro se incluyen varios trabajos del
autor vinculados con este tema.
7/ Véase sobre esta materia CEPAL (1998, cap.
11, pp. 31-42).
8/ Con mi estimado amigo Edgardo Boeninger hemos
compartido varias ideas sobre este asunto.
9/ En el lenguaje cepalino de antaño, había
otros dos estratos: intermedio y moderno, según los distintos niveles de producto por
persona ocupada en cada uno. |