Sorpresa del discurso

Tito Alvarado

Debo confesar que tengo dos tentaciones. El 11 de junio en La Nación, bajo la firma de Carolina Miranda se publica una nota cuyo título es: Elección Presidencial chilena: militares son el 10% del electorado y exigen fin de causas de DD.HH. Allí se da cuenta de ciertas palabras (por la boca muere el pez) dicha por un tal Carlos Portales, abogado, pariente lejano de la momia de Diego Portales, encontrada recientemente en dependencias cerradas de La Catedral.

Ante estas sorpresas mis tentaciones son dos: Titular esta nota; Del Discurso de la sorpresa, a la sorpresa del discurso, y la otra; cambiarme el nombre y pasar a llamarme Diego de la Vega. Desecho ambas tentaciones, una por límites de tiempo y espacio y la otra por no contar con un buen caballo y un secretario mudo.

El señor Carlos Portales, cuya mayor y menor fama es ser abogado de procesados por violaciones a los DD.HH. De tal profesión, y quizá en vista de sus parciales fracasos, ha decidido pasar a la lucrativa profesión de conferencista. Las perlas de la nota que me ocupo en comentar son dos; de una parte las palabras del conferencista improvisado y la otra es la ocasión en que se dicen.

Partamos por una crítica al periodismo desinformativo que impera en los “medios”, que en realidad debieran ser llamados parciales. Lo central es que nadie puede decir que no informan, el truco es como informan. En gente que ha pasado años aprendiendo el oficio de hilvanar palabras, es dudoso que no sepan que las cosas dichas de una u otra forma significan cosas distintas.

Veamos: en parte del título de su nota (la de Carolina del Moño) … militares son el 10% del electorado y exigen fin de las causas de DD.HH. Dos aseveraciones con una pizca de verdad y mucho de mentira. Los militares no son el 10%. En números totales son alrededor de ese porcentaje electoral, salvo que lo que se entiende por los militares son tres categorías claramente diferenciadas, una son reclutas que cumplen el Servicio Militar Obligatorio, otra la componen los que entran a las instituciones armadas desde abajo y a lo sumo pueden llegar hasta suboficial y la otra, que son los menos y constituyen los mandos, son los hijos de papá, que entran como tenientes y pueden llegar a general. Esta “familia” militar es en primer y único lugar esta última categoría. Carolina se hace eco de una mentira esgrimida como verdad por el señor Portales, lo cual pudiera querer decirnos que ella es objetiva y pone lo dicho por terceras personas, pero no es objetiva con respecto a la verdad. La parte final del título tiene dos aseveraciones falsas: dice ella: .. y exigen (los militares) fin de la causas de DD. HH. Lo de exigen no es verdad, pues no es un manifiesto de los militares de lo que da cuenta la nota sino de una conferencia, es decir de palabras dichas por el Señor (con todo desprecio y cariño) Portales, los pocos asistentes, supongo que muchos en silla de ruedas y con certificados de incapacidad mental, se remitieron a aplaudir. Cuando dice fin a la causa de DD.HH. emite un inocente mensaje desde la perspectiva de las víctimas. Todos queremos el fin de estas causas, pero para nosotros el fin es la justicia, para ellos el fin es la impunidad. Esta es la verdad que se oculta mediante no decir que se trata de causas de violaciones a los Derechos Humanos. Con lo cual queda demostrado que la supuesta objetividad no es tal.

Como si esto en si fuera poco, tenemos la sorpresa del discurso. Nos dice Carolina que dijo Portales: “La solución depende de ustedes mismos. Son ustedes los que a través de sus organizaciones de oficiales deben hacer ver y oír su voz política. Ustedes tienen que hacer valer su voto como estrategia política para la solución de sus problemas”

En este párrafo de antología castrense, tenemos tres cuestiones a destacar:

Uno. Los supuestos cuadros militares en retiro no saben nada de estrategia ( a juzgar por lo de Antuco, los en servicio activo tampoco) y debe venir un señor civil a enseñarles algo que la Academia no logró hacer. Si de estos estrategas depende la soberanía del país, es totalmente comprensible que las riquezas del país hayan terminado bajo las manos de capitales extranjeros.

Dos. Habla de “sus organizaciones de oficiales”, lo cual implícitamente significa que este señor reconoce que la mal o bien llamada “familia militar” son los oficiales. Con ello el 10% queda reducido a su mínima expresión.

Tres. Ellos ven y nos ven desde sus intereses, ejercen el desprecio como método de análisis y acción. Ver y hacer oír su voz, significa que todo es cuestión de voces más voces menos. ¿Y qué papel juega la justicia en esto? ¿Se pretenderá decir ahora que los crímenes por todos reconocidos no existieron? O ¿es simplemente la constatación de que para ellos cualquier crimen contra nosotros, el pueblo, no es crimen?

Como de sorpresas se trata, ahora tenemos que de la sorpresa del discurso, pasamos al discurso de la sorpresa. Los violadores de los derechos humanos, los criminales de ayer, cuando tenían poder ilimitado, son ahora amnésicas palomas y se reúnen al alero de un Seminario sobre Derechos Humanos. Cosas veredes le dice Don Quijote a Sancho Panza.

Cosas estamos viendo: la desvergüenza del olvido, la permanencia del desprecio y la cobardía de no reconocer sus faltas. Qué los militares hablen de Derechos Humanos significa una estratagema para salvar sus pellejos, la dignidad hace rato que la perdieron y es ahora irrecuperable. También puede significar que si ellos hablan de Derechos Humanos, nosotros podemos hablar de Asuntos militares: política militar de masas, disolución de las Fuerzas Armadas, juicio político al periodo de la dictadura, etc, etc. Aún nos falta mucho por ver y mucho más por hacer, que el futuro es siempre el resultado de la acción presente de todos.