Tomado del Diario La República, Uruguay - 3 abril 2005
GUSTAVO GUTIERREZ, SACERDOTE E IDEOLOGO DE LA TEOLOGIA DE LA
LIBERACIONReverdece legado de Arnulfo Romero
Mientras el papa católico Juan Pablo II moría, se cumplía en El Salvador la última
jornada de la Semana de la Teología, celebrada para conmemorar los 25 años del asesinato
del obispo Oscar Arnulfo Romero, el abanderado de los pobres. Las comunidades indígenas y
los pueblos marginados son un recordatorio para la Iglesia Católica de que sigue
pendiente el compromiso con los pobres encarnado por Romero, dijo en diálogo telefónico
con IPS desde El Salvador el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, ideólogo de la
Teología de la Liberación.
ADRIAN REYES, MEXICO, IPS
Romero era arzobispo de San Salvador cuando fue asesinado por un francotirador mientras
oficiaba misa, el 24 de marzo de 1980. La impunidad todavía reina cumplido el 25
aniversario de esa muerte que dio a la víctima categoría de ícono del catolicismo
progresista de América Latina, y al que la Iglesia de El Salvador postuló a santo ante
la jerarquía del Vaticano en 1994.
Después de muchos años sin avance, el Vaticano iniciará el estudio final sobre el
proceso de beatificación de Romero, según anunció este viernes el postulador de la
causa, el obispo italiano Vicenzo Paglia. Pero el presidente salvadoreño Antonio Saca
volvió a negar cualquier posibilidad de reabrir la investigación sobre el asesinato, que
dio paso a una guerra civil de 12 años.
El proceso de beatificación y canonización de Romero no debería verse afectado por
la muerte del Papa, dijo a IPS Gutiérrez, de 77 años, quien participó de la Semana de
la Teología, en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador.
"Yo quisiera que el Papa mejorara y que la canonización fuera muy pronto, pero no
me gustaría ver una relación causa-efecto en la actual situación del pontífice. Las
cosas tienen su proceso. Aquí, en El Salvador, he encontrado un ambiente bien optimista
en que el proceso (de beatificación) concluya", dijo.
"Yo asistí hace 25 años al entierro de Romero. Eran días sumamente tensos. El
cálculo que hicimos esa tarde de domingo (en el sepelio) fue de 40 muertos", evocó.
"Fue la segunda misa interrumpida de Romero, la anterior fue la del lunes en que
lo mataron. Para mí, estar aquí 25 años después es muy significativo. Es de una
profunda alegría", prosiguió.
Gutiérrez es autor de "La teología de la liberación" (1971), obra
traducida a varios idiomas que puso nombre a un movimiento progresista que ganó peso en
la Iglesia Católica latinoamericana de los años 60 y 70.
Gutiérrez también ha escrito "Teología desde el reverso de la historia"
(1977) y "La fuerza histórica de los pobres" (1982). Fue profesor de la
Universidad Católica de Lima, y recibió el premio Príncipe de Asturias de Humanidades
en reconocimiento a su trabajo con los pobres.
La siguiente es una síntesis de la entrevista.
-¿Cuál fue el aporte de monseñor Romero a la Iglesia latinoamericana?
-Romero fue un hombre sumamente comprometido, sus homilías son lo más importante que
tenemos de él, su reflexión teológica. Nos ha recordado que hay que hacer una lectura
histórica del cristianismo. El mensaje central de Jesús se hace historia y lleva la
historia más allá de ella.
Al hablar de la vida cotidiana del pueblo salvadoreño, él sentía que estaba
reflexionado en el Dios que se hace presente en el prójimo y de manera particular en los
más pobres. Ahí hay una veta muy grande, concreta y presentada en condiciones difíciles
y dramáticas, porque ver el Evangelio encarnado en la historia fue lo que le costó la
vida.
-¿Cómo absorbió la Iglesia de la región ese legado?
-En América Latina hay de todo. Merece de mi parte una preocupación por una serie de
pasos que se han dado hacia atrás, de resistencias a muchas cosas hechas en años
anteriores. Eso no nos debe hacer olvidar, pues sería incorrecto e injusto, que hay
comunidades cristianas en cantidad, y gente que ha tomado una opción más a favor de los
pobres y últimos del continente.
Tenemos una presencia de un pueblo indígena, un pueblo negro, de las mujeres en
América Latina, para hablar de él. Tenemos una profundización de algo que siempre fue
muy importante en la teología latinoamericana, la espiritualidad. Hay una esperanza muy
fuerte.
-¿Qué inclinación ve usted en los religiosos latinoamericanos ante los cambios
políticos en la región y en el mundo?
-Hay de todo. Hay ciertos sectores cristianos, laicos y otros, que son más
conservadores y reaccionan a ciertas cosas. Hay en la Iglesia también personas sumamente
críticas, muy activas en todo lo que se está llamando el "altermundismo",
frente al fundamentalismo político y religioso que nos presenta Estados Unidos en la
actualidad. Creo que en la Iglesia latinoamericana hay mucha vida, y muchos golpes
recibidos también, eso es cierto. Sin embargo, aquí estamos.
-Si Romero viviera, ¿cómo cree que sería su relación con el Vaticano?
-En vida, mucha gente no comprendió a Romero. Sin embargo, tuvo contactos en los que
pudo expresar la situación de El Salvador, no muy fácil de comprender, naturalmente, en
un mundo con bloques dominantes. Sin embargo, si uno ve las homilías de Romero, él dijo
en varias oportunidades que regresó de Roma muy confortado.Las cosas van más allá de la
vida física de monseñor Romero, hay una visita del Papa, al año siguiente de la muerte
de Romero, en la que va a rezar a la tumba de monseñor.
A 15 años de que se introdujo la causa de beatificación y canonización, me acaban de
informar que hay muchos avances, se ha examinado toda la obra de Romero, se ha podido
comprobar la ortodoxia de la ideología cristiana, y parece que las cosas van en muy buen
camino.
-¿Hay hoy una Iglesia progresista en América Latina?
-La línea fue lanzada a mitad de los años 60, después del Concilio Vaticano II, y
recogida (en las conferencias episcopales de) Medellín y Santo Domingo. En su caminar
histórico, la Iglesia debe tomar, ha tomado en muchos sectores no suficientes todavía,
el camino de la solidaridad con los más pobres. El tema de la pobreza, que trabajé mucho
en los años 60, no tenía la presencia que hoy tiene. No me refiero únicamente a la
Iglesia, sino a la presencia que tiene en agencias internacionales, pienso en el Banco
Mundial, en el Fondo Monetario Internacional, en la Organización de las Naciones Unidas
(ONU).
El programa de desarrollo humano de la ONU en el tema de la pobreza es sumamente
importante, muchos factores han contribuido a eso, no sólo de la Iglesia, pero sí es
verdad que la Iglesia progresista ha influido notablemente en poner sobre la mesa la
situación de los pobres como algo injusto y contrario a la voluntad de Dios. No basta
eso, pero es una base para seguir adelante.
-¿Comparte la opinión de que en sus últimos años, Romero se fue radicalizando?
-Sí. Cada vez era más radical, evangélicamente hablando. Fue a las raíces del
mensaje cristiano. Es indudable en monseñor Romero un crecimiento, madurez y profundidad
evangélica.
No temo decir que se radicalizó, pero lo hizo porque supo reconocer que la justicia
social es un elemento fundamental de la buena nueva que Jesús nos trajo. En el Evangelio
se dice "busca el reino de Dios y su justicia, y lo demás se te dará por
añadidura". La vida de Romero fue la búsqueda intensa, firme, alegre y dolorosa al
mismo tiempo del reino y de la justicia.
-¿Cree posible que se reiteren situaciones de violencia como las de aquellos años
en la región?
-Desgraciadamente, no podemos decir que no. Estamos viendo que el mundo pasa por un
momento de violencia, de fundamentalismo de diferentes tipos, de prepotencia, también
entre nosotros, en América Latina. No decidimos la historia, pero si no nos empeñamos en
la línea que Romero nos enseñó, yo creo que pueden presentarse nuevamente esos
escenarios. ¿Quién puede predecir lo que viene? * |