Jorge Escalante / Luis Narváez
El Mamo Contreras es el único que tiene la razón. Todo el resto, en Chile
y el mundo, son mentirosos y farsantes, incluidos jueces y ministros de las cortes. Esa es
la principal conclusión a la que se puede llegar si se estudia en detalle el último
informe del ex jefe de la DINA.
Esto, si se le creyera..., lo que es imposible. Porque nada ha cambiado en Contreras, y
nada nuevo entregó. Salvo causar otro profundo dolor y angustia a los familiares de sus
víctimas, aportando una lista de 590 nombres llena de situaciones trucadas y alteradas,
con errores evidentes y escandalosos, como se demuestra en este artículo. Además, en esa
lista repite varios de los nombres que aparecieron en enero de 2001 en el Informe de las
Fuerzas Armadas sobre el destino final de 180 detenidos desaparecidos, 151 de los cuales
figuraron lanzados al mar.
Para Contreras, abogados querellantes, familiares de las víctimas, organismos
internacionales, jueces y ministros siguen siendo unos embusteros, y él es el único que
dice la verdad. En su texto introductorio negó la tortura, negó las
desapariciones, dijo que los que combaten a los terroristas marxistas no
violan los derechos humanos, sostuvo que los jueces actúan por venganza y son
prevaricadores que abiertamente no aplican la ley y no investigan.
De paso, dijo a los jueces que para dictar sus resoluciones se basan en dichos de
testigos falsos, comprados y presionados, y en declaraciones de los aportes
indignos y falsos de individuos inmorales que pertenecieron a las FF.AA., que pretenden
imputar delitos a los integrantes de la DINA. Para Contreras, todos los ex DINA son
inocentes.
Lo único más novedoso, y ni tanto porque ya lo ha dicho reiteradamente en varias
declaraciones procesales, es que responsabiliza a Pinochet de un permanente ominoso
silencio (...) para salir en defensa de esta institución (DINA) y sus integrantes, que
dependíamos directamente de dicha autoridad.
El Mamo asumió la responsabilidad de los ex DINA por todos los
largos aciagos períodos que han debido soportar, tanto ellos como sus distinguidas
familias, solicitando en consecuencia mis más profundas excusas por el daño
involuntariamente causado, que pudo evitarse si mi superior jerárquico (Pinochet) hubiese
tenido el coraje necesario para asumir la responsabilidad que le correspondía.
También tachó de mentiroso al comandante en jefe del Ejército, general Juan Emilio
Cheyre, al decir en la introducción de su lista que este informe lo
comencé a elaborar poco después del Informe Rettig (1991) y a continuación de la Mesa
de Diálogo, oportunidad en la cual no me fue consultado antecedente alguno, pese a mi
total predisposición para cooperar en dicha instancia. Si bien Cheyre no era
comandante en jefe en el año 2001, cuando las FF.AA. entregaron su informe post Mesa de
Diálogo, después que asumió el mando insistió repetidas veces en que, respecto del
informe con los referidos 180 nombres de 2001 (los otros 20 eran casos innominados), la ex
DINA nunca quiso aportar antecedentes sobre sus víctimas cuando se le consultó.
Lo que busca
¿Adónde va Contreras con toda esta historia? A tratar de impresionar a los
jueces y ministros, una vez más, buscando convencerlos de que todos quienes fueron sus
subalternos en la DINA son inocentes y no hicieron más que obedecer
órdenes, por lo que han sido sometidos a la barbarie judicial y
publicitaria, como afirma en su informe.
Con ello intenta que, mediante recursos de revisión y otras leguleyadas, como ha
pretendido antes, los jueces caigan en la maraña y acumulen todas las causas atribuibles
a la DINA en un solo gran proceso, para que la culpa penal recaiga sólo en él y un
pequeño puñado de lo que fue su plana mayor, entre ellos los Krassnoff, Moren Brito,
Espinoza, además del Guatón Romo y el Troglo Zapata, los más
salidores.
Sin un pelo de tonto, el ex jefe de la DINA advierte que tiene hoy un mejor
camino para recorrer, cuando la Corte Suprema, con una mano, revocó el plazo de
seis meses que había impuesto para cerrar las investigaciones de los procesos, y, con la
otra, designó para hacerse cargo de importantes procesos a nuevos ministros
ideológicamente pinochetistas, según se puede apreciar si se analiza su performance en
la Corte de Apelaciones de Santiago.
A ellos la Corte Suprema les entregó las causas que quitó a otros jueces de
dedicación exclusiva (o las del juez Juan Guzmán, que se acogió a retiro), quienes se
caracterizaron por hacer su trabajo con dedicación, investigando a fondo y rechazando
beneficiar a los ex agentes con la amnistía o cualquier otro beneficio invocado por sus
defensas jurídicas.
Ante todo esto, los abogados querellantes y las agrupaciones de derechos humanos saben
hoy que están pronto a enfrentar una nueva gran batalla en tribunales: luchar contra la
regresión que se espera ante los avances que se había logrado en la aplicación de la
justicia y la búsqueda de la verdad.
Los querellantes
Los abogados querellantes, que tienen en las cuerdas a los ex agentes y al propio
Contreras, se manifestaron escépticos y curados de espanto ante sus
arremetidas comunicacionales.
En la Corporación de Asistencia Judicial, Hugo Gutiérrez y Nelson Caucoto analizaron
el documento. Con lápiz en mano revisaron cada uno de los 590 nombres y expresaron
sorpresa y risas respecto de datos que no coinciden con la realidad procesal que ellos
conocen hace tantos años.
Lo mismo hicieron los abogados de la Fundación de Ayuda Social de Iglesias Cristianas
(Fasic), quienes estudiaron durante horas los antecedentes, encabezados por Héctor
Salazar.
Este último fue categórico: Es un documento que no tiene ningún valor, no
aporta absolutamente nada. No entiendo el sentido de lo que ha hecho.
No quiero caer en la trampa. Si le damos validez a una parte, también tendremos
que considerar válidas otras partes. No creo que valga la pena ni siquiera detenerse en
este documento, advirtió.
Según Salazar, todos los datos que Contreras entrega son conocidos porque los ha
puesto de manifiesto antes en distintas declaraciones judiciales, un libro que escribió y
en manifestaciones a la prensa. De todas maneras, sostiene que igual sintió algo de
decepción porque pensé que alguna vez Contreras podría colaborar, atendiendo a la
apremiante situación judicial en que se encuentra.
Nelson Caucoto plantea que Contreras podría estar cayendo en un estado de
demencia, ya que siempre he pensado que vive en un mundo distinto al de la
realidad. Él entró en un terreno que es más apropiado para los siquiatras.
Hugo Gutiérrez descarta que este sea un intento de Contreras para causar algún efecto
en los más de 137 procesos que enfrenta. Dijo que el Mamo no nos dice
hoy nada nuevo cuando afirma que hay un responsable último de todos los ilícitos
cometidos durante la dictadura militar, que es Pinochet.
Lo que pretende Contreras es decir que si a mí me juzgan, también tienen
que juzgar a quien me mandó, que es Pinochet, sostiene Gutiérrez, aunque
agrega que eso a Contreras lo termina haciendo más responsable por los crímenes,
por cuanto él tenía una alta posición en la jerarquía.
Lo concreto
Analicemos la lista de Contreras. De partida, afirma que de los 590 nombres que
entregó, las víctimas de la DINA fueron sólo 80 personas. Y sostiene que todas ellas
murieron en combate. O sea, contradice las verdades que están acreditadas en
decenas de procesos, algunos de los cuales ya se encuentranlistos para sentencia: que la
inmensa mayoría de las víctimas fueron detenidas sin resistencia en la calle o sus
domicilios, muchas veces con presencia de testigos.
Al Ejército le atribuye casos en que la responsabilidad de la DINA es obvia: entre
ellos, los de Alfonso Chanfreau Oyarce, Jacqueline Droully Yurich, María Isabel Joui
Petersen, Juan Molina Mogollones, Rodrigo Ugas Morales y Alan Bruce Catalán. Todos ellos
permanecieron detenidos en recintos propios de la DINA, como Londres 38 y Villa Grimaldi.
El caso de Bruce es significativo, porque era sobrino de Moren Brito, quien, según ex
prisioneros que sobrevivieron, lo mató a cadenazos en Grimaldi.
Al Servicio de Inteligencia Naval lo culpó del caso de los ocho miristas
de 1975 detenidos por la DINA en Valparaíso y llevados al Regimiento Maipo en el cerro
Playa Ancha; ellos son: Abel Vilches, Alfredo García, Carlos Rioseco, Elías Villar,
Fabián Ibarra, María Gutiérrez, Sonia Ríos y Horacio Carabantes. Hay testigos vivos
que fueron careados con estos desaparecidos en Valparaíso, diligencias hechas por el jefe
de la Brigada Vampiro de la DINA, teniente y luego capitán Fernando Lauriani Maturana,
alias el teniente Pablito. Éste viajó con sus hombres desde Santiago a
practicar las detenciones.
Según Contreras, todos ellos fueron puestos en libertad desde el Regimiento Maipo, y
vueltos a detener por la Armada y llevados al cuartel Silva Palma en Playa Ancha, desde
donde desaparecieron y fueron arrojados al mar frente a Valparaíso.
Contra la FACH
Contreras le atribuyó a la Fuerza Aérea 22 de los 119 desaparecidos en la
Operación Colombo, por la que se quiso hacer creer que 119 chilenos, casi todos del MIR
que desaparecieron desde centros clandestinos de la DINA en Santiago, se habían asesinado
entre ellos en Argentina, ajusticiándose por supuestos ajustes de cuentas políticas. En
todos estos casos, los respectivos procesos acreditan que estas personas fueron arrestadas
por grupos operativos de la DINA y conducidas a sus prisiones clandestinas, desde donde
desaparecieron.
Entre los cargos a la FACH figuran Muriel Dockendorf Navarrete, María Angélica
Andreoli Bravo, Carlos Salcedo Morales, Francisco Aedo Carrasco, Carmen Bueno Cifuentes,
los hermanos Mario y Nilda Peña Solari y Jorge Ortiz Moraga. Todos ellos permanecieron
detenidos en Villa Grimaldi, Tres Álamos o el cuartel de Irán con Los Plátanos en
Ñuñoa. Pero de este lapsus del Mamo, el caso que más confirma
la falsedad de sus dichos es el de los hermanos Jorge y Juan Andrónico Antequera. Porque
está comprobado en el proceso respectivo que fueron detenidos por agentes de la DINA bajo
las órdenes del ya mencionado teniente Pablito, quien se quedó varios días
con el Guatón Romo en el domicilio de calle Paraguay, en La Granja, esperando
detener más gente en una ratonera. La evidencia más clara es que la hermana
de los jóvenes desaparecidos, Arety, al planchar una camisa que le ordenó Lauriani,
encontró su tifa en el bolsillo con su nombre real.
A Carabineros, Contreras le imputó el arresto y desaparición de otro de los 119 de la
Operación Colombo: Juan Carlos Perelman Ide. En la investigación procesal está
acreditado que Perelman fue detenido el 20 de febrero de 1975 en un departamento de calle
Bilbao junto a su pareja, la periodista Gladys Díaz Armijo, por un grupo de agentes DINA
que los llevaron a Villa Grimaldi, donde los mantuvieron detenidos. De esto existen
múltiples testimonios en el episodio Villa Grimaldi que instruye el ministro Alejandro
Solís. Contreras da a Perelman como detenido por Carabineros en cuartel de calle
18 (ex diario Clarín) y sepultado en la cuesta Barriga y desenterrado
en 1979 por la CNI y lanzado al mar frente a Los Molles. Gladys Díaz fue
liberada tiempo después, y es testigo viviente del nuevo error.
En realidad, que los cuerpos de los desa-parecidos fueron desenterrados desde la
segunda mitad de la década de los años setenta en adelante y que sus restos fueron
arrojados al mar, no es nada nuevo. Decenas de declaraciones de ex agentes de la DINA de
base así lo atestiguan en distintos procesos, pero fundamentalmente este método quedó
revelado con detalle en la investigación que el ministro Juan Guzmán llevó adelante por
el caso de la militante comunista Marta Ugarte, como lo relató La Nación Domingo en el
reportaje 400 cuerpos al mar, el 23 de noviembre de 2003.
Grotesco lapsus
Respecto de los 80 desaparecidos que son los únicos que Contreras asignó a la
DINA, su destino final no es sin embargo el mar, sino el Instituto Médico Legal, para
luego ser sepultados como NN en distintos patios del Cementerio General. Sin embargo, en
algunos procesos, como el de Marta Ugarte y Calle Conferencia, se encuentra también
establecido que la DINA lanzó a sus prisioneros al mar, utilizando helicópteros Puma
conducidos por los pilotos del Comando de Aviación del Ejército, varios de los cuales
están procesados por ese delito.
Uno de los aspectos más grotescos del informe Contreras es quizá lo que
dice acerca de los cinco militantes del FPMR detenidos por la CNI en septiembre de 1987:
José Peña Maltés, Julio Muñoz Otárola, Manuel Sepúlveda Sánchez, Alejandro Pinochet
Arenas e Iván Fuentealba Navarrete. Porque si bien no niega que los detuvo la CNI y los
llevó al cuartel Borgoño en Santiago, al referirse a su destino final afirma
que éste fue Cuesta Barriga, desenterrados por la CNI en 1979, y lanzados al
mar. O sea, los desenterraron dos años antes de matarlos.
Duro al Comando Conjunto
El capítulo del Comando Conjunto (CC) aporta otra serie de
novedades. Consultadas por LND fuentes de tribunales estrechamente vinculadas
a las causas contra el CC, éstas afirmaron que de los 94 nombres que Contreras achaca a
esta organización criminal, no más de 30 son efectivamente atribuibles al CC de acuerdo
a los antecedentes de los procesos.
Entre los restantes 64 nombres, Contreras incluyó, por ejemplo, a la dirección
clandestina del Partido Comunista que en mayo de 1976 fue detenida por un gran operativo
de la DINA en calle Conferencia de Santiago, lo que dio origen al nombre del proceso Calle
Conferencia. Entre los que dirigieron esta operación-ratonera están algunas
estrellas de Contreras: Miguel Krassnoff y Don Jaime, chapa del
suicidado coronel (R) Germán Barriga Muñoz, quien fue jefe de la brigada
Purén. Por ello, ambos están procesados por el secuestro y desaparición de
Jaime Zamorano Donoso, Jorge Muñoz Poutays, Jaime Donato Avendaño, Uldarico Donaire
Cortés, Elisa Escobar Cepeda, entre otros. Sin embargo, el Mamo le echó la
culpa al Comando Conjunto.
Por cierto, todos ellos aparecen arrojados al mar, lo que ya se sabía desde el
anteriormente mencionado informe de las FF.AA. de enero de 2001. También culpa al CC del
arresto y desaparición de los militantes del MAPU Elizabeth Rekas Urra y Antonio Elizondo
Ormaechea, cuando éstos fueron secuestrados por agentes de la DINA y llevados a Villa
Grimaldi, donde fueron vistos por varios prisioneros que salieron libres.
Marta Ugarte
Pero otro exceso de Contreras es imputarle al CC el crimen de Marta
Ugarte Román, la única desaparecida arrojada al mar por la DINA y los Puma del Comando
de Aviación del Ejército, que el océano devolvió porque la amarra del trozo de riel
atado a su cuerpo quedó mal hecha. En Peldehue, Germán Barriga y sus hombres estuvieron
a cargo de la siniestra tarea, después de sacar a un grupo de prisioneros desde Villa
Grimaldi.
La inyección que el doctor Pincetti le puso a Marta Ugarte parece que no la
dejó totalmente muerta. Al momento de ensacarla, todavía se movía. Todos estábamos
apurados porque venía el helicóptero. Entonces abrimos el saco y la ahorcamos con un
alambre. No se movió más. Es la dramática declaración procesal del ex agente
E.V.T, suboficial (R), cuyo nombre LND se reserva porque el hombre teme por su vida,
según le dijo al juez Juan Guzmán. Osvaldo Pincetti, que se sepa, no trabajó nunca para
el CC, sino para la DINA y la CNI.
Falso enfrentamiento
Otra laguna del reo autor en el capítulo atribuido a FF.AA. y
de Orden, se refiere a seis muertos en combate que la DINA sacó en 1975
ya fallecidos desde Villa Grimaldi hasta Rinconada de Maipú, donde incluso el periodista
Julio López Blanco filmó y transmitió el show en vivo para TVN (reportaje LND del 15 de
junio 2003). Se trata de Catalina y Alberto Gallardo, Luis Ganga, Mónica Pacheco, Manuel
Reyes y Pedro Cortés. Testigo del espectáculo que contradice a Contreras fue su propio
agente Amador Fuentes Salas, chapa Hernán Galleguillos, como lo reconoció en
2003 a LND y lo declaró judicialmente bajo su firma.
Operación Cóndor
En los casos Muertos en el extranjero, relacionados con la Operación
Cóndor, Contreras comete más inexactitudes. Por ejemplo, hace aparecer el crimen del
mirista Jorge Fuentes Alarcón, detenido en Paraguay y entregado a la DINA, que lo
trasladó a Villa Grimaldi, como muerto al escaparse de la prisión, se le aplicó
Ley de Fuga. Cuando existen decenas de testigos que lo vieron en Villa Grimaldi
atado a una cadena y tratado como un perro porque tenía sarna.
A Edgardo Henríquez Espinoza, Juan Hernández Zaspe, entre otros, los menciona como
lanzados al Río de la Plata o al mar frente a Buenos Aires. Pero en el
expediente de Operación Cóndor y en el fallo de la Corte de Apelaciones que desaforó a
Pinochet por esta causa, se estableció que todos ellos, si bien fueron detenidos en
Argentina, terminaron entregados a la DINA y trasladados hasta Villa Grimaldi.
A David Silberman, de Operación Colombo, lo sindica como asesinado en Buenos
Aires con explosivos, historia añeja ya aclarada hace muchos años, cuando en la
investigación judicial se descubrió la falsedad de esa información que fue la versión
oficial de la dictadura en 1975. Sus familiares viajaron en su momento a Buenos Aires y
verificaron que jamás se trató del cuerpo de Silberman.
Contreras mantiene su vieja excusa de que al general Carlos Prats y su esposa, Sofía
Cuthbert, así como al ex canciller Orlando Letelier, los asesinó la CIA. Y dice que
Álvaro Vallejos Villagrán, a quien el ex agente Samuel Fuenzalida reconoce que trasladó
a Colonia Dignidad desde Cuatro Álamos junto a su jefe, el capitán Fernando Gómez
Segovia, emigró a Canadá, donde supuestamente estaría vivo.