Deberá pagar 4 millones de dólares por los cuatro cargos formulados por la
acusación:
Asesinato extrajudicial, torturas, crueldad física y mental y crímenes
contra la humanidad
por Ernesto Carmona
El jurado de un tribunal civil de Miami halló culpable al ex oficial del Ejército
chileno Armando Fernández Larios, encausado por el asesinato del economista Winston
Cabello Bravo, 28 años, ocurrido hace tres décadas en Copiapó, 800 km al norte de
Santiago. La corte de la jueza Joan Lenard fijó el castigo pecuniario en 4 millones de
dólares, al darse a conocer el veredicto a las 12, hora local. Se supone que el
acusado deberá sufragar, además, los gastos del juicio, del orden del millón de
dólares.
Los 8 miembros del jurado entregaron un veredicto de "responsable legal"
contra el ex oficial de la policía confidencial DINA en los cuatro cargos formulados por
la acusación: asesinato extrajudicial, torturas, crueldad física y mental y
crímenes contra la humanidad, dando fin a un proceso iniciado el 22 de septiembre en la
corte federal civil del condado Dade, Florida. Esta es la primera vez que un tribunal
juzga y condena a violadores chilenos de derechos humanos fuera del territorio en que se
cometieron los crímenes.
El abogado defensor Steven Davis anunció que apelará ante un tribunal superior,
aunque aseguró que respetaba el fallo de un jurado que tardó dos días en discernir su
veredicto. Dijo que en un contexto militar no se podía establecer
"culpabilidad" porque es muy difícil establecer cuando existió o no algún
grado de conspiración.
Sin embargo, en el sistema judicial estadounidense los tribunales civiles no establecen
culpabilidad o inocencia en un crimen, sino "responsabilidad legal". En un caso
reciente, muy difundido por la prensa amarilla, el actor y futbolista O.J. Simpson salió
indemne de los cargos criminales en la justicia penal, pero un tribunal civil lo habló
"responsable legal" (lawle) del asesinato de su ex esposa y debió para una
indemnización a la familia.
Al darse a conocer el veredicto, en la sala se encontraban todos los parientes de la
víctima que residen en Estados Unidos, más su viuda y sus dos hijas que viajaron desde
Chile para presenciar el juicio que se prolongó más de tres semanas. El acusado, como
era previsible, declaró no tener un centavo. Además, previamente puso sus bienes a
nombre de terceros. Sin embargo, todos sus ingresos legales serán gravados de por vida
con la carga del gasto judicial. Sólo podrá disfrutar dinero percibido ilegalmente, en
el mercado negro.
Protección estadounidense a un terrorista
El sistema jurídico de Estados Unidos impide castigar penal o
criminalmente los asesinatos cometidos en Chile y Argentina por un terrorista
confeso aunque tenga la talla de Fernández Larios. La familia de la víctima valora
el juicio civil como una condena moral a los crímenes cometidos por Augusto Pinochet
durante su dictadura de 17 años, en particular el cuasi centenar de asesinatos
acreditados en la justicia chilena por la Caravana de la Muerte que presidió el general
Sergio Arellano Stark por instrucciones expresas del dictador para "agilizar los
juicios" inexistentes de 92 ciudadanos civiles encarcelados por sus opiniónes
políticas.
El veredicto de "crimen contra la humanidad" también colmó las esperanzas
expresadas antes por la familia Cabello Bravo. "De una manera ética se
hizo justicia por todas las víctimas", piensa Zita Cabello. La familia Cabello
vivió tres semanas de fuerte carga emocional agudizada por el suspenso del veredicto que
tardó más de 24 horas, más el receso judicial del fin de semana. "Hubo abrazos
entre ellos y algunos llantos", comentó un periodista que estuvo en la sala del
tribunal.
"El veredicto debe enviar un mensaje a los torturadores que buscan refugio en
EE.UU.", reflexionó el abogado acusador Leo Cunningham, en sus argumentos finales
del juicio. Es necesario que se entienda "que no se pueden cometer atrocidades y
después venir a este país a vivir en paz y a esconder el pasado", dijo.
Fernández Larios confesó antes su participación en el asesinato de dos personas en
el centro de Washington; fue reclamado en Buenos Aires por la muerte de un general del
Ejército chileno; y tiene 20 causas judiciales en Santiago por su responsabilidad en
otros tantos asesinatos de civiles encarcelados por sus ideas políticas. Los abogados de
la acusación piensan que el veredicto de culpabilidad debería abrir las puertas para que
el ex militar sea extraditado a A]rgentina o Chile, donde está solicitado por numerosos
juicios criminales.
Buenos Aires, primer asesinato internacional
La campaña antiterrorista de Washington hasta hoy no surtió efecto para el ex mayor
del Ejército chileno que cometió su primer delito internacional al coadyuvar al
estallido del automóvil del general Carlos Prats Gonzalez, ex comandante en Jefe del
Ejército de su país asesinado en la capital argentina junto a su esposa Sofía Cuthber,
el 30 de septiembre de 1974. Michael Townley, el principal inculpado en este crimen, le
declaró a la jueza argentina María Servini de Cubría que cometió el atentado con la
ayuda de Fernández Larios, durante un interrogatorio-entrevista celebrado en Washington
hace tres años con autorización del departamento de Defensa. Tonwley vive libre en su
país con protección federal.
En un documento oficial que puede consultarse en los archivos oficiales, el trato de la
Fiscalía también le prometió a Fernández Larios, nacido en EE.UU. cuando su padre
fue diplomático, que nunca sería extraditado a Chile, pero no excluye la extradición a
otro país en relación con crímenes ajenos al caso Letelier. "Pudieran enviarlo a
Argentina", dijo Joshua Sondheimer, abogado del Centro para la Justicia y
Responsabilidad (CJA, por sus siglas en inglés), organización que respalda la demanda de
la familia Cabello y que brega por negar refugio en EEUU a torturadores y asesinos. Zita
Cabello declaró que cualquier pago eventual de Fernández Larios irá en beneficio de las
actividades de esta organización, cuyos abogados la apoyaron "pro bono", o sea,
sin cobrar honorarios.
El ex miembro de la policía secreta chilena, quien tiene ahora 54 años, se mantuvo
impasible durante el juicio, en que los miembros del jurado no oyeron su historial
posterior a la "Caravana de la Muerte" por orden expresa de la jueza Joan
Lenard. Fernández Larios insistió en que nunca vio a las víctimas, ni menos las
interrogó o castigó a golpes.
Washington, segundo crimen
Después de su desempeño en "la Caravana" en octubre de 1973, Fernández
Larios pasó a la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta creada
en 1974, y llegó a Washington en 1976, con pasaporte falso, para seguir los pasos al ex
canciller y ex embajador chileno en EE.UU. Orlando Letelier. Dos años después del
asesinato de Prats y de su esposa, intervino en la preparación de otra explosión de
automóvil, el 21 de septiembre de 1976, esta vez contra la vida de Letelier y de su
asistente Ronni Moffitt, cuando ambos circulaban por la céntrica plaza Sheridan Circle,
en la capital estadunidense.
Once años después del atentado, Fernández Larios dijo a los fiscales estadounidenses
que siguió extensamente a Letelier e informó de todo a su compañero de la DINA Michael
Townley, también principal ejecutor de este crimen. Gracias a la
"colaboración" de su testimonio, sólo cumplió 7 meses de prisión.
El entonces mayor Fernández Larios desertó del Ejército chileno en 1987, a fin de
confesar y "colaborar" con la justicia de EE.UU. Su participación en el doble
asesinato Letelier-Moffit fue establecida a fines de los '70 en la investigación del
fiscal Eugene Propper. Además de la breve condena recibió el premio de la residencia
legal en EE.UU. bajo la protección del departamento de Justicia, pero rehusó cambiar su
identidad, pensando, quizás, "¿qué me va a pasar aquí"?.
Juicio civil en Miami
Fernández Larios, que reside desde entonces en el condado Dade, ahora fue
procesado por el tribunal civil por delitos de tortura y asesinato cometidos en Chile. El
crimen del economista chileno Winston Cabello Bravo, cuya familia reside en California,
ocurrió el 17 de octubre de 1973 en Copiapó, 800 km al norte de Santiago, cuando la
víctima fue pasada a cuchillo junto con otros 12 prisioneros políticos civiles ultimados
por la llamada "Caravana de la Muerte", que practicó casi un centenar de
asesinatos en 3 semanas. El entonces teniente Fernández Larios, de 24 años, se
desempeñaba como asistente del general Sergio Arellano Stark. Además del caso Cabello,
Fernández Larios enfrenta otras 19 causas judiciales instruidas en Chile por el
magistrado Juan Guzmán.
Steven Davis, el abogado de Fernández Larios en el juicio de Miami, alegó que Townley
y otros culparon inmerecidamente a su cliente por tratarse de "un blanco fácil"
que "está lejos de Chile y Argentina". Pero acortar las distancias fue
precisamente lo que pretendió el juez Guzmán cuando quiso extraditarlo por 19
cargos de ejecuciones ilegales y desapariciones en "el caso Caravana". El ex
militar tiene otra causa en Chile por la desaparición en 1974 de David Silberman,
administrador de la mina de cobre Chuquicamata. Guzmán solicitó la extradición de
Fernández Larios a fines de 1999, pero EE.UU. no responde hasta el día de hoy.
"No hay información que pueda proporcionar sobre ese caso", dijo Casey J.
Stavropoulos, del departamento de Justicia, en una conversación telefónica difundida
esta semana por la agencia española EFE. Consultado si la aparente protección a un
presunto terrorista internacional resultaba poco consistente con el llamado de Washington
para luchar "orbe et urbi" contra el terrorismo, Stavropoulos declaró a EFE:
"Oigo lo que me dice, pero no hay nada público que pueda divulgar sobre este
caso".
Sólo "dolor monetario"
"Deberían devolverlo a Chile para que se enfrente a la Justicia allá", dijo
Karin Cabello Moriarty, hermana de Winston y una de los demandantes en el juicio de Miami.
Fernández Larios pudo ser encausado y condenado civilmente en Estados Unidos porque la
familia de Cabello reside en ese país y porque los crímenes de que está acusado son
castigados en lo civil por una ley centenaria siglo 18 contra
crueldades propias de la antigua piratería marítima cometidas fuera del territorio
estadounidense. La acusación también invocó una ley especial más reciente siglo
20 que castiga crímenes de tortura cuando los ejecutores viven refugiados en
Estados Unidos.
Sin embargo, por tratarse de una causa civil, la única acción permitida por la ley
estadounidense, no hubo un castigo penal o criminal, sino pecuniario y más bien
simbólico considera la familia, que no reclamó una reparación específica.
Al resultar hallado culpable hoy por el jurado, Fernández Larios deberá pagar un millón
de dólares por cada uno de los cuatro cargos, más los costos del juicio de casi 4
semanas que podrían ascender a un millón de dólares. El pago de 5 millones de dólares
es un castigo simbólico a "la Caravana completa y a todo el régimen de
Pinochet", piensa Zita Cabello.
Zita cree poco en el efecto de penalidades morales simbólicas si se aplican a
huérfanos de valores éticos. Piensa que la obligación legal a pagar de por
vida los gastos del juicio, en "cómodas cuotas", "será un
castigo donde más le duele a esta gente, en el bolsillo", setenció esta profesora
universitaria chilena residente en San Mateo, California, economista como su hermano y
principal acusadora en Miami. Si Fernández Larios, que trabaja en un taller de latonería
de automóviles, puede pagar la multa cualquier beneficio económico eventual será
destinado a la organización de derechos humanos cuyos abogados llevaron adelante la causa
en Miami, el Centro para la Justicia y Responsabilidad.