De Puro Chile - 23 junio 2005
EL FIN DE LA IMPUNIDAD EN ARGENTINA
Por Frida Modak
Poco a poco se va haciendo justicia en los países sudamericanos que,
desde mediados de los sesenta hasta fines de los años ochenta del siglo XX, sufrieron los
horrores de las dictaduras militares al servicio de la seguridad nacional estadunidense.
Argentina fue el primero en juzgar a los integrantes de las juntas militares, pero muy
pronto se echó marcha atrás debido a los actos de insubordinación de las fuerzas
armadas, que amenazaban a la frágil democracia establecida con el acceso al gobierno de
Raúl Alfonsín.
El fracaso de los militares en la guerra de Las Malvinas, contra Gran Bretaña, los
obligó a buscar una salida electoral a una situación que se les hizo inmanejable. Lo que
nunca esperaron fue que Alfonsín los pusiera a disposición de la justicia para que
rindieran cuenta de los crímenes cometidos desde el golpe de 1976. A raíz de ese juicio,
los que en su calidad de comandantes en jefe del ejército, la marina y la aviación
habían integrado las sucesivas juntas militares fueron condenados: Jorge Rafael Videla,
Eduardo Massera, Orlando Agosti, Roberto Viola y Armando Lambrushini.
Pero la lista era larga, porque siguiendo las enseñanzas recibidas en los entrenamientos
en la estadunidense Escuela de las Américas, los comandantes en jefe habían involucrado
a todos los estamentos de las fuerzas armadas en los secuestros, torturas, asesinatos y
desapariciones de por lo menos 30 mil personas. Las fuertes presiones de los estamentos
catrenses hicieron que el gobierno de Alfonsín dictara en 1986 la ley de punto final,
según la cual no habría acciones penales por los delitos cometidos durante la dictadura.
Al año siguiente esa norma dejó de regir y se produjeron los alzamientos de los
carapintadas, como Aldo Rico, lo que determinó la dictación de la ley de obediencia
debida. En 1989 el nuevo presidente, Carlos Menem, indultó a 277 civiles y uniformados,
entre ellos los comandantes en jefe ya individualizados. En todos estos años esas leyes
han sido varias veces declaradas inconstitucionales o constitucionales por diversas
instancias judiciales. El martes pasado la Corte Suprema determinó que las leyes del
perdón, como se las conoce, son inconstitucionales.
MADRES, ABUELAS, HIJOS
Pero hay un delito que nunca prescribió: el secuestro y robo de infantes. Por eso Videla
y Massera, entre otros, volvieron a la cárcel hace algunos años. Las presas políticas
que estaban embarazadas eran aisladas del resto de los detenidos y cuando tenían a sus
hijos se perdían sus rastros. De todo esto surgieron las principales organizaciones
civiles argentinas
Primero fueron las Madres de la Plaza de Mayo que todas las semanas reclamaban la
aparición de sus hijos frente a la Casa Rosada, sede del gobierno. Obtuvieron apoyo y
reconocimiento a nivel internacional. Establecido que también había nietos nacidos en
prisión y que habrían sido entregados en adopción a militares, surgieron las Abuelas de
la Plaza de Mayo. Finalmente, los niños que fueron criados por sus familiares tras la
detención y desaparición de sus padres, se organizaron en Hijos y se sumaron a la
búsqueda de las Madres y Abuelas.
Estos tres organismos, altamente representativos también desde el punto de vista
generacional, son los grandes triunfadores del fallo judicial del martes, que se produjo a
raíz de la demanda por la detención en 1978 de un matrimonio y su hija, entonces de 8
meses. Los padres están desaparecidos y las Abuelas identificaron a los que se apropiaron
de la menor. Aunque se trata de un caso puntual, el fallo es aplicable a todos, porque las
leyes de punto final y obediencia debida fueron declaradas inconstitucionales por el más
alto tribunal del país.
LOS JUICIOS
Se estima que unos 3 mil elementos de todos los niveles de las tres ramas de las fuerzas
armadas y la policía, en activo y retiro, son susceptible de ser procesados. Mientras eso
inquieta a algunos políticos derechistas el ex-comandante en jefe del
ejercito, general en retiro Martín Balza, ahora embajador en Colombia y que fue el
primero en reconocer y pedir perdón por los excesos cometidos, se
declarógratamente sorprendido por el fallo ejemplar y con un alto
contenido docente, porque cuando se actuó en nombre de la reconciliación, dijo, no
sólo no la hubo sino que se instaló el concepto de impunidad.
Mientras se hacen votos para que los culpables no sean finalmente exonerados como está
pasando con Pinochet en Chile, vale la pena recordar lo dicho por Massera, miembro de la
primera junta militar, cuando en el juicio a que fue sometido en los ochenta le
preguntaron si el aniquilamiento de la subversión justificaba los crímenes:
Ninguno de los objetivos del Proceso de Reorganización Nacional puede justificar lo
que el señor presidente señala. Por lo contrario, el concepto general del Proceso era
occidental, humanista, cristiano. Alguna vez señalé que el hombre debía ser el objeto
de la política y no el objetivo.Vale decir, lo primordial es el hombre. Durante la guerra
contra la subversión pudieron haberse cometido errores. Pero si usted me pide que señale
alguno no podría especificarlo porque rechazo que se hayan cometido excesos, o si se
cometieron excesos, en el ámbito de la Armada, cada vez que se tenía conocimiento de
algunos se investigaba. Lamentablemente la prensa amarilla, que ha desarrollado una
campaña difamatoria, ha hecho de alguna manera creer a la población de una actuación
poco ética de las Fuerzas Armadas, que desde ya descarto.
La Escuela de Mecánica de la Armada, la ESMA, donde se cometieron las torturas más
aberrantes ni siquiera fue un exceso para Massera. Su sucesor, Lambruschini fue más lejos
en su cinismo y dijo al ser juzgado que se han trastocado altos valores éticos.
Vamos a suponer que haya aparecido un cáncer, la subversión, que quiere romper la forma
de vida argentina, y se producen operaciones para extirparlo.Con el tiempo resulta que el
cáncer era bueno y la extirpación era mala. |