"Hemos roto todas las reglas. Abrimos champaña y estamos celebrando", fue
el escueto mensaje que llegó al Departamento de Estado desde Santiago la tarde del 4 de
septiembre de 1964. Los DC Sergio Ossa y Alvaro Marfán habían ofrecido llamar al
embajador norteamericano, Charles W. Cole, cada hora a partir de las cinco de la tarde
desde la sede del comando, para mantenerlo informado sobre el escrutinio de la elección
presidencial de ese día. Cuando los cómputos ya daban como ganador por mayoría absoluta
a Eduardo Frei Montalva con un 55,7% de los votos, la embajada de Estados Unidos en
Santiago, pasando por alto todas las normas de la diplomacia que obligan a la neutralidad,
había comenzado a festejar la victoria del nuevo Presidente DC. Se trataba, según
Washington, "del evento más importante en América Latina desde la llegada de Fidel
Castro al poder". A miles de kilómetros de distancia, Ralph Dungan también
celebraba la noticia en su estratégica oficina de la Casa Blanca, separada por apenas
unos metros del despacho del Presidente Lyndon Johnson. El consejero especial del
Presidente de Estados Unidos sentía ese triunfo como propio. Y en la práctica lo era.
Había sido Dungan, como asesor para América Latina, quien había convencido dos años
antes al asesinado Presidente John F. Kennedy de apoyar -con todos los medios disponibles-
a Frei Montalva.
La correspondencia de la embajada hacia Washington revela que en los días posteriores
a la elección hubo una gran preocupación por los detalles de la ceremonia de toma de
posesión. Un cable informaba que "Frei se sentiría muy halagado con la venida de la
señora Jackie Kennedy". Otro discutía los términos de la felicitación pública
que debería hacer Lyndon Johnson al presidente electo. Ninguno de esos documentos, sin
embargo, se hacía cargo del complejo desafío que el triunfo de la DC suponía para los
intereses de la Casa Blanca: demostrar que la Revolución en Libertad de Frei podía ser
una alternativa al comunismo y el capitalismo burgués en América Latina.
Los documentos guardados en los archivos de Washington permiten reconstruir la historia
hasta ahora desconocida sobre el apoyo -en ocasiones esquivo- que Washington le brindó a
ese primer gobierno de la DC. Pero también describen la paulatina, pero irreversible,
desilusión de EE.UU. con Frei Montalva, su estilo y su propia persona.
La CIA, que durante la campaña presidencial aportó millones de dólares en fondos
encubiertos y financió una avasalladora campaña del terror contra Salvador Allende,
continuó trabajando para respaldar al gobierno y a los candidatos DC en las elecciones
parlamentarias de 1965 y 1969.
Poco después de la inauguración de Frei, Ralph Dungan aterrizó en Santiago como
nuevo embajador. El diplomático, que en el Departamento de Estado era considerado como
"el único miembro estadounidense del gabinete de Frei", venía a materializar
una verdadera alianza entre EE.UU. y el nuevo presidente, y durante los tres años que
estuvo en el cargo (entre 1964 y 1967) cumplió plenamente sus propósitos.
Entre 1962 y 1969, Chile fue el país que recibió la mayor cantidad de ayuda per
cápita de parte de EE.UU. en todo el mundo. En total, llegaron mil millones de dólares
en préstamos y subsidios, equivalentes a la mitad de la deuda externa del país de esos
años y que representaban 3,4 veces por sobre la ayuda conjunta otorgada a Centroamérica
y casi ocho veces más que la recibida por Perú.
Pese a ese respaldo, para 1968 la euforia de la victoria se había enfriado y los
cables que alertaban sobre el giro de buena parte de la DC hacia posiciones abiertamente
de izquierda eran cada vez más frecuentes. Sin mayores opciones en mano, Washington
comenzaba a presenciar cómo Frei, el que debía ser el símbolo de la Alianza para el
Progreso y el ejemplo del gobernante progresista que pusiera freno al avance de la
izquierda en la región, comenzaba a escapar de su control.
Una alianza que debe continuar
El 10 de diciembre de 1964, Dungan presentó credenciales y ese mismo día anunció
públicamente que el gobierno de EE.UU. prestaría a Chile US$ 125 millones para programas
de desarrollo social. "Era una muestra del interés de Washington de apoyar la
gestión de Frei", explica Dungan hoy, ya retirado.
Ese crédito sirvió también para disipar las dudas que Frei Montalva había acumulado
en las semanas previas a la elección. En marzo de 1964, según un cable de la embajada,
"dijo que creía entender la visión de la administración Kennedy, pero no estaba
seguro de que fuera la misma de la administración del Presidente Johnson". También
"expresó su preocupación de que Estados Unidos los deje de lado tras la
elección...".
El 13 de noviembre 1964, nueve días después de jurar como Presidente, Frei sostuvo
una reunión con William Dentzer, encargado de Chile dentro del Departamento de Estado, y
John Robinson, representante de la Agencia para el Desarrollo Internacional en Chile.
Sorprendido por las sumas que EE.UU. estaba dispuesto a concederle en los años
siguientes, "Frei solicitó US$ 20 millones para el resto de 1964".
El apuro del debutante Presidente tenía razones económicas y políticas. El país no
sólo arrastraba un fuerte déficit presupuestario. A la DC le preocupaba, además,
obtener "una base importante para enfrentar las elecciones parlamentarias de marzo
del '65".
¿Dónde están los programas?
De cierta forma los temores de Frei respecto del apoyo del nuevo Presidente Lyndon
Johnson eran fundados. El nuevo mandatario, que asumió tras el asesinato de John F.
Kennedy, centró rápidamente su política exterior en Vietnam, dejando en segundo plano
sus intereses en América Latina.
Si bien EEUU le prestó ayuda a Frei, los aportes abrieron a Washington la puerta para
influir sobre su gobierno y poner condiciones para la asistencia económica. Las
exigencias comenzaron incluso antes de su triunfo electoral. El 14 de octubre una misión
secreta enviada por Frei a Washington se reunió con el secretario de Estado, Thomas Mann,
quien los exhortó a "presentar programas sólidos para utilizar la asistencia
económica en objetivos constructivos, y utilizar la ayuda tan pronto como ésta sea
entregada". Meses después, el ex embajador Cole repitió el mensaje a Frei: "Si
la Agencia para el Desarrollo no puede apoyar el programa de desarrollo de Frei será
porque carece de programas específicos, y no por falta de simpatía".
El problema del nuevo gobierno de Frei era que pedía dinero sin programas concretos.
"La misión chilena expresó su preocupación por nuestra falta de interés en
ayudarlos en la reforma agraria, que consideran un punto de quiebre para Chile y para
América Latina. Les pregunté si nos habían presentado un programa concreto. Ellos
contestaron que no".
El respaldo de la CIA
Pese a los problemas surgidos en la negociación de créditos y asistencia de gobierno
a gobierno, la CIA continuó operando fuertemente. Entre 1964 y 1969, el Grupo Especial
-encargado de aprobar los fondos encubiertos- analizó cuatro partidas de dinero
clandestino, tres de ellas para respaldar a la DC en las elecciones parlamentarias.
Un memorando de la CIA señala que en 1964 se aprobaron US$ 175 mil para apoyar a
determinados candidatos para los comicios legislativos de marzo de 1965.
El entonces embajador Ralph Dungan recuerda desde su casa en Barbados cómo se
seleccionaban los candidatos favorecidos. "Nos sentamos en una reunión con el
encargado de la CIA y el consejero político de la embajada y comenzamos a revisar una
lista con nombres. Era bastante difícil decidir sin toda la información sobre los
candidatos. La selección la hizo en gran parte la CIA", explica el ex diplomático.
Un documento de la CIA afirma que, para esa elección, "se designaron 35
candidatos de partidos que no fueran del Frap, y que estaban empatados con los
representantes de la izquierda". La evaluación de la agencia no fue mala: "La
operación permitió la derrota de 13 candidatos del Frap que de otra manera habrían
ganado". El apoyo, a la luz de los números, parece haber sido decisivo: en 1965 la
DC obtuvo por sí misma la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, eligió 13 de 45
senadores y permitió a Frei gobernar por primera vez en el siglo XX sin la necesidad de
forjar alianzas.
¿Continuar con el apoyo?
La CIA también continuó con la campaña del terror que había iniciado en 1962, para
desprestigiar a la izquierda. El 11 de septiembre de 1964, una semana después del triunfo
de Frei, un cable secreto informaba que "el Grupo Especial insistió en la necesidad
de continuar con la vigorosa y efectiva publicidad dirigida a objetivos sicológicos, que
permitan fortalecer la lealtad al gobierno".
Durante la administración Frei la agencia continuó financiando ONG que adoctrinaban
campesinos, y hasta 1967 mantuvo en marcha un proyecto para profundizar la organización
de la DC en los barrios más pobres de Santiago, dominados en gran parte por el PC.
Sin embargo, a fines de los '60 comenzaron a aflorar las primeras dudas entre los
agentes de la CIA. Henry Hecksher, el jefe de la agencia secreta en Santiago y un
anticomunista visceral, urgía a sus superiores en Washington a cambiar la política
norteamericana y reemplazar a Frei por Alessandri. Consideraba que la DC había girado
peligrosamente hacia la izquierda.
Para 1968, las dudas ya se habían instalado en varios sectores de la administración
Johnson. La situación económica empeoraba día a día y ya habían surgido las primeras
críticas al liderazgo de Frei. "Creo que su nariz le ha servido bien en términos
políticos, pero como líder de un partido ha permitido una cantidad extraordinaria de
disidencia y de división al tratar con personalidades fuertes como la de los comunistas o
el propio Gabriel Valdés", decía un cable de Korry.
El 27 de septiembre de 1968, sectores dentro del gobierno norteamericano sugirieron no
enviar más fondos hasta conocer los resultados de las elecciones parlamentarias de 1969.
"Si son contrarios a los intereses de EEUU, se detendría el programa de asistencia
norteamericana", advierte un cable del Departamento de Estado.
Pese a a esas molestias dentro de la administración, Estados Unidos decidió hacer un
último aporte a Frei y al ala moderada de la DC, que ya sufría sus primeras fracturas.
En julio de 1968 la CIA destinó US$ 350 mil "para asistir a los candidatos
democráticos en las elecciones de marzo".
El informe de la agencia expresaba la preocupación de EE.UU: "El temor es que en
1969 Chile escoja a un Congreso dominado por comunistas y socialistas, lo que puede
significar que en 1970 triunfe un presidente comunista o, como es el caso del ex embajador
Tomic, uno que dependa del apoyo de la izquierda".
Esta partida de dinero fue puesta a disposición del embajador Edward Korry, quien
definió junto a diplomáticos y agentes de inteligencia a los 12 miembros de la DC que
serían favorecidos. Para la CIA, la incursión electoral fue exitosa. "Diez de los
12 candidatos seleccionados resultaron elegidos", dice un cable del departamento de
Estado de marzo del '69.
Con todo, unas semanas después de las elecciones de 1969, se impuso en Washington el
pesimismo."Los resultados demuestran un retroceso entre los sectores moderados y se
fortalece la tendencia hacia la polarización en la política chilena". |