José Zalaquett evalúa el informe sobre la tortura y
dice que aún quedan verdades ocultas:
José Zalaquett: "Ahora falta la verdad sobre los desentierros de restos"
Para este abogado, que fue parte de la Comisión Rettig, el informe sobre la tortura ha
iluminado aspectos ocultos y negados por la sociedad chilena. Sin embargo, dice que para
cerrar el ciclo de la verdad aún falta esclarecer el desentierro de cuerpos que se hizo
en 1978. Zalaquett es uno de los panelistas del seminario de DD.HH. organizado por el
Ejército que se realizará este martes 7 y al que se espera asistan más de 1.300
personas.
De La Tercera: 05-12-2004
Por Claudia Alamo
El abogado afirma que la práctica de la tortura "no era un tema desconocido, pero
ahora dejó de ser un rumor".
No es que sea un autocomplaciente, pero José Zalaquett está convencido de que Chile
ha tenido más verdad, más reconocimiento y más reparaciones que ningún otro país del
mundo en los últimos 30 años. Está orgulloso del trabajo que realizó la Comisión
Nacional de Verdad y Reconciliación en la que él participó y que en marzo de 1991 ya
había determinado con nombre y apellido tres mil 200 casos de personas que fueron
ejecutadas y detenidas desaparecidas en el régimen militar. Dice que esa información
actuó como un buque rompe hielos y que fue el primer espolonazo que se dio en materia de
violaciones a los derechos humanos.
"Cuando un país intenta sanarse y hacer una reconstrucción moral y política de
lo que pasó, un aspecto importante es tener la verdad de aquello que está oculto. En
Chile no estaba oculto el exilio, tampoco la prisión. Pero nunca se admitieron el
asesinato político, las desapariciones ni la tortura. Por lo tanto, con el trabajo de
esta comisión se ha terminado de hacer luz sobre los crímenes ocultos y negados. Eso te
conmueve", afirma Zalaquett.
¿Por qué cree que este informe ha provocado tanta conmoción? Siempre se supo o se
intuyó que en Chile se había torturado...
Porque hay una diferencia entre conocer y reconocer. En una sociedad algo se puede
saber de boca en boca, pero es distinto que se reconozca de una manera solemne, con un
cierto ritual cívico. Además, cuando una comisión trabaja de una manera exhaustiva a lo
largo de todo el país, los colores de aquellos casos se pintan de una forma más vívida
y dramática. Eso es lo que pasó con la Comisión Rettig. Todos los integrantes podíamos
saber cosas, pero es distinto cuando vas escuchando caso a caso.
¿Diría que este informe tuvo más impacto que el Informe Rettig?
El Informe Rettig también trató el tema de la tortura, pero lo abordó con menos
intensidad. Lo que pasa es que, además, los tiempos son distintos. El primer espolonazo
para romper el hielo lo dio la Comisión Rettig. Sin ese trabajo habría sido difícil que
años después estuviera Manuel Contreras preso o que, por el trabajo de la mesa de
diálogo se reconociera que echaron gente al mar. Una cosa ha ido dando lugar a la otra.
¿Por qué la tortura fue un capítulo que quedó para el final?
Porque siempre se había considerado que hacer una cosa como el Informe Rettig, que da
cuenta de todas las víctimas fatales con nombre y apellido, era casi imposible. Lo puedes
hacer con un porcentaje de casos, pero en la mayor parte de éstos las personas no quedan
con secuelas físicas, porque se usaba la inmersión o la electricidad. Veinte años
después no hay manera de comprobar eso. Algunas personas vieron a sus torturadores, pero
la mayor parte de las personas no los vio,porque estaban vendadas. Es difícil de probar
caso a caso.
Pero quedan secuelas psicológicas...
Sí, pero es muy difícil distinguirlas de otros traumas que también te provocan
pavor, como, por ejemplo, haber sido perseguido. Alguien se puede despertar en la noche
porque estuvo preso y no porque fue torturado. Con un examen psicológico no te das
cuenta. Ahora, cuando tomas 27 mil testimonios, obviamente que se puede acreditar que la
tortura era masiva, sistemática y muy cruel, pero no es un informe nominativo en el caso
de la tortura.
Gonzalo Vial señaló que "el informe sobre la tortura no pudo alcanzar la
fiabilidad del Informe Rettig". ¿Está de acuerdo con él?
Es que en materia de las 27 mil personas detenidas sí hay fiabilidad. Hay miles de
maneras de comprobarlo: hay una base de datos muy completa, están los recursos de amparo,
hay registros en algunas comisarías, hay testimonios de la época. Pero con respecto a la
tortura no puede alcanzar esa fiabilidad ni tampoco se intentó. Porque lo que se está
diciendo es que un porcentaje elevadísimo de esta gente denuncia haber sido torturada. No
se consignan los testimonios con nombre y apellidos, porque, además, las personas
pidieron esa reserva.
Pero se habla de los métodos de tortura y hay testimonios en primera persona...
Por supuesto. Aquí se ha hecho un mapeo exhaustivo de lo que fue la tortura y fue un
trabajo mucho más intenso que el que hizo la Comisión Rettig. En definitiva, el informe
da cuenta sobre una práctica muy cruel y extendida, pero no nominativamente. Es un
informe que recoge masivos testimonios sobre torturas y, por lo tanto, da una cuenta más
pormenorizada del fenómeno de la tortura en Chile.
Las otras culpas
¿Cuánto cambia el país al saber que gente viva que camina por la calle y que fue
brutalmente torturada? ¿Hay más reconciliación?
En primer lugar, esto alumbra lo que estaba oscuro. No era un tema desconocido, pero
ahora dejó de ser un rumor. Con esto, Chile ha rasgado el velo del ocultamiento de sus
peores crímenes y ha rasgado el velo de la negación. Hay una generación de personas que
está reconociendo culpas.
¿Se refiere a los nuevos mandos de las Fuerzas Armadas?
Me refiero a que ha habido un cambio generacional en todos los ámbitos: político,
judicial y militar. Y creo que hay una gran confusión en el debate sobre las culpas y las
responsabilidades. Los reconocimientos colectivos sirven para rectificar doctrina.
¿Como lo hizo el general Cheyre?
Claro. Si hoy entras a la Escuela Militar, sabes que la doctrina institucional es que
nunca más se puede torturar.
¿Y cuál es el aporte de los reconocimientos que han hecho las otras ramas de las
Fuerzas Armadas como la Fach o la Armada?
Esto tiene sus tiempos y no quiero hacer una distinción, porque las demás ramas
vienen de atrás. El general Cheyre puede estar avanzado un mes o dos años, pero la
doctrina cambia igual. El hecho de que no digan que fue institucional no importa tanto.
Igual están diciendo: "Esto es inaceptable y no debería ocurrir nunca más".
Un capítulo abierto es si hubo o no responsabilidad de civiles.
Hay responsabilidades que deben ser reconocidas y una de las más fuertes fue el rol de
la prensa. Yo también recuerdo que Claudio Sánchez era uno de los voceros más
entusiastas del régimen militar, pero lo que pasaba en el Canal 13 era una política
general. No se puede empezar a buscar chivos expiatorios y los demás quedar saneados.
También recuerdo cuando el diario La Segunda sacó un titular hablando de 119
desaparecidos y diciendo: "Se matan como ratas". Esa información no era verdad
y era parte de la Operación Cóndor. La prensa tiene que excusarse, porque contribuyó
activamente a la desinformación.
¿Quiénes más tienen que asumir culpas?
Las personas que participaron del régimen militar. Aquí estamos hablando de culpas
morales e históricas. Evidentemente, una persona inteligente como Sergio Diez no puede
decir ahora que no sabía nada. Porque si su gobierno le mandó una información que era
patentemente absurda y él estaba en Nueva York leyendo el Washigton Post y el New York
Times, ¿creyó que todos estaban mintiendo? El debe una explicación. Creo que también
tenemos que asumir que haber debilitado el Estado chileno es una responsabilidad de todos.
Pero hay personeros de la izquierda que han hecho un reconocimiento en ese sentido.
¿Será tanto? Ha habido declaraciones de personas de izquierda. Pero a mí me
gustaría que todo líder relevante de ese mundo dijera algo. Creo que un reconocimiento
mayor nunca está de más. Estamos hablando de asumir las responsabilidades políticas y
morales
¿Habría que llegar a una suerte de empate histórico?
No. No. Cada cual tiene que hacerse cargo de sus responsabilidades. Soy partidario, por
una cosa ceremonial, que se haga un "nunca más" en el Parlamento y que todos
los sectores firmen una declaración conjunta. Que la izquierda diga: "Nunca más a
la irresponsabilidad política" y que la derecha se comprometa con un "Nunca
más a hacer vista gorda a las violaciones a los derechos humanos".
Y el Poder Judicial, ¿qué debiera asumir o reconocer?
Creo que el Poder Judicial debiera asumir su responsabilidad moral e histórica por
haber claudicado de sus facultades. Había una complacencia con el gobierno militar y
había temor. Pero que lo digan. ¡Que digan que fracasaron por un temor humano y que
deberían haber hecho más!
¿Cómo cree que queda la figura de Pinochet en un escenario donde se instala la
verdad sobre las torturas, en que lo desaforaron en el caso general (R) Prats y que está
el juicio por sus cuentas millonarios en el Riggs?
El sentido común nos dice que Pinochet sabía. A lo mejor no sabía con nombre y
apellido a todos los que mataron, pero un crimen como el de Orlando Letelier no se comete
sin una venia. Un señor de la Dina no va a matar sin permiso de su jefe. Tampoco matas al
ex comandante en jefe y a su señora en Argentina sin una venia. Hay un humo de sospecha
en esos casos, porque si matan a tu ex jefe, a tu camarada, ¿cómo puedes no hacerle una
honra fúnebre, algún reconocimiento? No me cabe ninguna duda de que en algún momento el
Ejército va a tener que reconocer dos verdades muy dolorosas que todavía,
explícitamente, no están admitidas.
¿Cuáles son esas verdades?
Que después del año 78 hubo una operación de desentierros. Hay un reconocimiento de
que los tiraron al mar, pero ese reconocimiento no es toda la verdad. Falta la verdad de
los desentierros, porque antes de lanzarlos al mar hubo un destino intermedio. En el 78 se
produce la macabra tarea de ir peinando los lugares de entierro y después ir
destruyéndolos. Por eso es que si uno va a la Cuesta Barriga, encuentra un tobillo, un
huesito y nada más, porque son los restos de los restos.
¿Y cuál es la otra verdad?
Que el crimen de Caín se cometió por el propio Ejército. Pinochet es inocente
mientras no se pruebe lo contrario en un juicio justo, pero la verdad del sentido común
nos dice que es muy difícil que él no supiera nada respecto del asesinato del general
Prats y su esposa en un acto terrorista. |