Lo que falta en DDHH
Por Guillermo Teillier, secretario general del partido comunista
Publicado en La Tercera: 03-12-2004
La creación de la Comisión Valech no nació sólo como la facultad del Presidente. La
criatura tenía que ser concebida, porque la situación de impunidad no daba para más en
los días previos a la conmemoración de los 30 años del golpe militar, cuando la
mayoría de los chilenos, por primera vez, "veía con sus ojos" en la TV o en
los diarios y revistas testimonios sobre la aplicación del terrorismo de Estado, las
desapariciones y ejecuciones y las torturas.
Dolor e indignación son parte del sentir popular que se fue expresando en la exigencia
de la mayoría de los chilenos, de verdad y justicia plenas.
Son tres los hitos que junto a la lucha de los familiares de las víctimas abrieron el
curso a la toma de conciencia de que en Chile se había extendido un velo de mentira para
ocultar crímenes horrendos: el Informe Rettig, la primera querella contra Pinochet y la
conmemoración de los 30 años del golpe. Surge una nueva cultura popular sobre derechos
humanos que ha obligado a los responsables a ir reconociendo su participación en las
violaciones de ellos, pero aún con la intención de "dar vuelta la página",
sin hacer justicia.
¿Qué es lo que más puede desear una víctima de la tortura si no es que se conozca
por parte de la sociedad todo el horror que se infligió a miles de personas y que se
individualice y juzgue a quienes realizaron tan macabros actos de inhumanidad?
Estamos ante una disyuntiva esencial, porque para la historia puede quedar un
testimonio con justicia o uno con impunidad.
La indignación surge cuando se percibe que no se expresa, con claridad, una voluntad
presidencial sobre la necesidad de hacer justicia. Necesidad que surge de los contenidos
del Informe de la Comisión Valech que describe la crueldad de los diferentes tipos de
torturas que se emplearon contra los presos políticos y aclara que se trata de crímenes
de lesa humanidad que no prescriben y que no son amnistiables. También indigna que se
escatime con tanto celo el conocimiento del nombre de los torturadores. Es una posición
que va a contrapelo de una exigencia del país, no sólo de los torturados.
Qué puede haber molestado tanto al Mandatario como para referirse a la última carta
que le hiciera llegar la dirección del Partido Comunista en la que se le hace presente
"la indignación, desaliento y defraudación" ante sus propias palabras del
domingo pasado. El Presidente afirmó que "aquí no estamos para reproducir lenguajes
que llevaron a enfrentamientos como los que hubo en Chile".
Para los comunistas, por el contrario "el formalismo de las palabras del
Presidente de la República y los contenidos de sus propuestas reflejan más que un
sentimiento de verdad y justicia, ser parte de un camino de impunidad y punto final".
Se debe abrir paso también a una gran reflexión nacional sobre el rol de las
instituciones armadas, tanto en su "tradición histórica", muchas veces
desafortunada en su afán de favorecer a los poderosos, como en su papel institucional en
la aplicación del terrorismo de Estado durante la dictadura. Su papel hoy y en el futuro
es una discusión que no puede continuar al margen de la sociedad civil. En teoría, las
FFAA son de todos los chilenos, pero en la realidad, no. Concepciones doctrinarias
externas, que sitúan a gran parte de la sociedad como presumibles de ser considerados
"enemigos internos de la patria", explican en gran medida la tragedia del 11 de
septiembre de 1973 y sus secuelas. Una nueva imposición sobre el rol de las FFAA desde el
exterior nos pondría, de nuevo, frente a una crisis nacional.
Mientras tanto, al parecer, debemos conformarnos con "gestos simbólicos",
como actos de desagravio y saumerios. Pero hay ciertos gestos no tan
"simbólicos" que podrían ser de verdad trascendentes:
1.- Abrir los cuarteles, mentes y los corazones, romper el férreo pacto del silencio,
para que al fin se sepa qué pasó con centenares de detenidos desaparecidos y torturados.
2.- Garantizar la salida inmediata de todos los torturadores que aún permanezcan en
las filas de las FFAA y de Orden.
3.- Que al fin se juzgue a Pinochet. |