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EL
ASESINATO DE LOS SACERDOTES WOODWARD Y LLIDO
Nuevas pistas y
diligencias para aclarar los crímenes y desaparición de dos sacerdotes
Miguel Tapia González
Periodista
www.zonaimpacto.cl
Ambos religiosos desempeñaron su apostolado y cumplieron amplia labor social en la
Provincia de Quillota.
Los dos eran de origen extranjero; murieron asesinados por agentes de la dictadura chilena
y sus cuerpos fueron hechos desaparecer.
Tanto el sacerdote español Antonio Llidó Mengual como el religioso chileno británico
Miguel Woodward perecieron defendiendo su fe y su visión del Cristianismo como la
doctrina de la solidaridad, a favor de los más humildes.
La Iglesia Católica chilena nunca alzó su voz para denunciar los crímenes de estos, sus
apóstoles. Tampoco recurrió a la justicia. Solamente guardó silencio, a pesar que
defendió a los perseguidos y denunció millares de violaciones contra los derechos
humanos.
Los asesinos de los dos sacerdotes permanecen en la impunidad hasta hoy, tres décadas
después de sus crímenes.
Pero en ambos casos, la Justicia está avanzando a pasos acelerados y lo más probable es
que pronto lleguemos a saber quiénes ordenaron y ejecutaron sus muertes y dónde hicieron
desaparecer sus restos.
Se reactiva proceso por el padre Llidó
Augusto Pinochet sería el testigo clave que podría aportar antecedentes concretos sobre
el destino del padre Llidó, quien ejerció su apostolado desde que llegó de España como
misionero, en la Capilla de la Medalla Milagrosa en la población O'Higgins, el mismo
sector donde cada semana editamos "ZonaImpacto.cl".
Tras la reapertura del proceso resuelta por la Corte de Apelaciones de Santiago, el
titular del 14º Juzgado del Crimen ha efectuado un acopio y revisión del cúmulo de
antecedentes que permitió revertir el sobreseimiento por aplicación de la Ley de
Amnistía que el mismo tribunal de Alzada había resuelto hace dos años.
Entre los antecedentes constan las declaraciones del Obispo Fernando Ariztía y
dignatarios de otras iglesias que en los comienzos de la dictadura conformaban el Comité
Pro Paz.
Ellos dieron testimonio que a fines de 1974 se entrevistaron con el entonces presidente de
ipso, Augusto Pinochet, a quien le preguntaron por el sacerdote. "¡Ese no es
sacerdote, es un marxista!", les respondió el general. Además agregó que ya estaba
siendo dejado en libertad.
También el entonces Obispo de Valparaíso -quien desde su posición ultraconservadora
había amenazado a Llidó con revocarle su condición sacerdotal por involucrarse en
política- le consultó a Pinochet sobre el destino del religioso valenciano. Le habría
respondido, con pleno conocimiento del caso, que ya había sido dejado en libertad.
Con estos antecedentes, se espera que el tribunal cite ahora a declarar al Obispo Ariztía
y a los dignatarios de otras confesiones para que reiteren su testimonio, lo que tendría
que derivar en un posterior interrogatorio a Pinochet.
En todo caso, la parte querellarte -representada por el abogado Héctor Salazar- afirma
contar con gran cantidad de antecedentes sobre la permanencia del padre Llidó en los
centros clandestinos de detención Cuatro Álamos y José Domingo Cañas, cuyos
responsables en la época necesariamente deben contar con antecedentes sobre su destino
final.
Hasta Pinochet tendría que comparecer
Basado en estos antecedentes, el diario electrónico Primera Línea.cl informa que los
querellantes tienen en la mira, para ser citados a declarar por segunda vez, al entonces
jefe del recinto, el oficial (r) de Carabineros, Ciro Amerto Torres Sáez, "quien en
su testimonio anterior había negado enfáticamente que el sacerdote hubiera recibido
algún grado de agresión al interior del recinto".
"Primera Línea.cl" agrega: "Al mismo tiempo se intentará avanzar en
dirección al brigadier (r) Marcelo Moren Brito, el coronel (r) Miguel Krassnoff Marchenko
y el oficial de Gendarmería Orlando Manzo Durán, quien fuera el responsable del recinto
de la DINA llamado Cuatro Alamos.
"En el caso del primero su nombre surge porque el sacerdote -según testigos- fue
'auscultado por un médico de la Dina, el cual recomendó su hospitalización inmediata,
recomendación que fue rechazada por un oficial de apellido Morel, quien respondió que
ello no era posible'. Al solicitarle que identificara físicamente a este oficial se
comprobó que se trataba de Moren Brito.
"En el caso Krassnoff, tuvo un tristemente célebre paso por José Domingo Cañas y
Cuatro Alamos y ejerció hasta 1991 como coronel en Valdivia, tras lo cual pasó a retiro.
Ocupó el cargo de jefe de Estado Mayor de la Cuarta División y dirigió la Agrupación
Halcón de la Dina".
Más adelante se relata el episodio ocurrido en el mismo centro de detención cuando los
demás prisioneros le pidieron al padre Llidó que oficie una Misa dominical, lo que no
pudo hacer porque faltaba el vino, aunque fuesen unas gotas. Un guardia -que después
también fue hecho desaparecer- se comprometió a conseguirlo para el domingo siguiente...
pero ya era tarde: el padre Antonio Llidó había sido sacado del lugar con destino
desconocido hasta ahora.
La Armada debe responder por el padre Woodward
El caso del sacerdote Miguel Woorward, asesinado a bordo del buque escuela
"Esmeralda", es relatado en pocas líneas por el jesuita ardiente defensor de
los Derechos Humanos, padre José Aldunate, quien en 1998 escribió en "La
Nación":
"El día 15 estaba vivo, el día 22 amaneció agónico. Lo habían interrogado y
torturado para que hablara. No habló, pero tampoco resistió la tortura. Mandaron pedir
un médico al acorazado 'Latorre'. El médico que atendió a Miguel no le dio más de una
hora de vida y lo mandó al Hospital Naval. Esa misma mañana avisaron al capellán que
había llegado el cadáver de un sacerdote a la morgue. En seguida reconoció a Miguel
Woodward. Le dio la unción porque aparentemente había muerto hacía muy poco. La Marina
no quiso entregar el cadáver, aunque se lo pidió un poblador y también la Iglesia.
Dijeron que se encargarían de darle sepultura, pero se comprobó posteriormente que lo
habían arrojado a la fosa común.
"En una fosa común es imposible individualizar y rescatar un cadáver. Allí
reposará, pues, definitivamente el cuerpo de Miguel, abrazado a los cuerpos de tantos
anónimos seres humanos, sin duda los más pobres y abandonados. Por lo demás, es lo que
Miguel hubiera deseado, en consonancia con lo que siempre buscó".
Desde el Lebu lo llevaron a la Esmeralda
El sitio electrónico de noticias www.chile-hoy.de entrega más detalles:
"Tras pasar por el buque Lebu, fue llevado a La Esmeralda, en ese entonces comandada
por el Capitán de Navío (r) Jorge Sabugo Silva (en la foto). En el barco, fue golpeado
incesantemente hasta reventar sus órganos. Cuando estaba moribundo a causa de las
torturas, el médico a bordo llamó al capitán Carlos Fanta, entonces comandante del
crucero Latorre y máxima autoridad naval de la zona, ya que el Almirante José Toribio
Merino se encontraba en Santiago. Le dijo que 'había un cura que estaba muy mal, que
tenía una hora de vida', relata Patricia Bennets.
"Fanta envió a La Esmeralda a su médico, Doctor Kenneth Gleiser, actualmente
contraalmirante encargado de servicios sanitarios de la Armada. Según el libro Sangre
sobre La Esmeralda, Gleiser revisó a Woodward a bordo de La Esmeralda, aunque otras
versiones, incluyendo el Informe Rettig, afirman que fue bajado al molo de abrigo del
puerto. Fue llevado al Hospital Naval, falleciendo en el trayecto. El 25 de septiembre,
fue sepultado por la propia Armada en una fosa común del Cementerio de Playa Ancha.
"Tras su muerte, se le envió a la familia del sacerdote el certificado de
defunción, donde se anotaba la causa de muerte como paro cardíaco. 'Con eso nos
conformamos', recuerda Patricia Bennets. 'Pero en 1975, vimos un artículo en un
periódico inglés que hablaba de un sacerdote británico muerto por torturas en Chile, y
ahí nos enteramos de la tortura. Eso fue mucho más horroroso que la noticia de su
muerte, porque en tres años, no habíamos tenido idea de cómo había muerto realmente',
cuenta.
Investigación se ramifica a otros casos
Con el cúmulo de antecedentes que la ministra de fuero Gabriela Corti recibió del Primer
Juzgado del Crimen de Valparaíso y el extenso listado de personal de la Armada que tuvo a
cargo los centros de detención desde el 11 de septiembre de 1973, emitió una orden
amplia de investigar que el Departamento Quinto de Investigaciones está cumpliendo con
gran dedicación y acuciosidad.
Durante las indagaciones, la policía civil ha ido estableciendo conexiones entre los
crímenes perpetrados por efectivos de la Marina en distintos puntos de la Región. Desde
ya, se establece vínculos entre quienes actuaron en el asesinato del padre Woodward y los
autores de la muerte y desaparición de los restos del ex regidor de Limache Jaime
Aldoney.
Según "PrimeraLínea.cl", se estima que la investigación de la jueza Corti
"podría ir más allá del caso Woodward e intentar develar cómo operó uno de los
centros de tortura más reconocidos (la fragata insignia "Esmeralda") y en donde
la Armada ha hecho oídos sordos de las acusaciones en su contra.
"Los antecedentes aportados por la Comisión contra la Tortura de la Quinta Región
señalan que por la Esmeralda deambularon 500 detenidos políticos, mil por el buque Maipo
y por el Lebu, barco cedido por la compañía Sudamericana de Vapores, nada menos que
cuatro mil."
"Los mismos informes sostienen que por el Estadio de Valparaíso pasaron cerca de
tres mil personas, por la Academia de Guerra y el Cuartel Silva Palma, cuatro mil",
todos los cuales fueron torturados y muchos de ellos, asesinados."
(27 de junio 2002)
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