20 de febrero de 2005
Desde 1983, Enrique Montero Marx trabaja para Agustín Edwards
Eastman
Un misil contra El Mercurio
Esta semana, el juez Juan Guzmán no sólo llamó a los chilenos a dejar de comprar El
Mercurio -porque desinforma, dijo-, también procesó y dictó orden de arresto contra el
asesor legal de El Mercurio S.A.P. y la Fundación Paz Ciudadana, ex ministro y hombre
clave de la dictadura.
Por Ana Verónica Peña y Felipe Saleh - De La Nación
En el tercer piso del imponente edificio que mandó a construir Agustín Edwards
Eastman a comienzos de los 80 en los altos de Santa María de Manquehue, justo al
lado de la oficina del dueño del conglomerado periodístico, tiene la propia Enrique
Montero Marx, procesado esta semana por el juez Juan Guzmán, en el marco del caso
Operación Colombo, por complicidad y cooperación en el secuestro calificado de cuatro
detenidos desaparecidos. Ni siquiera el director responsable de El Mercurio, Juan Pablo
Illanes Leiva, tiene tamaño privilegio. Su oficina está en el segundo piso, junto al
resto de la plana mayor del diario.
Quien fuera subsecretario y ministro del Interior del régimen militar desde el 11 de
septiembre de 1973 cuyo primer encargo fue tomarle el juramento al mismísimo
Pinochet y a los otros tres integrantes de la Junta Militar que derrocó a Salvador
Allende- permaneció al servicio del régimen hasta agosto de 1983, cuando ingresaron los
civiles, encabezados por Sergio Onofre Jarpa, para iniciar lo que se conoció como la
apertura.
A partir de noviembre del mismo año, Montero Marx se refugió en las instalaciones de
El Mercurio y, desde entonces, se ha desempeñado como asesor legal del directorio.
Idéntico cargo ha desempeñado desde su creación, en 1991, en la Fundación Paz
Ciudadana, la obra con que el magnate de las comunicaciones trató de paliar el dolor y el
espanto que le causó el secuestro de su hijo, Cristián Edwards del Río, a manos del
Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
La confianza entre ambos es absoluta y el trato bastante cercano, comenta
un testigo que recuerda, a modo de ejemplo, que Enrique Montero fue el nexo entre la
familia y el gobierno de Patricio Aylwin durante los cinco meses en que se prolongó el
plagio del vástago del patriarca.
Sin embargo, la presencia del general en retiro de la FACH y ex fiscal y auditor
general de la misma institución no era cotidiana ni en las oficinas del decano ni en la
Fundación. Se le veía poco y menos ahora. Desde que el magistrado Guzmán dictó la
orden de aprehensión en su contra, nadie le ha visto la nariz en Santa María de
Manquehue.
El mismo día y ocasión en que el juez Guzmán anunció el procesamiento y orden de
aprehensión de Montero Marx y el general (R) César Raúl Benavides -también ex ministro
de Pinochet y, en este caso, por complicidad en la desaparición de 15 de las víctimas de
la Operación Colombo- el magistrado las emprendió también abiertamente contra el decano
de la prensa nacional, acusándolo de desinformar a la gente.
A raíz de esta desinformación, que es regla general en cierta prensa, cada vez
la gente la está comprando menos. Yo ya estoy dejando de comprar El Mercurio y voy a
comprar solamente diarios que me den cierta confianza. Sé que somos muchos los que
estamos en esta línea. Imagínense si todas las personas racionales optan por hacer lo
mismo; se va a quedar sin ventas El Mercurio, dijo. Y el medio aludido lo reprodujo,
claro que en un discreto recuadro.
LA CAÍDA DEL HALCÓN
- Dígame, coronel, ¿y qué va a pasar con los votos en blanco?
- Bueno, mi general, se van a contabilizar como Sí. Se presume que el voto en blanco
constituye aprobación por parte del requerido.
Este diálogo, reproducido en La Historia Oculta del Régimen Militar de
Ascanio Cavallo, Óscar Sepúlveda y Manuel Salazar, corresponde a una conversación entre
el general Gustavo Leigh y el entonces coronel Enrique Montero Marx, cuando Pinochet
acababa de anunciar públicamente la convocatoria a un plebiscito para manifestar el
repudio hacia la condena de la ONU, en 1976, por las violaciones de los derechos humanos.
Ése era el tipo de servicios por los que era apreciado Montero en el gobierno militar.
El entonces subsecretario del Interior siguió de cerca la implementación de lo que
rápidamente se transformaría en una consulta y no plebiscito, para cumplir mínimamente
con algunas formalidades. Se preocupó de la logística necesaria y, desde su puesto en la
sala de cómputos, le dio la previsible noticia del triunfo al almirante Merino. Con
soltura, años después, en 1982, Montero se autodefiniría como un
demócrata.
Montero Marx recomendó a Sergio Fernández como ministro del Trabajo. |
Enrique Montero Marx cumplirá 77 años el último día de febrero. Seguramente su
situación legal hará que la celebración quede en un segundo plano, pero igual será un
momento de reflexión y recuerdos. Montero ingresó a la Fuerza Aérea en 1958, como
soldado procurador, siete años después de titularse de abogado en la Universidad de
Chile. En la casa de Bello fue compañero del abogado Nurieldín Hermosilla, quien lo
llamó para interceder a favor del coronel Carlos Ominami Daza (padre del senador) que
estaba siendo brutalmente torturado por sus compañeros de armas en dependencias de la
Fach. A instancias de la esposa del coronel detenido, Hermosilla le preguntó directamente
si podía garantizar la vida de Carlos Ominami hijo si éste se entregaba para que
liberaran a su padre. Montero dijo que no, que estaba fuera de su competencia.
En otra ocasión el jurista uniformado recibió una llamada de la Iglesia, alertando
sobre el cerco que mantenía la DINA sobre las oficinas del Comité Pro Paz; de la misma
forma que la vez anterior, se desentendió del asunto, afirmando que su posición le
impedía intervenir.
A pesar de las tormentas políticas, Montero se mantuvo por 10 años
ininterrumpidamente en el gobierno militar. En 1978, cuando Leigh fue destituido y
renunciaron todos los generales, él ya estaba cerca de Matthei. Ese año, la junta
calificadora de la Fach planeaba llamarlo a retiro, pero no lo hizo.
Montero Marx, oficialmente, fue subsecretario del Interior desde el 12 de septiembre de
1973 hasta el 22 de abril de 1982, cuando tomó formalmente la titularidad de la misma
cartera. Sin embargo, según un decreto presidencial, tiempo después desentrañado, el ex
fiscal de la FACH poseía rango ministerial desde el 23 de abril de 1980.
Según la ficha que contiene sus antecedentes, fue un destacado alumno del curso de
Informaciones, que imparte la Academia de Guerra Aérea. Este curso prepara a los
oficiales para asumir tareas de orden táctico en el Estado Mayor de la defensa. Y,
ciertamente, su trabajo se parecía mucho al de un analista de inteligencia.
Montero se ubicó en una posición estratégica. Integró el comité de Asesoría
Política (ASEP), el corazón, el cerebro y la piel del gobierno, en palabras
de Cavallo, Sepúlveda y Salazar. La ASEP era un organismo de carácter consultivo, cuya
función, como lo indica su nombre, era asesorar directamente a Pinochet. Pero, en la
práctica, tenía amplias atribuciones respecto de las decisiones que finalmente tomaba el
capitán general.
Montero fue miembro de la ASEP desde sus comienzos, cuando estaba mayoritariamente
integrada por políticos vinculados a la antigua derecha pregolpe y dependía de la
Secretaría General de Gobierno. Tiempo después, la ASEP cambió de dependencia al
Ministerio del Interior y, a instancias del gremialismo comandado por Jaime Guzmán, que
buscaba acabar con los políticos del pasado, su conformación cambió casi
completamente. Pero Montero no sólo siguió en el puesto, sino que tuvo injerencia en el
nombramiento de los nuevos integrantes. Y no sólo eso.
El actual senador UDI Sergio Fernández fue recomendado por el mismo Montero Marx para
asumir como ministro del Trabajo para solucionar el conflicto derivado del naciente
sistema previsional. Pronto Fernández se unió a la ASEP pese a presidir una cartera que,
en rigor, no es política.
A fines de los 70, Montero Marx asistió a las largas sesiones en que un nutrido
comité de juristas se encargó de armar la Constitución de 1980. Montero era conocido
como un duro, fiel ejecutor del articulo 24º Transitorio de esa misma Carta
Fundamental, que permitía relegar y exiliar a personas de oposición.
Cuando asumió la titularidad de Interior, se preocupó especialmente de desarticular
la actividad sindical, considerada peligrosa por la dictadura. Expulsó a dos sacerdotes
irlandeses acusados de activismo político, a principios de 1982. El estallido social que
configuraron las protestas masivas que se iniciaron en mayo de 1983, hicieron imposible la
mantención de Montero en el gobierno. El articulador del nuevo escenario sería Sergio
Onofre Jarpa.
Pero su salida del gobierno fue, en la práctica, una mera formalidad. De hecho, en el
verano de 1987, la junta militar llegó a un acuerdo secreto para enfrentar el plebiscito
en octubre del año siguiente y fue el mismo Enrique Montero quien redactó el documento
que sirvió de base para nominar a Pinochet como candidato único.
CATEGORÍA INTERNACIONAL
Montero está acostumbrado a enfrentar situaciones difíciles, sobre todo en materia
internacional. En 1976 recomendó a Ambrosio Rodríguez para alegar en contra del recurso
de amparo que buscaba impedir la expulsión de los juristas Eugenio Velasco Letelier y
Jaime Castillo Velasco, acusados de conspirar contra el gobierno.
En 1978 fue enviado a Washington para negociar un acuerdo con la justicia
norteamericana para la entrega de Michael Townley en los primeros días de investigación
del caso Letelier. Según cuenta la leyenda, fue él mismo quien le filtró el nombre del
agente de la DINA a El Mercurio, que golpeó a sus competidores con la exclusiva.
Montero no era un turista y mucho menos un recién llegado a Estados Unidos. El mismo
reconoció tiempo después tener muchos amigos en ese país y haber trabajado,
comisionado por la Fuerza Aérea, en la recién formada DEA, específicamente, en un
programa anti drogas para América Latina, antes del golpe militar.
La historia de este célebre aparato es conocida. Se originó en octubre de 1972,
cuando el director de la CIA, Richard Helms, introdujo en el Bureau of Narcotics and
Dangeropus Drugs (BNDD) una serie de funcionarios de la CIA de su confianza. Los nuevos
agentes crearon al interior de la BNDD una unidad de control interno, estrictamente
compartimentada, llamada DEACON. Cuando en 1973, pocos meses antes del golpe militar en
Chile, la Drug Enforcement Administration (DEA) sustituyó a la BNDD, el equipo completo
de DEACON fue traspasado a la nueva agencia antinarcóticos. Así, desde su fundación, la
DEA quedó supeditada al control político de la CIA.
De ese tiempo, justamente, dicen que viene la estrecha amistad de Montero Marx con
Agustín Edwards, quien también ha sido relacionado, más de una vez, con los servicios
de inteligencia norteamericanos de la época. LND |