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¿Quién es quien?
en el entorno de Bush
Los ideólogos de la guerra
Revista Punto Final N° 541, 11 de abril 2003
Textos de Ernesto Carmona Ulloa
George W. Bush se rodeó de una pandilla de ideólogos guerreristas que comenzó a escalar
en la política exterior de Estados Unidos desde los tiempos de Gerald Ford, en la década
de 1970. Se trata de un grupo de "pensadores" que sabe combinar "trabajo
intelectual" con buenos negocios en la industria de guerra. Los halcones no usan
uniforme, son civiles de la clase política y empresarial quienes transforman a los
militares en carniceros. Al lado de estos personajes contemporáneos, aquellos políticos
-también de derecha- que supieron admitir su derrota en Vietnam -Richard Nixon y Henry
Kissinger- parecen personas inofensivas. Estos hombres hicieron sus primeras armas con las
invasiones de Granada y Panamá en los años 80, bajo Ronald Reagan, y en la guerra de
América Central, que costara 200.000 vidas mientras el resto del continente estaba
sometido a dictaduras militares impuestas por ellos mismos.
Perle, primera baja por corrupción
Richard Perle, ahora ex jefe del grupo de consejeros del secretario de Defensa Donald
Rumsfeld, tuvo que renunciar el 27 de marzo, apenas comenzó la segunda semana de "su
guerra" por un "conflicto de intereses", eufemismo que en EE.UU. significa
corrupción. La prensa más liberal lo cuestionó por sus asesorías a Global Crossing,
compañía de telecomunicaciones en bancarrota, y a otras empresas fabricantes de armas o
interesadas en la reconstrucción de Irak. Perle hizo todo esto como servidor público
desde el Pentágono. La revista The New Yorker denunció en marzo que Perle almorzó en
enero con los empresarios sauditas Adnan Khashoggi y Harb Saleh Zuhair, para discutir
negocios. Zuhair quiere invertir en Trireme Partners, donde también es socio Perle,
acérrimo crítico del régimen de Arabia Saudita. Rumsfeld, quien designó a Perle como
jefe de sus asesores en 2001, lo despidió con un escueto comunicado, sin entrar en
detalles.
"Ha sido un excelente jefe de asesores y lideró la Oficina de Política de Defensa
durante una importante época en nuestra historia", dijo el artífice de la guerra.
Trireme, que financia empresas de tecnología, bienes y servicios proveedoras del
Pentágono, ganará miles de millones de dólares con esta guerra, dijo Seymour Hersh,
periodista del semanario The New Yorker. En el directorio de la empresa también figuran
Henry Kissinger y Gerald Hilman, quien cuestionó la validez de los contratos petroleros
de Irak con otros países, diciendo "Hay que quitar del medio a los rusos y a los
franceses", cuyas comncesiones alcanzan a casi un cuarto de las reservas comprobadas
totales, 112.000 millones de barriles, petróleo para más de un siglo si se produjeran
sólo 3 millones diarios.
Negocios e ideología
Con Paul Wolfsowitz, otro halcón de la derecha y número dos del departamento de Defensa,
Perle escribió muchos "papers" sobre la necesidad de terminar con Saddam
Hussein. Global Crossing lo contrató para obtener la aprobación de la venta de sus
bienes a un "joint venture" integrado por Hutchinson Whamnpon and Singapore
Telemedia. Este fue el mayor "conflicto de intereses" porque usó su cargo
público para favorecer negocios propios. En un desayuno reciente de todos los
ideólogos-guerreros en el American Enterprise Institut, cónclave de
"pensadores" conservadores, Perle aseguró que había más manifestantes
pacifistas en San Francisco que iraquíes dispuestos a defender a Saddam. Afirmaba que la
"liberación de Irak" sería un ejemplo a imitar por los iraníes, supuestamente
también interesados en salir de sus "mullah dictatoriales". Su carrera de
asesor principal comenzó como vice-secretario de Defensa hacia fines de los ' 80, en los
últimos años de Ronald Reagan. Presidió el consejo consultivo de la OTAN, donde
estadounidenses y europeos debatieron los euromísiles, y militó entre los opositores a
los tratados de control nuclear con los soviéticos, postura que le granjeó el apodo de
"Monje negro", escribió el 28 de marzo Ana Barón, corresponsal en Washington
de Clarín de Buenos Aires.
Sagrada familia ...de "intelectuales"
Perle es yerno de Albert Wohlstetter, lógico-matemático y viejo "teórico"
guerrero y colaborador de Richard Cheney cuando éste fue secretario de Defensa en 1974
-todos amigos inseparables de Rumsfeld- fallecido a los 83 años en 1997. Este "gran
gurú", o "estratega de liderazgo nuclear mundial y seguridad nacional"
dejó como herencia una treintena de publicaciones de ideología bélica, pero su mayor
contribución fue convencer a Reagan del escudo antimisilístico Star Wars, Guerra de las
Galaxias, la Iniciativa de Defensa Estratégica. Como ya no existe el peligro del
"comunismo", el "terrorismo" más bien está de capa caída y el
dominio del mundo está más que asegurado, se trataría lisa y llanamente de hacer plata
fabricando tecnología bélica sofisticada para que la compre el Estado porque George W.
Bush resucitó el costoso proyecto desechado antes por Clinton. Más gasto público a
costa del contribuyente para el erario fiscal más deficitario de todo el planeta.
El "honorable" Cheney
La biografía oficial del Vice Presidente Richard B. Cheney describe su "distinguida
carrera como hombre de negocios y servidor público" de cuatro administraciones. Más
allá de los elogios de escribientes que no escatiman adjetivos (legalista, honorable,
líder), este halcón civil de 62 años accedió a la cúpula del poder en los tejemanejes
miameros de las papeletas electorales que le dieron "mayoría" a George W. Bush
un mes después de las últimas elecciones presidenciales. El hombre que se fondeó en un
bunker durante el día de las Torres Gemelas comenzó a "servir" en 1969, con la
administración de Richard Nixon. Cheney llegó más alto con Gerald Ford, el hombre
oscuro que asumió la presidencia tras el Watergate de 1974. Al año siguiente fue
nombrado jefe de asesores de la Casa Blanca. No están muy claros los hitos de su carrera
paralela en el mundo de los negocios, pero fue evidente que estos mejoraron después de la
Guerra del Golfo de 1991, mientras se desempeñó como secretario de Defensa del gobierno
de Bush el viejo. Desde la proveedora petrolera Halliburton hizo ventas a Irak por 23.8
millones de dólares. En 1991 opinó que estaba enfáticamente en contra de derrocar a
Saddam Hussein, el mismo malvado al que hoy bombardea e invade.
Hipocresía clásica
Con sus subsidiarias Dresser-Rand e Ingersoll-Dresser, Halliburton reconstruyó campos
petroleros dañados en la guerra anterior gracias a un jugoso contrato de
"reconstrucción" mucho mayor al de cualquier otra competidora estadounidense en
los negocios con Irak, entre otras Schlumberger, Flowserve, Fisher-Rosemount y General
Electric. Halliburton operó con subsidiarias extranjeras o filiales en Francia, Bélgica,
Alemania, India, Suiza, Bahrein, Egipto u Holanda. Las compañías europeas prestaban su
nombre a las estadounidenses para negociar con Saddam Hussein. Para Estados Unidos Irak se
convirtió en el segundo abastecedor petrolero más grande del Oriente Medio, después de
guerra de 1991, según un relato del Financial Times de Londres. Cuando Cheney dejó
Halliburton recibió un desahucio de 34 millones de dólares. Luego se lanzó al agua
solo, pero en una carrera de cinco años apenas consiguió la ganga de adquirir Dresser
Industries. La operación terminó siendo un fraude porque la empresa cargaba obligaciones
legales por uso de asbestos. Así y todo, en su campaña Cheney se ufanó de ''haber
estado en el sector privado creando empleos''. Después de la fusión, despidió a 10 mil
personas.
"¡Te pasaste, Cheney!"
Halliburton, la número uno en servicios petroleros de Estados Unidos, es la quinta más
grande concesionaria militar de la nación y la empresa que otorga más empleos no
sindicalizados en ese país, con más de 10 mil trabajadores en el mundo y ganancias de 15
mil millones de dólares anuales. Con Cheney, Halliburton hizo negocios con dictaduras
brutales, como el régimen de Birmania, además de acomodos cuestionables en Argelia,
Angola, Bosnia, Croacia, Haití, Somalia e Indonesia. Gracias a Cheney, Halliburton hizo
negocios con Irán y Libia, países de la lista negra. La subsidiaria Brown&Root,
vieja constructora tejana que trabaja para el Pentágono, fue multada con 3,8 millones de
dólares por exportar a Libia violando sanciones gubernamentales. Claro, nada de esto se
ha publicado en la prensa de Estados Unidos -sólo en Europa- ni siquiera bajo la
administración de William Clinton. Es que los demócratas también hacen negocios
semejantes. El antiguo director de la CIA, John Deutsch, está en la junta directiva de
Schlumberger, la segunda firma de servicios petroleros después de Halliburton, que
también negociaba con Irak a través de terceros. El dinero corrompió a la política en
favor de intereses corporativos en respuesta a las donaciones electorales. Los negocios de
Halliburton en Nigeria, en sociedad con Shell y Chevron, involucran violaciones a derechos
humanos y abusos ambientales. "Escuchar a Cheney "denunciando" a Hussein es
como para decirle: ''De verdad, ¡te pasaste!", escribió en La Jornada de México la
periodista estadounidense Molly Invins. Los campos petroleros del norte de Irak están
ahora operando de nuevo bien resguardados, sin ningún asomo de "saqueos" como
dejan hacer en Bagdad.
Rumsfeld, anciano cyber estratega
Donald Rumsfeld, 70 años, es un ministro de Defensa que sabe darse tiempo para los
negocios, como ejecutivo, consultor o consejero de empresas top, entre otras
G.D.Searle/Pharmacia, Instrument/Motorola, Gulstream Aerospace, General Dynamics, Tribune
Company, Gilead Sciences, Amylin Pharmaceuticals, Sears Roebuck & Co., Allstate,
Kellogg y Asea Brown Boveri. En Washington dicen que sus amigos ejecutivos de empresas
anti-incendios esta vez agarraron los primeros contratos para apagar los pozos petroleros
de Irak.
Alguna vez se ufanó de ser "amigo personal" de Augusto Pinochet, cuando creyó
que Chile debería convertirse en el guardián de los intereses "hemisféricos"
en Los Andes. En octubre de 2002 recibió a Michelle Bachellet para negociar la venta de
aviones F-16 y misiles Amraam. También vino a Santiago en 2002 a una reunión de la Junta
Interamericana de Santiago. No es primera vez que oficia de ministro de Defensa. Fue la
cabeza del Pentágono más joven de toda la historia cuando estuvo allí al final de la
guerra -perdida- de Vietnam. Luego que Bush se vaya, dentro de dos años, habrá sido el
ministro de Defensa más viejo.
20 años no es nada...
En 1983 estrechó en Bagdad la diestra de Saddan Hussein, tratando de convencerlo de
ocupar el liderazgo regional "aliado" vacante desde la muerte del Sha de Irán,
país con el que mantenía tres años de guerra. A un año de este encuentro se
restablecieron las relaciones interrumpidas desde 1967, con motivo de la guerra árabe
israelí de los Seis Días. Estados Unidos se convirtió entonces en proveedor de bombas
químicas, biológicas, gases prohibidos y demás artefactos de destrucción masiva
utilizados en la campaña de una década contra el país de los ayatollahs. Gary
Milhollin, a cargo de un programa de la Universidad de Winsconsin sobre proliferación de
armas no convencionales, conjetura que también proveyó cepas de bacilos de ántrax. A
pesar de tanto apoyo, el iraqués no se entusiasmó con el doble papel imperial y vasallo.
La prensa estadounidense le calcula a Rumsfeld una fortuna de 30 a 220 millones de
dólares. Le llaman "Rummy", "Dr. Bombazo Nuclear" y "Darth
Vader". Según el periodista hispano Wilson García Mérida "siente una
fascinación fanática por las armas de destrucción masiva y promueve una campaña para
legalizar las armas químicas aún prohibidas en Estados Unidos". No ocultó su
júbilo durante el bombardeo de Afganistán.
Peligrosa máquina de escribir
Cuando gobiernan los republicanos, Rumsfeld ejerce cargos públicos. Con los demócratas
hace dinero en el sector privado "aconsejando" a algunas de las 500 empresas
mundiales top de los rankings Fortune y Forbes. Mantiene lazos con líderes de grupos
ultraderechistas como el coreano Sun Myung Moon y el fanático Lyndon LaRouche, curioso
enemigo acérrimo de Bush viejo. Parece extraño pero el ex presidente y el secretario de
Defensa se detestan mutuamente, con gran entusiasmo, desde tiempos viejos. Cultiva
vínculos con el Comité contra el Peligro Actual, el Comité Internacional de Rescate, el
Centro de Política de Seguridad y el Comité para un Mundo Libre (donde fue presidente).
Le dio una mano al coronel Oliver North para armar la guerra de 200.000 muertos en
Centroamérica durante la era Reagan. Cuando comenzó su carrera con Richard Nixon
exhibió fobias raciales que le ganaron acusaciones de encarcelar líderes negros
radicales de Estados Unidos -Panteras Negras- y encubrió asesinatos de activistas y
matanzas "clásicas" en Vietnam, Laos y Camboya, recordó García Mérida. La
única vez que Rumsfeld estuvo cerca de algo parecido a una guerra fue cuando una máquina
de escribir voló cerca de su cabeza en 1984, en vísperas del año nuevo. Una explosión
estremeció la embajada de Estados Unidos en El Líbano, pese a la protección de sacos de
arena, días después que 240 infantes de marina murieran en una acción kamikaze. Un
perfil de Alfredo Grieco y Bravio, de la revista argentina Veintitrés, recuerda que
profesa la religión protestante, detalle nada banal para una
Su enemistad con Bush padre
Rumsfeld nació en un barrio pobre de Chicago, pero consiguió llegar a la arrogante
Universidad de Princeton a estudiar ciencia política gracias a una beca. Rápido
ascendió al Congreso, por cuatro períodos consecutivos. Hace 40 años, muchos quisieron
ver a un "John Fitzgerald Kennedy republicano" en este joven representante
inteligente, universitario y "cultivado". Llegó a trabajar con Richard Nixon en
1968, para hacerse cargo de un programa de "lucha contra la pobreza".
No estuvo en Estados Unidos cuando el mandatario fue defenestrado por Watergate porque en
1972 se marchó a la embajada ante la OTAN, pero desde allá le ofreció su regreso para
apoyarlo en el juicio político que terminó en dimisión. En sus Memorias, Nixon lo
elogia como "el Rumsfeld siempre leal". Gerald Ford, el sucesor de Nixon, lo
nombró secretario general de la Casa Blanca. Al año siguiente, lo designó en Defensa, a
la vez que puso en la CIA al entonces embajador en Pekín, un anodino congresista de Texas
llamado George Herbert Walker Bush, futuro presidente y padre de presidente. Si las
relaciones Bush-Rumsfeld no eran buenas, esta movida las empeoró. Rumsfeld y Ford
apostaron a que un jefe del servicio secreto jamás llegaría a la Casa Blanca. El
mandatario se comprometió ante el Congreso a no llevar a Bush como compañero de fórmula
en las elecciones de 1976, que terminó ganándolas Jimmy Carter. Pero Rumsfeld no perdió
su tiempo, se fue a la farmacéutica Searle.
El retorno
Con Reagan volvió a encumbrarse. Viajó a Bagdad para charlar con Saddam, pero su
enemistad con Bush viejo lo mantuvo en bajo perfil durante la primera guerra del Golfo,
cuya "gloria" fue acaparada por un adversario "moderado", el general
Colin Powell, hoy secretario de Estado. Probablemente por su obsesión por la tecnología,
en 1998 Clinton lo puso al frente de una comisión para estudiar proyectos antimísiles. Y
a instancias de su viejo amigo Cheney, ahora vicepresidente, Bush hijo se lo llevó al
Pentágono, donde debutó con la cruzada reformista llamada RMA, una revolución en la
doctrina militar inspirada por el anciano estratega Andrew Marshall. Para terror del viejo
complejo militar-industrial, dijeron adiós a la vieja, pesada y costosa estructura que
envió a 700.000 uniformados a la primera guerra del Golfo. Esta invasión a Irak iniciada
con 200.000 hombres y miles de sensores, computadores y mísiles tele-guiados es
"su" guerra, el "triunfo" del anciano.
Lo hago y lo vendo
La "liberación" de Irak parece un negocio redondo. El gobierno de Bush ya
adjudicó el puerto de Um Qasr a una empresa estadounidense, pero todavía hay competencia
por los 50 mil millones de dólares que costará "la reconstrucción", el
programa más costoso desde el Plan Marshall de la postguerra europea. Entre los
convidados a este festín, que también fue un valioso experimento de "guerra
preventiva" para el complejo militar-industrial, descuellan la Lockheed Martin,
Boeing, Northrop Grumman, Rautheon, General Electric y Halliburton, la misma empresa que
Cheney dirigió entre 1995 y 2000 y que hoy está siendo "investigada" por la
Comisión Nacional del Mercado de Valores de EE.UU. a causa de "irregularidades
contables". La Reserva Federal ya tenía impresa la nueva moneda que circularía en
el Irak "en reconstrucción". En vez del rostro de Saddam, los nuevos billetes y
monedas metálica llevarán la efigie de Hammurabi, el rey-legislador que dictó el primer
código hace más de 5.000 años, cuando todavía los antepasados de Bush y de Tony Blair
vivían en cuevas. Pero los museos de Bagdad fueron destruidos en la "revolución
popular", es decir, los saqueos alentados por los "libertadores". Cada
empresa en competencia tiene "representantes" en el gobierno. Tampoco se queda
atrás la Consejera de Seguridad Nacional Condoleeza Rice, ocupante del antiguo cargo de
Henry Kissinger, con estudios de postgrado en Texas teniendo al chileno Heraldo Muñoz
como compañero de clases. La Consejera tiene vínculos con la petrolera Chevron, la
agencia de corredores de bolsa Charles Schwab y la compañía de seguros Transamerica
Corp. Chevron, la principal ganadora de esta guerra, "la honró" por servicios
prestados poniéndole su nombre a un tanquero de 130 mil toneladas.
Faltaba fervor popular
Todos los intelectuales y hombres de negocios que rodean a Bush trabajaron duro por más
de un cuarto de siglo para tomar el control e imponer sus teorías. "El plan de la
administración Bush, promovido constantemente desde el derrumbre de la URSS a comienzos
de los años 1990 por un grupo de intelectuales cercano a Dick Cheney y Richard Perle,
está dirigido a dominar unilateralmente el mundo por medio de una superioridad militar
absoluta", escribió Anatol Lieven (1), del Carnegie Endowment de Washington. Para
Perle había que mostrar rápido "que la distensión no podía funcionar y
restablecer objetivos de victoria".
Los esfuerzos de Perle, Cheney, Rumsfeld y Paul Wolfowitz, actual vice-ministro de
Defensa, bajo el liderazgo ideológico de Albert Wohlstetter (el suegro del defenestrado
Perle), de la Corporación Rand, comenzaron con un oscuro equipo asesor (Team B) de la
CIA, resistido hasta por su director William Colby, pero impuesto desde la Casa Blanca por
Gerald Ford en los años 70. Cuando terminó la guerra fría, este equipo se mostró
atormentado "por la legitimidad política y cultural del régimen
estadounidense" (2).Hacía falta "un enemigo para combatir, un nuevo demonio
capaz de unificar y de inspirar al pueblo, un enemigo que le recordara al pueblo el
sentido y la vulnerabilidad de su cultura y de su sociedad".
¿Y si fueron ellos?
Quizás por todo esto ya se han publicado cinco libros aventurando la hipótesis del
trabajo propio en las Torres, a los estilos Reichstag o Tonkín. Existe un texto del
estadounidense Gore Vidal -Dreaming war, Soñando la guerra-, otro del francés Thierry
Meyssan -La terrible impostura-, dos de los argentinos Carlos O. Suazo y Víctor Ego
Ducrot -Justicia infinita o genocidio sin límites y Bush & Bin Laden S.A.- y el tema
fue sugerido también en un nuevo capítulo agregado al libro Stupid White Man (Estúpido
hombre blanco) del periodista Michael Moore -ganador del Oscar-, disponible en versión
electrónica (www.michaelmoore.com). Esta hipótesis también fue aventurada por un
colaborador de Punto Final en la edición 508 del 30 de septiembre de 2001, bajo el
título ¿Y si fueron ellos?. Antecedentes de autoatentados hay de sobra en la historia,
desde la explosión del Maine en 1898, en la bahía de La Habana, que fue el pretexto para
entrar en guerra con España por las Filipinas, Cuba y Puerto Rico, hasta el supuesto
hundimiento de un buque estadounidense en la bahía de Tonkin, episodio fabricado por la
CIA para que Lyndon Johnson obtuviera la aprobación unánime del Congreso para iniciar en
1964 los bombardeos a Vietnam del Norte. Y entre los episodios jamás aclarados está el
asesinato de John Kennedy, ocurrido hace 40 años.
Receta de medio siglo
En una conversación sobre cómo librar guerras con apoyo popular entre Hermann Goering
(3), mariscal del III Reich, y el oficial de la Marina estadounidense Gustave Gilbert,
durante los juicios de Núremberg, el alemán dijo:
-"Claro, por supuesto, la gente no quiere la guerra ¿Por qué querría un pobre
patán de una granja arriesgar su vida en una guerra, cuando lo mejor que le puede pasar
es regresar a su granja de una sola pieza? Naturalmente, la gente común no desea la
guerra; ni en Rusia, ni en Inglaterra, ni en Estados Unidos, ni tampoco en Alemania. Eso
es obvio. Pero, al fin de cuentas, son los líderes de un país quienes determinan la
política y siempre es una simple cuestión de arrastrar a la gente, tanto en una
democracia como en una dictadura fascista, tanto en un parlamento como una dictadura
comunista".
El oficial estadounidense retrucó que en una democracia la gente puede opinar a través
de sus representantes electos y que en Estados Unidos, sólo el Congreso puede declarar
una guerra. La respuesta de Goering:
-"Oh, eso está muy bien, pero con voz o sin voz, siempre se puede arrastrar a la
gente hacia los intereses de los líderes. Es fácil. Lo único que hay que hacer es
decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas por falta de patriotismo
y por poner en peligro a la nación. Funciona igual en cualquier país".
Notas:
1 The push for war, Londo Review of Books, Vol 24, N° 19, 3 de octubre de 2002.
2 Grant Havers y Mark Wesler, "Is US neo-conservatism died?", citado por Philip
S. Golub en Le Monde Diplomátique N° 28 (edición Chile).
3 Traducción de Eva Greenberg, del 3 de marzo del 2003, para La Insignia de España (http://www.lainsignia.org/2003/abril/int_023.htm).
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