|
10 abril 2005
LO QUE PASO CON EL PAPA EN NICARAGUA
por Ernesto Cardenal
BIENVENIDO A LA NICARAGUA LIBRE GRACIAS A DIOS Y A LA REVOLUCION decía una gran manta en
el aeropuerto cuando llegó el Papa. Si Juan Pablo II la leyó, ella le habrá dado más
disgusto del que ya llevaba adentro. Analistas religiosos en España observaron que estuvo
muy efusivo y cariñoso en toda su gira por Centroamérica, acarició a los niños,
saludó a un jovencito o alguna jovencita y algún lisiado, pero no estuvo así en
Nicaragua, sino que allí se mantuvo muy serio y muy rígido, sin ninguna espontaneidad
afectiva, ningún gesto que no fuera controlado. Y eso que fue antes del bochorno que iba
a acontecer durante la misa campal en la plaza.
De las primeras cosas del Papa cuando pisó suelo nicaragüense fue la humillación
pública que me hizo en el aeropuerto enfrente de todas las cámaras de televisión.
Aunque no me cogió de sorpresa porque estaba preparado para ello.
El Nuncio ya me había advertido que eso podía pasar. El Papa no quería que ninguno de
los sacerdotes en el gobierno estuviera recibiéndolo en el aeropuerto. Pero solo a mí se
aplicaba eso. El padre Escoto, que era canciller, tenía que estar en una reunión de
cancilleres en Nueva Delhi. Fernando, mi hermano, que después fue Ministro de Educación,
no lo era entonces, sino que era un dirigente de la Juventud Sandinista. El padre
Parrales, otro de los del Gobierno, tenía un cargo diplomático en Washington. Sólo yo,
como miembro del gabinete, debía estar presente en el recibimiento. Les dije a los de la
Dirección Nacional que no tenía ningún interés de estar allí, y que mejor me
negociaran por cualquier otra cosa. Porque para la venida del Papa todo era negociación.
Quién subiría a la escalerilla del avión para bajar con su Santidad. Si se quitaba el
mural de los fundadores del Frente Sandinista que iba a quedar por encima de la cabeza del
Papa ( no se quitó). Hasta lo más nimio se discutía. Porque parece que cuando viaja un
pontífice nada es nimio. Y en cuanto a mí, la Dirección Nacional no cedió. Dijeron que
debía estar allí, porque además de ser miembro del gabinete era una gloria nacional.
Se amenazó con que en ese caso el Papa no vendría a Nicaragua. Pero hacía poco el
presidente Reagan había visitado todos los países de Centroamérica salteándose
Nicaragua, y para el Papa era muy feo repetir lo mismo. Al final el gobierno propuso una
solución: el Papa pasaría saludando de lejos a los ministros, y así no tendría que
encontrarse conmigo. El cardenal Silvestrini, que era el segundo de la Secretaria de
Estado, en la que el cardenal Casaroli era el Secretario, vino una semana antes para
afinar los últimos detalles, y dijo que esa era una solución genial, y que así se
haría. Pero el Papa lo dispuso de otro modo.
Después de todos los saludos de protocolo, incluyendo los de guardia de honor y la
bandera, el Papa le preguntó a Daniel que lo llevaba del brazo si podía saludar también
a los ministros, y naturalmente le dijo que sí; y se dirigió a nosotros. Flanqueado por
Daniel y el cardenal Casaroli fue dando la mano a los ministros, y cuando se acercó a
donde mí hice lo que en ese caso había previsto hacer, alertado ya por el Nuncio: y fue
quitarme reverentemente la boina, y doblar la rodilla para besarle el anillo. No permitió
él que se lo besara, y blandiendo el dedo como si fuera un bastón me dijo en tono de
reproche: "Usted debe regularizar su situación". Como no contesté nada,
volvió a repetir la brusca admonición. Mientras enfocaban todas las cámaras del mundo.
Un periodista del Atlantic Monthly escribió que yo le conté que mi mamá, dolida por el
incidente, me había dicho: "Yo creía que te trataría como un padre", y yo le
contesté: "Me trató como un padre, pero no como una madre". Francamente no me
acuerdo de eso.
Me parece que todo esto fue bien premeditado por el Papa. Y que las cámaras de
televisión estaban sobre aviso. El hecho es que esta imagen fue difundida por el mundo
entero, y lo sigue siendo todavía: ahorita mismo, 19 años después me informan que la
han vuelto a sacar con motivo de unos recientes viajes del Papa.
En aquella ocasión el norteamericano Blase Bonpane escribió una carta abierta al Papa
diciéndole que era un escándalo lo que había hecho conmigo, y que me debía pedir
perdón públicamente. Y le reclamó que al mismo tiempo que a mí se me hubiera hecho ese
rechazo en Nicaragua, en El Salvador se hubiera abrazado con el asesino de Monseñor
Romero.
En realidad era injusta la reprimenda del Papa, porque yo tenía regularizada mi
situación con la Iglesia. Los sacerdotes con cargos en el gobierno los teníamos con
autorización de los obispos, y ellos habían hecho pública esa autorización. ( Hasta
después fue que el Vaticano nos prohibió tener esos cargos).
Y la verdad es que lo que más le disgustaba al Papa de la revolución de Nicaragua es que
fuera una revolución que no perseguía a la Iglesia. El hubiera querido un régimen como
el Polonia, que era anticatólico en un país mayoritariamente católico, y por lo tanto
impopular. Lo que menos quería era una revolución apoyada masivamente por los cristianos
como la nuestra, en un país cristiano, y por lo tanto una revolución muy popular. ¡Y lo
peor de todo para él que fuera una revolución con sacerdotes!.
No era así la posición del cardenal Casaroli, el Secretario de Estado. Yo había sido
recibido por él en el Vaticano, tal vez como un año antes. Su ornamentado despacho
estaba exactamente debajo del despacho del Papa, en un piso más abajo. Comenzó
diciéndome que yo sabía la posición del Vaticano con respecto a los sacerdotes en los
puestos de Gobierno; pero que él creía que Nicaragua podía ser una excepción, porque
era una cosa nueva; el solía decir en el Vaticano: "En Nicaragua todo es
nuevo". Me preguntó por Solentiname, y cuando le dije que deseaba renunciar para
volver allí, vi la preocupación en su rostro. Me dijo que una decisión de esa clase no
debía hacerse con ligereza; debía ser pensada bien y consultada. Vi que le impresionó,
y como que era algo en lo que no había reparado mucho, cuando le dije que los cargos de
los sacerdotes en la revolución no eran meramente honoríficos, sino de los más
fundamentales en una revolución. El de canciller era el ministerio más importante en un
gobierno, como era el suyo de Secretario de Estado. A Fernando le habían encomendado la
formación de la juventud, que era el futuro de la revolución. El de Cultura era el
ministerio ideológico de la revolución: encargado de las publicaciones, literatura,
cine, teatro, artes plásticas, música, bibliotecas, casas de cultura. Y me volvió a
decir que mi ida a Solentiname debía ser bien meditada. También a él lo que más le
gustaba era dar clases de filosofía, pero debía renunciar a eso por el trabajo que le
había tocado hacer en el Vaticano. Me dijo que el marxismo lo conocía bien, porque
había sido nuncio en los países socialistas por 8 años, y que él no tendría objeción
a un marxismo que exigiera tener que ser ateo, y le dije que ése era el marxismo de la
revolución de Nicaragua.
La noche antes de la gran misa del Papa en Managua, en la misma plaza, y mientras se
hacían en ella los últimos arreglos de la misa, gobierno y pueblo celebraron juntos los
funerales de 17 muchachos de colegio que había sido matados por la contra. Fue éste el
primer ataque fuerte de la contra en Nicaragua; todavía no se había conformado el
ejército y la defensa la hacían los jóvenes, que no tenían mucha experiencia militar
ni buenas armas ( cuando los atacaron ni siquiera habían colocado postas). La sangre
estaba fresca en ese lugar, y se esperaba allí del Papa al menos una palabra a favor de
la paz.
En los otros países de Centroamérica que visitó el Papa la concurrencia fue de 75000 a
100000 personas !pero en Managua fueron 700000! Habían viajado días para ver y escuchar
al Papa. Vinieron de cada rincón del país en camiones repletos. Toda Managua estaba
llena de esos camiones transportando gente. Las masas estaban desde muy temprano en la
mañana aguantando el sol abrazador de todo el día. Se había decretado día feriado para
la venida del Papa y se dispuso transporte gratis en todo el país, hasta desde los sitios
más remotos.
En todas partes se hicieron comisiones con la autoridad civil, la autoridad militar y el
cura del lugar, para facilitar el viaje a todo el que quisiera ir a Managua, y para dar el
transporte más cómodo a las personas de más edad o con algún impedimento; lo que
costó más de $50000 a la empobrecida Nicaragua. El gobierno hizo todo lo posible para
que la plaza de Managua, en la misa del Papa, se llenara de gente; porque llenarse de
gente sería llenarse de revolucionarios.
Así fue que en la plaza hubo 700000 personas. Nicaragua tenía entonces 3 millones de
habitantes, y eso quería decir que una cuarta parte de la población estaba allí
presente. También la derecha acarreó por su parte lo más que pudo de gente, y éstos
fueron unas 50000 personas lideradas por el padre Carballo, que entraron a la plaza desde
la noche antes y ocuparon los lugares de adelante.
Nos extraño que el Papa en su discurso en el aeropuerto hablara de aquellos impedidos de
llegar a su encuentro como hubieran querido. Lo que repitió varias veces durante la misa.
Y ponía un énfasis perverso en cada sílaba, para que se entendiera bien que eran muchos
a los que no se les había permitido llegar. ¿Acaso podían haber llegado más de las
700000 personas? Y como los discursos los traía escritos, y habían sido hechos en Roma,
¿ cómo es que ya sabían desde antes que eran muchos a los que se les impidió llegar?
El sudor nos empapaba a todos al comenzar la tarde de aquel 4 de marzo de 1983, pues marzo
es uno de los dos meses más calientes de Nicaragua, y la temperatura puede haber sido de
más de 40 grados: pero nadie sospechaba que los ánimos se iban a caldear mucho más que
esos 40 grados durante la misa del Papa.
Sorpresivamente la misa comenzó con una alocución del arzobispo Obando. Tanto que se
esforzó la revolución en colmar esa plaza de gente, y fue para que a esa gente le
hablara ahora el archienemigo de la Revolución. En todas las negociaciones previas, en
las que hasta lo más nimio se discutió, no se había contemplado que monseñor Obando
hablara. Y Obando dio la bienvenida al Papa comparando su llegada a Nicaragua a la visita
que una vez Juan XXIII había hecho a una cárcel a Roma. Me chocó esa comparación de
Nicaragua con una cárcel, pero más me chocó el aplauso de toda la plaza. ¿Era que todo
el pueblo se había volteado contra nosotros?
Las lecturas de la misa no fueron inocentes. Se veía que habían sido escogidas
exprofesamente contra los sandinistas. Del Antiguo Testamento fue leído lo de la Torre de
Babel: los hombres que se quisieron igualar a Dios. Del Nuevo, lo del Buen Pastor:
solamente Cristo lo es; los otros son ladrones y salteadores.
El tema de la homilía papal fue el de la unidad de la Iglesia, lo que quería decir un
ataque a la llamada "Iglesia Popular", o también " Iglesia paralela":
los cristianos revolucionarios a los que se nos acusaba de querer destruir esa unidad.
Fernando y yo estábamos sentados juntos en la tribuna del gobierno, y poco antes de que
empezara la misa lo llamó Daniel Ortega. Era para que les dijera a un grupito de
teólogos que estaban listos a asesorar en caso de una emergencia, que no había nada que
temer, que habían leído la homilía del Papa y que no sería conflictiva. Pero resulta
que no parecía conflictiva para quien la leyera rápidamente, pero sí lo era pronunciada
por el Papa. La agresividad no estaba en las palabras sino en el tono acusatorio en que
eran dichas y aun gritadas a veces. Una cosa era pasar los ojos por un texto al parecer
inocuo, y otra oírlo vociferado por el Papa.
Era evidente que el Papa odiaba la revolución sandinista. Y había llegado a Nicaragua a
pelear. Lo desconcertante era que en cada final de frase la plaza estallaba en aplausos y
vivas al Papa. Hubo un momento en que pensé que la revolución se venía abajo. Me dije
que de seguir eso así, a todos los de esa tribuna del gobierno nos iba a tocar hacer
maletas esa tarde. Pero entonces es que cesaron los grandes aplausos; los que aplaudían
ya eran sólo los 50000 que había acarreado el padre Carballo, y el resto de la plaza
comenzó a protestarle al Papa.
Después me enteré que la orientación de la revolución en todo el país había sido de
no decir ninguna consigna política, tan sólo gritar vivas al Papa y aplaudir lo que
dijera. Se pensaba que lo que diría sería de carácter personal; eso había asegurado
repetidas veces el Vaticano.
Si uno ve los vídeos de la misa puede comprobar que hubo un cambio progresivo en la gran
mayoría de la plaza, dejando de aplaudir primero, y protestando más y más después,
conforme se van dando cuenta que el Papa al hablar de la Iglesia esta hablando contra la
revolución y contra los cristianos y los sacerdotes de la revolución. Y que por lo tanto
no fue como muchos dijeron después, un ataque al Papa hecho premeditadamente por la
revolución; sino que el Papa atacó primero a la revolución, el pueblo se mantuvo
confuso y dudoso como veinte minutos, y después reaccionó contra el Papa.
Repetidas veces el Papa había dicho que Nicaragua era su "segunda Polonia". Y
ése fue un gran error, porque Nicaragua no era Polonia. El creía que había un régimen
impopular, rechazado por la gran mayoría cristiana, y que su presencia beligerante
provocaría una sublevación del pueblo contra los comandantes de la Dirección Nacional y
la Junta de Gobierno que estarían presentes en la plaza. Que bastaba que él hablara
contra la revolución sandinista, y tendría el respaldo masivo de esa plaza. Y el Papa
llegó a Nicaragua a desestabilizar la revolución. Si el Papa no hubiera estado
equivocado, la noticia mundial de ese día habría sido que el pueblo de Nicaragua
rechazaba la revolución. Y ciertamente ese hubiese sido el derrumbe de la revolución
sandinista, como yo lo llegué a temer esa tarde. Pero como el pueblo defendió su
revolución y rechazó al Papa, la noticia mundial fue "el agravio que se hizo al
Papa en Nicaragua".
El pueblo le faltó el respeto al Papa, es verdad, pero es que antes el Papa le había
faltado el respeto al pueblo.
Primero las madres de los 17 muchachos muertos comenzaron a pedirle al Papa una oración
por sus hijos, y él no les hizo caso. Y después se acercaron al altar, y empezaron a
pedirlo a gritos. Otros pedían una oración por la paz, y después eran muchos gritando
" ¡Queremos la paz!", lo que hizo que el Papa le respondiera a la multitud
gritando: "La primera que quiere la paz es la Iglesia"; y más tarde, porque las
protestas del pueblo iban creciendo, cogió el micrófono y gritó a todo pulmón:
"¡Silencio¡". A partir de entonces el irrespeto fue total. El Papa quería
decir las palabras de consagración, las del momento más solemne de la misa, y no podía
por las consignas que la multitud gritaba: "!Queremos la paz!", y "¡No
pasarán!". Había también vivas al Frente Sandinista, mientras los miles de derecha
que estaban en la parte delantera de la plaza lanzaban vivas al Papa. En uno de los
vídeos se oye a una mujer que grita: ¡No es un Papa de los pobres. Miren cómo se
viste!".Dos o tres veces más el Papa tuvo que volver a gritar silencio. Por primera
vez en la historia moderna un papa era humillado por la multitud. En los videos se le
desconcertado por lo que está pasando, y varias veces da muestras de vacilación ya que
esta a punto de deja el altar. Al final de la misa, la bendición papal apenas la pudo
hacer, después de iniciarla tres veces, ante una multitud que estaba cantando el himno
del Frente Sandinista.
El Papa se fue directamente de la misa al aeropuerto, en un auto en el que lo acompañaba
sólo el arzobispo Obando. Y en el trayecto ninguno de los dos se dijeron ninguna palabra.
Al que fue el chofer de ese vehículo, que era un oficial del Ministerio del Interior, se
lo oí contar; que el Papa iba taciturno, y no habló no comentó nada de lo que había
pasado.
Ya en el aeropuerto el Papa quiso subir al avión sin ningún protocolo de despedida, pero
lo detuvieron, y fue impedido de irse de esa manera.
El embajador de Nicaragua en el Vaticano, mi amigo Ricardo Peters, me contó que al acabar
la misa se le acercó sombrío el cardenal Casaroli para preguntarle su opinión, y él le
dijo: "El Papa vino a hacer un acto político a Nicaragua, y Su Eminencia vio el
resultado". Casaroli pareció estar de acuerdo, porque dijo que verían cómo
enmendaban eso en Roma. Pero era algo que no tuvo enmienda.
El cardenal Casaroli había sido partidario de las buenas relaciones con Nicaragua, y a lo
mejor le alegró lo que había pasado, por eso le venía a dar la razón a él y
demostraba que la política del Papa estaba equivocada. Pero lo que sucedió es que él
fue destituido de su cargo de Secretario de Estado (el número 2 del Vaticano y a quien se
consideraba un posible Papa) y enviado a una oscura parroquia de Italia; donde no sé si
tendría la oportunidad de dar las clases de filosofía que amaba. Mientras Obando fue
nombrado cardenal, y al regresar de Roma, antes de ser recibido en Nicaragua, se presentó
ante los exiliados nicaragüenses en Miami, que lo recibieron jubilosos.
Lo que dijo el Vaticano, lo que dijo la prensa capitalista de todo el mundo entero, lo que
dijeron muchos obispos, fue que el régimen marxista de Nicaragua había cometido un
ultraje contra el Sumo Pontífice, se habló de sacrilegio y de profanación de la misa
papal. Y en otras misas de Centroamérica que él visitó después se celebraron misas de
desagravio. Fue un descrédito mundial para la revolución ciertamente. ¿ Pero qué
hubiera pasado si el pueblo hubiera seguido aplaudiendo? Me parece que fue una prueba de
fuego que la revolución, y que salió triunfante. Porque era un pueblo mayoritariamente
católico el que estaba allí presente, y ni todo el prestigio y poder espiritual del Papa
de Roma pudo hacer que se volteara contra sus dirigentes, sino que se volteó contra el
Papa.
En Estados Unidos el periódico católico National Catholic Reporter, escribió que en
Managua el Papa se había negado a hablar de la paz como lo hizo en las otras naciones
centroamericanas, y la multitud se le enfrentó como lo había San Pablo con el primer
Papa.
También hubo otros que señalaron que en las diferentes misas campales de Centroamérica
el mensaje del Papa fue la paz, menos en Nicaragua, donde era más necesario porque estaba
enfrentando una guerra. No habló de paz y no rezó por los caídos. Igualmente se
señaló que en los países latinoamericanos donde había guerrillas el Papa siempre se
dirigía a los guerrilleros exhortándolos a que depusieran las armas. Solamente no lo
hizo en Nicaragua, que sufría una guerrilla financiada por Reagan, y era el único sitio
donde su exhortación podría haber influido, porque cometían muchas atrocidades y
crímenes invocando su nombre.
Unos meses después circuló por el mundo un documento secreto que parece que fue el que
asesoró a Juan Pablo II sobre la situación política y eclesiástica para la visita que
haría a Nicaragua. Teólogos españoles dijeron que la actitud del Papa parecía haberse
atenido literalmente a las propuestas de este documento, y que aquí se encontraba la
clave de la actuación del Papa en este país. La revista francesa Informaciones
Católicas Internacionales comentó: "Parece más bien un informe hecho por el
Consejo de Seguridad de Estados Unidos que un documento pastoral. Todo ahí se realiza en
términos políticos y de relaciones de fuerza; no hay ningún vestigio de una
preocupación pastoral o evangélica".
Se descubrió también que el autor era el nicaragüense Humberto Belli, un fanático de
derecha, que después del triunfo de la revolución dirigió la campaña ideológica del
diario La Prensa en materia religiosa, colaboró estrechamente con monseñor Obando, y
más tarde en Estados Unidos organizó una campaña de difamación de la revolución
sandinista y de los sectores de la Iglesia que la apoyaban. Las tesis de Belli
extraordiariamente sintetizadas por un equipo especializado norteamericano fueron dadas al
Papa, con una estructura gramatical y sintáctica tomada del inglés, y con ella fueron
elaborados los discursos que el Papa llevo a Nicaragua.
También hay algo que el Vaticano ha mantenido en secreto, y son muy pocos los que lo han
sabido, y es que con la venida del Papa llegaron a Nicaragua como 20 chalecos antibalas; y
le insistieron al Papa que usara uno durante su misa campal, aunque él no lo quiso usar.
Y para mi este un dato revelador: indica que sabían que el Papa estaría incendiario en
Nicaragua, que podría incluso hasta tumbar el Gobierno, y que por tanto podría ser
víctima de un atentado.
El superior general de una orden religiosa muy vinculado al Vaticano reveló una vez en
confidencia que el Papa Juan Pablo II era muy vengativo, y jamás olvidaba lo que se le
había hecho en Nicaragua. Esto es confirmado cuando años después Juan Pablo II regresó
a Nicaragua a vengarse de los sandinistas, y no perdió oportunidad de humillar a los
dirigentes que lo habían humillado, y que habían perdido el poder político tras una
derrota electoral. Ello hizo que el National Catholic Reporter también escribiera esta
vez que el Papa que había visitado una cárcel de Roma para perdonar al que había
atentado contra su vida, no había sido capaz de perdonar a los sandinistas.
Esta segunda vez que el Papa dijo que en su misa campal que ahora si podían llegar a
expresar su fe ante él todos lo que habían querido, sin que nadie se los impidiera:
aunque el público que había en esa misa era una tercera parte del que la primera vez. Se
refirió a la Nicaragua de la vez anterior llamándole "la noche oscura", aunque
aquella misa había sido a media tarde en pleno sol.
Y es verdad que para muchos católicos cuando al final de la tarde se alejaban de la tarde
se alejaban de la plaza cubierta de papeles, lo que cayeron fueron muchas tinieblas; y
vaciló la fe de muchos, y hubo otros que talvez perdieron la fe.
Y tal vez quien mejor interpretó a la mayoría de los que colmaron a la plaza fue un
vendedor de maní que dijo: "El Papa no nos dijo nada, nos ha dejado un
vaciíto".
|
|
|
Proyecto para el Primer Siglo Popular:
Noticias
Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense
Prontuario del imperialismo yanqui
Estrategias para transitar hacia el Primer Siglo
Popular
-
La invasión de Iraq
-
Terrorismo de Estado estadounidense
Lecturas de Apoyo
Campañas
Historia Actual On-line
-
ATTAC
Chile
Foro Social Mundial
Los manuales de tortura del ejército de los Estados Unidos
Cuba
Venezuela
-
Prontuarios:
Ronald Reagan
Los crímenes del ejército imperial de Estados Unidos
-
La columna de Max Lesnik
-
PPSP
publica artículos y ensayos de estudio crítico de los efectos políticos, económicos,
ideológicos, sociales y ambientales que la política exterior de los Estados Unidos
produce en el mundo, particularmente en Africa, América Latina y Asia. La política
exterior de los Estados Unidos sigue ahora los principios establecidos en el documento "Reconstruyendo
las defensas de Estados Unidos. Estrategia, Fuerzas y Recursos para el Nuevo Siglo ",
publicado en el año 2000. Sus autores ocupan puestos ejecutivos en el Pentágono, el
Departamento de Estado, y en algunas universidades en Estados Unidos y el Reino Unido.
Esta política intenta implementar lo que ellos llaman "Proyecto para un Nuevo
Siglo Estadounidense" que busca la dominación mundial. PPSP
fue creado con el propósito de generar opinión pública universal que sirva como sostén
social de un amplio frente unido para oponerse a la dominación por parte de Estados
Unidos y para preservar el derecho a la autoderminación de los pueblos, como un primer
paso en la construcción de un mundo mejor. PPSP
acoge ensayos y artículos sobre los problemas creados por la actitud desenfrenada del
imperialismo estadounidense, el cual está amenazando la libertad de toda la población
mundial, incluyendo la sociedad civil de Estados Unidos
(Dr. Róbinson Rojas,
1ro. de mayo, 2003) |
Banco
de Datos RRojas:
La economía política del desarrollo
Creado y dirigido por Dr. Róbinson Rojas, este
sitio académico promueve excelencia en la enseñanza y la investigación de la economía
y del desarrollo, y en los procesos de descripción, comprensión, explicación y
teorización.
-
--Globalización----Pobreza
Desarrollo sustentable
Desarrollo
Termodinámica-Sociodinámica
Africa--Asia--América Latina China
Economia básica----
Imperialismo
Hegemonía estadounidense
Notas para la acción
-
Los crímenes de los generales chilenos
Chile----
Estos mataron a Allende
-
Artículos--Libros- Notas de curso
Estadísticas 1--
Estadísticas 2--
Calculadora
Búsqueda - Glosarios - Diccionarios-- Nosotros
-
Noticias-- Informes--Tópicos
-
DEDICATORIA:
BANCO DE DATOS RROJAS está dedicado a la
memoria de Salvador Allende, José Tohá, Victor Jara, Orlando Letelier, Carlos Prats, y
miles de otros ciudadanos chilenos y extranjeros asesinados por orden de Pinochet, Merino,
Leigh y Mendoza, los cuatro bandidos que atormentaron al pueblo chileno por casi veinte
años, en complicidad con las compañías transnacionales de Estados Unidos y terroristas
estatales como Henry Kissinger para servir las necesidades económicas y políticas de la
clase capitalista internacional.
--------------------- |
|