Tito Alvarado
Hay palabras comodín, que se usan para socorrer cualquier alpargata,
haciéndose pasar por lustroso zapato. Hay palabras ómnibus que sirven para decir una
cosa y que los demás entiendan otra cualquiera.
Libertad dicen algunos queriendo significar que somos libres de hacer,
decir o ir. A la hora de la verdad muy pocos son libres. Cultura dicen otros y resulta que
la palabra contiene significados para acomodo de muchos y gusto de menos. Ideología,
resiste más de treinta acepciones, lo que da como resultado que pocos estén de acuerdo
en lo que entienden como tal. Los hacedores de discursos del imperio elaboran frases,
informes donde catalogan todos los grados de no respeto por los Derechos Humanos, por
supuesto ellos mismos no figuran en ninguna forma de violación a estos derechos
consagrados en el papel y pocas veces respetados en la realidad.
Democracia es otra palabra que bien baila. ¿Qué es? ¿Un pan con
mantequilla, un vaso de lecho o vino (según necesidad y edad), una idea fija? Sin que
exista una definición y un modo de manifestarse que suscite el consenso de todos, es la
palabra que más usan los que menos respetan el derecho de los otros. En simple teoría,
sería el gobierno de la mayoría. Lo cual puede ser un mal chiste o cuarenta mil
otras interpretaciones, menos una realidad.
Hay tantas formas de "democracia" como supuestos poderes y
gobiernos. Esta simple frase que parece remitirnos a una definición en realidad es un
discurso que adorna el ejercicio del poder y más que un discurso es un decurso, un
acumulación de hechos al servicio del poder que supuestamente se rige por ese discurso de
democracia. Parece ser esto un idioma desconocido, pero es el que ellos hablan, un idioma
muerto.
Cada supuesto el poder la define a su imagen y semejanza, lo cual es en si
un discurso, que por fijar parámetros de conducta deviene un decurso, una forma de
accionar, en teoría pura y simple, democrática. La porfiada realidad tiene rostro
propio. El discurso solamente maquilla la máquina del poder llamada democracia y le
agrega o quita luz. El objetivo es dejarnos ver un resultado final desdibujado, pero con
todos los visos de un portento. Este decurso exige la participación nuestra, ya sea como
cómplices o como cínicos. Asunto que dejo inconcluso para analizarlo más adelante.
Democracia en medio de añejas dinastías, principados y reinados de
orfebrería, que cuestan un ojo de la cara y no aportan absolutamente nada a sus
respectivos países. Democracia con gobiernos en minoría, pues el intrincado sistema así
lo permite. Democracia donde alrededor de un cuarenta por ciento participa en las
votaciones, la minoría de votantes elige un candidato, pero un colegio electoral que se
elige nadie sabe como, es el que en realidad designa al presidente. Intrincado sistema de
poder de minorías. Ejemplos de esto son Inglaterra, Canadá y Estados Unidos
respectivamente. Lo que mueve a risa es que los primeros se conmueven hasta las lágrimas
con su circo; los segundos tienen una agencia con bastantes recursos para financiar
proyectos internacionales, que en esencia exportan su modelo de democracia; los terceros
hasta dicen hacer guerras para llevar su democracia a los otros.
Anda un señor (anduvo) buscando apoyo para ser Secretario general de no
sé que organización que nadie sabe para que pueda servir. Lo que el pobre no sabe es que
la decisión ya está tomada. La jugada de los decididores universales es siempre contar
con un plan b, una especie de repuesto de emergencia. Eran tres los posibles, era uno el
preferido del imperio. Ya sabemos cuales pueden ser las razones de su preferencia
(lamebotas, creo que dijo un valiente). Como el señor no tenía todas las simpatías, se
pasa al plan b: el preferido renuncia y los votos se suman al que nadie creía posible
fuera elegido. ¿Resultado? Todos votan uno sólo elige.
Democracia y los trabajadores siguen acumulando pobrezas, democracia y en
Canadá para tener un pasaporte los ciudadanos deben lograr que un ingeniero, abogado, etc
firme la petición para obtenerlo. Con esta figura unos son ciudadanos de primera y la
mayoría ciudadanos de segunda. Esta es una democracia tipo Cromagnon.
Democracia y los trabajadores no tienen absolutamente ningún derecho en
la empresa en que trabajan. Si nos vamos a Chile y miramos dos instituciones monstruos,
vemos que la palabra es puro papel picado. Democracia y en las fuerzas armadas ningún
hijo de trabajador llegará jamás a general, democracia y los hijos de papá comienzan la
carrera como tenientes. Democracia y el sistema judicial es tan, pero tan añejo que los
señores jueces de la suprema se eligen a si mismos.
En este momento, como ejercicio teórico, abogaría por que el imperio
decida imponer su democracia e invada el vaticano. Allí 117 nunca elegidos por el pueblo,
eligen una autoridad que es en buen romance un tirano absoluto. Esta autoridad reina
moralmente sobre (supongo) más de mil millones de seres humanos. En una sola persona se
concentra el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial. Esto es una amenaza para el
modelo democrático del imperio. Entiendo que se salvan de ser invadidos pues este reinado
del sometimiento, no está en contradicciones con el imperio ni en su minúsculo
territorio tiene petróleo.
Democracia es un juego repetido cada cierto tiempo. Se gastan millones,
cambian ciertos rostros, pero el poder sigue en las manos de unos pocos que nadie ha
elegido. ¿Qué alternativas tenemos los que casi nunca tenemos alternativas? Construir
nuestro propio modelo, a imagen y semejanza de nuestras necesidades y características,
prioritario es entender que en este juego hay dos bandos y que nuestro deber es jugar a
favor nuestro.
La regla de oro es saber quienes son ellos y por deducción quienes somos
nosotros. En este supuesto es indudable que siempre ganaría la mayoría. En este caso
imposible y por lo mismo necesario, la democracia dejaría de ser una simple flatulencia
del poder y pasaría a ser una fuerza constructora indestructible.