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Desde México - 6 junio 2008

¡Los teléfonos celulares liberarán a Cuba! Cuando la rana críe pelo

Por Saul Landau

Epitafio ofrecido para la futura lápida de Bush:

           ¿Qué palabra describe
            Caer por debajo
            De lo absurdo?
                          Ese nivel de humor
            Cuando uno ríe
            Porque otro tiene un tumor?
            Lo que parece idiota
            W lo califica orgullosamente
            De pragmatismo.

El 21 de mayo, el Presidente George W. Bush anunció un significativo cambio en su política hacia Cuba. Además de alimentos, Bush declaró que las compañías norteamericanas pueden ahora enviar teléfonos celulares a Cuba. Bush exigió al gobierno cubano que aplique más reformas, no solo permitir un mayor acceso a la tecnología digital.
Bush pidió una verdadera democracia y su clase de cambios económicos de libre mercado en la isla, y luego declaró un "día de solidaridad" con el pueblo cubano. Adoptó su actitud más enfática para recordar a su público de disidentes encarcelados, gente cuyas opiniones políticas difieren de las de Fidel y Raúl Castro.

Varios cubanos me escribieron que el Presidente había hecho un mal chiste. Cuando un hombre que ha tratado de impedir que lleguen a los cubanos productos, inversiones y servicios declara la solidaridad con sus víctimas, dijo uno, es aún peor que cuando Bush dice que él estuvo codo a codo con las víctimas del Katrina. El Ministro cubano de Relaciones Exteriores Felipe Pérez Roque descartó la solidaridad retórica de Bush y su política de teléfonos celulares calificándola de ridícula, especialmente a la luz de la transmisión de un video tomado por la agencia de seguridad estatal de Cuba que mostraba a Michael Parmly, jefe de la Sección de Intereses de EEUU en La Habana, entregando un sobre con dinero a una de las principales disidentes, Martha Beatriz Roque. Los cubanos también revelaron una conversación telefónica grabada con Parmly (la calificaron de orgasmo telefónico) en la que el principal diplomático norteamericano en Cuba se explayaba con la disidente, admirando su "provocación". Quería decir que ella obtenía la atención de los medios norteamericanos y una vez más avergonzaba al gobierno cubano.

¡Como si eso fuera a pasar! La mayoría de las personas dedicadas a la "cubanología" comprenden que quien queda mal es Bush. Él exigió reglas severas acerca de la transferencia de dinero a cubanos por parte de ciudadanos norteamericanos, en especial de parte de un funcionario gubernamental que recibe el dinero de un delincuente que cumple condena. El dinero que Parmly le entregó a Martha Beatriz Roque en la cinta provenía de Santiago Álvarez, creador de la Fundación Rescate Jurídico, una fundación privada con sede en Miami, de cuya cuenta salió el dinero, Diplomáticos norteamericanos en Cuba dicen que ellos simplemente suministran ayuda humanitaria (libros, radios, grabadoras de cinta y otros artículos) por medio de la agencia gubernamental USAID a las familias de "prisioneros políticos" y "periodistas independientes" en Cuba.

Álvarez colaboró con las conspiraciones de Luis Posada Carriles, quien organizó en 1976 el sabotaje de un avión comercial cubano. Documentos desclasificados señalan directamente a Posada y a su colaborador Orlando Bosch. Posada igualmente ha estado abrumadoramente implicado en ataques con bombas a hoteles de La Habana en 1997. Los cubanos grabaron conversaciones telefónicas de Álvarez con su subordinado, en las que daba órdenes de plantar explosivos en el Cabaré Tropicana de La Habana.

En marzo de 2003, la Seguridad del Estado arrestó a Martha Beatriz Roque junto con un gran grupo de "disidentes", personas que aseguraban que eran periodistas independientes, escritores y bibliotecarios. Un tribunal cubano la condenó a ella y a los otros "disidentes" por recibir dinero de programas norteamericanos destinados a derrocar al gobierno cubano y su Constitución.

En julio de 2004, Cuba la puso en libertad por motivos de salud. El dinero que Parmly le entregó provenía de la Fundación de Álvarez. Qué bonito, el terrorista envía dinero a disidentes supuestamente pacíficos en La Habana. Pobre Parmly, creo yo, un hombre genuinamente buena persona que se convirtió en un verdadero creyente en una causa necia y el cual, por suerte, habrá terminado su misión para fines del verano.

Como jefe de la diplomacia norteamericana en Cuba, Parmly brindó ayuda y socorro a los "disidentes", asegurándose de que tuvieran suficiente comida, teléfono y otros servicios de comunicación y ahora, resulta que también dinero.

En 2006 él se jactó de sus actividades en apoyo a los disidentes. oía casi un fervor religioso en su voz cuando describía cómo él le dedicaba a ellos sus jornadas de trabajo.

Le pedí que me dijera cómo podía él distinguir a un verdadero disidente de un agente de la Seguridad cubana.

Miró al piso y dijo: "Trato de no pensar en eso".

Mi pregunta provenía del hecho de que cuando Cuba enjuició a 75 disidentes en 2003, salieron a la superficie 12 topos para prestar testimonio en contra de ellos, revelando la conexión material de los disidentes con miembros del gobierno de EEUU. Es más, algunos de los testigos habían obtenido elogios en Estados Unidos como de los que mejor expresaban sus ideas entre la comunidad disidente. Néstor Baguer, por ejemplo, era considerado el decano de los "periodistas independientes" hasta el momento en que reveló que trabajaba para la Seguridad del Estado de Cuba y describió de qué manera sus colegas "independientes" dependían totalmente de fuentes norteamericanas de financiamiento y distribución.

Me pregunté por qué Cuba, después de haber penetrado profundamente al grupo "disidente" se molestaba en enjuiciarlos, a no ser que fuera para revelar la magnitud de su penetración y de esa manera alertar a Washington acerca de lo inútil de sus esfuerzos por apoyarlos. Pero Bush no se da cuenta de las indirectas y responde agresivamente a todas las situaciones,

A fines de mayo puso en duda la "seriedad" del Presidente de Cuba Raúl Castro. "Si el fuera serio acerca de sus supuestas reformas, permitiría que estos teléfonos lleguen al pueblo cubano". Bush se refería a un plan idiota de enviar teléfonos celulares a Cuba, una nación que ha estado viviendo casi cincuenta años bajo un embargo comercial de EEUU destinado a castigar a Fidel Castro. Es más, el embargo ha ayudado a Fidel a consolidar su poder y por consiguiente a movilizar a la población en contra de las políticas norteamericanas. Al privar a la isla revolucionaria de su socio comercial natural y más cercano. Washington sencillamente dificultó materialmente la vida del pueblo cubano.

Ahora, mientras asigna más personal para monitorear los viajes de ciudadanos norteamericanos a Cuba --y de cubano-americanos que pueden visitar a familiares solo una vez cada tres años--Bush de pronto tuvo una epifanía. Los teléfonos celulares se convertirán en su lámpara de Aladino. Los teléfonos celulares liberarán al pueblo de Cuba. Realmente la tecnología es maravillosa. Cómo va a trabajar ese plan. --bueno, que los expertos averigüen los detalles

Pocos cubanos serán engañados por el llamado de Bush. Saben que él es el hombre que rinde pleitesía a los derechistas de Miami, los antiguos seguidores de Batista, los que llegaron con su riqueza robada o los que sufrieron la expropiación que la revolución hizo de sus grandes propiedades. Muchos de esos cubanos anticastristas que apoyan la línea dura llegaron a Miami en 1959 y 1960. La mayoría no dejó atrás ningún familiar cercano, así que no siente remordimientos por presionar a Bush para que restrinja las visitas a familiares de los cubanos y que también limite las remesas.

Estos cubanos, ahora en su fase geriátrica, no ven contradicción cuando Bush dice que "quien dé abrigo a un terrorista es tan culpable como el terrorista". Es más, cientos de ellos asistieron a una cena en honor de Posada, quien vive cómodamente en Miami --al igual que Bosch. Ambos disfrutan los elogios de sus admiradores --que incluyen a tres miembros republicanos del Congreso: Ileana Ros Lehtinen, y Mario y Lincoln Diaz-Balart.

Ciertamente Bush no logrará convencer a muchos en Cuba. Al igual que la mayor parte de su política exterior, el plan Cuba de Bush para orientar la transición post-Fidel fracasó ruidosamente. La transición ocurrió sin incidente mientras Bush bramaba amenazas y exigencias. Su férreo embargo no impidió que llegaran a la isla miles de millones de dólares en inversiones provenientes de China, Venezuela, Brasil y otros países que consideran atractivos los recursos de Cuba --especialmente el níquel y el petróleo recién encontrado. Durante casi medio siglo, el embargo no ha podido derribar o debilitar al gobierno cubano.

Cuando el Consejo para las Relaciones Exteriores, esencialmente a favor del sistema, pide el fin del embargo a Cuba y el rechazo de la política hegemónica de un siglo hacia Latinoamérica, uno sabe que hay al menos una pizca de realidad del siglo 21 en la mente política colectiva de Washington.

Durante casi cincuenta años, la política norteamericana hacia Cuba ha hecho hincapié en el castigo como respuesta a la desobediencia de un advenedizo régimen. No hay que hacer la lista de las medidas agresivas, desde el embargo económico hasta la prohibición de los viajes, pasando por operaciones terroristas apenas secretas. Ahora Bush agrega teléfonos celulares a la receta. ¿Cree él que los cubanos van a llamarse unos a otros por esos juguetes tan bonitos y compartir sus quejas comunes, luego asistirán en masa al próximo mitin de Raúl Castro y le lanzarán los teléfonos? ¿O es que Laura tiene acciones en la compañía que fabrica los teléfonos? Si es así, procuren que un ingeniero los haga compatibles con el sistema telefónico cubano --una tarea nada fácil.

Hay un aspecto algo chiflado en la epifanía de Bush con los teléfonos celulares. ¿Habrá sufrido un espasmo cerebral que hizo que surgiera una señal: "La tecnología salvará a Cuba"? Adicionalmente, ofreció solidaridad al pueblo cubano, cuya vida él ha empeorado. Bush solo demuestra dramáticamente cuán lejos de la realidad ha llegado Washington. Estados Unidos necesita una política hacia Cuba, no una manifestación divina de Bush después de su sesión diaria en el gimnasio. Para que esto suceda son necesarios dos ingredientes: razonamiento y la valentía para actuar en consecuencia. De los aspirantes a la presidencia, solo Obama ha demostrado una capacidad de razonamiento en este asunto --más o menos. ¿Su valentía? Bueno, lo veremos. Espero.

Saul Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política. Ha realizado tres filmes con Fidel, los cuales están disponibles por medio de roundworldproductions@gmail.com. This e-mail address is being protected from spam bots, you need JavaScript enabled to view it .

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