NO TODOS LLORAN POR REAGAN
Por Ted Córdova
Para algunos fue el vencedor de la Guerra
Fría frente al imperio soviético comunista; para otros fue el gran renovador del
conservadurismo norteamericano. Muchos opinan que fue simplemente un mediocre actor de
cine y un mediocre presidente con destellos de gran comunicador. Pero para el combativo
periodista y escritor norteamericano Greg Palast, Ronald Reagan fue un asesino, cobarde y
soplón.
¿Por qué una expresión tan dura a la muerte del
ex presidente , justamente cuando las notas fúnebres generalmente tratan de pasar por
alto los grandes defectos y se concentran en homenajes laudatorios de estos personajes que
ya pasan a ser historia?
Palast,famoso por su libro The best democracy
money can pay (La mejor democracia que el dinero puede pagar), sobre el
controvertido acceso a la presidencia de George W. Bush, justifica su primera y más dura
afirmación porque él estuvo presente en Nicaragua cuando se produjo un ataque de los
contras --paramilitares opuestos al gobierno sandinista financiados por el
gobierno de Reagan.
Palast relata que estaba trancado en un
destartalado pueblito llamado Chiquitillos, donde la gente, en su pobreza, era amable con
el extranjero gringo, excepto un joven muy amargado porque su esposa acababa de
morir de tuberculosis. En 1987, relata Palast, la gente ya no moría por tuberculosis
porque existían los antibióticos necesarios. Pero en Nicaragua no se conseguían porque
Reagan había ordenado bloquear la exportación de medicinas a ese país.
Reagan estaba mostrando su sonrisa de películas B,
cuando esa mujer, madre de tres hijos, murió escupiendo sangre, escribe Palast.
Palast no es el único en recordar la agresiva
política de Reagan contra la Nicaragua del gobierno sandinista, al que no pudo derrocar.
El columnista del NY Times Paul Krugman recuerda que pese a todas las loas y a los 8 años
de gestión de Reagan, éste terminó en desprestigio por el escándalo Iran-contras, una
triangulación entre Washington, el gobierno del ayatolah Jomeini y una banda de
narcotraficantes nicas para hacer oposición al gobierno de Daniel Ortega.
El ex presidente nica, citado en estos días por
CNN, simplemente dijo del difunto Reagan: Que Dios lo perdone.
El operativo, que recogía cocaína de Bolivia y
era distribuida en Centroamérica por los llamados contras, terminó en
escándalo para el gobierno de Reagan. Varios de sus funcionarios fueron juzgados y
condenados a penas de prisión. El sucesor de Reagan, George Bush padre, después los
absolvería. Uno de los implicados, coronel Oliver Norton --hoy fuera del US Army, digitó
un operativo con narcos en Bolivia, que provocó el asesinato del científico ecologista
boliviano Noel Kempff.
Palast afirma en su artículo, difundido por
Internet, que cuando los guerrilleros del Hezbollah atacaron y mataron a cientos de
marines norteamericanos en Líbano, que se encontraban durmiendo, enviados por orden de
Reagan, el guerrillero de TV huyó como perro con la cola entre las piernas y
en cambio, decidió la invasión de Granada. Y esa pequeña guerra tipo med club
sirvió para disparar contra obreros cubanos que estaban construyendo un aeropuerto
--supuestamente para desarrollar el turismo en Granada.
Con esta y otras observaciones mucho más duras,
Palast termina: Ronald Reagan, goodbye and good riddance (http.www.gregpalast.com)
En el intelectual semanario neoyorquino Village
Voice hay un artículo que simplemente dice: Reagan era fantasioso y pintaba un
Estados Unidos que no existía. Su política económica hizo más ricos a los ricos y más
pobres a los pobres norteamericanos. Y en el periódico electrónico Slate,
un artículo del conocido periodista y politólogo Christopher Hitchins, simplemente se
titula La estupidez de Ronald Reagan (www.slate.com).
Greg Palast se atreve a decir que quizás una gran
mayoría de la prensa norteamericana no se atreve. Pero, a la postre, el juicio de la
historia sobre su actuación en la Casa Blanca va a ser tan implacable como los críticos
de cine con la mayoría de las películas en que Reagan actuó.
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