Santiago
de Chile,1° de septiembre 2003
Sobrevivientes
Por Natalia Contreras J.
¿Que queda hoy de tus sueños
Salvador Allende? Las Grandes Alamedas aún no se abren estimado Presidente. Al paso de
los buses y el smog se han instalado la indiferencia de los transeúntes, la vorágine del
libre mercado, el cinismo de una sociedad que pretende que todo está bien, la falsa idea
de un Chile democrático, un modelo digno de ser imitado por los otros países de América
Latina.
Mientras tanto los jóvenes del Colectivo
Luciano Carrasco, llevan 15 días de Huelga de Hambre sin recibir gesto alguno por parte
del Gobierno de Ricardo Lagos. Las organizaciones sociales, los colectivos de
trabajadores, la prensa independiente y extranjera, los organismos de derechos humanos,
han dado su apoyo a los huelguistas y a sus colaboradores. Vale la pena destacar el
respaldo de personas como Tomás Moulián y Noam Chomsky, así como la solidaridad de los
chilenos en el extranjero y de todas las personas anónimas que se han pronunciado a favor
de la huelga. Por parte de la Moneda, del Parlamento y de los medios de comunicación
nacionales solo se han manifestado el silencio y la insensibilidad.
La persistencia de los enclaves
autoritarios y el legado económico del régimen militar son muestras hoy de las
insuficiencias y carencias democráticas que afectan al país. Prueba de las debilidades
institucionales son entre otras, el sistema electoral binominal, la existencia de
senadores designados, la Ley de Amnistía (dictada en 1978), en suma una Constitución
impuesta en 1980 que ningún gobierno de la Concertación se ha atrevido a de cambiar
mediante un llamado a Plebiscito.
Los años del gobierno militar dejaron
indudablemente una herencia política, un perverso sistema económico pero sobre todo
lograron dejar profundas huellas sicológicas en la población civil. Es justamente la
actitud de la población civil la que resulta preocupante. Mientras pasan los días, los
ciudadanos piensan en la celebración de las fiestas patrias del 18 de septiembre, al
mismo tiempo todos sienten miedo por este 11 cargado de sentimientos cuando las
autoridades dicen temer que será violento.
¿Adonde vamos los chilenos? Seguiremos
buscando consuelo en que Chile es grande por sus logros deportivos y nos seguiremos dando
a conocer con ese falso patriotismo? Seguiremos fingiendo ser mejor que el resto de
América latina o finalmente aceptaremos que somos latinoamericanos y no los ingleses del
continente?
En este contexto de una democracia
vigilada, donde los sectores de la derecha y las Fuerzas Armadas manifiestan un
"nunca más", debemos considerar que este lema lleva consigo otro sentido cuando
anuncian "nunca más" a los sufrimientos de los mil días de la Unidad Popular,
"nunca más" un desorden que lleve a las fuerzas armadas a actuar por el bien de
Chile. Cuidado es una advertencia con un significado radicalmente opuesto al sentir de la
verdadera izquierda. Lo que debiera decirse es "nunca más" al asesinato, a las
violaciones de los derechos humanos, "nunca más" a la impunidad de los
responsables, "nunca más" elegir un Gobierno que transa con el enemigo. Pero
sobre todas las cosas hay que exigir que "nunca más" se confunda a las victimas
con los victimarios, y pretender que vivan juntos aparentando que así se construya una
sociedad sana y justa.
A días del 11, cuando se van a cumplir 30
años, queda el sufrimiento, el dolor y la sensación de que todo podría volver a
repetirse, cuando no hay arrepentimiento, cuando no hay conciencia del daño, cuando no se
quiere pedir perdón.
El daño es irreparable, las infancias de
los jóvenes de la Huelga Luciano Carasco fueron truncadas para siempre. También lo
fueron la juventud y vida de tantos y tantos sobrevivientes de la tortura y campos de
concentración. Toda una generación de jóvenes idealistas y soñadores que buscaba un
proyecto como país y vieron sus vidas detenidas y maltratadas. Hoy muchos están
compartiendo sus historias, dan testimonio a los más jóvenes y eso se agradece
profundamente. Quizás algún día conoceremos la cifra de personas torturadas, detenidas,
exiliadas. Ellos han tenido que construir una vida para ellos y sus hijos, muchas veces
escondiendo este pasado sufrido como una manera de que los más jóvenes no tengan que
lidiar con el horror. Lamentablemente la transmisión del legado es inevitable.
Es una herencia pesada y honda pero los
sobrevivientes deben confiar en que los más jóvenes la están asumiendo con decisión,
con acciones, con documentales, a través de sus plumas y denuncias, con los lienzos
levantados y los rostros descubiertos. Ellos son el presente, son el mañana, heredaron la
fuerza, el ejemplo y el valor de sus padres, por un futuro mejor, en Santiago de Chile se
sigue luchando.
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